martes, 19 de septiembre de 2017

Cada Veintisiete Años (I)


Hace dos semanas concluí mi entrada con una referencia a Cadena Perpetua y el martillo de gemas de Andy Dufresne, y hoy quiero centrarme en otra adaptación de una novela de Stephen King. Ya he mencionado alguna vez que voy poco al cine de estreno, y que por razones de trabajo a menudo me resulta difícil acudir incluso a las proyecciones del Aula de Cine, a la que (al menos sobre el papel) pertenezco. En cualquier caso, cuando voy a las salas de estreno es porque estoy casi seguro, tras leer algunas críticas y recopilar información, de que la película en cuestión me va a gustar, y la del fin de semana pasado no fue una excepción. Se trataba de la adaptación de It (en versión original), y me gustó tanto que decidí que hoy os hablaría de ella. Os advierto de que la entrada incluirá algunos spoilers tanto de la película como de la novela, en la que se narra la segunda parte de la historia, así que si no la habéis leído os recomiendo que antes de seguir vayáis al menos al cine a ver la peli; os aseguro que no os arrepentiréis.




It (Eso) es una novela de Stephen King publicada en 1986 que transcurre en el pueblo ficticio de Derry, en el estado de Maine. Eso es una entidad diabólica tan antigua como el Mundo, que habita las alcantarillas y que se dedica a capturar y matar niños y adolescentes, adoptando la forma de los temores de cada uno y alimentándose así de su miedo. El aspecto que adopta más frecuentemente es el de Pennywise, el Payaso Bailarín, aunque esa no es su verdadera forma. Las desapariciones de niños se producen durante uno o dos años en ciclos de veintisiete años, y las fases en las que la criatura despierta de su letargo suelen iniciarse y concluir coincidiendo con accidentes o sucesos particularmente violentos en el pueblo, que los habitantes deciden después, de forma tácita, olvidar o ignorar.

Los protagonistas de la historia son los siete integrantes del Club de los Perdedores, liderado por Bill el Tartaja, que está obsesionado con encontrar y destruir a Eso después de que su hermano pequeño Georgie muriese a manos de la criatura. Los otros miembros del Club, fácilmente etiquetables pero a la vez muy bien desarrollados como personajes, son Richie el gracioso, Eddie el asmático, Stan el judío, Mike el negro, Ben el gordito y Beverly, la única chica. Hay dos líneas argumentales, en dos fechas diferentes, que se van alternando en la narración. Por un lado se nos describe el encuentro de los Perdedores con Eso en 1958, a los doce años, creyendo que lo han vencido cuando en realidad solo lo fuerzan a hibernar prematuramente; y por otra parte la conclusión de la historia, en 1985, rozando ya todos los cuarenta años. En esta segunda ocasión, tras superar una extraña amnesia que les había sobrevenido sobre los detalles del anterior encuentro, los protagonistas conseguirán vencer al payaso definitivamente, aunque no sin pagar un alto precio, ya que algunos de ellos se quedarán por el camino.




La novela es muy larga, de mil quinientas páginas por ejemplo en mi edición de bolsillo (si se le puede llamar así), pero no se hace nada pesada. La leí hace muchos años y recuerdo que además de entretenida era muy visual, con unas descripciones muy claras… muy adaptable, en definitiva, para la televisión o el cine. He de reconocer que cuando aparecieron los primeros trailers de la nueva película me di cuenta de que se me habían olvidado muchos detalles de la novela (justo igual que a los personajes de la historia), así que un par de días antes del estreno aproveché que ponían por la tele la adaptación en forma de miniserie y refresqué la memoria. Esta miniserie de dos episodios del año 1990, con una duración total de tres horas y cuarto, tampoco es nada del otro mundo: los efectos visuales y la banda sonora son muy pobres, a veces hasta de risa, y los elementos más terroríficos están bastante suavizados para que la calificación por edades no fuese demasiado estricta. Los actores, sobre todo los niños, no lo hacen mal, pero lo más destacable (y lo que más ha quedado para la posteridad) es la fantástica caracterización de Tim Curry en el papel de Pennywise.




La casualidad ha querido que sea precisamente veintisiete años después de aquella miniserie cuando llegue la primera adaptación de la novela para la gran pantalla. El proyecto tardó bastantes años en gestarse, se había oído hablar de él desde el 2009. En 2012 se suponía que Cary Fukunaga (director más tarde de la gran primera temporada de True Detective) iba a encargarse de dirigir la película partiendo de un guión que él mismo escribió junto con Chase Palmer, pero en 2015 saltó la noticia de que abandonaba el barco debido a diferencias creativas, por cambios en el guión que se le exigían desde los estudios. Más adelante ese mismo año entraron en el proyecto los hermanos argentinos Andy y Bárbara Muschietti, el primero como nuevo director y la segunda como productora; ambos venían avalados por la interesante Mamá, película de terror de 2013 basada en un cortometraje anterior del propio Muschietti. Gary Dauberman escribió una nueva versión del guión introduciendo algunos cambios y el rodaje se llevó por fin a cabo en verano de 2016 en Toronto.

