lunes, 26 de octubre de 2015

In the Beginning… (Cara B)


Y tras esta pausa de una semana, pasamos a comentar la Cara B del cassette que grabé hace años con una selección de canciones de Genesis. Como en la entrega anterior, todos los enlaces serán a versiones en directo de los temas.

Burning Rope: Esta fantástica muestra de rock progresivo cierra la Cara A del And Then There Were Three, del 1978, tercer disco con Phil Collins como vocalista, publicado justo después de la marcha de Steve Hackett. Para no echar de menos la percusión de la que procedía inicialmente, Collins usaba a menudo en esta época una pandereta mientras cantaba, y a veces subía durante los interludios instrumentales a tocar una segunda batería, como ocurre en este caso.

Don’t Lose My Number: A la hora de confeccionar esta selección de temas me tomé una pequeña licencia e incluí esta canción, que no es de Genesis sino del tercer álbum de Phil Collins en solitario, No Jacket Required, de 1985. Siempre he pensado (y tal vez otro día os dé más ejemplos de ello) que de un grupo salen normalmente mejores canciones, y que un artista en solitario tiende al cabo del tiempo a acomodarse demasiado y a volverse empalagoso, a falta del sano enfrentamiento de personalidades y consiguiente duelo de creatividad que se produce en el seno del grupo. Efectivamente, con el tiempo los discos de Collins me fueron pareciendo cada vez más ñoños, mientras que los de Genesis conservaban toda su frescura… Además, como solista suele utilizar una sección de viento que está en las antípodas de la etapa progresiva del grupo; pero bueno, esta canción en particular siempre me ha gustado, y además el vídeo era bastante gracioso. Con el paso de los años Collins acabaría cayendo incluso más bajo, componiendo bandas sonoras para películas de Disney como Tarzán o Hermano Oso… ¡Quién te ha visto y quién te ve, Phil! ¡Tú antes molabas!

Dreaming While You Sleep: Esta canción pertenece al We Can’t Dance de 1991, último álbum de estudio con Phil Collins y para mí personalmente más flojito que los anteriores. De todos modos, la calidad del directo sigue siendo, como de costumbre, impecable. De este tema en particular, tanto en el disco como en concierto, me ha gustado siempre la potencia de los golpes de batería en las transiciones, como representando la intensidad con la que el fantasma de la culpa atormenta para el resto de su vida al protagonista, un conductor que se duerme al volante y que huye tras un atropello mortal.




Tonight, Tonight, Tonight: A continuación un tema del Invisible Touch, de 1986, un disco que marcó su momento de mayor popularidad (y, como ya he comentado, la época en la que empezaron a sonarme). Voy a compartir con vosotros un dato bastante curioso de mi infancia: recuerdo que por aquel entonces me ponía una y otra vez esta canción mientras jugaba en mi ordenador Atari a un videojuego llamado Joust en el que el protagonista, cabalgando un avestruz, tenía que volar de plataforma en plataforma huyendo de sus adversarios, que le perseguían montados en águilas. Desde entonces, cada vez que la escucho no puedo evitar que me vengan a la mente con toda nitidez las imágenes del videojuego… ¡Qué cosas!

Just a Job to Do: Perteneciente al álbum Génesis, esta canción siempre me pareció bastante divertida y muy marchosa. No he podido encontrar un enlace en directo, pero sí una versión instrumental protagonizada por Daryl Stuermer, el guitarrista de apoyo habitual del grupo. Tampoco he sido nunca muy partidario de las versiones sinfónicas de música rock, pero en este caso el directo obliga…

Down and Out: ¡Esto sí que sí! Con este tema, progresivo hasta la médula, comienza el genial And Then There Were Three… Para mí estos discos de la segunda mitad de los setenta suponen la mejor época del grupo en cuestión de calidad, complejidad y originalidad. En esta versión en directo no se aprecia bien la parte de la batería, así que os pongo este otro enlace para que os deis cuenta de la gran dificultad técnica que entraña la parte de la percusión… Juegan mucho con el ritmo, con bloques de diez tiempos en los que la batería está haciendo continuamente redobles a una velocidad de vértigo (no estoy seguro, pero me da la impresión de que también utilizan un doble bombo). Yo diría que los tiempos fuertes marcan una pauta del tipo 3+3+2+2, haciendo un total de diez; a ver si podéis seguir el ritmo sin perder la cuenta… En una palabra: A-lu-ci-nan-te.

