lunes, 26 de noviembre de 2018

Meet the Met (I)


Recordaréis por el blog que hace tres veranos hice un viaje a Manhattan del que quedé muy satisfecho… Una de las citas obligadas allí era el Metropolitan Museum of Art (o Met, para abreviar), precioso museo enclavado en el lado este del Central Park. Inaugurado en 1872, el gigantesco edificio está rodeado de vegetación y goza de grandes espacios abiertos en su interior, con enormes ventanales que les confieren una luminosidad fantástica, cambiante a medida que el sol baja hacia el horizonte. Es un lugar muy agradable no solo para disfrutar de las obras expuestas, sino también para pasear, tomar algo en una de las cafeterías o incluso sentarse en el suelo a hacer un bosquejo a lápiz de alguna de las esculturas.

Si el contenedor es magnífico, el contenido no se queda atrás en cuanto a calidad, incluyendo pintura, escultura, arquitectura traída pieza a pieza, objetos decorativos, vestidos, armaduras y utensilios de todo tipo y de muy diferentes épocas y culturas, desde la Grecia clásica hasta el siglo XXI. Planifiqué mi visita para ir un sábado, aprovechando que los fines de semana amplian el horario y abren hasta las nueve, y me pasé toda la tarde deambulando por las distintas secciones. Casi antes de la hora de cierre subí a la azotea del museo y disfruté del skyline nocturno de Nueva York, con los rascacielos iluminados… He hecho una selección de las mejores treinta fotos que saqué allí y la publicaré en dos entregas, empezando hoy. Espero que os pique el gusanillo para visitarlo también, si algún día vais a la Gran Manzana.

















lunes, 19 de noviembre de 2018

Adorables Payasas (III)


Ya hace tiempo os comenté en el blog que una de las cosas que valoro en mis posibles parejas sentimentales es que sean ingeniosas y divertidas, que tengan un sentido del humor parecido al mío y que sepan captar al vuelo mis ironías y seguirme las bromas. En esta tercera y última parte de la entrada haremos un repaso, desde este punto de vista, de las experiencias con mis parejas reales y con algunas amigas que me gustaban y que por una razón o por otra se me escaparon… He de deciros que no han sido muchas las mujeres realmente graciosas que se han cruzado en mi camino; no sé si vuestra experiencia será distinta, pero yo he conocido más amigos que amigas dotados para la comedia y la ironía. Por ejemplo, de mi época en el colegio no recuerdo ninguna chica que fuese particularmente payasa.




También en su día os hablé de aquella amiga de mi etapa de universitario que me dio mis primeras calabazas y unos meses después, no contenta con ello, me las pisoteó con saña. Era una mujer con cierto atractivo físico pero no la típica guapa de manual: tenía una frente demasiado amplia y prominente y estaba algo rellenita, aunque bien proporcionada, eso sí… Lo que la hacía realmente especial era su intelecto: como ya os dije, era lista como ella sola y muy divertida, las conversaciones con ella siempre eran interesantes y su compañía muy agradable. Tenía una fina ironía y una desvergüenza que la hacían muy sexy; además, de vez en cuando le daba por poner una vocecita muy graciosa, como de brujita de cuento, y para colmo cantaba como los ángeles… Pero de vez en cuando, con una frase suelta, hiriente o amarga, dejada caer aquí o allá, dejaba entrever sus demonios internos; había algo en esa cabeza que definitivamente no estaba bien.

Os dije en su momento que no os daría detalles de la noche en que se me cayó definitivamente del pedestal, y así seguirá la cosa, pero en aquella ocasión se comportó como una bruja, y no precisamente de cuento… Su actitud fue frívola, caprichosa y egocéntrica, y dejó bien claro que o estaba muy confusa por aquella época o directamente era una mala persona. Han pasado unas dos décadas desde entonces y durante mucho tiempo perdimos el contacto; más o menos cuando empecé con el blog me la encontré un par de veces, cantando por distintos locales de la ciudad con alguno de sus múltiples proyectos musicales y con una plaza de profesora de secundaria… No sé qué tal le irá ahora mismo.




