Uno de los
personajes de la fantástica Pesadilla antes de Navidad
era el Doctor Finkelstein, el científico loco de la silla de ruedas que creaba
a Sally, la muñeca de trapo de tamaño natural,
con fines que no quedan del todo claros en la película… Ante la rebeldía de su
criatura y la imposibilidad de mantenerla encerrada y apartada del mundo
exterior, el científico tira la toalla con ella y se fabrica al final de la
historia otra compañera, una mujer similar a él en aspecto, a la que le trasplanta
la mitad de su cerebro… Esto me
lleva a intentar responder una de las preguntas que nos quedaban pendientes de
hace dos semanas: la de si lo que busco realmente es una persona con una mente
igual a la mía pero con cuerpo de mujer. Para algunas cosas es bueno que tu
pareja se parezca a ti, pero en otras es preferible que sea algo distinta para
que podáis complementaros el uno al otro; de este modo cada uno se puede especializar
en las tareas que se le dan mejor y hacerlas por el otro, habiendo una
negociación previa para que este intercambio sea equilibrado y justo, además de
eficiente.
¿En qué rasgos
me gustaría que mi pareja fuese distinta a mí? Por ejemplo, no me importaría que
fuese más inteligente que yo, siempre y cuando fuese además buena persona y no
me restregase por la cara su superioridad intelectual; de ese modo me serviría
como estímulo y me ayudaría a entender los conceptos y detectar los patrones más
difíciles para mí. Y desde luego me gustaría que tuviera mejor memoria que yo
para los detalles, cosa que no es muy difícil teniendo en cuenta lo despistado que soy.
Se me ocurren un par de detalles más que ya comenté de pasada en la primera
entrega de esta entrada: por una parte, hay muchas cosas que aprender y sobre
las que reflexionar en la Vida, y muy poco tiempo para ello, de forma que si
nuestros cuerpos de Conocimiento no se solapasen del todo podríamos ayudarnos
mutuamente a crecer desde el punto de vista intelectual. Y estaría bien que
ocurriese algo parecido con nuestro bagaje literario, cinematográfico o musical,
para poder descubrirnos el uno al otro pequeñas joyitas de las que no estábamos
al tanto; a través de sus ojos y sus oídos podría revisitar estas obras como si
fuera la primera vez, con una mirada fresca.
Más cosas… Se
puede decir que conservo la ilusión de la juventud, pero la mía es algo
selectiva. Me explico: cuantas más cosas aprendo, más me gusta este Mundo en
que vivimos pero menos un porcentaje importante de la gente que lo habita, que
no sabe apreciar su Belleza y dedica todo su tiempo y esfuerzo a chorradas… Me
gustaría que mi compañera tuviese algo más de esperanza que yo en cuanto al
futuro de nuestra Sociedad, para que me contagiase parte de su optimismo… pero
no contándome bonitas mentiras, sino argumentando sus ideas de manera razonada.
No me importaría que fuese un poco más aficionada al ejercicio físico que yo
(recalco: solo un poco); hacerlo
en pareja me resultaría más entretenido, y además estar en plena forma para el
sexo sería una buena motivación para de paso mantenerme más sano y tonificado.
En resumen, estaría bien cualquier ligera diferencia que me animase a mejorar yo mismo, bien en lo físico o en lo intelectual.
Antes
hablábamos del cerebro del Doctor Finkelstein, lo cual me permite enlazar con
otro de los detalles en los que he reparado escribiendo la entrada. La primera
entrega estaba más ligada con lo
intelectual, lógico y analítico; la segunda, con lo creativo, intuitivo y
emocional; y la tercera, con lo social, físico y fisiológico. La conclusión es,
por lo tanto, que me encantaría encontrar una mujer que me cautive en mente,
alma y cuerpo, es decir, que conecte conmigo intelectualmente, emocionalmente y
físicamente. Aunque en los últimos años se ha puesto seriamente en duda
que esta división de tareas sea tan clara, siempre se ha relacionado el
hemisferio cerebral izquierdo con nuestra parte racional y el derecho con la creativa,
mientras que la parte interna, la más primitiva, heredada de nuestros ancestros
los reptiles y protomamíferos,
tiene más que ver con las pulsiones, los instintos y la reproducción… Lo que
nos permite reformular la conclusión anterior en términos neurofisiológicos: lo
que quiero es encontrar una mujer que estimule todas las partes de mi cerebro.
