lunes, 27 de julio de 2020

Un Día en Barxeta

El pasado febrero fui invitado a tomar una paella y pasar el día a una casa de pueblo que la familia de un buen amigo tiene en Barxeta, un pueblecito no muy lejano a Xàtiva, al sur de Valencia. Por la mañana el grupo de ocho asistentes estuvimos preparando la comida y mantuvimos una agradable conversación, y por la tarde nos fuimos a dar un paseo por los alrededores del pueblo, disfrutando de los preciosos paisajes de la zona. Os adjunto una selección de diez de las fotos que hice allí, espero que os gusten.


Adorno de pared con pequeños utensilios en una casa de Barxeta

Paisaje de Barxeta visto desde la barandilla

Detalle de la terraza de una casa de pueblo en Barxeta

Paisaje de montaña en Barxeta

Paella en una casa de pueblo en Barxeta

Detalle de flores en los alrededores de Barxeta

Paisaje de los alrededores de Barxeta

Detalle de musgo entre las baldosas de la terraza de una casa en Barxeta

Paisaje con casa en los alrededores de Barxeta

Brasas en la chimenea de una casa de pueblo en Barxeta


lunes, 20 de julio de 2020

Depre Prevacacional

Hace unos días, revisando en las estadísticas del blog las selecciones de los lectores, tropecé con una entrada de la que ya casi no me acordaba llamada Depre Postvacacional, que escribí a finales de agosto de 2016. En ella hablaba de esas ocasiones en que por azares de la vida la vuelta al trabajo se te junta con otros varios pequeños problemas, lo que te hace sentirte durante un par de días algo apático, sin ganas de hacer nada. Esto me hizo recordar los últimos programas de la sexta temporada de La Vida Moderna, emitidos hace unas tres semanas, en los que se notaba claramente que Ignatius Farray estaba algo deprimido, seguramente ante la perspectiva de llegar a las vacaciones sin ningún plan interesante a la vista, sin pareja y tal vez sin la compañía de los amigos habituales.

En esta época del año en la que se cogen vacaciones uno puede descansar del duro trabajo, lo cual es genial, pero también pierde el contacto con los compañeros de faena y con los amigos que tienen sus propios planes y se marchan fuera de la ciudad. Sobre todo las personas que vivimos solas podemos llegar a sentirnos realmente solas y experimentar un ligero bajón durante unos pocos días, hasta que cambiamos el chip y pillamos la marcheta de las vacaciones: esta variedad de la llamada depresión o síndrome prevacacional la he sufrido yo también algunas veces… Este año en particular puede ser aún más duro que de costumbre a causa del Coronavirus porque el contacto con compañeros y amigos en los últimos cuatro meses ha sido sobre todo online y por tanto de menor calidad, y porque muchas de las actividades culturales y de ocio disponibles en Valencia en julio y agosto se están celebrando a medio gas o directamente se han cancelado, a lo que se suma la posibilidad de nuevos confinamientos y la incertidumbre general acerca de qué va a pasar en el Mundo en los próximos meses.


El personaje Tristeza de la película de Pixar Del Revés, tumbada en el suelo con aire apático


Por todo esto (y porque en el trabajo hemos hecho un par de cursillos sobre el tema) he pensado que podía compartir con vosotros algunas técnicas y sugerencias para combatir esta tristeza pasajera, por si os resultan de utilidad… Una de las formas más eficaces de sentirse bien cuando ni se trabaja ni se viaja es mantener una cierta rutina diaria: intentar acostarse y levantarse aproximadamente a las mismas horas, tener preparadas ciertas actividades de ocio para hacer en casa mientras apriete más el calor, dedicar un rato a hacer algo de ejercicio, intentar salir un poco a la calle todos los días por la mañana o cuando el sol esté ya más bajo y hablar con amigos o familiares también a diario, aunque sea por WhatsApp.

Es importantísimo favorecer en la medida de lo posible que nuestro sueño sea reparador: actividades más relajadas antes de acostarse, una cena ligera, una ducha fresca o abrir un poco las ventanas para que haya corriente nos ayudarán a conseguirlo. En mi caso concreto, los nuevos vecinos cubanos de arriba se han calmado un poco tras el fin del confinamiento, pero todavía son algo ruidosos de vez en cuando, así que si el niño pega carreras por el pasillo durante el día me pongo música con los auriculares si estoy en el ordenador, y además he comprado unos tapones de silicona moldeable para los oídos, para las noches concretas (a lo mejor una a la semana) en que tienen amigos de visita hasta tarde y hay un poco más de jaleo.