The Brazilian: Para cerrar la Cara B de la selección, he aquí el tema instrumental que cierra el Invisible Touch, en su versión del concierto de 1987 en el Wembley Stadium, del que ya hemos visto antes otro enlace. Podemos ver en el vídeo a Phil Collins y Chester Thompson tocando la batería de forma simultánea, algo frecuente en los directos de Genesis, sobre todo en las partes y temas instrumentales. En este caso ambos combinan las cajas y platos tradicionales con algunos otros electrónicos… Quizá sea sólo por el título, y porque algunos de los samplings de sonido de la percusión tienen un aire futurista e industrial, pero siempre que he escuchado este corte me ha venido a la mente la historia distópica rodada por Terry Gilliam titulada Brazil, estrenada un año antes de que saliera este disco. Para ir concluyendo, podemos decir que la potencia de este tema es la prueba de que en aquella época, bien entrados los ochenta, los Genesis todavía retenían en bastantes de sus composiciones la garra de sus mejores tiempos de la década anterior.




Si os he de ser sincero, reconozco que con los años mi atención musical se desvió en otras direcciones y no he estado al tanto de las etapas posteriores del grupo, con la marcha de Phil Collins para centrarse en su carrera en solitario y la búsqueda de un nuevo cantante, Ray Wilson, para el disco Calling All Stations de 1997, el último de estudio que han sacado por ahora. También me pasó más o menos desapercibido el descanso que se tomaron todos los integrantes del grupo del 1998 al 2006, o la reunión con Collins en 2007 para hacer una nueva gira, o el reencuentro con Steve Hackett y con Peter Gabriel el año pasado, con motivo del estreno de un documental de la BBC sobre la historia del grupo…

Pero aún peor que eso: Si bien los discos con Collins como cantante los tengo más o menos todos escuchados, entre pitos y flautas todavía no he tenido la oportunidad de ir más hacia atrás y llegar a la génesis del grupo (nunca mejor dicho), cuando eran estudiantes de la Charterhouse School y tocaban música folk en los sesenta, o sobre todo en la primera mitad de los setenta, cuando Peter Gabriel se disfrazaba para cantar y más que una interpretación hacía una performance, utilizando máscaras, poniéndose pintura fluorescente en la cara o rapándose el pelo de forma indescriptible… Tengo ganas de hacerme un hueco en mi agenda para escuchar alguno de los discos de esta etapa y comprobar si son tan distintos a los de finales de esa misma década, pero ¡son tantas las tareas pendientes, y tan poco el tiempo disponible…! A ver si puedo utilizar la publicación de esta entrada como excusa para ponerme a ello.



martes, 20 de octubre de 2015

In the Beginning… (Cara A)


Hace un tiempo que no publico una entrada sobre Música, así que he pensado que podía dedicar un par de semanas a la selección de canciones de Genesis que grabé en su día, hace muchos años, en un cassette TDK de 90 minutos. Las versiones que tengo en la cinta son las de estudio, pero recordaba que este grupo británico siempre ha tenido un directo muy bueno, así que para la entrada he decidido poner enlaces a conciertos suyos. Para los que no conozcan los detalles, Genesis se fundó en 1967 y en sus primeros años incluyó a músicos como Peter Gabriel, Anthony Phillips o Steve Hackett, aunque la formación del grupo durante la mayor parte de su existencia consistió en Mike Rutherford a la guitarra, Tony Banks a los teclados y Phil Collins a la voz, con Daryl Stuermer también a la guitarra y Chester Thompson a la batería como miembros no oficiales. Posiblemente en la segunda entrega me extienda un poco más explicando cosillas del grupo a nivel general, pero hoy iremos directamente al turrón y repasaremos sin preámbulos las canciones de la primera cara de mi cassette.




