Hace dos semanas concluí mi entrada con una referencia a Cadena Perpetua y
el martillo de gemas de Andy Dufresne, y hoy quiero centrarme en otra
adaptación de una novela de Stephen King. Ya he mencionado alguna vez que voy poco al cine de estreno,
y que por razones de trabajo a menudo me resulta difícil acudir incluso a las
proyecciones del Aula de Cine, a la que (al menos sobre el papel) pertenezco.
En cualquier caso, cuando voy a las salas de estreno es porque estoy casi
seguro, tras leer algunas críticas y recopilar información, de que la película
en cuestión me va a gustar, y la del fin de semana pasado no fue una excepción.
Se trataba de la adaptación de It (en versión original), y me gustó tanto que decidí que
hoy os hablaría de ella. Os advierto de que la entrada incluirá algunos spoilers
tanto de la película como de la novela, en la que se narra la segunda parte de
la historia, así que si no la habéis leído os recomiendo que antes de seguir
vayáis al menos al cine a ver la peli; os aseguro que no os arrepentiréis.
It (Eso) es una novela de Stephen King publicada
en 1986 que transcurre en el pueblo ficticio de Derry, en el estado de Maine. Eso
es una entidad diabólica tan antigua como el Mundo, que habita las
alcantarillas y que se dedica a capturar y matar niños y adolescentes,
adoptando la forma de los temores de cada uno y alimentándose así de su miedo. El
aspecto que adopta más frecuentemente es el de Pennywise, el Payaso Bailarín,
aunque esa no es su verdadera forma. Las desapariciones de niños se producen
durante uno o dos años en ciclos de veintisiete años, y las fases en las que la
criatura despierta de su letargo suelen iniciarse y concluir coincidiendo con accidentes
o sucesos particularmente violentos en el pueblo, que los habitantes deciden después,
de forma tácita, olvidar o ignorar.
Los protagonistas de la historia son los siete integrantes del Club de los
Perdedores, liderado por Bill el Tartaja, que está obsesionado con encontrar y
destruir a Eso después de que su hermano pequeño Georgie muriese a manos de la criatura. Los otros miembros del
Club, fácilmente etiquetables pero a la vez muy bien desarrollados como
personajes, son Richie el gracioso, Eddie el asmático, Stan el judío, Mike el
negro, Ben el gordito y Beverly, la única chica. Hay dos líneas argumentales,
en dos fechas diferentes, que se van alternando en la narración. Por un lado se
nos describe el encuentro de los Perdedores con Eso en 1958, a los doce años,
creyendo que lo han vencido cuando en realidad solo lo fuerzan a hibernar
prematuramente; y por otra parte la conclusión de la historia, en 1985, rozando
ya todos los cuarenta años. En esta segunda ocasión, tras superar una extraña
amnesia que les había sobrevenido sobre los detalles del anterior encuentro,
los protagonistas conseguirán vencer al payaso definitivamente, aunque no sin
pagar un alto precio, ya que algunos de ellos se quedarán por el camino.
La novela es muy larga, de mil quinientas páginas por ejemplo en mi edición
de bolsillo (si se le puede llamar así), pero no se hace nada pesada. La leí
hace muchos años y recuerdo que además de entretenida era muy visual, con unas
descripciones muy claras… muy adaptable, en definitiva, para la televisión o el
cine. He de reconocer que cuando aparecieron los primeros trailers de la nueva
película me di cuenta de que se me habían olvidado muchos detalles de la novela
(justo igual que a los personajes de la historia), así que un par de días antes
del estreno aproveché que ponían por la tele la adaptación en forma de
miniserie y refresqué la memoria. Esta miniserie de dos episodios
del año 1990, con una duración total de tres horas y cuarto, tampoco es nada
del otro mundo: los efectos visuales y la banda sonora son muy pobres, a veces
hasta de risa, y los elementos más terroríficos están bastante suavizados para
que la calificación por edades no fuese demasiado estricta. Los actores, sobre
todo los niños, no lo hacen mal, pero lo más destacable (y lo que más ha
quedado para la posteridad) es la fantástica caracterización de Tim Curry
en el papel de Pennywise.
La casualidad ha querido que sea precisamente veintisiete años después de
aquella miniserie cuando llegue la primera adaptación de la novela para la gran
pantalla. El proyecto tardó bastantes años en gestarse, se había oído hablar de
él desde el 2009. En 2012 se suponía que Cary Fukunaga (director más tarde de
la gran primera temporada de True Detective)
iba a encargarse de dirigir la película partiendo de un guión que él mismo
escribió junto con Chase Palmer, pero en 2015 saltó la noticia de que
abandonaba el barco debido a diferencias creativas, por cambios en el guión que
se le exigían desde los estudios. Más adelante ese mismo año entraron en el
proyecto los hermanos argentinos Andy y Bárbara Muschietti,
el primero como nuevo director y la segunda como productora; ambos venían
avalados por la interesante Mamá,
película de terror de 2013 basada en un cortometraje anterior
del propio Muschietti. Gary Dauberman escribió una nueva versión del guión
introduciendo algunos cambios y el rodaje se llevó por fin a cabo en verano de
2016 en Toronto.