Una mujer durmiendo plácidamente en su cama


Es crucial recordar que cuerpo y mente están conectados, y que cómo tratemos a nuestros otros órganos puede influir bastante en el buen estado de nuestro cerebro. Por ejemplo es muy aconsejable que nuestra dieta sea sana y equilibrada; a este respecto yo sigo ciñéndome al menú semanal que me confeccioné al empezar el estado de alarma. Ya he hablado también del ejercicio diario: pueden ser estiramientos o pesas en casa, un poco de running o simplemente un paseo por la calle. Si por lo que sea en algún momento estamos un poco agobiados, la sensación de nudo en el estómago puede eliminarse practicando la relajación muscular activa, respirando profundamente y de manera controlada durante un par de minutos… Y cuidar los pequeños detalles asociados con los cinco sentidos también puede ayudar a que nos sintamos mejor: una habitación luminosa, música agradable, un olor que nos guste especialmente (recuerdo por ejemplo un gel desinfectante perfumado que me prestó una amiga el otro día y que relajaba solo con olerlo), ropa cómoda para el calor o algo tan sencillo como mantenerse hidratado con un trago de agua fresca.

También es imprescindible mantener la conexión con tus amigos durante las semanas de vacaciones, preferiblemente en persona, o como mínimo online; yo por ejemplo, aparte de mis quedadas ocasionales y de los vecinos del barrio que me voy encontrando en mis paseos, tengo un par de planes pendientes con mis compañeros del grupo de Escépticos y con los del trabajo que espero que se puedan llevar a cabo… Y no hay que tener miedo de comentarle a la gente que te sientes algo solo o aburrido estos días; no es algo de lo que haya que avergonzarse, y menos aún en esta nueva normalidad (que de normal no tiene nada, aunque a lo mejor lo que ocurre es que todavía no hemos llegado a ella).


Ilustración de unos amigos charlando alegres en la calle, sentados o de pie en unas escaleras de acceso


Hay que evitar darles vueltas una y otra vez en la cabeza a los aspectos negativos de la situación o a los problemas que se tengan, a no ser que se haga calmada y racionalmente para intentar resolverlos; y con las cosas que no tengan remedio es mejor no obsesionarse. Tampoco debemos compararnos con otras personas que aparentemente están mejor que nosotros, sobre todo sin tener toda la información; seguro que nuestra visión está sesgada y esa gente a la que envidiamos también tiene sus propios problemas y lucha por solucionarlos. Hay que animarse y dedicar algo de tiempo cada día a la gratitud, a verbalizar la parte positiva de la situación, a recordar los pequeños detalles agradables, los momentos alegres que hemos disfrutado recientemente, las cosas buenas que hay en nuestra vida y que pasamos por alto… Parece ser que llevar a cabo actividades de tipo artístico o creativo (como en mi caso redactar las entradas del blog) es también muy beneficioso y nos aporta una mayor estabilidad mental.

Es bueno planificar una lista personalizada de consejos y de actividades interesantes con antelación al inicio de las vacaciones o nada más empezar estas, y proceder de forma activa a poner en práctica estos consejos al detectar el menor síntoma de apatía, tristeza o nudo en el estómago… Este “plan de acción para el bienestar personal”, como podríamos llamarle, ya sea una breve lista de anotaciones telegráficas garabateadas en un trozo de papel o un archivo más elaborado en formato digital y con distintas subsecciones, puede y debe estar en constante proceso de evolución, refinamiento y mejora, y nos ayudará a vencer la sensación de soledad.


Pieza de arte urbano con las palabras “DON’T WORRY” hechas de espejos y pegadas en una pared llena de graffiti, reflejando las ramas de unos árboles


En la segunda parte de la entrada os voy a describir mi lista de actividades para combatir el aburrimiento en verano; seguro que algunas de las propuestas os pueden ser útiles también a vosotros. En primer lugar, y como ya he dicho antes, voy a chatear regularmente con la familia y los amigos, incluyendo algunos con los que no he hablado desde hace tiempo… En este sentido, reconozco que el haberme puesto WhatsApp hace un año al cambiar de móvil me ha venido muy bien no solo para mantener el contacto en verano sino también para los meses de confinamiento. También intentaré en la medida de lo posible hacer quedadas en persona, tomando las correspondientes precauciones relacionadas con la Covid-19: veré a mi familia en el apartamento de la playa algún día suelto, tengo medio pendiente una partida de rol en mesa con unos colegas (hacía muchos años que no jugaba pero me apetece, puede ser divertido) y he hecho un par de ofrecimientos para servir de guía amateur en una visita al casco antiguo de Valencia, que ya veremos si se concretan o no…

Cuando no haya nadie disponible para actividades en grupo siempre puedo recurrir a mis reconfortantes paseos por el citado casco antiguo, por el Parque Central, por las calles de Russafa o por los terrenos de huerta que llevan a La Punta. En cuanto a los museos de la ciudad, algunos interesantes que están funcionando ahora mismo, y que además tendrán entrada gratuita al menos hasta final de año, son el de San Pío V, el Centro del Carmen, el IVAM o el MHV. También podéis ir a l’Almoina los domingos por la mañana o a la Fundación Bancaja los martes por la tarde si queréis aprovechar los horarios de acceso libre. Este año no hay Gran Nit de Juliol, ni cine en el MuVIM, ni en el edificio de La Nau, pero acaba de empezar un ciclo de proyecciones en V.O.S. de comedias europeas en el claustro gótico del Centro del Carmen que puede estar bien… El aforo es limitado (aunque os advierto que no hay apenas distancia entre asientos), así que os recomiendo que no tardéis en inscribiros si os interesa. En agosto, y aquí sí supongo que con las sillas más separadas, tendremos una nueva edición de la Filmoteca d’Estiu.