Land of Confusion: La versión original de este tema ya la he usado antes en el blog, con un enlace al fantástico vídeo protagonizado por las marionetas de Spitting Image. La canción pertenece al disco Invisible Touch, de 1986, época en la que empecé a escuchar la música de Genesis, que por entonces se podía etiquetar dentro del género de Pop Rock. A partir de ahí me fueron gustando cada vez más y empecé a conseguir sus álbumes anteriores comprándolos o a través de amigos y fonotecas varias, yendo poco a poco hacia el pasado, hacia la época de los 70, en la que hacían un Rock Progresivo bastante más elaborado (y, visto desde el momento actual, bastante más interesante en mi opinión).

Dance on a Volcano: Hablando de Rock Progresivo… Este pedazo de canción abría A Trick of the Tale, de 1976, el primer álbum del grupo después de la marcha de Peter Gabriel, incorporando al hasta entonces batería del grupo, Phil Collins, como vocalista principal. Me ha parecido siempre un tema muy original, y me gusta mucho cómo juegan con el ritmo, con esos bloques de siete tiempos ejecutados a velocidad de vértigo.

Mama: Este tema abría el disco de 1983 titulado simplemente Genesis, y también lo he usado anteriormente en el blog, en su versión del álbum, ya que en mi adolescencia lo seleccioné para otra recopilación en cassette debido a su atmósfera malsana y perturbadora. A destacar, como ya os comenté en su día, la inquietante ejecución de Collins en las transiciones, con esa risa siniestra que se transforma en un quejido infrahumano; en directo los efectos de luz sobre su cara reforzaban el mal rollete del momento.

Me and Sarah Jane: Aquí tenemos una de las canciones del Abacab, disco publicado en 1981. Aunque en este caso el enlace no tiene imágenes, procede de una grabación hecha aquel mismo año en un concierto en Alemania. Los que conozcan el álbum notarán la gran calidad del directo: parece casi la versión de estudio. Y en particular me gusta la transición del 2:48, con esos acordes ascendentes que por un momento parece que no van a acabar nunca…

Entangled: He aquí otro tema de A Trick of the Tale, una canción de tempo lento, en claro contraste con la frenética Dance on a Volcano, que la precede en el disco. Tiene unas preciosas armonías vocales y una segunda mitad instrumental totalmente psicodélica; y además, en el caso de este enlace, viene con videoclip incluido (supongo que es el que proyectaban en los conciertos para acompañar este tramo final del tema).

Turn It On Again: Perteneciente originariamente al album Duke de 1980, esta versión en directo está sacada del Three Sides Live, tercer disco en directo del grupo, grabado en la gira de 1981. Claramente perteneciente a su época Pop Rock, más convencional en lo rítmico y en lo armónico, no está en lo más alto de mi lista de preferidas, pero es una muy buena canción al fin y al cabo.

Home by the Sea: Este largo tema cierra la Cara A del álbum Genesis, y también la Cara A de mi cinta recopilatoria y la primera entrega de esta entrada (¿Coincidencia? No lo creo…). Siempre se la ha considerado en los listados como dos canciones distintas, llevando la segunda por nombre Second Home by the Sea, aunque claramente se trata de un solo tema con dos partes diferenciadas, una cantada y otra instrumental casi en su totalidad. Viendo el vídeo del enlace recuerdo con nostalgia que ese mismo concierto lo pasaron por Televisión Española en 1992, no sé si en directo o pocos días después de producirse, y que me impactó mucho. No estoy seguro, pero tal vez esta retransmisión fue uno de los factores que me impulsaron a buscar los discos más antiguos del grupo… Bueno, no los más antiguos exactamente, pero ya hablaremos de eso dentro de unos días. Por hoy, nada más; la semana que viene le daremos la vuelta a la cinta y pulsaremos de nuevo el Play.



