Esta es una entrada múltiple sobre la percepción del paso del Tiempo en el
cine que me rondaba por la cabeza desde hace bastantes meses, y me apetecía
mucho tener las horas necesarias para prepararla como es debido. Tengo un
montón de cosas que comentar, así que habrá como mínimo cuatro entregas, tal
vez cinco. En las primeras me concentraré en la trilogía cinematográfica
formada por Antes del Amanecer (1995), Antes del Atardecer (2004) y Antes del
Anochecer (2013), dirigidas por Richard Linklater
y con Ethan Hawke y Julie Delpy en los papeles protagonistas. En su día, aunque
recuperaron la inversión hecha, no tuvieron demasiado éxito de taquilla, pero las críticas fueron muy buenas y
con el tiempo se han convertido en auténticas películas de culto. El año pasado
salió una edición especial de la trilogía
en Blu-Ray, muy cuidada y con muchos contenidos extra. Acabo de ver las tres
películas en tres días consecutivos, tomando muchas notas, y me dispongo a
empezar aquí mi análisis personal de los pequeños detalles y las conexiones que
hay entre ellas. Por supuesto, os aviso de que habrá muchos spoilers, así que
si no las habéis visto o aún os falta alguna, os recomiendo que disfrutéis de
ellas primero y luego volváis aquí para sacarles aún más jugo. Podéis verlas a
un ritmo de una por semana, que es el que yo seguiré en el blog.
Empecemos con Antes del Amanecer,
que vi tal vez dos o tres años después de su estreno por la tele, de noche en
La 2, y que me encantó. El guión lo escribió Linklater con Kim Krizan, para
equilibrar los puntos de vista masculino y femenino, y estaba basado en una
experiencia real del propio Linklater con una mujer llamada Amy Lehrhaupt
a la que conoció casualmente en una tienda de juguetes en Filadelfia en 1989.
Los jóvenes actores Ethan Hawke y Julie Delpy, que fueron escogidos después de
un arduo casting, no recibieron crédito como guionistas porque la idea inicial
no había sido suya, pero contribuyeron con muchos cambios a sus diálogos. La
película dura una hora y media, transcurre en Viena y, aunque se estrenó a
principios de 1995, la acción se sitúa en la tarde del 16 de junio de 1994.
La primera imagen es un plano de las vías del tren en movimiento (tal vez representando
el paso inexorable del Tiempo). Dentro del tren hay una pareja de unos cuarenta
años discutiendo en alemán con
acento austriaco. No los entendemos y no hay subtítulos pero, por si tenéis
curiosidad, el hombre comenta de forma casual y sin apartar la vista del
periódico que hay una noticia que habla de ella: “El número de mujeres adictas
al alcohol asciende a 70.000”. La mujer le replica que el alcohólico es él, a
lo que él responde que tal vez sea porque llevan quince años juntos. La pelea
parece ir para largo, así que Céline (Julie Delpy)
se cambia de sitio para poder leer su libro más tranquila, y gracias a eso conoce
a Jesse (Ethan Hawke). Ambos son
estudiantes de veintitantos años. Ella es de París y vuelve de visitar a su
abuela en Budapest. Él es americano y su francés está bastante oxidado, así que
se ponen a hablar en inglés.
Ella le comenta que ha leído en algún sitio que al llegar a la madurez las
parejas desarrollan una sordera selectiva: los hombres a las frecuencias agudas
y las mujeres a las graves; así la Naturaleza evita que acaben matándose unos a
otros. Esto da pie a que sigan conversando durante un rato. Están llegando a
Viena, así que él le dice que es una chica muy agradable y la anima a hacer una
locura: bajar del tren y compartir el día con él hasta que tenga que coger su
avión de vuelta a América. Ella no está muy convencida, pero entonces él le
habla de su versión futura, en diez o veinte años, casada y algo decepcionada con
su pareja, preguntándose qué habría ocurrido si hubiese aceptado el
ofrecimiento de aquel atractivo extraño del tren. Le dice que se imagine que
tiene la posibilidad de viajar atrás en el Tiempo
y averiguarlo, y al final ella, pensando que además de atractivo es gracioso y
muy ingenioso, se anima a aceptar la invitación.
Estas tres películas no se apoyan en la acción sino en el diálogo,
con largas tomas que siguen a Jesse y Céline mientras pasean y conversan (hay
planos-secuencia de hasta once minutos sin un solo corte, en la segunda entrega).