La que me duró más tiempo de todas mis exnovias era un encanto, pero no especialmente ingeniosa en el sentido que estamos comentando. Era muy tímida, sobre todo al principio de la relación, aunque con los años se fue soltando un poco, ganando confianza, sonriendo más y hasta soltando alguna parida de vez en cuando. Quizás por la diferencia de edad, muchas veces me daba cuenta de que no mamábamos de los mismos referentes, no compartíamos los mismos códigos: yo soltaba en plan coña frases de películas famosas de los ochenta y ella no pillaba la referencia, se me quedaba mirando con cara de extrañeza y me tocaba explicarle la broma (que por tanto perdía toda su gracia). Con ella siempre me entendí más en el terreno físico que en el intelectual.

No me malinterpretéis: mi ex tenía (y tiene) muchas cualidades positivas: es buena, lista, responsable y trabajadora, y en algunos otros aspectos sí era bastante compatible conmigo, pero la de hacerme reír no era una de sus virtudes… De hecho, estoy cayendo en la cuenta de que las cuatro mujeres con las que he llegado a salir eran todas buenas personas e inteligentes, pero también bastante tímidas, y ninguna era especialmente divertida en lo que respecta a las bromas, las imitaciones o las payasadas.




Quiero hablaros ahora de dos mujeres que son protagonistas de una misma anécdota. La primera es una amiga que conocí hace años, como a mi ex, en la Sociedad Tolkien: es muy simpática e ingeniosa y tiene un sentido del humor culto y refinado, y gustos similares a los míos. La segunda es una compañera de cuando trabajé un tiempo en la Universidad, más o menos por la misma época: también es muy inteligente y muy culta, pero mucho más seria (algunos podrían decir sosa) y menos dicharachera que la primera. En una ocasión acudí con ambas a una representación de ópera (creo recordar que era el taller fin de curso del Conservatorio de Valencia, aunque se hacía en Ribarroja) a la que asistían también mis padres. Estaba lloviendo y el suelo estaba mojado, y parece ser que al cruzar la calle para entrar en el recinto mi padre se resbaló, cayendo hacia atrás, y al apoyarse se hizo bastante daño en la muñeca.

Nosotros estábamos ya dentro, y cuando antes del comienzo un conocido nos contó lo que había pasado mi amiga más graciosa de la Sociedad Tolkien se quedó completamente bloqueada, sin articular palabra, con la cara seria e inexpresiva y mirando hacia el escenario, como si la cosa no fuese con ella y solo quisiera disfrutar de la ópera sin molestas interrupciones de ese tipo; francamente no mostró ninguna empatía. Mi compañera más seria de la Universidad sin embargo se mostró mucho más amable, generosa y preocupada, ofreciéndose a llevar a mi padre al hospital en su coche si hacía falta, aun a costa de perderse la representación… En estos momentos de crisis es donde se pone de manifiesto de qué pasta está hecho cada uno realmente. Desde aquel día aumentó mucho la consideración que le tengo a mi compañera (ya la he nombrado alguna vez en el blog, se llama María José). Por cierto: a mi padre se lo llevaron al Hospital de Manises y le arregló la fractura de la muñeca el Doctor Cavadas, pero esa es otra historia que ahora no procede contar (Solo os adelanto que afortunadamente no hizo falta cambiarle la mano entera).