Sillas y pantalla de la Filmoteca de Verano de Valencia, con el Palau de la Música al fondo


En cuanto a cosas que puedo hacer en mi propio piso, tengo un montón de vídeos de YouTube que he ido guardando en mi lista de pendientes y a los que iré dando salida… Aparte de vídeos sueltos de muy variada temática, quiero también ponerme al día con entregas antiguas de mis canales de YouTube favoritos, como por ejemplo la temporada 3 de La Vida Moderna. También quiero intentar ver los trece episodios de Mundos Posibles, la tercera temporada de la serie Cosmos, presentada, como la segunda, por Neil DeGrasse Tyson (los tres primeros episodios ya han caído y están francamente bien). Tengo aún por ver la última temporada de Black Mirror, pero no sé si con la situación actual están los cuerpos como para distopías; creo que por ahora la voy a dejar aparcada. Y añadiría algunas películas de mi lista de pendientes: un par de Richard Linklater y de Rian Johnson, y también Once Upon a Time in America, de Leone (por cierto, el otro día vi Once Upon a Time in Hollywood de Tarantino y me gustó mucho).

Hacia el final de mi lista está también la pila de libros pendientes, aunque sé que en este caso del dicho al hecho hay un trecho, porque me cuesta un poco centrarme a la hora de leer textos muy largos (por eso los libros están al final de la lista)… De todos modos algunos de ellos, como por ejemplo los tres tomos de la Valencia Desaparecida, se componen de secciones cortas independientes entre sí que se pueden despachar en muy poco rato, así que no descarto echarles mano. También quiero escuchar los últimos álbumes de la discografía de Depeche Mode, de los que me quedé un poco descolgado en su día, a ver si valen la pena…


Poster de la película Once Upon a Time in Hollywood, de Quentin Tarantino


Una última actividad a realizar en casa pero con vistas a salir de ella es la de investigar sobre alojamiento en (y trenes a) una ciudad con mucha historia, monumentos y museos, no muy lejos de Valencia (no os digo cuál porque sería spoiler de cara a futuras Postales), con la intención de pasar allí tres o cuatro días a mediados de agosto… Lógicamente, tal y como está el asunto con el Coronavirus no es sensato salir de España, así que intentaré hacer un viajecito más corto y más cerca… Ante los nuevos brotes y la amenaza de un segundo confinamiento por la irresponsabilidad de algunos, ni siquiera esta opción más modesta está asegurada, así que esperaré un poco más y veré cómo evoluciona la situación antes de hacer las reservas; y si al final hay mala suerte y no puede ser, pues al menos haré una visita de un día a Sagunto para ver las ruinas romanas, que hace muchos años que no voy… El que no se consuela es porque no quiere.

Esperemos que la gente se conciencie y tome más precauciones, y que con la obligatoriedad de las mascarillas en la mayor parte del país (incluyendo la Comunidad Valenciana) podamos mantener a raya al virus y los brotes no vayan a más. Sé que los lectores habituales de La Belleza y el Tiempo sois personas con sentido común, y también que muchos de vosotros y vosotras me conocéis personalmente, así que os animo a poneros en contacto conmigo estas semanas para quedar cuando os apetezca (manteniendo por supuesto la distancia y teniendo cuidado), que Internet y los móviles están muy bien pero no hay nada como coincidir en persona y echarse unas risas… Puede que algunos os sintáis también aburridos o bajos de energía en algún momento del verano, y simplemente poder compartir un rato, verse, hablar y escucharse resultará terapéutico para ambas partes… Y aunque no podamos quedar por la razón que sea, al menos espero que estas sugerencias os ayuden a ser un poco más felices estos días; yo estoy encantado de poder compartirlas con vosotros a través del blog… Al fin y al cabo, para eso están los amigos.


Tarjeta con una ilustración de unas flores y una abeja y con las palabras “Feel better soon”


lunes, 13 de julio de 2020

Leave the Gun, Take the Cannoli (III)

Antes de ponernos manos a la obra con El Padrino: Parte III (con spoilers incluidos, os recuerdo), una curiosidad acerca de toda la trilogía: cada vez que aparecen naranjas en pantalla es un presagio de que alguien morirá o correrá riesgo de morir. Don Vito compra naranjas antes de que atenten contra su vida, y diez años más tarde muere de un ataque cardiaco después de jugar con su nieto poniéndose una piel de naranja en la boca. Carlo Rizzi no llega a tocar ninguna fruta, pero lleva un traje del mismo color. En la Parte II Fanucci se come una naranja antes de ser asesinado por el joven Vito. En la tercera Michael bebe un poco de zumo cuando le da un bajón de azúcar en el Vaticano (por cierto, en las dos películas anteriores bebe agua a menudo, lo que apunta a que ya desde joven era diabético). También se ven naranjas rodando por la mesa en la escena del helicóptero, y por último Michael muere en Sicilia con una naranja en la mano.

