Creo recordar que, según la información que he ido leyendo estos últimos días,
se han hecho en total unas doscientas cincuenta adaptaciones distintas
de obras de Stephen King para la televisión o el cine… Curiosamente, por lo
general han tenido mejor calidad las adaptaciones de los relatos que no
incluyen elementos sobrenaturales, como Misery, Cuenta Conmigo o Cadena Perpetua.
El Resplandor es sin duda una gran película, pero se puede decir que es más una
obra de Kubrick que de King, y de hecho al escritor no le hizo mucha gracia en
su día por el cambio de enfoque introducido respecto al texto original… Así que
podríamos decir que tal vez Eso, estrenada
hace un par de semanas, se ha convertido en la mejor adaptación de una novela
de horror sobrenatural de King, además de ser la película de terror que más
dinero ha recaudado en la historia del Cine (Por cierto, ya hay fecha prevista
de estreno para la segunda parte: el seis de septiembre de 2019).
La semana pasada hablábamos de correr riesgos, y en ese sentido es de
agradecer que el guión contenga algunos pasajes realmente siniestros y
perturbadores, haciendo que la película tenga clasificación R
(cosa por otra parte lógica en un film de terror). No hay más que ver la
tremenda escena inicial del encuentro entre Pennywise y Georgie,
en el que el film se salta a la torera la regla número uno sobre lo que se
puede hacer o no con los niños pequeños en pantalla… Pero lo que hace a la peli
especial es el perfecto equilibrio y las hábiles transiciones que hay entre
estas escenas terroríficas y otras más tiernas o divertidas que nos ayudan a
conocer mejor a los siete protagonistas, y preocuparnos realmente por ellos. No
solo es una película sobre un payaso asesino de niños, también es una historia
acerca de la importancia de los lazos de amistad durante la niñez, y sobre el difícil paso a la adolescencia y la edad adulta.
El hecho de que en la historia Eso no pueda hacerte daño si no le temes y si te
mantienes cerca de tus amigos conlleva una lectura muy interesante para los
lectores/espectadores de cara al Mundo real: no hay que temer a nada más que al propio miedo, y la ayuda de tus
seres queridos puede ser crucial a la hora de vencer miedos irracionales y
superar los problemas y frustraciones del día a día… Hay quien ha comentado que
los sustos van bajando de intensidad hacia el final de la película; yo no creo
que esto sea un defecto, algo involuntario debido a la reiteración, sino más bien
un elemento introducido a propósito para dar a entender que los niños tienen
cada vez menos miedo del payaso, que comprenden que la unión hace la fuerza.
Otro de los aspectos interesantes en los que quiero detenerme es la doble
naturaleza de los elementos terroríficos de la historia: estos no se limitan a
los de carácter sobrenatural, normalmente en forma de susto repentino con golpe
de orquesta incluido, y asociados a las apariciones del payaso en sus distintas
formas (un niño sin cabeza víctima de una explosión, una grotesca flautista
salida de un cuadro o un leproso interpretado por Javier Botet)…
En paralelo se nos van presentando una serie de personajes y situaciones que
conforman el horror cotidiano de la localidad de Derry, generando lentamente un
ambiente malsano, de mal rollete,
que hace que la historia gane muchos enteros.
Tenemos muchos ejemplos de esto a lo largo del film, empezando por los
breves apuntes acerca de los sobrecogedores incidentes del pasado del pueblo,
que se suelen producir, como ya hemos dicho, a intervalos de veintisiete años:
horribles accidentes como la explosión antes citada, linchamientos, asesinatos múltiples
o en serie… Están también los personajes inquietantes como el farmacéutico (es
bastante inquietante la escena de Clark Kent y Lois Lane) o la bibliotecaria
(tal vez no os habréis fijado en que mientras Ben está consultando los libros
ella aparece borrosa y encorvada en el fondo de la imagen, sin destacar apenas,
mirándolo fijamente con una expresión diabólica). También sobrecoge la secuencia
en la que un matrimonio pasa en su coche mientras Henry Bowers y los demás
abusones del colegio le están haciendo cortes a Ben en la tripa con una navaja:
la pareja intenta aparentar que no ha visto nada
y pasa de largo, mientras por el cristal del asiento trasero aparece flotando
uno de los globos rojos que Pennywise suele ofrecer a los niños…
En cuanto a los padres de los Perdedores, no hay ninguno que represente una
fuente de esperanza a la que poder recurrir… La madre de Eddie es posesiva
hasta decir basta y lo convierte en un hipocondríaco para poder tenerlo siempre
metido en casa, solo para ella. El padre de Beverly deja intuir en un par de
ocasiones que abusa o pretende abusar de su hija, cosa que (si no recuerdo mal)
queda fuera de toda duda en el libro; en relación con esto, me parece brillante
la escena de la sangre que sale de la pila del lavabo, clara alusión a la primera menstruación de Beverly y
la confusión adicional que le produce el paso de niña a mujer.