Otra amiga que me ha parecido siempre muy divertida es lectora habitual de este blog… Actualmente es una fotógrafa profesional muy reputada (ahí os dejo un fantástico autorretrato suyo), pero nos conocemos prácticamente desde la adolescencia. Aparte de ser una mujer guapísima, con una preciosa sonrisa que le ilumina la cara casi en todo momento, también es muy graciosa: su manera de hablar tierna e inocente y su pelo siempre estiloso y teñido de rojo hacen que sea como un personaje de dibujos animados, y su ingenio llega hasta el nivel de acuñar palabras nuevas como “tremendusco”, que usamos habitualmente en nuestras conversaciones… Para colmo es muy buena persona, lo que la convierte en un ser adorable; solo estar junto a ella ya te da alegría de vivir. Y encima es de las pocas lectoras que sigue dejando comentarios en el blog de vez en cuando, ¿qué más se puede pedir? ¡Un abrazo, Susana, guapa!




Esto me lleva directamente a hablar de otra de mis payasas favoritas de todos los tiempos… La conocí precisamente en la fiesta de cumpleaños de Susana en 2011, meses después de cortar con mi ex y meses antes de empezar a escribir en La Belleza y el Tiempo. Celebramos la fiesta en un pub, y nos pasamos todos la noche entera bailando, cantando y haciéndonos fotos hasta que nos cerraron el local. Esta chica no era especialmente guapa pero tenía un increíble sentido del humor, en perfecta sintonía con el mío: acabábamos el uno las bromas del otro con un timing perfecto, y soltábamos chorradas cada una mejor que la anterior, como si nos conociéramos de toda la Vida… el feeling era innegable. Recuerdo que una de las coñas a la que le dimos más juego fue la de bailar juntos pero a la vez cada uno a su aire: “Tú baila pa ti, que yo ya bailo pa mí”, me gritaba ella riéndose al oído, entre el estruendo de la música… Me temblaban las piernas a su lado, cuando se me abrazaba por detrás al sacarnos las fotos.

Con este grupo de amigas siempre me lo he pasado (y me lo sigo pasando) muy bien, pero en aquella ocasión fue algo realmente salvaje, de los momentos que más he disfrutado en muchos años. La impresión que me causó esta mujer en una sola noche fue brutal, me dejó completamente enamorado. Acabamos unos cuantos contemplando el amanecer en la playa y desayunando después café con tostadas, y le pedí su mail para seguir en contacto… Poco después nos vimos de pasada en la Plaza del 15-M, y lo que viene a continuación parece haberse convertido últimamente en la historia de mi Vida: intercambiamos algunos mensajes pero no se llegó a concretar ningún plan para quedar en persona, y como ella no solía salir muy a menudo con mis amigas (y yo las veo también de uvas a peras, menos de lo que me gustaría) al final dejamos de escribirnos… Hace un par de años nos encontramos también fugazmente en un trivial organizado por el Aula de Cine en la calle Hospital, pero con todo el lío casi no nos dio tiempo a hablar, así que prácticamente se puede decir que nos conocemos de una noche, una fantástica noche que no se me ha olvidado desde entonces. Hace ya casi nueve años, así que tal vez dentro de poco vuelvan a cruzarse nuestros caminos, como en una película de Richard Linklater… Os dejo aquí una de las fotos que saqué en la playa: ella es la que le está tocando el culo a la amiga de su derecha, lo que os puede dar una idea del nivel de cachondeo que se gastaba la tía…




Para ir terminando, os hablaré de mi lugar de trabajo actual (llevo en el mismo sitio desde que empecé con el blog). Con el paso del tiempo ha habido varias compañeras que me han gustado por ser especialmente divertidas, con un sentido del humor descarado e irreverente, pero es curioso que la mayoría de ellas se hayan ido ya; eran culos de mal asiento, como suele decirse. Quiero centrarme en una de ellas, la que me ha dejado más marcado; la última en marcharse, hace unos meses, para probar suerte en otros ámbitos laborales. Llegué a conocerla bien porque durante varios años comimos juntos todos los días y pasábamos muy buenos ratos en la sobremesa.

