martes, 26 de septiembre de 2017

Cada Veintisiete Años (II)


Creo recordar que, según la información que he ido leyendo estos últimos días, se han hecho en total unas doscientas cincuenta adaptaciones distintas de obras de Stephen King para la televisión o el cine… Curiosamente, por lo general han tenido mejor calidad las adaptaciones de los relatos que no incluyen elementos sobrenaturales, como Misery, Cuenta Conmigo o Cadena Perpetua. El Resplandor es sin duda una gran película, pero se puede decir que es más una obra de Kubrick que de King, y de hecho al escritor no le hizo mucha gracia en su día por el cambio de enfoque introducido respecto al texto original… Así que podríamos decir que tal vez Eso, estrenada hace un par de semanas, se ha convertido en la mejor adaptación de una novela de horror sobrenatural de King, además de ser la película de terror que más dinero ha recaudado en la historia del Cine (Por cierto, ya hay fecha prevista de estreno para la segunda parte: el seis de septiembre de 2019).




La semana pasada hablábamos de correr riesgos, y en ese sentido es de agradecer que el guión contenga algunos pasajes realmente siniestros y perturbadores, haciendo que la película tenga clasificación R (cosa por otra parte lógica en un film de terror). No hay más que ver la tremenda escena inicial del encuentro entre Pennywise y Georgie, en el que el film se salta a la torera la regla número uno sobre lo que se puede hacer o no con los niños pequeños en pantalla… Pero lo que hace a la peli especial es el perfecto equilibrio y las hábiles transiciones que hay entre estas escenas terroríficas y otras más tiernas o divertidas que nos ayudan a conocer mejor a los siete protagonistas, y preocuparnos realmente por ellos. No solo es una película sobre un payaso asesino de niños, también es una historia acerca de la importancia de los lazos de amistad durante la niñez, y sobre el difícil paso a la adolescencia y la edad adulta. El hecho de que en la historia Eso no pueda hacerte daño si no le temes y si te mantienes cerca de tus amigos conlleva una lectura muy interesante para los lectores/espectadores de cara al Mundo real: no hay que temer a nada más que al propio miedo, y la ayuda de tus seres queridos puede ser crucial a la hora de vencer miedos irracionales y superar los problemas y frustraciones del día a día… Hay quien ha comentado que los sustos van bajando de intensidad hacia el final de la película; yo no creo que esto sea un defecto, algo involuntario debido a la reiteración, sino más bien un elemento introducido a propósito para dar a entender que los niños tienen cada vez menos miedo del payaso, que comprenden que la unión hace la fuerza.




Otro de los aspectos interesantes en los que quiero detenerme es la doble naturaleza de los elementos terroríficos de la historia: estos no se limitan a los de carácter sobrenatural, normalmente en forma de susto repentino con golpe de orquesta incluido, y asociados a las apariciones del payaso en sus distintas formas (un niño sin cabeza víctima de una explosión, una grotesca flautista salida de un cuadro o un leproso interpretado por Javier Botet)… En paralelo se nos van presentando una serie de personajes y situaciones que conforman el horror cotidiano de la localidad de Derry, generando lentamente un ambiente malsano, de mal rollete, que hace que la historia gane muchos enteros.

Tenemos muchos ejemplos de esto a lo largo del film, empezando por los breves apuntes acerca de los sobrecogedores incidentes del pasado del pueblo, que se suelen producir, como ya hemos dicho, a intervalos de veintisiete años: horribles accidentes como la explosión antes citada, linchamientos, asesinatos múltiples o en serie… Están también los personajes inquietantes como el farmacéutico (es bastante inquietante la escena de Clark Kent y Lois Lane) o la bibliotecaria (tal vez no os habréis fijado en que mientras Ben está consultando los libros ella aparece borrosa y encorvada en el fondo de la imagen, sin destacar apenas, mirándolo fijamente con una expresión diabólica). También sobrecoge la secuencia en la que un matrimonio pasa en su coche mientras Henry Bowers y los demás abusones del colegio le están haciendo cortes a Ben en la tripa con una navaja: la pareja intenta aparentar que no ha visto nada y pasa de largo, mientras por el cristal del asiento trasero aparece flotando uno de los globos rojos que Pennywise suele ofrecer a los niños… 