lunes, 12 de octubre de 2015

Monforte


Tal vez recordaréis que en una ocasión os hablé de mis fotografías soñadas, fotos de distintos lugares de Valencia que habría jurado que tenía pero que no consigo encontrar, tal vez porque paseando por estos lugares tomé nota mental de los mejores motivos, ángulos y encuadres para más adelante, sin llegar a pasarme de nuevo con la cámara. Hace cosa de un año taché el Cementerio General de esta lista de rincones pendientes, pero desde entonces todavía no había tenido la ocasión de acercarme a los Jardines de Monforte, un precioso y tranquilo rincón de la ciudad, no muy lejos de los Viveros. Hace una semana estuve allí y me puse al día con mis tareas atrasadas. Aquí tenéis una selección de las fotos que saqué entre el verde, el mármol y el agua.























lunes, 5 de octubre de 2015

La Ecuación de Drake (III)


Hace varios años vi en Discovery Channel un fragmento de un documental sobre un tipo cuya mayor obsesión era la de perseguir tormentas eléctricas con su furgoneta por las carreteras de Estados Unidos y cazar relámpagos con su cámara. Se trataba de una cámara fotográfica, no de vídeo, así que tenía que seguir su instinto, apuntar en la dirección adecuada y pulsar el botón al azar de vez en cuando, decenas de veces en total, esperando tener suerte y hacerlo en el instante preciso para capturar el destello eléctrico en al menos una ocasión… Y lo más asombroso del asunto es que la cámara era analógica y funcionaba a base de carretes que este hombre llevaba a revelar días después, con lo que no sabía hasta recoger las copias si entre la multitud de fotos de cielo gris y vacío aparecería, casi como por un milagro, una descarga eléctrica en todo su esplendor. Muy pocas veces lo conseguía, pero precisamente ahí estaba la gracia: cuando ocurría, se volvía loco de emoción… Esta historia del cazador de relámpagos me recuerda lo mucho que nos gusta a algunos ponérnoslo difícil en lo que respecta a las mujeres; es verdad que, a veces, cuanto más valor le damos a algo menos acceso solemos tener a ello, pero ¿realmente es necesario llegar a tales niveles de excentricidad?

En la entrega anterior vimos que es difícil encontrar una persona con un grado de conexión, de compatibilidad, suficientemente alto como para poder iniciar una relación sentimental estable, basada en la total sinceridad y el respeto mutuo. Os expliqué que estos últimos años he sido demasiado exigente con la lista de requisitos que debe cumplir una mujer para decidir siquiera que vale la pena pedirle salir; tan exigente he sido que a veces he pensado que no había nadie más como yo en el resto del planeta. La semana pasada llegué a la conclusión en el blog de que para llegar a tener pareja debía relajar un poco algunos de los criterios de mi Ecuación de Drake sentimental Todo este tiempo he aplicado demasiado al pie de la letra lo de “Mejor solo que mal acompañado” sin darme cuenta de que en realidad me estaba cerrando puertas y perdiendo algunas buenas oportunidades de ser un poco más feliz, esta vez en pareja. Me viene a la cabeza esa frase que oí una vez en una peli americana (no recuerdo cuál, pero seguramente era bastante mala): No estés sólo pendiente de cuándo va a pasar la carroza de la Reina del Festival, porque entonces te perderás el resto del desfile.




Hoy nos centraremos en la segunda parte de mi proceso mental: incluso después de haber tomado la decisión de dar el paso y pedir salir a una chica, me cuesta bastante hacerlo, por miedo a lo que pueda ocurrir a largo plazo, a que no acabemos de conectar, a que al principio lo pasemos bien juntos pero al cabo de un tiempo la cosa deje de funcionar y ambos suframos. Ya me ha pasado alguna vez que una mujer me ha parecido adecuada pero, por miedo a hacerle daño en caso de ruptura, me he contenido en mis avances y he tardado más de la cuenta en decidirme, dejando pasar el momento propicio y perdiendo así la oportunidad.