Mucha gente dice que la Parte III, estrenada en 1990, no está a la altura de las dos anteriores, pero creo que es porque durante dieciséis años estuvieron imaginando cómo sería la continuación y tenían ideas preconcebidas al respecto; El Padrino ya era por entonces parte de la cultura popular y era muy difícil cumplir las expectativas de todo el mundo. Francis Ford Coppola, que aceptó el proyecto porque tenía problemas financieros, no la concebía como la tercera parte de la historia (para él las dos primeras sí eran como una sola película partida en dos), sino más bien como una especie de epílogo a La Saga de los Corleone, epílogo que según él debería haberse llamado La Muerte de Michael Corleone. Esta vez la productora se opuso a usar un título distinto, prefería los numeritos romanos… Justo al revés que con la anterior película dieciséis años atrás; pero es que muchas cosas habían cambiado en el Cine (y no necesariamente para bien) durante los 80.


Plano picado de El Padrino del atentado contra la vida de Vito Corleone, con naranjas rodando por el suelo


Como vimos al final de la anterior entrega, la semana pasada, en las tres películas los cambios de actores en el último momento, las reescrituras del guion para adaptarse a las adversidades, imprevistos y accidentes y la improvisación sobre la marcha eran el pan nuestro de cada día, y el resultado aun así fue excelente. En la Parte II el personaje de Frank Pentangeli debería haber sido en realidad Clemenza, pero el actor que lo interpretaba en su edad madura quería tener control total sobre sus líneas de diálogo, con lo que no se le contrató y Coppola hizo el cambio. Y en la tercera Tom Hagen fue sustituido por B.J. Harrison porque no se llegó a un acuerdo sobre el caché de Robert Duvall, lo cual es una pena porque el director tenía grandes planes para ese personaje en la conclusión, dándole un papel más importante.

Coppola quería que esta última entrega fuese más emocional… Se puede apreciar un cierto paralelismo entre el sexagenario Michael Corleone de la película y el Coppola de 1990, que por entonces ya no estaba en lo más alto de su carrera y para colmo había perdido en 1986 a uno de sus hijos, Gian-Carlo, en un accidente de lancha. Parece ser que para interpretar el personaje de Mary Corleone había sido contratada en principio Winona Ryder, pero renunció al papel en el último minuto aduciendo agotamiento psicológico, con lo que Sofia Coppola, hija del director, tuvo que hacerse cargo… Hay quien dice que el trabajo de Sofia en este filme deja que desear, pero a mí no me parece tan mala: precisamente aporta la juventud, inocencia y vulnerabilidad que requiere el personaje. Yo descubrí la trilogía con el estreno de la Parte III (la segunda la estrenaron antes de que naciera) y francamente me parece casi tan buena como las anteriores. Tal vez sea verdad que el reparto no es tan redondo como en las otras, por las razones que ya hemos comentado, pero tiene un argumento muy interesante y grandes escenas como la del piso de Vincent, la del helicóptero o todo el tramo final en Sicilia.


Foto de familia del principio de El Padrino: Parte III, en la fiesta de la fundación benéfica de Michael


Una de las tramas del relato es la del amor prohibido entre Mary y su primo Vincent Mancini, hijo ilegítimo de Sonny (al principio de la primera película vemos a Sonny tontear con Lucy, la madre, durante la fiesta de la boda de Connie). Vemos en Vincent mucho de su padre, la impulsividad, el dejar al descubierto sus emociones; pero también se mantiene frío y calculador en los momentos de peligro, como su tío Michael, y sabe ser amable y encantador como su abuelo Vito… ¿Le impedirán sus arranques de genio ser un buen Padrino o conseguirá alcanzar el equilibrio y pasar la prueba? ¿Cuál es el futuro del clan Corleone con Vincent al frente? En la tercera película no se nos cuenta. Vincent es introducido en la Familia por Connie, personaje que evoluciona mucho a lo largo de los años, de mujer maltratada a vividora irresponsable hasta convertirse en la matriarca del clan, tras la muerte de Carmella y tras haber hecho las paces con Michael… Al final incluso toma decisiones importantes dentro de la Familia, algo habitualmente reservado a los hombres.