Aunque se trate de uno de los antagonistas, merece también una mención el
personaje de Henry Bowers y su
relación con su padre: Henry hace cosas horribles, pero la película nos deja
bien claro que él también es una víctima, un eslabón más en la cadena del
horror como algo heredado del pasado y transmitido de generación en generación…
Realmente escalofriante la parte en la que mata a su padre a sangre fría,
empujado por Pennywise.
Por último tenemos la total falta de apoyo por parte de los padres de Bill
el Tartaja tras la muerte de su hermano pequeño. A lo largo de la película solo
aparecen en una breve escena cada uno: la madre, tocando el piano
mientras Georgie baja al sótano a por la parafina para el barco de papel; y el
padre recriminándole a Bill sus esperanzas de encontrar a su hermano con vida y
pidiéndole enfadado que se olvide del asunto. Me pareció excelente el discurso
que da Bill al resto de los Perdedores antes de entrar en la mansión abandonada
de la calle Neibolt, uno de los epicentros del mal que asola Derry, en el que
reconoce que, a pesar de todos los monstruos y payasos diabólicos, tendría más
miedo de volver a la incomprensión de su propia casa que de entrar en la
mansión…
Esta habilidad para introducir elementos de horror cotidiano entretejidos
con el horror sobrenatural del relato me parece uno de los grandes aciertos de
las novelas de King, y de esta adaptación en particular. Me hace recordar la
película de El Exorcista, que ya en 1973 fue una de las primeras en hacerlo,
combinando la historia de la posesión demoníaca de la niña con la angustia
existencial del joven sacerdote Damien Karras: la enfermedad y posterior muerte de su madre y sus dudas respecto
a la fe cristiana… Eran estos elementos más realistas los que amplificaban la
sensación de inquietud en el espectador durante toda la película, haciendo que
los elementos sobrenaturales pareciesen más reales también.
Recordaréis que una vez os expliqué que las buenas historias de fantasía conectan con nosotros
porque nos enseñan cosas acerca de nosotros mismos y del Mundo que nos rodea. Esto
es cierto tanto en lo referente a nuestro lado más luminoso como a los rincones
más oscuros de la civilización actual… Pocos días después del estreno de It se
produjo en Valencia, y además muy cerca de mi zona, en el barrio de Russafa, un
suceso que puso a todos los vecinos los pelos de punta y que me llevó a hacer
una serie de asociaciones mentales… Alguien encontró entre unos contenedores de
la calle Cabo Jubi una maleta que contenía un torso humano, y la policía empezó
a hacer averiguaciones.
La víctima era un peluquero llamado Alberto Ferrer, que había conocido a
través de Internet a un tal Pierre Danilo, iniciando con él una relación
sentimental. Danilo, sueco de ascendencia argentina, había pasado ya por la
cárcel en su país y allí había escrito junto con otro recluso un par de novelas
de género negro. Vivía en un piso de la calle Sueca (que no Suecia) número 77 y
al parecer fue él quien mató, por motivos desconocidos, a Ferrer allí mismo, en
su cama, descuartizándolo después en la bañera y arrastrando la maleta con su
torso hasta los contenedores, un par de manzanas más allá, dejando restos de sangre
que los policías pudieron seguir hasta su portal. Fue en el vestíbulo donde
poco después se encontraron con Danilo que, saliendo hacia la calle y sin
mediar palabra, apuñaló varias veces a uno de los inspectores que le cerraban
el paso, produciéndole la muerte, tras lo cual el otro policía lo mató a él (lo
de “abatir” no deja de ser un bonito eufemismo)
de varios disparos para evitar correr la misma suerte.
Lo más asombroso del asunto es que el de Ferrer no es el primer cuerpo que ha
aparecido a trozos por el barrio; las noticias del suceso me recordaron
inmediatamente a otro descuartizamiento que hubo en verano de 1950
en el Cine Oriente, justo al otro extremo de la calle Sueca, en el número 22.
