lunes, 29 de agosto de 2022

El Murmullo de las Paredes (XIII)

 

Debido a los dos parones que he hecho por falta de tiempo para publicar, hace ya más de dos años que colgué la última entrega de mis fotos de arte urbano en la ciudad de Valencia, así que aquí tenéis la siguiente. Hasta ahora en esta serie había usado una dirección del enlace igual al título de la entrada, pero a partir de esta entrega voy a usar una URL algo menos poética y más informativa, para facilitar las búsquedas en el blog. Espero que os gusten las piezas de la selección y que no seáis supersticiosos con el número trece.












lunes, 22 de agosto de 2022

El Bosque y las Tumbas (II)

 

Siguiendo con mi tradición de colgar en el blog fotos de cementerios, os estoy contando estas dos semanas la impresión que me produjo la parte más antigua del de Olsany, en la ciudad de Praga. Recuerdo claramente la agradable sensación de respirar el aire limpio y claro de aquella mañana fría, a pesar de ser agosto. Llamaba la atención la densa vegetación del lugar, que incluso en verano estaba fresca y verde, con la hiedra trepando por los troncos de los árboles, cubriendo las tumbas y también parcialmente los senderos, hasta el punto de que en muchos sitios no podías diferenciar dónde acababan las lápidas y dónde empezaba el camino. En las alturas los enormes árboles eran también muy frondosos; de hecho, tomé las fotos un buen rato mientras lloviznaba y prácticamente no noté las gotas sobre mí hasta que se agarró un poco más fuerte.

No sé si ha habido mucho reciclaje en las distintas secciones del cementerio o si en teoría deberían quedar algunas tumbas de los orígenes, hacia 1670… Las fechas más remotas que vi en las inscripciones eran de fallecidos en 1820 ó 1830, pero en la zona más antigua era muy difícil distinguirlas por la vegetación que las cubría; en algunos casos no se veía nada más que un saliente de hiedra donde supuestamente estaba la lápida. Hechizado por el encanto del paraje, no se me pasó por la cabeza mientras hacía fotos apartar la hiedra con la mano en busca de inscripciones del siglo XVII; y aunque no soy miedoso en mis visitas a camposantos, creo que si se me hubiera ocurrido hacerlo en este caso concreto sí me habría dado un poco de repelús.

Tal vez debido a la lluvia estuve prácticamente solo, apenas vislumbré a lo lejos otras cuatro o cinco personas en las tres horas que pasé allí. El lugar tenía un toque romántico, becqueriano, onírico, irreal, como si existiera fuera del Tiempo; solo en las zonas más cercanas al muro oeste el remoto sonido del escaso tráfico en la calle te recordaba que seguías en el Presente. Se me ha quedado grabada en la memoria la luz difusa pero a la vez intensa procedente de las nubes, filtrándose a través de las hojas de los árboles y vistiendo ese rincón del Mundo de verde y gris, con toques de marrón por las hojas secas caídas. Más que un cementerio con árboles, la sección antigua de Olsany parecía un bosque encantado con multitud de tumbas diseminadas aquí y allá, como los de los cuentos

Y con esto llegamos al final de mi narración, espero que os gusten las fotos; me doy por satisfecho si consiguen transmitiros siquiera una pequeña fracción de las sensaciones que tuve aquella fría mañana de verano, abrumado por la Belleza del Cementerio de Olsany… Utilizo estas últimas líneas para comentaros que ayer fue el décimo aniversario de La Belleza y el Tiempo; los años han pasado fugaces sin que apenas nos diéramos cuenta. Comencé la primera entrada diciendo que algún día, tarde o temprano, el blog moriría, pero ese día no está cerca por ahora: he decidido no hacer otro parón al final de agosto y seguiré publicando entradas durante todo el año, aunque eso sí, cada dos semanas y sobre todo con selecciones de fotografías, menos costosas de preparar. Espero que os alegre esta noticia y que no echéis mucho de menos los contenidos con más texto; al fin y al cabo, entradas como la de hoy son la prueba de que a veces una imagen vale más que mil palabras.

