En cuanto a los padres de los Perdedores, no hay ninguno que represente una fuente de esperanza a la que poder recurrir… La madre de Eddie es posesiva hasta decir basta y lo convierte en un hipocondríaco para poder tenerlo siempre metido en casa, solo para ella. El padre de Beverly deja intuir en un par de ocasiones que abusa o pretende abusar de su hija, cosa que (si no recuerdo mal) queda fuera de toda duda en el libro; en relación con esto, me parece brillante la escena de la sangre que sale de la pila del lavabo, clara alusión a la primera menstruación de Beverly y la confusión adicional que le produce el paso de niña a mujer. Aunque se trate de uno de los antagonistas, merece también una mención el personaje de Henry Bowers y su relación con su padre: Henry hace cosas horribles, pero la película nos deja bien claro que él también es una víctima, un eslabón más en la cadena del horror como algo heredado del pasado y transmitido de generación en generación… Realmente escalofriante la parte en la que mata a su padre a sangre fría, empujado por Pennywise.




Por último tenemos la total falta de apoyo por parte de los padres de Bill el Tartaja tras la muerte de su hermano pequeño. A lo largo de la película solo aparecen en una breve escena cada uno: la madre, tocando el piano mientras Georgie baja al sótano a por la parafina para el barco de papel; y el padre recriminándole a Bill sus esperanzas de encontrar a su hermano con vida y pidiéndole enfadado que se olvide del asunto. Me pareció excelente el discurso que da Bill al resto de los Perdedores antes de entrar en la mansión abandonada de la calle Neibolt, uno de los epicentros del mal que asola Derry, en el que reconoce que, a pesar de todos los monstruos y payasos diabólicos, tendría más miedo de volver a la incomprensión de su propia casa que de entrar en la mansión…

Esta habilidad para introducir elementos de horror cotidiano entretejidos con el horror sobrenatural del relato me parece uno de los grandes aciertos de las novelas de King, y de esta adaptación en particular. Me hace recordar la película de El Exorcista, que ya en 1973 fue una de las primeras en hacerlo, combinando la historia de la posesión demoníaca de la niña con la angustia existencial del joven sacerdote Damien Karras: la enfermedad y posterior muerte de su madre y sus dudas respecto a la fe cristiana… Eran estos elementos más realistas los que amplificaban la sensación de inquietud en el espectador durante toda la película, haciendo que los elementos sobrenaturales pareciesen más reales también.




Recordaréis que una vez os expliqué que las buenas historias de fantasía conectan con nosotros porque nos enseñan cosas acerca de nosotros mismos y del Mundo que nos rodea. Esto es cierto tanto en lo referente a nuestro lado más luminoso como a los rincones más oscuros de la civilización actual… Pocos días después del estreno de It se produjo en Valencia, y además muy cerca de mi zona, en el barrio de Russafa, un suceso que puso a todos los vecinos los pelos de punta y que me llevó a hacer una serie de asociaciones mentales… Alguien encontró entre unos contenedores de la calle Cabo Jubi una maleta que contenía un torso humano, y la policía empezó a hacer averiguaciones.

La víctima era un peluquero llamado Alberto Ferrer, que había conocido a través de Internet a un tal Pierre Danilo, iniciando con él una relación sentimental. Danilo, sueco de ascendencia argentina, había pasado ya por la cárcel en su país y allí había escrito junto con otro recluso un par de novelas de género negro. Vivía en un piso de la calle Sueca (que no Suecia) número 77 y al parecer fue él quien mató, por motivos desconocidos, a Ferrer allí mismo, en su cama, descuartizándolo después en la bañera y arrastrando la maleta con su torso hasta los contenedores, un par de manzanas más allá, dejando restos de sangre que los policías pudieron seguir hasta su portal. Fue en el vestíbulo donde poco después se encontraron con Danilo que, saliendo hacia la calle y sin mediar palabra, apuñaló varias veces a uno de los inspectores que le cerraban el paso, produciéndole la muerte, tras lo cual el otro policía lo mató a él (lo de “abatir” no deja de ser un bonito eufemismo) de varios disparos para evitar correr la misma suerte.