La relación de Michael con Kay es otro pilar básico de la historia, con momentos como el de la puerta que cierra Al Neri al final de la peli original, separándola de su marido tras mentirle este diciéndole que no ha sido responsable de la muerte de Carlo Rizzi. Otra escena con puerta de por medio es la que sucede tras el aborto y divorcio de Kay, y esta vez también sus hijos están del otro lado: de ahí el grito entrecortado de Kay cuando es el propio Michael el que la cierra con total frialdad… La separación de Kay es una de las pocas batallas que Michael pierde, dejando aparte el final de la trilogía, claro. En la Parte III hay una cierta reconciliación mientras viajan por Sicilia antes del estreno de la ópera en la que canta su hijo Anthony; ella le confiesa que quizás nunca ha dejado de quererle, pero un segundo después llega Calò con el anuncio del asesinato de Don Tommasino por parte de Mosca: la magia se ha roto de nuevo y ella comprende que hay cosas que nunca cambian, que la espiral de violencia no cesa aunque pasen los años… De nuevo Kay se encuentra al otro lado de la puerta.


Michael Corleone con gafas de sol y su sobrino Vincent en segundo plano


Lloro como una Magdalena cada vez que veo morir a Mary en las escaleras de la Ópera de Palermo… La última palabra que dice es “¿Papá?”. La escena es demoledora, con ese grito sordo (¿o sería más bien mudo?) de Michael que según las anécdotas de producción inicialmente no era tal: Pacino se dejó la garganta pero en la sala de montaje Walter Murch vio que la toma tenía más fuerza si quitaban parte de la pista de sonido. La efectividad de esta escena se refuerza porque observamos las reacciones de Kay, Connie y Vincent a la muerte de Mary, y sobre todo porque vemos también por un momento la reacción de Kay al sufrimiento de un Michael completamente destrozado que nunca antes había estado tan vulnerable o expresado tan abiertamente sus sentimientos en público; la tragedia nos toca el corazón precisamente porque empatizamos con Kay. Otro elemento que añade aún más capas de emoción a la escena es el de los gritos de las mujeres de Palermo, lamentándose en italiano del destino de la señorita María, igual que ocurrió en la aldea de Corleone ocho décadas atrás con la muerte de Paolo, el hermano mayor de su abuelo Vito: nos damos cuenta de que la violencia es un problema secular profundamente arraigado en esta cultura, y eso también nos conmueve.


Escena de El Padrino: Parte III con Michael Corleone abrazando a su hija Mary


Su hija era precisamente lo que Michael más había intentado proteger todos esos años, la que más unida a él estaba, después de divorciarse de Kay y sufrir un mayor distanciamiento con Anthony… Es casi el único lazo que le unía a algo parecido a la felicidad, lo poco que le quedaba (aparte de los recuerdos) de sus relaciones con Apollonia o con Kay, y ahora lo ha perdido. Se nos presentan flashbacks de él bailando con las tres, de los buenos momentos del pasado. Ya no hay esperanza para Michael Corleone: mientras al final de la primera parte no siente remordimiento alguno por la muerte de Carlo, la ejecución de su hermano Fredo al final de la segunda acaba atormentándole durante años, y al final de la tercera la pérdida de su hija es como la vendetta del Destino, que le devuelve el dolor infligido en una conclusión trágica y sin concesiones… La violencia engendra violencia y los lazos que se forman en el mundo de la Mafia son muy difíciles de romper; nuestro protagonista ha intentado con todas sus fuerzas desvincularse de ese entorno pero se encuentra atrapado por su pasado.

Hay quien ha propuesto la teoría de que Michael se queda para colmo ciego en el momento de la muerte de Mary, debido a su diabetes y al fuerte shock emocional que experimenta (aparte de que una bala también le ha herido a él), pero ni Pacino ni Coppola han confirmado o desmentido esto. Es de suponer que tras la cesión de su poder a Vincent y la pérdida de su hija Michael se rinde ante la Vida y se retira de los círculos públicos. Muere en Sicilia en 1997, casi dos décadas después, consumido por la tristeza, solo y olvidado en la villa que antes era de Don Tommasino, en el mismo patio donde murió Apollonia, cerrando así un siglo de historia desde que su padre Vito emigró de niño a América.


Final de la trilogía de El Padrino, con la muerte de Michael Corleone en la villa que fue de Don Tommasino


Coppola coqueteó con la posibilidad de una Parte IV de estructura similar a la de la segunda, mezcla de precuela (con el ascenso de Sonny en los años 30) y secuela (con la historia de su hijo Vincent en los 80, en una cruenta guerra entre familias que se prolonga durante una década). Se comentaba que Andy García y Robert De Niro ya estaban confirmados para volver a interpretar sus papeles, y que Leonardo Di Caprio podría interpretar al joven Sonny, pero Mario Puzo murió en 1999, antes de que pudiera terminarse un guión, y Coppola decidió no seguir adelante sin él.