¿Todas por igual? Recordemos que la lista de las características más
importantes a la que llegamos hace una semana
era: buena, inteligente, compatible, estable y divertida (en cuanto a la
mente), añadiendo las de guapa y sana (en cuanto al cuerpo). Para simplificar,
supongamos que estos dos últimos rasgos ocupan los puestos 6 y 7 por orden de
importancia, aunque alguno de ellos, o ambos, podrían pasar por delante del de
divertida. ¿Cuál sería una posible manera de usar este sistema para decidir si
una mujer me conviene o no, o incluso para comparar a dos conocidas y saber
cuál me conviene más? En primer lugar, hay que dejar claro que la respuesta en
cada una de estas siete categorías no es binaria,
no es un Sí o un No, sino que hay distintos grados; podríamos asignar a cada
una un número entre 0 y 10, por ejemplo.
Para calcular la valoración total de esa persona (vuelvo a recalcar que
esto serviría también para hombres) multiplicaríamos cada valoración individual
por un factor corrector (o factor de peso) que sería siempre más alto para los
primeros rasgos de la lista y algo más bajo para los últimos; y después sumaríamos
los siete números resultantes. Tenemos así descrita a esa persona con un solo
número, pero ojo, en este caso no se trata de algo ofensivo y denigrante
porque no se limita exclusivamente al aspecto físico, sino que intenta tener en
cuenta todas sus cualidades… Tampoco podemos decir que vaya a ser una fórmula
infalible, porque la forma de ser de una persona es difícil de describir
científicamente, y en cada caso particular pueden surgir detalles subjetivos
que nos hagan modificar nuestros factores de peso hasta el punto de cambiar el
orden de las siete características; pero supongo que esta burda aproximación
será mejor que nada.
Sigamos
hablando de las relaciones que hay entre la Belleza interior y la apariencia
física. Ya comentamos en una ocasión
que es alucinante la gran cantidad de mujeres atractivas a las que te gustaría
conocer mejor cuando las ves por la calle y sin embargo el bajísimo porcentaje de ellas con las que te gustaría convivir
una vez las has conocido bien. Es como si la mayoría de las guapas se hubieran
acostumbrado a que todos les hagan caso y se hubieran vuelto unas engreídas, o
como si hubieran empleado todo su tiempo en estar atractivas en lugar de
aprender cosas de más provecho y hacerse más inteligentes. Haciendo un símil
laboral, muchas pasan la primera criba pero después de todas las pruebas y
entrevistas de trabajo parece que no haya casi ninguna apropiada para el puesto… ¡Es tan fácil tener buena pinta
por fuera (sobre todo cuando eres joven) y sin embargo tan difícil ser íntegra,
compatible e interesante por dentro! Y las guapas que además lo son, como dije
la semana pasada, ya están todas emparejadas.
Decía Henrik
Ibsen, dramaturgo y poeta noruego, que la Belleza es el acuerdo entre continente
y contenido. ¿Quiere esto decir que las únicas mujeres con auténtica Belleza
son las que combinan buenas cualidades interiores con un gran atractivo físico?
En mi opinión, esas desde luego tienen Belleza con mayúscula, pero no son las
únicas; desarrollemos esta idea. Con las chicas menos despampanantes ocurre, no
siempre pero sí más a menudo, que cuando llegas a conocerlas mejor descubres
que son menos superficiales, menos presumidas y menos centradas en ellas
mismas. También comentamos una vez en el blog
que hay mujeres que a primera vista resultan del montón pero te van pareciendo físicamente más guapas a medida que las vas
conociendo y descubres otros detalles que te gustan de ellas. La percepción
subjetiva que se tiene del aspecto físico de una persona depende en gran medida
de las cualidades no visibles de la misma; es decir, la Belleza interior modifica el atractivo exterior
percibido. De hecho, a muchas de mis amigas las
saludo llamándolas Guapa no solo porque sean atractivas, que bastantes de ellas
lo son, sino porque además son Guapas por dentro, porque tienen cualidades
interiores que aumentan su Belleza: de ahí la mayúscula de Guapa, que utilizo a
menudo al empezar o acabar un e-mail o un SMS (podéis ir a los mensajes
antiguos de vuestros buzones y comprobarlo, chicas).