Como las anteriores, era una mujer muy inteligente (al menos por mi experiencia me da la impresión de que ser inteligente es un requisito previo imprescindible para ser graciosa, pero lo contrario no es necesariamente cierto). Físicamente no estaba mal, pero lo que la hacía tremendamente atractiva a mis ojos era su forma de ser: era una payasa de las de verdad, de las que te partes de risa con ellas a carcajada limpia. Recuerdo cómo recitábamos de memoria y al unísono algunos sketches clásicos de Martes y Trece, o frases del Jovencito Frankenstein y otras comedias de nuestra infancia (ella es algo más joven que yo, pero tiene hermanas mayores con las que compartió referentes audiovisuales siendo aún una renacuaja).




También era buena con las voces, y la recuerdo imitando a su sobrino pequeño, o hablando con acento porteño (Me encantaba cada vez que decía con deje argentino, poniendo los ojos en blanco: “¡Qué difícil es ser yo!”). Cuando menos te lo esperabas se giraba hacia ti poniendo una mueca feísima sin razón aparente. Y también utilizaba como atrezzo el material de las bandejas del comedor: por ejemplo se ponía un plátano en la oreja y gritaba “¡Juaaaan!” como si te estuviera llamando por teléfono, o empuñaba la cuchara sopera y le decía “Probando, probando” como si fuera un micrófono, o te arreaba un guantazo en la cara con la servilleta de papel mientras te gritaba “¡Le desafío!”, totalmente seria. Tenía un arsenal de chorradas inmenso y era muy rápida improvisando, no te la veías venir… Igual que la amiga de la Universidad que me dio calabazas, canta y baila muy bien (más de una vez me dejó anonadado con su show en alguno de los locales de karaoke de Russafa). Esto tiene cierta lógica: el que tiene oído para imitar voces también lo tiene para afinar al cantar (yo mismo soy bastante bueno en ambas cosas).

Pero del mismo modo en que su forma de ser tenía muchas luces, también había alguna que otra sombra… Era un poco narcisista (puede que aquí haya otra correlación, porque es el tercer caso de mujer divertida y un poco centrada en sí misma del que hablo hoy). A veces me daba la impresión de que su propia inseguridad era la que la hacía comportarse de esa manera tan cómica para ser el centro de atención y así buscar la aceptación de los que la rodeaban… Además era en ocasiones un poco superficial, centrándose en el aspecto externo de la gente: que si menganito es muy guapo, que si fulanito está para comérselo… Comentarios como estos los puede hacer todo el mundo, pero ella los hacía más a menudo de lo normal. Nunca salió mal en una foto, estaba perfectamente entrenada para inclinar la cabeza el ángulo exacto, entrecerrar los ojos y poner morritos sexys. Y hablando de ser superficial: durante los años que compartí con ella en el trabajo tuve que soportar verla salir con dos o tres tíos que eran unos auténticos gilipollas; pero claro, más atléticos que yo, más guapos y con más pelo¡Qué mal repartido está el Mundo! Por lo menos ahora está con uno algo más majo…




En las épocas en las que esta chica estaba sin novio no me atreví a pedirle salir porque nunca me ha parecido buena idea mezclar las relaciones sentimentales con el trabajo, pero de todos modos tampoco quedamos en plan amigos tantas veces como a mí me habría gustado, con lo que no llegó a conocerme de verdad en mi faceta más privada (y supongo que yo tampoco a ella). Creo que de haber compartido algo más que esa hora de la comida y los breves descansos en el trabajo hubiéramos descubierto que éramos poco compatibles: por ejemplo a ella le encanta ir a tomar el sol a la playa (su caso raya en la tanorexia, en verano se pone negra como un tizón) y a mí sin embargo no me gusta especialmente. Siempre que le proponía dar una vuelta por el centro el fin de semana y hacerle una visita guiada sobre la Historia antigua de la ciudad ella prefería aprovechar que hacía sol e irse a la Malvarrosa o al Saler (y eso que estaba muy puesta en cuanto a cultura grecolatina, pero sin embargo no había ido nunca al museo de l’Almoina)… A pesar de nuestros pequeños desencuentros, los aspectos positivos de conocerla superaban con creces a los negativos, y he de reconocer que desde que se fue la echo mucho de menos; su compañía era para mí tan refrescante como el rocío de la mañana.