Lo más asombroso del asunto es que el de Ferrer no es el primer cuerpo que ha aparecido a trozos por el barrio; las noticias del suceso me recordaron inmediatamente a otro descuartizamiento que hubo en verano de 1950 en el Cine Oriente, justo al otro extremo de la calle Sueca, en el número 22. En un apartamento dentro del propio cine vivían María López, que trabajaba allí como limpiadora, y su pareja Salvador Rovira, conserje del mismo. Una noche Salvador llegó al apartamento borracho y comenzó una de las frecuentes peleas que tenían ambos, durante la cual ella le dio un empujón con tan mala suerte que se golpeó en la cabeza con un hierro de la pared y murió. María, una mujer corpulenta, se llevó al muerto a la cama y durmió junto a él pensando que solo estaba inconsciente, pero a la mañana siguiente se dio cuenta de lo que había pasado, así que temiendo ser acusada de asesinato se dispuso a descuartizar el cuerpo, tardando para ello un tiempo récord de solo cinco horas.

Después de contar a todos que Salvador había tenido que coger un tren a Barcelona, María empezó a deshacerse de los pedazos. Precisamente en una acequia cerca de las vías en dirección a Cataluña, a la altura de la calle Centelles, se encontraron poco después los brazos, las piernas y los intestinos. Para despistar, había depilado las piernas y pintado las uñas de rojo, para que pareciesen de mujer, e incluso quitó algunos trozos de piel que tenían tatuajes, pero se olvidó de las huellas dactilares, que ya estaban en poder de la policía por anteriores arrestos… Lo siguiente de lo que se deshizo fue el tronco, cortado en dos partes a la altura de la cintura, dejándolo de madrugada detrás de un kiosco, cerca del cruce de las calles Sueca y Denia (prácticamente al lado del cine; no debía ser muy inteligente, la tal María). Habían pasado ya algunos días desde la muerte de Salvador y los asistentes a las sesiones de cine se quejaban del fuerte olor que había en la sala, así que la policía realizó un registro a fondo y encontraron la cabeza de Salvador, junto con las herramientas del descuartizamiento, dentro de una lata de galletas en un deslunado detrás de la pantalla.




El crimen del Cine Oriente es uno de los sucesos que más expectación ha despertado nunca entre los valencianos: más de tres mil personas intentaron asistir al juicio, quedándose muchas en las escaleras o incluso fuera del edificio. Al final María López fue condenada a seis años de cárcel por homicidio. Se escribieron un par de libros sobre el asunto, y a finales de siglo se rodó una película protagonizada por Anabel Alonso y Pepe Rubianes… He de reconocer que al leer las noticias sobre Pierre Danilo y recordar esta historia del Cine Oriente no pude evitar detenerme unos segundos a calcular si la diferencia de fechas era múltiplo de veintisiete. ¿Sería el barrio de Russafa una especie de Derry a la española? Veamos: 2017-1950=67… Pues no. Pero ya es casualidad que ambos descuartizamientos sucedieran justo en la misma calle, aunque en extremos opuestos, uno en el número 22 y otro en el 77 (Por cierto: 2 y 7 forman 27… Ahí lo dejo).