Ya os dije al final de la segunda entrega que estas dudas que me entran son comparables a las que tendrían los científicos del programa SETI si encontraran vida extraterrestre inteligente pero ignorasen si es hostil o si nosotros representamos una amenaza para ellos… Olvidándonos de la inteligencia y limitándonos por un momento a la vida a secas, podemos mencionar los últimos datos que apuntan a la presencia de agua líquida en Marte y por tanto la posible existencia de vida microscópica bajo la superficie del planeta rojo, y el cuidado extremo que habría que tener, si la hubiera, para no ponerla en peligro en caso de ir hasta allí. Los robots, naves y trajes de los astronautas que fuesen a analizar la zona en cuestión deberían estar completamente esterilizados, y eso es imposible al 100%, con lo que correríamos el riesgo de destruir aquello que queremos comprender.




Voy a hacer otra de mis extrañas asociaciones de ideas, esta vez centrándome en la vida de nuestro planeta. Supongo que algunos de vosotros conocéis el concepto de huella ecológica (relacionado también con el de huella de carbono): representa la superficie de tierra (o agua) ecológicamente productiva necesaria para generar los recursos requeridos y para asimilar los residuos y el dióxido de carbono producidos por una población o una actividad determinada, de forma indefinida. El objetivo de calcular huellas ecológicas es el de evaluar el impacto sobre la Tierra de un determinado modo de vida y compararlo con la biocapacidad del planeta; por tanto, es un indicador clave para la sostenibilidad, o la falta de ella. Su medida puede realizarse a diferentes escalas: individuos, ciudades, países…

En lo que respecta a huella ecológica por naciones, los datos más recientes que he podido encontrar son de 2011. Por entonces la superficie disponible (y por tanto la superficie máxima utilizable, suponiendo un reparto equitativo de los recursos, para no generar problemas a largo plazo) era de 1.7 hectáreas por habitante. El valor real promedio utilizado en aquel momento era sin embargo de 2.7 hectáreas por habitante. Países como Estados Unidos tenían una huella de 6.8, mientras que España estaba en 3.4. Sólo África y el sur de Asia se hallaban por debajo del 1.7, con países como India, con una huella de 0.9 hectáreas. Es fácil, con estos números, llegar a la conclusión de que nos haría falta planeta y medio si quisiéramos seguir como hasta ahora, y más de tres planetas si todos los habitantes de la Tierra quisieran vivir indefinidamente como los de los países más desarrollados, sociedades industriales basadas en el uso de combustibles fósiles. En resumen: como ahora mismo no disponemos de otros planetas habitables, tendremos que aprender a vivir con menos si no queremos arrepentirnos tarde o temprano.




Pero completemos la asociación de ideas de la que hablaba dos párrafos atrás: un día me dio por pensar que, de igual forma que se puede calcular la huella ecológica de un hogar o de una persona, la huella que dejamos al final de nuestra vida en los bosques y los océanos del planeta, también se podría estimar una especie de huella sentimental, la huella que imprimimos en el alma de las parejas (estables u ocasionales) que van pasando por nuestra vida… Del mismo modo que nunca me ha gustado malgastar recursos materiales, también he intentado siempre mantener al mínimo el número de corazones rotos (o agrietados) al finalizar mis relaciones. He de decir orgulloso que por ahora mi huella sentimental es bastante baja: ya os comenté en otra ocasión que he tenido muy pocas parejas, y además he intentado siempre que las correspondientes rupturas fuesen lo menos traumáticas posibles… Creo que puedo dormir con la conciencia tranquila.