En cuanto a las secuelas literarias, el propio Puzo escribió en 1984 una continuación de la narración original titulada El Siciliano, y posteriormente ha habido otras novelas ambientadas en el mismo universo escritas por otros autores… Tenemos por un lado El Padrino: El Regreso (2004) y El Padrino: La Venganza (2006), ambas de Mark Winegardner; y también está La Familia Corleone (2012), de Ed Falco, basada en lo que Puzo escribió para la parte de los años 30 de la posible cuarta película.


Reunión de Francis Ford Coppola con el reparto de la trilogía de El Padrino con motivo del 45 aniversario del estreno de la primera película


En la trilogía cinematográfica se entremezclan escenarios y elementos tan diversos como la ciudad de Nueva York, los casinos de Las Vegas, la posibilidad de negocio en La Habana (truncada por el estallido de la Revolución), la madre patria Sicilia, las grandes multinacionales europeas, la Iglesia Católica (y el escándalo bancario del Vaticano de 1982), la Ópera (con la Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni) y hasta el antiguo Imperio Romano… Coppola y Puzo recurren a las profundas y variadas raíces de los inmigrantes italoamericanos para bordar un complejo tapiz narrativo que daría por sí solo para quince o veinte películas normalitas, y este es sin duda uno de los mayores atractivos de la trilogía.

Una historia bien escrita que además muestra el paso del Tiempo abarcando varias generaciones y usa a los mismos actores para interpretar a los personajes veinte años después siempre ha tenido para mí un atractivo irresistible… Y si además le añades un reparto en estado de gracia, una fotografía y ambientación impecables y una música extraordinaria puede convertirse en una obra maestra atemporal que resiste el paso de los años, porque la Verdad que transmite no caduca: creo que este es el caso con las películas de El Padrino.


Grabado con una escena de la ópera Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni


Quiero acabar esta entrada múltiple hablando un poco más de los lazos familiares, que son, en palabras del propio Coppola en entrevistas recientes, el tema principal de estas películas. Muy hábilmente el cineasta nos muestra cómo se entremezclan la familia biológica y la Familia criminal, la sangre que corre por las venas y la sangre derramada… Las tres entregas comienzan con escenas de fiestas y ceremonias familiares durante las cuales se hace otro tipo de negocios en la trastienda: en la primera es la boda de Connie y Carlo, en la segunda la comunión de Anthony y en la tercera la entrega de la medalla de la Orden de San Sebastián y la fiesta de la fundación benéfica. Y las tres entregas acaban, como ya sabemos, combinando una reunión familiar con una matanza de enemigos: en la primera tenemos el bautizo del hijo de Connie, en la segunda el funeral de Carmella y en la tercera el estreno de Cavalleria Rusticana en Palermo.

Coppola y Puzo hicieron algo que no era muy usual allá por los años 70: mostrar la cara amable de los gangsters, humanizarlos, hacerlos más cercanos y reales, dejar claro que podían cometer atrocidades pero también tener sus momentos tiernos. Esto fue rompedor en su día porque daba a entender que, del mismo modo que los mafiosos no eran tan malos, tal vez nosotros no éramos tan buenos… En la forma magistral de tocar temas universales como este, de mostrar que el Mundo no está dibujado en blanco y negro sino en tonos de gris, radica el gran atractivo de esta trilogía. Coppola nos pone ante el espejo y nos hace ver que, aunque sea a menor escala, todos tenemos nuestro lado oscuro y nuestros fantasmas, todos cometemos errores, y todos nos hemos preguntado alguna vez si las cosas nos hubieran ido mejor en la Vida de haber tomado otras decisiones en ciertos momentos clave.


Foto de familia de Michael y Kay con sus hijos Mary y Anthony en su casa del lago Tahoe, en la época en que aún estaban juntos


lunes, 6 de julio de 2020

Leave the Gun, Take the Cannoli (II)

Siempre se dice que segundas partes nunca fueron buenas, pero El Padrino: Parte II es reconocida como una de las continuaciones que más claramente ha igualado (si no superado) en calidad a una obra original ya de por sí grandiosa. Fue la primera secuela de la historia del Cine en ganar el Óscar a la mejor película (siendo la segunda El Retorno del Rey, y para de contar). Con ella se puso de moda lo de añadir números a las secuelas en lugar de cambiar el título, aunque los productores de entonces pusieron pegas porque pensaron que la gente no iría a verla por parecer “más de lo mismo”… Qué ironía, ahora ocurre justo lo contrario, y la gente solo quiere que le cuenten la misma historia una y otra vez. Coppola insistió en lo de añadir “Parte II” al título original porque pensaba que era básicamente la segunda mitad de la misma historia.

A pesar de lo dicho, esta continuación no estaba prevista cuando se escribió la primera película, pero se empezó a preparar incluso antes del estreno en 1972 porque las vibraciones por entonces eran ya muy buenas. Mientras que la original es más épica, la Parte II tiene más tintes de tragedia. Varios de los elementos narrativos de la primera (la fiesta inicial, el asesinato a sangre fría que el protagonista tiene que llevar a cabo personalmente, la matanza final) son utilizados de nuevo en la segunda pero no como meros calcos, sino precisamente para poner de manifiesto las diferencias entre unos y otros y de ese modo enriquecer aún más, por contraste, la primera película, en un fantástico ejercicio de intertextualidad.