Como dice el propio Stephen King, de pequeños tememos que los monstruos y los fantasmas estén escondidos dentro de nuestro armario o debajo de nuestra cama, pero cuando crecemos dejamos de buscarlos allí… Solo al hacernos adultos comprendemos que los monstruos existen, pero no son exactamente como nos los imaginábamos. Habitan, en el mejor de los casos, en las noticias del periódico, pero también a veces alarmantemente cerca de nuestra casa, o incluso dentro de nosotros… y al contrario de lo que suele pasar en los relatos de ficción, a veces acaban ganando. Las historias de King no nos hablan solo de los monstruos; también nos hablan de la gente, de todo aquello que de bueno y malo hay en nuestro interior. Afortunadamente, hasta King deja abierto un resquicio a la esperanza y nos anima a no tener miedo, a conservar parte del idealismo de nuestra infancia e intentar luchar juntos contra los monstruos, ya vengan de dentro o de fuera. En otra ocasión, más adelante, volveremos a hablar del Miedo desde un punto de vista algo más amplio.



martes, 19 de septiembre de 2017

Cada Veintisiete Años (I)


Hace dos semanas concluí mi entrada con una referencia a Cadena Perpetua y el martillo de gemas de Andy Dufresne, y hoy quiero centrarme en otra adaptación de una novela de Stephen King. Ya he mencionado alguna vez que voy poco al cine de estreno, y que por razones de trabajo a menudo me resulta difícil acudir incluso a las proyecciones del Aula de Cine, a la que (al menos sobre el papel) pertenezco. En cualquier caso, cuando voy a las salas de estreno es porque estoy casi seguro, tras leer algunas críticas y recopilar información, de que la película en cuestión me va a gustar, y la del fin de semana pasado no fue una excepción. Se trataba de la adaptación de It (en versión original), y me gustó tanto que decidí que hoy os hablaría de ella. Os advierto de que la entrada incluirá algunos spoilers tanto de la película como de la novela, en la que se narra la segunda parte de la historia, así que si no la habéis leído os recomiendo que antes de seguir vayáis al menos al cine a ver la peli; os aseguro que no os arrepentiréis.




It (Eso) es una novela de Stephen King publicada en 1986 que transcurre en el pueblo ficticio de Derry, en el estado de Maine. Eso es una entidad diabólica tan antigua como el Mundo, que habita las alcantarillas y que se dedica a capturar y matar niños y adolescentes, adoptando la forma de los temores de cada uno y alimentándose así de su miedo. El aspecto que adopta más frecuentemente es el de Pennywise, el Payaso Bailarín, aunque esa no es su verdadera forma. Las desapariciones de niños se producen durante uno o dos años en ciclos de veintisiete años, y las fases en las que la criatura despierta de su letargo suelen iniciarse y concluir coincidiendo con accidentes o sucesos particularmente violentos en el pueblo, que los habitantes deciden después, de forma tácita, olvidar o ignorar.

Los protagonistas de la historia son los siete integrantes del Club de los Perdedores, liderado por Bill el Tartaja, que está obsesionado con encontrar y destruir a Eso después de que su hermano pequeño Georgie muriese a manos de la criatura. Los otros miembros del Club, fácilmente etiquetables pero a la vez muy bien desarrollados como personajes, son Richie el gracioso, Eddie el asmático, Stan el judío, Mike el negro, Ben el gordito y Beverly, la única chica. Hay dos líneas argumentales, en dos fechas diferentes, que se van alternando en la narración. Por un lado se nos describe el encuentro de los Perdedores con Eso en 1958, a los doce años, creyendo que lo han vencido cuando en realidad solo lo fuerzan a hibernar prematuramente; y por otra parte la conclusión de la historia, en 1985, rozando ya todos los cuarenta años. En esta segunda ocasión, tras superar una extraña amnesia que les había sobrevenido sobre los detalles del anterior encuentro, los protagonistas conseguirán vencer al payaso definitivamente, aunque no sin pagar un alto precio, ya que algunos de ellos se quedarán por el camino.