Dejad que me centre por un momento en mi última novia. Empecé a salir con ella tras una tarde bastante extraña, paseando por el jardín botánico, en la que ella me hizo confidencias muy personales acerca de sus inseguridades y problemas a nivel emocional; no entraré en detalles, pero os diré que fue muy valiente y muy honesto por su parte el contármelo antes de que empezáramos en serio como pareja. En cierto modo esa misma tarde tuve la impresión de que lo nuestro no duraría para siempre, pero que valía la pena intentarlo. Con el paso del tiempo llegué a cambiar de opinión y a tener más esperanza sobre nuestro futuro juntos, pero finalmente la rutina y las circunstancias provocaron que mi corazonada inicial se hiciera realidad. Aun así, no me arrepiento de haber pasado esos seis años con ella, y creo que ella tampoco. Hace también unos seis años que cortamos: se suele decir que tardas en recuperarte la mitad del tiempo que has durado con una persona, y efectivamente en mi caso (tal vez en parte gracias al blog) la herida ya ha cicatrizado del todo.




Haciendo memoria, creo que una de las escasísimas mujeres que ha tomado un papel activo a la hora de realizar avances hacia mí ha sido precisamente mi última pareja, aunque a veces hemos hablado de este tema y ella no lo recuerda así de forma tan clara… Lo que sí puedo afirmar con seguridad es que anduvo la mitad del camino hacia mí, animándome así a andar la otra mitad. De hecho, como ya os conté una vez, todos estos años desde que cortamos no le he pedido salir a ninguna otra mujer, lo cual me hace pensar… ¿No será simplemente que tengo miedo de iniciar una nueva relación, salga ésta como salga? Tal vez me he montado toda esta filosofía de la Ecuación de Drake sentimental para no tener que conocer nunca más a nadie de verdad

Ha llegado la hora de aceptar que no existe la pareja perfecta, y de comprender que a veces son precisamente las pequeñas imperfecciones las que le dan su aliciente a una relación. Si los errores en Ciencia (los llamados resultados negativos) sirven para hacerla avanzar, entonces es de suponer que los rechazos sentimentales también son una experiencia útil, porque (aunque duelen) te hacen más fuerte y más sabio… De modo que tendré que correr el riesgo, dar un paso al frente, entablar contacto y expresar mis sentimientos. Olvidémonos del largo plazo, dejémonos llevar por nuestros impulsos y juguemos bajo la lluvia sin pararnos a pensar que podemos pillar un resfriado.




Hablando de huella ecológica… En el Mercadona de mi barrio los cajeros y cajeras que me pasan la compra cada semana se asombran de que todavía me duren las bolsas blancas del supermercado, que dejaron de fabricarse hace años. Yo les contesto que me duran porque las cuido muy bien, protegiéndolas con las latas redondas de los picos de los envases rectangulares, de manera que no les salgan rajas ni agujeros al cargar todo el peso. Así reduzco el uso de plásticos y cuido del medio ambiente… Lo que no les digo a las cajeras, aunque me suele pasar por la cabeza (esas locas asociaciones de ideas…), es que ojalá tuviese una novia para poder demostrar que sé cuidarla igual de bien y hacer que me dure muchos años. Ahora que lo pienso, por el momento cada una de las compañeras sentimentales que he tenido en el pasado me ha durado siempre más que la anterior, así que espero que este patrón se siga repitiendo en el futuro…

Romper con una persona e intentar encontrar otra más compatible es un proceso doloroso… Es duro pasarse media década sin muestras de cariño, sin que nadie te bese ni te abrace. Es como intentar atravesar una larga distancia buceando a pulmón por habitaciones y conductos subterráneos completamente anegados: te falta el aire, te flaquean las fuerzas y te arde el pecho cada vez más, y crees que no podrás llegar a tiempo… pero yo tengo el pálpito de que en mi caso la superficie está cada vez más cerca, y que pronto podré aspirar esa bocanada de aire que tanto necesito… Como decía antes, ha llegado el momento de tomar una determinación, dejar de hacer cábalas y tirarme a la piscina.