En un apartamento dentro del propio cine vivían María López, que trabajaba allí
como limpiadora, y su pareja Salvador Rovira, conserje del mismo. Una noche
Salvador llegó al apartamento borracho y comenzó una de las frecuentes peleas
que tenían ambos, durante la cual ella le dio un empujón con tan mala suerte
que se golpeó en la cabeza con un hierro de la pared y murió. María, una mujer
corpulenta, se llevó al muerto a la cama y durmió junto a él pensando que solo
estaba inconsciente, pero a la mañana siguiente se dio cuenta de lo que había
pasado, así que temiendo ser acusada de asesinato se dispuso a descuartizar el
cuerpo, tardando para ello un tiempo récord de solo cinco horas.
Después de contar a todos que Salvador había tenido que coger un tren a
Barcelona, María empezó a deshacerse de los pedazos. Precisamente en una
acequia cerca de las vías en dirección a Cataluña, a la altura de la calle
Centelles, se encontraron poco después los brazos, las piernas y los intestinos.
Para despistar, había depilado las piernas y pintado las uñas de rojo, para que
pareciesen de mujer, e incluso quitó algunos trozos de piel que tenían
tatuajes, pero se olvidó de las huellas dactilares, que ya estaban en poder de
la policía por anteriores arrestos… Lo siguiente de lo que se deshizo fue el tronco,
cortado en dos partes a la altura de la cintura, dejándolo de madrugada detrás
de un kiosco, cerca del cruce de las calles Sueca y Denia (prácticamente al
lado del cine; no debía ser muy inteligente, la tal María). Habían pasado ya
algunos días desde la muerte de Salvador y los asistentes a las sesiones de
cine se quejaban del fuerte olor que había en la sala, así que la policía
realizó un registro a fondo y encontraron la cabeza de Salvador, junto con las
herramientas del descuartizamiento, dentro de una lata de galletas
en un deslunado detrás de la pantalla.
El crimen del Cine Oriente es uno de los sucesos que más expectación ha despertado
nunca entre los valencianos: más de tres mil personas intentaron asistir al juicio, quedándose muchas en
las escaleras o incluso fuera del edificio. Al final María López fue condenada
a seis años de cárcel por homicidio. Se escribieron un par de libros sobre el
asunto, y a finales de siglo se rodó una película protagonizada por Anabel Alonso y Pepe Rubianes… He de
reconocer que al leer las noticias sobre Pierre Danilo y recordar esta historia
del Cine Oriente no pude evitar detenerme unos segundos a calcular si la
diferencia de fechas era múltiplo de veintisiete. ¿Sería el barrio de Russafa
una especie de Derry a la española? Veamos: 2017-1950=67… Pues no. Pero ya es
casualidad que ambos descuartizamientos sucedieran justo en la misma calle,
aunque en extremos opuestos, uno en el número 22 y otro en el 77 (Por cierto: 2
y 7 forman 27… Ahí lo dejo).
Como dice el propio Stephen King, de pequeños tememos que los monstruos y
los fantasmas estén escondidos dentro de nuestro armario o debajo de nuestra
cama, pero cuando crecemos dejamos de buscarlos allí… Solo al hacernos adultos
comprendemos que los monstruos existen, pero no son exactamente como nos los
imaginábamos. Habitan, en el mejor de los casos, en las noticias del periódico,
pero también a veces alarmantemente cerca de nuestra casa, o incluso dentro de
nosotros… y al contrario de lo que suele pasar en los relatos de ficción, a
veces acaban ganando. Las historias de King no nos hablan solo de los monstruos;
también nos hablan de la gente, de todo aquello que de bueno y malo hay en
nuestro interior. Afortunadamente, hasta King deja abierto un resquicio a la
esperanza y nos anima a no tener miedo, a conservar parte del idealismo de
nuestra infancia e intentar luchar juntos contra los monstruos,
ya vengan de dentro o de fuera. En otra ocasión, más adelante, volveremos a hablar del Miedo desde un punto de vista
algo más amplio.
1 comentario:
Qué curioso, cuando escribía sobre El Exorcista para esta entrada no tenía ni idea de esto:
https://elpais.com/cultura/2017/09/29/actualidad/1506693992_401844.html
Y comentad algo, por favor, que son ya casi dos meses de sequía, me siento solo... :-(
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