La novela es muy larga, de mil quinientas páginas por ejemplo en mi edición de bolsillo (si se le puede llamar así), pero no se hace nada pesada. La leí hace muchos años y recuerdo que además de entretenida era muy visual, con unas descripciones muy claras… muy adaptable, en definitiva, para la televisión o el cine. He de reconocer que cuando aparecieron los primeros trailers de la nueva película me di cuenta de que se me habían olvidado muchos detalles de la novela (justo igual que a los personajes de la historia), así que un par de días antes del estreno aproveché que ponían por la tele la adaptación en forma de miniserie y refresqué la memoria. Esta miniserie de dos episodios del año 1990, con una duración total de tres horas y cuarto, tampoco es nada del otro mundo: los efectos visuales y la banda sonora son muy pobres, a veces hasta de risa, y los elementos más terroríficos están bastante suavizados para que la calificación por edades no fuese demasiado estricta. Los actores, sobre todo los niños, no lo hacen mal, pero lo más destacable (y lo que más ha quedado para la posteridad) es la fantástica caracterización de Tim Curry en el papel de Pennywise.




La casualidad ha querido que sea precisamente veintisiete años después de aquella miniserie cuando llegue la primera adaptación de la novela para la gran pantalla. El proyecto tardó bastantes años en gestarse, se había oído hablar de él desde el 2009. En 2012 se suponía que Cary Fukunaga (director más tarde de la gran primera temporada de True Detective) iba a encargarse de dirigir la película partiendo de un guión que él mismo escribió junto con Chase Palmer, pero en 2015 saltó la noticia de que abandonaba el barco debido a diferencias creativas, por cambios en el guión que se le exigían desde los estudios. Más adelante ese mismo año entraron en el proyecto los hermanos argentinos Andy y Bárbara Muschietti, el primero como nuevo director y la segunda como productora; ambos venían avalados por la interesante Mamá, película de terror de 2013 basada en un cortometraje anterior del propio Muschietti. Gary Dauberman escribió una nueva versión del guión introduciendo algunos cambios y el rodaje se llevó por fin a cabo en verano de 2016 en Toronto.

En la película se traslada el momento de la narración en el que los protagonistas son niños al verano de 1989, centrándose solo en esa parte de la historia. De esta forma se ha conseguido sacar partido de la nostalgia por los años ochenta, tan de moda últimamente por ejemplo con series como Stranger Things (que por cierto se inspira a su vez en Cuenta Conmigo, adaptación cinematográfica del relato El Cuerpo de Stephen King, con lo que se cierra de alguna forma el círculo). La peli tiene una duración de dos horas y cuarto y, al igual que la novela, no se hace larga en ningún momento; parece ser que la edición en DVD incluirá, además de la versión de cine, otra del director con unos quince minutos extra. El presupuesto de 35 millones de dólares, relativamente reducido para este tipo de películas, se ha aprovechado hasta el último centavo, porque el acabado visual es impecable; se nota que en muchos aspectos se ha recurrido al ingenio más que al talonario para superar los retos planteados.




El reparto, compuesto en su mayoría por actores poco conocidos, está perfecto en mi opinión; no hay ni uno solo que desentone, y los siete niños protagonistas están todos fantásticos. Igual de bueno es el trabajo del sueco Bill Skarsgard (hijo del también actor Stellan), que lo tenía bastante difícil para escapar de la alargada sombra de Tim Curry (muchos críticos han hecho el típico chiste sobre “caminar con los zapatos” de Curry; en este caso unos zapatos bastante grandes, dado el personaje en cuestión). Skarsgard sale bien parado de la comparación, con algunas escenas que dan realmente mucho miedo, destacando la del principio de la película… Conviene resaltar la rara capacidad del actor para relajar los ojos de manera que uno de ellos se le va para fuera, sin necesidad de retoques por ordenador: de esa forma hay ratos en los que parece que uno de los ojos está mirando a los niños y el otro mira directamente hacia el público… Realmente inquietante.