Llegamos a las conclusiones finales… Vuelve a ponerse de manifiesto que nadie conoce realmente a nadie, que el significado del verbo “conocer” es muy relativo y hay que matizarlo en cada caso. De lo hoy narrado se deduce que por muy agradable y divertida que sea la compañía de todas estas mujeres como amigas y para ratos sueltos, con la mayoría de ellas seguramente no acabaría de conectar en el caso de una relación duradera a tiempo completo (exactamente lo mismo que pasaría con las actrices y humoristas profesionales de las que hablé las semanas anteriores). En su día llegué en el blog a la conclusión de que los rasgos de personalidad más relevantes a la hora de elegir compañera sentimental eran en mi opinión, ordenados de mayor a menor importancia: buena persona, inteligente, de gustos compatibles, mentalmente estable y divertida. Como veis, el requisito de ser algo payasa estaba el último, e incluso dije que aún podría poner por delante de él algún otro rasgo de tipo físico, como ser atractiva o estar sana y en buena forma.

Por tanto, queda claro que en los últimos años he rebajado mis expectativas con respecto al nivel de ingenio de mis potenciales parejas. Si encuentro una mujer que lo tenga todo, pues estupendo, pero prefiero que sea buena, responsable, inteligente y compatible conmigo, que para ver payasadas ya tengo a Kristen Wiig, Alison Brie y Aubrey Plaza, y los vídeos de YouTube los puedo consumir a mi ritmo y en cómodas pildoritas de cinco minutos. Y una última reflexión bastante inquietante: teniendo en cuenta que en ocho años no he podido encontrar ni una sola mujer buena, responsable, inteligente y compatible que quiera salir conmigo, tal vez debería empezar a pensar que en realidad es la Vida la que me está gastando una broma… Pues que alguien me la explique, porque yo no le veo la gracia.



martes, 13 de noviembre de 2018

Adorables Payasas (II)


Paso sin más dilación a explicaros por qué siento auténtica debilidad por Aubrey Plaza, empezando por resumir brevemente su carrera. La actriz nació en Delaware, siendo la mayor de tres hermanas, y sus padres le pusieron ese nombre por una canción del grupo Bread, de principios de los setenta. Su madre es una abogada de ascendencia irlandesa e inglesa, y su padre es un asesor financiero portorriqueño, aunque ella no sabe mucho español… Por abundar en detalles, la propia Aubrey dice que, según un test de ADN que se ha hecho recientemente, es 30% irlandesa, 30% española, 8% africana del oeste, 7% nativa americana y 1% judía asquenazí… Sí, ya sé que no suman hasta 100%, pero es que ella es así.

Tras acabar sus estudios en la Universidad de Nueva York hizo trabajillos aquí y allá para ganarse la vida; estuvo un tiempo de camarera y también haciendo visitas guiadas en los estudios de la NBC, pero de aquí la echaron porque, como parte de un juego con otra compañera, se inventaba cosas sin sentido y las metía en sus explicaciones a los visitantes… Su primer papel relevante le llega en 2009, en la película de Judd Apatow Funny People; se requería experiencia como monologuista y ella no lo había sido nunca, pero mintió como una bellaca para conseguir el papel, y de hecho le surgieron algunos bolos después del estreno de la peli porque la llamaban de los clubs. En aquella época también participó en espectáculos de improvisación y haciendo sketches cortos de humor para Internet… La verdad es que su currículum es bastante extenso pero no voy a hacer aquí una descripción pormenorizada: por ejemplo, algunos de sus filmes son comedias adolescentes bastante zafias y simplonas con no muy buenas críticas, y no tengo ninguna intención de verlos próximamente.