lunes, 15 de agosto de 2022

El Bosque y las Tumbas (I)

 

Hace poco os hablé de mi viaje a Praga en verano de 2019, y del buen sabor de boca que me dejó la ciudad. Ya sabéis que dondequiera que voy me gusta informarme con antelación y explorar los cementerios con encanto, y Praga no fue una excepción. El cementerio del Barrio Judío era muy interesante y visualmente impactante, pero hubo otro que incluso lo superó: se trata del Cementerio de Olsany, cuyas fotos voy a publicar en dos entregas de quince cada una. Ocupa una superficie enorme, fuera de la zona turística pero no muy lejos de ella, a diez minutos en metro: la entrada principal está en la parte sur, junto a la parada de Zelivskeho.

El cementerio actual tiene una zona ortodoxa y otra para víctimas de guerra, y junto a él está el Nuevo Cementerio Judío, también bastante grande, en el que se halla la tumba de Franz Kafka. Otra lápida de visita obligada es la de Jan Palach, tristemente famoso por haberse quemado a lo bonzo en 1969, en señal de protesta por la ocupación soviética. En la zona central de Olsany hay tumbas con esculturas muy bonitas (aunque no muy monumentales), pero la parte que más me impactó, a la que pertenece esta selección de imágenes, fue la sección más antigua del cementerio, en la zona noroeste, cerca de la Capilla de San Roque: según la información disponible sus primeras tumbas datan de 1670, año en que se produjo una epidemia de peste en la ciudad.

En la zona más reciente se nota que los familiares adecentan las lápidas y les quitan las malas hierbas, y hasta instalan banquitos individuales enfrentados a las mismas para poder pasar ahí el rato, conversando con la persona amada… Sin embargo en la zona antigua, con las tumbas de las que ya ningún descendiente se acuerda, es frecuente ver cómo el paso del Tiempo ha oxidado las cruces de metal y ha rajado o torcido los bloques de piedra, con ángeles, Vírgenes y Cristos también rotos y cubiertos por el musgo y las plantas trepadoras, camuflados con el verde de su entorno… La semana que viene colgaré el resto de mis fotos y os describiré con detalle las impresiones que me causó pasear entre las tumbas centenarias.

















lunes, 8 de agosto de 2022

Un Paseo por Nazaret (II)

 

Aquí tenéis la segunda entrega de mis fotos sacadas una calurosa mañana de julio en Nazaret. Me crucé con poca gente mientras exploraba las calles del barrio, pero me llamó la atención que a la puerta de muchas casas había sillas preparadas para que los vecinos pudieran sentarse a la fresca al caer la tarde. Otro hecho que me pareció chocante fue la presencia de muchos Audis y BMWs nuevos y relucientes aparcados a la puerta de edificios que por contraste se caían a pedazos. Yo no tuve ningún problema en mi paseo, pero me pregunto cuál será el nivel de inseguridad de según qué calles a según qué horas de la noche… Inesperadamente me crucé con algún que otro turista extranjero saliendo de los portales de la zona más moderna (es un decir), y me surgió la pregunta de si habrían llegado a parar allí a sabiendas o por mero desconocimiento, y cuál sería la impresión que se llevarían del barrio, en comparación con la zona centro de la ciudad, a su regreso.

Puede que todo esto no sean más que prejuicios por mi parte y que la vida en Nazaret sea perfectamente normal y agradable; al fin y al cabo la mujer que limpiaba la casa de mis padres durante mi niñez era una inmigrante extremeña y sin estudios que vivía en Nazaret, y todos la recordamos con cariño como una de las personas más nobles, responsables y trabajadoras que hemos conocido… Aquí dejo servido el debate: si alguno de vosotros tiene información de primera mano sobre la vida en el barrio, que la comparta en los comentarios.