¿Cómo se puede maximizar esta influencia de la Belleza interior en la
apariencia externa, cómo lograr que tu cara sea el espejo de tu alma si no eres
especialmente guapa? La clave está en saber aceptarte como eres y no sentirte insegura por
tu aspecto, en entender precisamente que tu verdadero atractivo está por
dentro, que radica en tu manera de ser, de pensar, de hablar y de actuar. Una
mujer buena e inteligente por dentro pero cuya expresión facial y corporal
indiquen que está acomplejada por su aspecto tendrá una Belleza interior que
tal vez solo unos pocos empiecen a detectar al cabo de un tiempo… Una mujer
buena e inteligente que por fuera se sienta tranquila y orgullosa de serlo dejará
traslucir su Belleza interior de manera mucho más patente, aunque su cara o su
cuerpo no sean los de una modelo. La clave está en no obsesionarte tratando de
aparentar lo que no eres, en aceptarte a ti misma y mostrar abiertamente tu
atractivo interior; en no preocuparte de lo que piense la gente superficial que
te cruces por la calle, sino de lo que pienses tú misma y los amigos que te
conocen bien y te valoran tal y como eres…
Bajo esta perspectiva, la máxima de Henrik Ibsen se podría
reinterpretar diciendo que las mujeres que son hermosas por dentro y que además
lo exteriorizan por fuera, con la expresión de su cara y la seguridad de sus
movimientos (la famosa energía firme y tranquila) también son un ejemplo de
compatibilidad entre continente y contenido, entre forma y fondo, y por tanto
también poseen verdadera Belleza.
Mientras lo
externo puede decaer o desaparecer con el Tiempo, la Belleza interior puede mantenerse,
con suerte, durante toda la Vida, siendo la clave para una relación bonita, fructífera
y duradera. Por eso, a la hora de decidir con quién compartiría el resto de mi Vida, prefiero las personas
interesantes a largo plazo y no solo en el primer vistazo… Y de igual forma espero
que funcione en el sentido inverso: me gustaría que la mujer que me escogiese
como compañero lo hiciera pensando en mi software y no en mi hardware
(cosa por otra parte relativamente lógica en mi caso, al menos mientras no haga
públicas mis medidas íntimas, que
no están nada mal… pero eso ya es otro tema, no nos desviemos).
Como ya os
comentaba en la anterior entrega, tardé muchos años en encontrarme a mí mismo, y
por eso ahora me resulta más difícil encontrar pareja. Conocer a alguien cuesta
mucho más que simplemente echar un vistazo y llevarse una primera impresión:
por eso los que intentamos hacerlo bien nos comemos muchas menos roscas que los
demás, lo cual nos priva de algunos placeres a corto plazo pero creo que es
mejor en promedio a largo plazo, tanto a nivel de estrés como de autoestima. Espero encontrar algún día a una mujer con una gran
Belleza interior cuyos matices hayan pasado desapercibidos para el resto de la gente, y que a la vez sepa
percibir mi propia Belleza interior hasta el punto de llegar a parecerle un
hombre realmente atractivo también por fuera: una de las mejores cosas que te
pueden pasar en la Vida es que ames a alguien y ese amor se vea correspondido.
Soy paciente en mi búsqueda porque sé que estas cosas requieren su tiempo si te
propones hacerlas bien; me viene a la cabeza esa expresión de lograr tu
objetivo “a base de pico y pala”,
es decir, con esfuerzo y perseverancia. Sé que al final lo conseguiré, aunque
tarde años, igual que Andy Dufresne en la prisión de Shawshank, cavando un
túnel de escape tras el póster de Rita Hayworth con su pequeño martillo de gemas.
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