En la película se traslada el momento de la narración en el que los protagonistas
son niños al verano de 1989, centrándose solo en esa parte de la historia. De
esta forma se ha conseguido sacar partido de la nostalgia por los años ochenta,
tan de moda últimamente por ejemplo con series como Stranger Things (que por
cierto se inspira a su vez en Cuenta Conmigo,
adaptación cinematográfica del relato El Cuerpo de Stephen King, con lo que se
cierra de alguna forma el círculo). La peli tiene una duración de dos horas y
cuarto y, al igual que la novela, no se hace larga en ningún momento; parece ser que la edición en DVD incluirá, además de la versión de
cine, otra del director con unos quince minutos extra. El presupuesto de 35 millones de dólares,
relativamente reducido para este tipo de películas, se ha aprovechado hasta el
último centavo, porque el acabado visual es impecable; se nota que en muchos
aspectos se ha recurrido al ingenio más que al talonario
para superar los retos planteados.
El reparto, compuesto en su mayoría por actores poco conocidos, está perfecto
en mi opinión; no hay ni uno solo que desentone, y los siete niños
protagonistas están todos fantásticos. Igual de bueno es el trabajo del sueco
Bill Skarsgard (hijo del también actor Stellan), que lo tenía bastante difícil
para escapar de la alargada sombra de Tim Curry (muchos críticos han
hecho el típico chiste sobre “caminar con los zapatos” de Curry; en este caso
unos zapatos bastante grandes, dado el personaje en cuestión). Skarsgard sale
bien parado de la comparación, con algunas escenas que dan realmente mucho miedo,
destacando la del principio de la película… Conviene resaltar la rara capacidad
del actor para relajar los ojos de manera que uno de ellos se le va para fuera, sin necesidad de retoques por ordenador: de esa forma hay ratos en
los que parece que uno de los ojos está mirando a los niños y el otro mira
directamente hacia el público… Realmente inquietante.
Un par de detalles curiosos más: en primer lugar, hay una escena en la que
sale un payaso normal actuando en un parque del pueblo, que está interpretado
también por Skarsgard; y en otro momento de la película aparece una habitación
llena de muñecos vestidos de payaso, y uno de ellos es idéntico al Pennywise de
Tim Curry de 1990. Destacar también que algunas asociaciones de payasos se han
quejado de que el estreno de la película aumentaría los casos de coulrofobia,
haciéndoles perder contrataciones y por tanto dinero… Supongo que ya ocurrió
algo parecido con la publicación de la novela en los ochenta. En lo que a mí
respecta, os puedo comentar que últimamente me he encontrado varias veces, en
la zona de la Catedral y la Plaza de la Reina, a un hombre que va pidiendo
dinero con la cara mal pintada a guisa de mimo, que siempre va borracho y que a veces
se pone un poco agresivo a la hora de interpelar a los transeúntes… En
definitiva, una mala combinación, y ahora más que nunca; si antes le echaban
pocas monedas, supongo que a partir del estreno sus ingresos tenderán a cero, y
más de uno habrá que salga corriendo cuando se lo cruce.
La película se había concebido de manera que pudiese sostenerse sola en
caso de que no hubiera luz verde para rodar el segundo capítulo, pero dado el
gran éxito de público y la aparición de multitud de críticas
y análisis entusiastas en
Internet, esta continuación es algo que se da ya por hecho. Si todo va bien la
tendremos en los cines en unos tres años, y se centrará en la parte de la
historia en la que los Perdedores son adultos, con lo que transcurrirá más o
menos en nuestro presente. Supongo que, si la adaptación cinematográfica no se
aleja demasiado de la novela, en la segunda parte (o tal vez antes, en el
montaje del director de la primera) descubriremos que algunos de los
antagonistas (aparte de Pennywise, por supuesto) no estaban tan muertos como
podía parecer en un principio…
Tengo curiosidad por saber cuánta información adicional se nos dará acerca
de Eso en la segunda parte: de acuerdo con la novela es un ente que procede de
otra dimensión y que está en constante conflicto con otro llamado La Tortuga
(en la película se hacen un par de referencias tangenciales a ella). Estoy seguro
de que veremos la forma física más próxima a la verdadera esencia de Eso: en la
lucha final de la primera parte tenemos un rápido atisbo, cuando los brazos de
Pennywise se transforman durante un par de segundos en unas gigantescas patas
de insecto, como de mantis religiosa… Supongo que también aprenderemos más
cosas acerca de los Fuegos Fatuos, las luces que aparecen al fondo de la
garganta de Eso, y descubriremos que en realidad es hembra porque puede poner huevos.
Otro aspecto por el que tengo interés es el reparto de actores que interpretarán
las versiones adultas de los Perdedores… Y lo más importante de todo: veremos
si el guionista y el director consiguen conservar su independencia creativa y
mantener el mismo nivel de calidad y originalidad en la segunda parte. Ya se sabe
que cuando una película tiene mucho éxito todos los productores y los
ejecutivos de los estudios quieren meter mano en la continuación, impidiendo
cualquier movimiento que pudiera ser mínimamente arriesgado, y por tanto
haciendo que el resultado pierda gran parte de su gracia: esperemos que en este
caso no la caguen y la continuación se parezca más a Las Dos Torres y El
Retorno del Rey que a la insufrible trilogía de El Hobbit. La
semana que viene, en el segundo y último capítulo de esta entrada, intentaremos
identificar los temas principales de la historia, analizaremos por qué el
horror de la novela y de la película resulta tan efectivo, y finalmente intentaremos
averiguar si los descuartizamientos de la calle Sueca en el barrio de Russafa se han producido, igual que los ataques de Eso, a
intervalos regulares de veintisiete años.
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