En esta primera parte aparecen brevemente personajes secundarios como un par de
actores de teatro, una mujer que les lee el Futuro en las líneas de la mano y
un poeta callejero que les escribe un poema a cambio de unas monedas
(y que acierta bastante más que la pitonisa, todo sea dicho), pero la mayor
parte del metraje consiste en ellos dos hablando en un tranvía, un cementerio, la
feria, una iglesia, la orilla del río Danubio, un par de pubs, una explanada en
un jardín…
A medida que avanza la película nos vamos enterando de que Céline lleva
seis meses sin pareja, y de que Jesse descubrió hace dos semanas en Madrid que
su novia de estancia allí se había convertido de forma imprevista en su exnovia,
con lo que desde entonces ha estado visitando por su cuenta varias capitales
europeas. Poco a poco va quedando claro que hay una atracción mutua entre
ellos. Hay una escena muy bonita en la que entran en una cabina de escucha de
una tienda de discos a poner un vinilo y mientras suena la canción sus miradas
van pasando del vacío a la cara del otro
cuando este no mira. Otra escena preciosa es la de su primer beso en la noria
a la caída del Sol, con esos maravillosos segundos previos en los que ambos se
mandan señales muy claras y podemos disfrutar anticipando el momento… Cada vez
que la veo esta escena me trae muy buenos recuerdos
de mis propias experiencias del Pasado.
Los temas de conversación de la pareja son muy variados pero siempre
inteligentes… Hablan por ejemplo de que no usamos bien el tiempo
que nos ahorran las nuevas tecnologías. También de lo efímero de nuestra existencia,
de la certeza de que hasta los recién nacidos morirán algún día, de que fluimos
como ramas llevadas río abajo… Y de que el amor eterno no existe, solo
permanece eterno el que no llega a consumarse, y sin embargo ¿acaso no está
todo lo que hacemos en la Vida encaminado a que nos quieran un poco más?
Hay una reflexión de Céline que me gusta mucho, en relación con la verdadera
conexión entre dos personas: si existe un Dios seguramente no está en uno o en el
otro, debe estar en el espacio que hay entre ambos, la verdadera trascendencia
radica en llegar a comprender algo importante que otra persona intenta
compartir contigo.
Cuando la noche está ya bien avanzada deciden no darse los teléfonos ni
volverse a ver, para no ensuciar los buenos recuerdos de ese único día juntos. Él
pide prestada una botella de vino al dueño de un bar mientras ella roba dos
copas. Tumbados en el césped de un parque, entre sorbo y sorbo de vino apurando
las últimas horas antes del amanecer,
ella le dice que prefiere no hacer el amor, que no quiere que años después el
relato de lo que pasó esa noche se reduzca solo a eso, a la francesita a la que
Jesse consiguió tirarse en Viena. Sin embargo la pasión entre ambos es patente.
Poco a poco las palabras dan paso a las caricias y los besos. Me encanta la forma en que ella
le ofrece su lengua cada vez que sus bocas se juntan… Y aquí hay una elipsis narrativa.
¿Al final hacen el amor en el parque o no? Queda sugerido, pero no se nos
muestra.
Ya por la mañana, en el andén del tren, y en vista de la conexión tan única
y especial que han experimentado, se arrepienten de lo dicho horas antes y
consideran la posibilidad de volverse a ver. Ella le dice que podrían quedar
allí mismo cinco años después, pero les parece demasiado tiempo, sería como realizar
un experimento sociológico. Al final acuerdan reunirse en ese andén justo a los
seis meses, pero no intercambian teléfonos ni otros datos aparte de sus nombres
de pila para no estropear la magia de aquella noche.
Se abrazan, se besan por última vez y se separan. El sueño ha terminado, han vuelto
al Tiempo real. Contemplamos uno por uno los escenarios vacíos por los que ambos
fueron pasando durante el último día. Los vemos sentados, ella en
el tren a París y él en el autobús que lleva al aeropuerto, ambos cerrando los
ojos, recordando los buenos momentos de ese breve encuentro y sonriendo
plácidamente… Fin. La película me
gustó mucho, me pareció muy romántica y a la vez muy inteligente, y me dejó con
ganas de saber cómo continuaría la historia. ¿Cumplirían su promesa, volverían
a Viena al cabo de seis meses? Hablaremos de ello la próxima semana.
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