Un par de detalles curiosos más: en primer lugar, hay una escena en la que sale un payaso normal actuando en un parque del pueblo, que está interpretado también por Skarsgard; y en otro momento de la película aparece una habitación llena de muñecos vestidos de payaso, y uno de ellos es idéntico al Pennywise de Tim Curry de 1990. Destacar también que algunas asociaciones de payasos se han quejado de que el estreno de la película aumentaría los casos de coulrofobia, haciéndoles perder contrataciones y por tanto dinero… Supongo que ya ocurrió algo parecido con la publicación de la novela en los ochenta. En lo que a mí respecta, os puedo comentar que últimamente me he encontrado varias veces, en la zona de la Catedral y la Plaza de la Reina, a un hombre que va pidiendo dinero con la cara mal pintada a guisa de mimo, que siempre va borracho y que a veces se pone un poco agresivo a la hora de interpelar a los transeúntes… En definitiva, una mala combinación, y ahora más que nunca; si antes le echaban pocas monedas, supongo que a partir del estreno sus ingresos tenderán a cero, y más de uno habrá que salga corriendo cuando se lo cruce.




La película se había concebido de manera que pudiese sostenerse sola en caso de que no hubiera luz verde para rodar el segundo capítulo, pero dado el gran éxito de público y la aparición de multitud de críticas y análisis entusiastas en Internet, esta continuación es algo que se da ya por hecho. Si todo va bien la tendremos en los cines en unos tres años, y se centrará en la parte de la historia en la que los Perdedores son adultos, con lo que transcurrirá más o menos en nuestro presente. Supongo que, si la adaptación cinematográfica no se aleja demasiado de la novela, en la segunda parte (o tal vez antes, en el montaje del director de la primera) descubriremos que algunos de los antagonistas (aparte de Pennywise, por supuesto) no estaban tan muertos como podía parecer en un principio…

Tengo curiosidad por saber cuánta información adicional se nos dará acerca de Eso en la segunda parte: de acuerdo con la novela es un ente que procede de otra dimensión y que está en constante conflicto con otro llamado La Tortuga (en la película se hacen un par de referencias tangenciales a ella). Estoy seguro de que veremos la forma física más próxima a la verdadera esencia de Eso: en la lucha final de la primera parte tenemos un rápido atisbo, cuando los brazos de Pennywise se transforman durante un par de segundos en unas gigantescas patas de insecto, como de mantis religiosa… Supongo que también aprenderemos más cosas acerca de los Fuegos Fatuos, las luces que aparecen al fondo de la garganta de Eso, y descubriremos que en realidad es hembra porque puede poner huevos.




Otro aspecto por el que tengo interés es el reparto de actores que interpretarán las versiones adultas de los Perdedores… Y lo más importante de todo: veremos si el guionista y el director consiguen conservar su independencia creativa y mantener el mismo nivel de calidad y originalidad en la segunda parte. Ya se sabe que cuando una película tiene mucho éxito todos los productores y los ejecutivos de los estudios quieren meter mano en la continuación, impidiendo cualquier movimiento que pudiera ser mínimamente arriesgado, y por tanto haciendo que el resultado pierda gran parte de su gracia: esperemos que en este caso no la caguen y la continuación se parezca más a Las Dos Torres y El Retorno del Rey que a la insufrible trilogía de El Hobbit. La semana que viene, en el segundo y último capítulo de esta entrada, intentaremos identificar los temas principales de la historia, analizaremos por qué el horror de la novela y de la película resulta tan efectivo, y finalmente intentaremos averiguar si los descuartizamientos de la calle Sueca en el barrio de Russafa se han producido, igual que los ataques de Eso, a intervalos regulares de veintisiete años.



lunes, 11 de septiembre de 2017

A Todo Tren


Hace unos días estuve viendo la exposición que albergaba la Sala de los Mosaicos de la Estación del Norte, con motivo del centenario de la inauguración de la terminal, y aproveché para llevarme mi cámara y hacer unas cuantas fotos tanto en el Edificio de Viajeros como en la marquesina de los andenes. Aunque la inauguración de la estación se llevó a cabo de forma discreta debido a la delicada situación del momento, en medio de la Gran Guerra, bien a la vista está que no se reparó en gastos para que el edificio luciera impecable, reflejando la expansión a todo tren de la ciudad de Valencia en aquella época. Aquí os adjunto una selección de veinte de las imágenes que tomé; espero que os gusten y que estéis de acuerdo conmigo en que es un lugar con verdadero encanto.