El niño Vito Andolini de Corleone mirando a la Estatua de la Libertad desde la Isla de Ellis durante su cuarentena


Ya dijimos la semana pasada que en la Parte II se alternan dos líneas temporales, una de las cuales narra cómo el niño Vito Andolini llega a principios del siglo XX a Nueva York, desde el pueblo siciliano de Corleone, y tiene que buscarse la vida (el cambio de apellido se produce en las aduanas por un error en la traducción). Como curiosidad podemos comentar que los abuelos maternos de Al Pacino proceden precisamente de Corleone, situado al sur de la capital, Palermo. Las escenas para la película se rodaron en otro pueblo más pequeño porque ya por los años 70 el Corleone real estaba bastante desarrollado.

Es curioso que en la película original no se pronuncie ni una sola vez la palabra Mafia (en la segunda sí se la nombra dos o tres veces). Los orígenes de esta organización criminal se remontan a mediados del siglo XIX en la parte occidental de Sicilia, bajo el reinado de los Borbones de Nápoles, y concidiendo con el paso en la isla del feudalismo al capitalismo. Al haber más dueños de tierras, más propiedad privada, aparecieron grupos que al margen de la legalidad ofrecían protección para el ganado y los campos de cítricos a cambio de dinero, y parece ser que a partir de ahí los métodos se volvieron algo cuestionables en algunos casos, de lo que derivó todo lo demás… En cualquiera de las películas de la trilogía las escenas de Sicilia aportan a la historia una gran fuerza y autenticidad, con un cambio de tempo muy original; suponen una especie de retorno a los orígenes, a las raíces… Esto no quiere decir que la isla se nos presente como un lugar idílico y paradisiaco, más bien al contrario; en ella suceden muchas muertes: Apollonia, la familia de Vito, Don Ciccio, Mary… Sicilia representa los orígenes violentos de la Familia con mayúscula.


Robert De Niro en su papel del joven Vito Corleone


Como novedad principal en el reparto tenemos a Robert De Niro interpretando a un Marlon Brando más joven, emulando su manera de hablar entre murmullos. Para la preparación de su personaje De Niro se pasó cuatro meses en Sicilia aprendiendo el dialecto para poder decir sus diálogos… En esta línea temporal del relato vemos cuál fue el método del joven Vito para labrarse una reputación en Little Italy: lo hace de una forma muy inteligente, con mucha mano izquierda, sabe utilizar la diplomacia antes de tener que recurrir a la violencia; es amable y leal con los que le respetan y sabe darles una oportunidad, pero a la vez es terrible con los que se le oponen… Esto cuadra bastante con la famosa frase “Le haré una oferta que no podrá rechazar”. La escena en la que Vito mata a Fanucci con una pistola envuelta en una toalla (en toda la trilogía solo le vemos matar personalmente a este pequeño capo y a Don Ciccio) rima a la perfección con aquella en que Michael mató a Sollozzo y McCluskey en el restaurante.

En la otra línea temporal, entre 1958 y 1960, Michael Corleone intenta que sus negocios queden limpios de irregularidades, pero le resulta muy difícil conseguirlo. Mientras Vito quería que le mostrasen respeto, Michael busca ante todo la legalidad, pero por el camino descubre que la sombra de su padre es alargada, que es muy difícil estar a la altura. Sin ir más lejos, las primeras escenas de la Parte II, durante la fiesta de la comunión de su hijo Anthony, muestran cómo Michael no goza del mismo nivel de respeto que tenía Vito: el senador Geary y hasta su propia hermana Connie se le suben a las barbas. Hacia el final de la película queda confirmado que Michael es un hombre sin piedad, un paranoico que no confía en nadie y que no da ni una oportunidad a aquellos que le traicionan… Moviéndose en un mundo tan peligroso como el suyo podría pensarse que cierta razón no le falta: al fin y al cabo Don Ciccio quería matar a Vito con tan solo nueve años por si se vengaba en el futuro, y acabó teniendo razón… Uno de los muchos aciertos de esta trilogía es que los personajes (y no solo los protagonistas, también los secundarios) están muy bien escritos y presentan una gran complejidad.