Aparte de sus películas, Plaza también ha aparecido en varias series de televisión. Los encargados del cásting de Parks and Recreation, después de comprobar su fantástico y marciano sentido del humor, crearon el personaje de April Ludgate pensando específicamente en ella. Participó en las siete temporadas de la serie, del 2009 al 2015, recibiendo excelentes críticas. La actriz habla siempre de la buena suerte que tuvo consiguiendo en la misma semana sus papeles en Funny People, Parks and Recreation y la nueva película de Edgar Wright, Scott Pilgrim Contra el Mundo, en la que interpreta a la hermana de Michael Cera, y que se estrenó en 2010 (esta fantástica peli la vi en su día, hace años, pero por aquel entonces Aubrey me pasó desapercibida porque tenía un papel pequeño).

Del 2012 es su primer rol protagonista con Seguridad No Garantizada, una peli que no se descubre si es o no de Ciencia Ficción hasta el final. De 2014 es Life After Beth, escrita y dirigida por Jeff Baena, pareja de la actriz desde 2011, en la que interpreta a una zombie. Y del 2016 es la comedia Dirty Gradpa, en la que tiene algunas escenas algo subidas de tono con el ya madurito Robert de Niro… Ella misma cuenta cómo consiguió este último papel gracias a una prueba de casting muy agresiva en la que, saltándose el guion, se limitó a soltar unas cuantas guarrerías, enseñar el culo y marcharse de un portazo.




La mayor parte de sus trabajos más interesantes (incluyendo su vídeo de ASMR) corresponden al último par de años. En 2017 comienza a emitirse Legión, una serie de FX que por ahora lleva dos temporadas. Se trata de un producto muy atípico para estar basado en personajes de la factoría Marvel, es bastante oscuro y tiene una estética muy cuidada y original. El protagonista es David Haller, el hijo del Profesor Charles Xavier, cuyos increíbles poderes telepáticos son erróneamente interpretados como esquizofrenia, lo que le lleva a un hospital mental en el que transcurre la acción. Plaza interpreta al personaje de Lenny Busker, una interna del centro poseída por el Rey Sombra, el supervillano de la historia; inicialmente se suponía que Lenny tenía que ser un hombre drogadicto de mediana edad, pero cuando decidieron contratarla a ella pidió que no se cambiase ni una sola coma de sus diálogos, lo que a veces hace que parezca especialmente grosera o sexualmente ambigua.

También el año pasado se estrenó la estupenda Ingrid Goes West, en la que Aubrey no solo es la protagonista sino que además ejerce de productora. Realmente me encantó, es una de esas comedias con regusto a drama que en algunos momentos te dejan la sonrisa congelada en la cara. Se trata de una crítica inmisericorde sobre los peligros del postureo en las redes sociales de hoy en día (en la vida real la actriz no es muy amiga de este tipo de foros virtuales) que por su mezcla de géneros me recordó a Un Loco a Domicilio, gran peli de los noventa dirigida por Ben Stiller y protagonizada por Jim Carrey y Matthew Broderick. En el mismo 2017 Plaza vuelve a ejercer de actriz y productora en The Little Hours, una adaptación del Decamerón de Boccaccio dirigida por Jeff Baena y aquí titulada En Pecado. Y en cuanto a Una Velada con Beverly Luff Linn, su próxima película, también parece estar muy en su onda: rara de narices.




Ya hemos hablado de la carrera de Aubrey, así que averigüemos ahora por qué me gusta tanto… ¿Es por su aspecto externo? Sin duda es atractiva, pero no un bellezón; digamos que es guapa de andar por casa. Su cutis no es muy fino, sus labios son carnosos pero su boca pequeña, y no tiene unos ojos especialmente bonitos: sus iris son minúsculos y el blanco de la esclera es de todo menos blanco, y para colmo sus pestañas tienen poco volumen… Seguramente por todas estas razones suele maquillarse bastante. Sus pómulos sin embargo son increíbles, haciendo que gane muchos enteros, y su nariz respingona también está muy proporcionada. Tiene poco pecho pero bastante buen tipo, y unas piernas increíbles; desde luego, se nota que hace deporte…

A no ser que no pueda por compromisos de trabajo, juega los martes por la noche en la liga femenina de baloncesto de Los Ángeles (ciudad donde reside actualmente) con las Pistol Shrimps, un equipo formado por actrices, guionistas y otras compañeras del mundillo del Cine… Parece que hasta se ha filmado un documental sobre este fenómeno que está disponible en la Red. Otros deportes que también le gustan son el fútbol o el beisbol.