En la película se traslada el momento de la narración en el que los protagonistas son niños al verano de 1989, centrándose solo en esa parte de la historia. De esta forma se ha conseguido sacar partido de la nostalgia por los años ochenta, tan de moda últimamente por ejemplo con series como Stranger Things (que por cierto se inspira a su vez en Cuenta Conmigo, adaptación cinematográfica del relato El Cuerpo de Stephen King, con lo que se cierra de alguna forma el círculo). La peli tiene una duración de dos horas y cuarto y, al igual que la novela, no se hace larga en ningún momento; parece ser que la edición en DVD incluirá, además de la versión de cine, otra del director con unos quince minutos extra. El presupuesto de 35 millones de dólares, relativamente reducido para este tipo de películas, se ha aprovechado hasta el último centavo, porque el acabado visual es impecable; se nota que en muchos aspectos se ha recurrido al ingenio más que al talonario para superar los retos planteados.




El reparto, compuesto en su mayoría por actores poco conocidos, está perfecto en mi opinión; no hay ni uno solo que desentone, y los siete niños protagonistas están todos fantásticos. Igual de bueno es el trabajo del sueco Bill Skarsgard (hijo del también actor Stellan), que lo tenía bastante difícil para escapar de la alargada sombra de Tim Curry (muchos críticos han hecho el típico chiste sobre “caminar con los zapatos” de Curry; en este caso unos zapatos bastante grandes, dado el personaje en cuestión). Skarsgard sale bien parado de la comparación, con algunas escenas que dan realmente mucho miedo, destacando la del principio de la película… Conviene resaltar la rara capacidad del actor para relajar los ojos de manera que uno de ellos se le va para fuera, sin necesidad de retoques por ordenador: de esa forma hay ratos en los que parece que uno de los ojos está mirando a los niños y el otro mira directamente hacia el público… Realmente inquietante.

Un par de detalles curiosos más: en primer lugar, hay una escena en la que sale un payaso normal actuando en un parque del pueblo, que está interpretado también por Skarsgard; y en otro momento de la película aparece una habitación llena de muñecos vestidos de payaso, y uno de ellos es idéntico al Pennywise de Tim Curry de 1990. Destacar también que algunas asociaciones de payasos se han quejado de que el estreno de la película aumentaría los casos de coulrofobia, haciéndoles perder contrataciones y por tanto dinero… Supongo que ya ocurrió algo parecido con la publicación de la novela en los ochenta. En lo que a mí respecta, os puedo comentar que últimamente me he encontrado varias veces, en la zona de la Catedral y la Plaza de la Reina, a un hombre que va pidiendo dinero con la cara mal pintada a guisa de mimo, que siempre va borracho y que a veces se pone un poco agresivo a la hora de interpelar a los transeúntes… En definitiva, una mala combinación, y ahora más que nunca; si antes le echaban pocas monedas, supongo que a partir del estreno sus ingresos tenderán a cero, y más de uno habrá que salga corriendo cuando se lo cruce.




La película se había concebido de manera que pudiese sostenerse sola en caso de que no hubiera luz verde para rodar el segundo capítulo, pero dado el gran éxito de público y la aparición de multitud de críticas y análisis entusiastas en Internet, esta continuación es algo que se da ya por hecho. Si todo va bien la tendremos en los cines en unos tres años, y se centrará en la parte de la historia en la que los Perdedores son adultos, con lo que transcurrirá más o menos en nuestro presente. Supongo que, si la adaptación cinematográfica no se aleja demasiado de la novela, en la segunda parte (o tal vez antes, en el montaje del director de la primera) descubriremos que algunos de los antagonistas (aparte de Pennywise, por supuesto) no estaban tan muertos como podía parecer en un principio…

Tengo curiosidad por saber cuánta información adicional se nos dará acerca de Eso en la segunda parte: de acuerdo con la novela es un ente que procede de otra dimensión y que está en constante conflicto con otro llamado La Tortuga (en la película se hacen un par de referencias tangenciales a ella). Estoy seguro de que veremos la forma física más próxima a la verdadera esencia de Eso: en la lucha final de la primera parte tenemos un rápido atisbo, cuando los brazos de Pennywise se transforman durante un par de segundos en unas gigantescas patas de insecto, como de mantis religiosa… Supongo que también aprenderemos más cosas acerca de los Fuegos Fatuos, las luces que aparecen al fondo de la garganta de Eso, y descubriremos que en realidad es hembra porque puede poner huevos.




Otro aspecto por el que tengo interés es el reparto de actores que interpretarán las versiones adultas de los Perdedores… Y lo más importante de todo: veremos si el guionista y el director consiguen conservar su independencia creativa y mantener el mismo nivel de calidad y originalidad en la segunda parte. Ya se sabe que cuando una película tiene mucho éxito todos los productores y los ejecutivos de los estudios quieren meter mano en la continuación, impidiendo cualquier movimiento que pudiera ser mínimamente arriesgado, y por tanto haciendo que el resultado pierda gran parte de su gracia: esperemos que en este caso no la caguen y la continuación se parezca más a Las Dos Torres y El Retorno del Rey que a la insufrible trilogía de El Hobbit. La semana que viene, en el segundo y último capítulo de esta entrada, intentaremos identificar los temas principales de la historia, analizaremos por qué el horror de la novela y de la película resulta tan efectivo, y finalmente intentaremos averiguar si los descuartizamientos de la calle Sueca en el barrio de Russafa se han producido, igual que los ataques de Eso, a intervalos regulares de veintisiete años.



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