Secuencia de El Padrino: Parte II en la que Michael Corleone le dice a su hermano Fredo que conoce su traición


No podemos hablar de este filme sin mencionar la muerte de Fredo, uno de los momentos cumbre de la trilogía. El más inseguro y pusilánime de los hermanos (en la primera tirotean a su padre porque no sabe reaccionar a tiempo), traiciona a Michael por puros celos. Del mismo modo que no consumó su venganza contra las familias rivales hasta después de la muerte de Vito, Michael tiene esta vez la sangre fría de postponer la ejecución de su hermano hasta que fallezca la madre de ambos (fue Mario Puzo el que pidió este favor a Coppola mientras escribían el guion, como si a él también le doliese demasiado hacerlo de otra forma). Al Neri será el encargado de ejecutar el plan, y en un par de ocasiones estando Fredo presente se le ve al fondo de la imagen, como un presagio de lo inevitable; su cruce de miradas con Michael mientras este abraza a su hermano en el velatorio de la Mamma es realmente desgarrador.

Fredo muere pescando, en una barca en el Lago Tahoe, mientras reza una oración para que piquen los peces. Michael lo elimina para proteger su imperio y por extensión a su familia (¿Acaso no es Fredo también su familia? Terrible contradicción), pero este hecho lo atormentará durante el resto de su vida. Vito consiguió la paz en las Cinco Familias (al menos hasta el bautizo de sangre) y que se respetase la vida de Michael gracias a que renunció a la venganza por la muerte de Sonny, y hasta Connie acaba perdonando a Michael por el asesinato de su marido Carlo… Michael, sin embargo, no es capaz de perdonar a Fredo (podría simplemente haberle desterrado de la Familia) y eso al final se vuelve en su contra; su gran defecto es su ansia de venganza, el dejarse llevar por sus impulsos más bajos.


Imagen de El Padrino: Parte II con Fredo Corleone y Al Neri pescando en una barca en el Lago Tahoe


Es una gozada seguir a todos los personajes secundarios de la historia a lo largo de las distintas épocas, y el que sean interpretados por los mismos actores en las tres películas (lo que ocurre en la mayoría de los casos) le aporta más verosimilitud y más potencia al relato. Yo no suelo tener muy buena memoria para los nombres y los pequeños detalles, pero cada nueva vez que veo la trilogía voy teniendo una idea más clara de todas las relaciones y me doy dando cuenta de lo cuidados que están estos detalles… Para que os hagáis una idea de mi despiste, no fue hasta después de varios visionados que se me quedó en la cabeza que en la primera peli el oponente principal es Emilio Barzini, en la segunda es Hyman Roth y en la tercera Osvaldo Altobello.

En 1977 se reeditaron para televisión (quitando algo de violencia, sexo y palabras malsonantes) las dos primeras películas en orden cronológico añadiendo muchas escenas eliminadas del montaje cinematográfico: a esta miniserie de cuatro episodios se le llamó La Saga de El Padrino. En las escenas añadidas obtenemos información adicional muy interesante: la muerte de Genco, anterior consigliere de Vito, la escena en que Clemenza compra los famosos cannoli y más metraje de los jóvenes Vito, Clemenza y Tessio en Little Italy, y de la venganza de Vito en Sicilia, así como de la bomba que Michael le pone en el coche a Fabrizio, el responsable de la muerte de Apollonia. Los tres filmes incluyendo todas las escenas añadidas suman casi diez horas de metraje.


Foto de Familia sacada en la fiesta de la Primera Comunión de Anthony Corleone


Pero vayamos a la escena final de la segunda película, en la que se muestra un recuerdo de Michael Corleone, una vez consumada su venganza con Fredo… Se trata de un flashback a una reunión familiar en 1941, justo después del bombardeo de Pearl Harbor, que hizo que Michael se alistase al ejército. Para este día de rodaje se contrató a varios de los actores que habían trabajado en el filme original, recuperando los personajes de Sonny, Carlo o Tessio (todos ya muertos al principio de la Parte II, recordemos). Hasta la víspera se esperaba también a Marlon Brando para interpretar de nuevo a Vito, pero cambió de idea en el último momento, así que Coppola reescribió el guion de un día para otro (una vez más).

La nueva planificación de la escena, en la que se celebra el cumpleaños del Padrino, engrandece la figura de Vito, la hace más mítica, a pesar de que Brando ni siquiera aparece en pantalla (o precisamente por eso)… Mientras esperan a su padre con la tarta preparada, Michael da la noticia a sus hermanos de que quiere luchar por su país, lo que provoca la ira de Sonny, que le recrimina que su país no es su familia, no es sangre de su sangre… El único que le felicita por su decisión es Fredo. En ese momento se oye llegar a Vito y todos excepto Michael se levantan y van a cantarle por su cumpleaños fuera de cuadro… Esa imagen de Michael sentado solo a la mesa es un presagio de que veinte años después, al final de la Parte II, habrá derrotado a sus enemigos pero a cambio casi todas las personas a las que quería habrán muerto o le habrán abandonado… Y en la conclusión de la trilogía cinematográfica veremos que el precio que tendrá que pagar por su frialdad y su ambición será todavía mayor, pero de eso hablaremos la semana que viene.


Los cinco hijos de Vito Corleone, Tessio y Carlo en la fiesta de cumpleaños del Padrino en 1941