Pero pasemos a lo más interesante acerca de Aubrey: su original forma de ser en la promoción y entrevistas y en general en su vida pública. Tiene un sentido del humor absurdo, extraño y difícil de pillar al principio, pero muy, muy inteligente… Esto le viene ya de lejos, porque su alter ego desde bien joven era una bruja marina que vivía en una cueva: muchas veces se disfrazó de ella, tenía un blog en el que colgaba entradas surrealistas escritas desde su punto de vista, y su nombre en Twitter es todavía hoy Bruja Malvada. Con los años la cosa no ha hecho sino empeorar… Varios internautas se han dedicado a confeccionar montajes con los momentos más chocantes de sus entrevistas y colgarlos en YouTube; de ahí me vino la afición (casi adicción, diría) a ver vídeos suyos que a su vez ha dado lugar a la presente entrada. Si leéis los comentarios en YouTube veréis que hay un montón de gente a la que le encanta Aubrey pero no saben explicar muy bien por qué… ¿Qué es lo que la hace especial? A continuación intentaré poner en negro sobre blanco mis conclusiones al respecto.

Está claro que la actriz no tiene límites ni filtros, y es muy políticamente incorrecta, se siente cómoda en la incomodidad. Es capaz de soltar las burradas más gordas y de saltarse las normas establecidas de muy distintas maneras: respondiendo sí e inmediatamente no a la misma pregunta, dando las gracias en momentos en que eso no cuadra, explicando que su verano fue muy bueno porque estuvo lleno de penes, preguntando al entrevistador si quiere hacer un bebé con ella o exclamando que ha sido el mejor día de su vida y que por eso ha decidido que se suicidará al día siguiente… En resumen: que esta chica está más sonada que las maracas de Machín. En cuanto a los comentarios picantes, no tiene miedo de expresar su sexualidad, pero sabe dosificarla bien y no pasarse de la raya; siempre sugiere, jugando a ser una chica mala y traviesa, pero sin caer en lo chabacano.




La expresión de su cara en las entrevistas es también canela en rama. La clave está en que parpadea muy poco y mantiene la mirada fija en el interlocutor y en el vacío, de forma alterna. Cuando gira los ojos hacia el entrevistador lo hace sin mover el cuello ni cambiar la posición del cuerpo, lo que resulta algo inquietante. Se mueve menos de lo normal y no hace movimientos bruscos con los brazos. Tampoco suele abrir los ojos más de la cuenta ni elevar demasiado la voz, en una especie de torpeza controlada. A veces sonríe pero nunca se ríe a carcajadas, y la mayor parte del rato está bastante seria, como una especie de Miércoles Addams adulta. Sabe aguantar la reacción del entrevistador y alargar la broma manteniendo su cara de póker hasta límites insospechados, lo cual es algo que no muchos cómicos pueden hacer. Cuando se le escapa una media sonrisa no sabes si es por nervios reales o porque por dentro se está divirtiendo como nunca… Y cuando por fin sonríe abiertamente está mucho más guapa y radiante, por puro contraste.

Ella misma ha contado en una entrevista que seguramente ahora se comporta así porque de pequeña participó en varios concursos de baile irlandés, en el que los artistas no se mueven nada de cintura para arriba y tienen que estar todos serios mientras saltan y taconean… Otra posible explicación que ya no tiene tanta gracia está en que a los veinte años, durante el segundo curso en la Universidad de Nueva York, sufrió un derrame cerebral que le causó una parálisis temporal y una gran dificultad para hablar o escribir de las que afortunadamente se fue recuperando con el tiempo… ¿Hasta qué punto pudo afectar ese episodio a su vida posterior? ¿Era ya rara antes de sufrir el ataque? Hay tantas cosas que desconozco de ella y que me gustaría conocer… Aubrey es para mí como un secreto encerrado en un enigma que a su vez está envuelto en un misterio.




Esta manera de actuar a menudo descoloca a la gente, pero hay algunos entrevistadores con más tablas que se atreven a batirse en duelo con ella, o al menos a mantenerse a la altura. Michael Ausiello por ejemplo es también muy ingenioso y sabe seguirle el juego, lo que ha dado algunos momentos que son oro puro. También las entrevistas con Conan O’Brien son jugosas en este sentido. En algunos casos Aubrey ha llevado la broma tan lejos que resulta difícil darse cuenta de que es una broma: es genial el vídeo en el que Michael Cera le manosea el micrófono en directo y aparentemente ella se pilla un cabreo monumental, cuando en realidad años después se supo que por aquella época los dos eran pareja y se llevaban estupendamente.

Sus gamberradas no se limitan a las entrevistas y las alfombras rojas; también se extienden a las entregas de premios. Recuerdo por ejemplo aquella ocasión en la que Aubrey le dedicó un galardón, recibido por Parks and Recreation, a Satán, el Señor de las Tinieblas, teniendo que ser sacada rápidamente del escenario por sus compañeros de reparto… Pero la siguiente anécdota supera con creces a esta: durante los MTV Movie Awards de 2013 intentó llevarse el premio de Will Ferrell… mientras este lo sostenía en sus manos, en mitad de su discurso de agradecimiento. No fue algo pactado por ambos y Plaza fue expulsada del recinto (por si acaso) minutos después. Las razones por las que lo hizo aún nos son desconocidas, aunque queda bastante claro que fue básicamente para trolear, para hacer la puñeta y divertirse a su extraña manera (y para llamar la atención y hacer publicidad de su última película, cuyo nombre casualmente se había escrito con rotulador en el escote, que la chica no es tonta… pero nunca dejes que la realidad te estropee una buena historia).




En resumen, Aubrey es una mujer sexy, auténtica, inteligente y divertida, y muchos de sus papeles suelen confeccionarse a imagen y semejanza de su personaje público (cuando debería ser ella la que se adaptase a cada rol) precisamente por ser tan extravagante y a la vez parecer tan espontánea y natural… Hay quien dice que en su vida privada es bastante tímida y que en las entrevistas interpreta un personaje desmelenado en una especie de huida hacia delante, y de hecho a veces parece que se adivina su ansiedad a través del muro de comedia, cuando se le acelera la respiración o se le quiebra la voz momentáneamente, pero ¿qué papel es el que está representando en realidad? ¿El de la mujer extrovertida y echada para adelante o también el de la tímida que aparenta ser extrovertida? La ambigüedad es tal que uno no sabe a qué carta quedarse.

Incluso habiendo disfrutado de su locura en series, películas y late night shows, siempre resulta refrescante oírla hablar (en las raras ocasiones en que esto ocurre) más relajada y en un entorno más distendido; es muy agradable sentirse un poco más cerca de la que podría ser la verdadera Aubrey, pero ¿cómo podemos estar seguros de que esta no es otra cortina de humo? Son curiosos estos simulacros unidireccionales de amistad que se establecen entre los artistas y los espectadores, ahora más reforzados que nunca por los medios de comunicación y por Internet: en realidad no conozco a Aubrey pero la adoro igualmente… A ver si puedo sacar un poco de tiempo la semana que viene para escribir la conclusión de esta entrada múltiple y hablaros de las mujeres ingeniosas y divertidas a las que sí he conocido en persona, y de la impresión buena o mala que me dejaron en otros aspectos.