Hace unas semanas, preparando para el blog la entrada acerca del dinero,
me llamó la atención la gran cantidad de opciones que se me presentaron a la
hora de escoger una canción relacionada con el asunto. En otras ocasiones las
he pasado canutas intentando encontrar un solo tema acerca de ser fiel a tus
principios, o alcanzar el punto justo de equilibrio, o sobre la emoción de
ampliar tus conocimientos, o sobre la humildad que produce ser consciente de la
vasta inmensidad del Tiempo y el Universo, con la correspondiente gratitud por simplemente
estar vivo… Casi imposible dar con algo decente.
Sin embargo cuando se trata de billetes no hay ningún problema: ya he usado aquí
muchas canciones sobre el tema en el pasado (de Dire Straits, Pink Floyd,
Extreme, Madonna…) y alguna otra me la reservo para más adelante, pero hay tantas
que he pensado en confeccionar una entrada aparte con una selección de diez de
ellas que me gustaran musicalmente (Con esta última condición queda descartado
cualquier tema de rap, hip-hop o reguetón, aunque mira que a esa gente le gusta hablar de la pasta…).
Así que aquí las tenéis.
Aquí tenéis la segunda parte de mi selección de fotografías tomadas en un
agradable paseo por La Punta, al sudeste de Valencia. En este caso las fotos corresponden
a los alrededores de la iglesia de la Purísima Concepción y al camino de vuelta
hacia casa, con el Sol acercándose poco a poco al horizonte y bañando los
campos de una preciosa luz dorada…
Espero que las disfrutéis tanto como yo disfruté aquel paseo.
Una tarde soleada del pasado mes de junio salí de casa y me puse a pasear
sin rumbo fijo, para desconectar del estrés del trabajo. Huyendo del ruido del
centro, me dirigí desde Russafa hacia la Fonteta de Sant Lluís,
siguendo el trayecto de la línea 7 de autobús, y una vez en la iglesia de San
Luis Bertrán me llamó la atención lo bonitos que estaban los campos de La Punta, hacia el este, así que
salí de la ciudad y me puse a recorrer a paso muy tranquilo la calle Mossén
Palanca. Cruzando la carrera de la Font d’en Corts, seguí por la carretera de
Rochs y después giré a la izquierda en el camino del Caminot. Siguiendo la
avenida Jesús Morante Borrás crucé por debajo de la V-15, y después seguí unos
pocos metros el camino del Valladar hasta el paso elevado que franquea las vías
del tren, dando a la iglesia de la Purísima Concepción.
El tiempo se me había pasado volando, así que para no acabar muy lejos de
casa dirigí mis pasos de nuevo hacia la ciudad, aunque sin demasiadas prisas.
Decidí volver usando el paso elevado del tranvía que debía llevar hacia Nazaret y que por culpa de
la crisis no se ha llegado a inaugurar nunca, como tantas otras cosas.
No es una zona demasiado bonita, pero fue allí donde celebramos hace años uno
de los Desayunos con Viandantes
y me apetecía rememorar los viejos tiempos (Por cierto, ahora recuerdo que
también hicimos otro Desayuno en la iglesia de la Fonteta)… Así que seguí la
carretera CV-5010 hasta cruzar por debajo del paso elevado y después tomé la
calle Barraques del Figuero hasta su extremo este, paseando entonces por arriba
en dirección contraria. El resto del trayecto, con el Sol cada vez más bajo,
fueron prácticamente tres líneas rectas, por la calle Eduardo Primo Yúfera (que
bordea la Ciudad de las Artes y las Ciencias), la calle Antonio Ferrandis (que
sigue teniendo huertas a la parte izquierda) y de nuevo la carrera de la
Fonteta de Sant Lluís, en dirección hacia la zona centro… Unos diez kilómetros
en total que se pueden hacer en dos horas, aunque yo empleé tres, por ir con
más calma.
Los caminos de La Punta me gustaron tanto que el pasado dos de julio hice
de nuevo el mismo recorrido llevando mi cámara y sacando fotografías de los
detalles que más me llamaron la atención la primera vez. Para que la luz del Sol
fuese más o menos la misma salí a una hora similar, poco antes de las siete de
la tarde, y volví a casa a eso de las diez. Hice en total unas doscientas
fotos, de las cuales he seleccionado las mejores cincuenta, que voy a colgar en
el blog en dos entregas: aquí tenéis la primera. He decidido dejarlas en el
mismo orden en que las tomé, para que podáis haceros una idea más clara de cómo
fue el paseo. A los que viváis en Valencia os recomiendo de verdad esta zona; es
estupenda para caminar tranquilo y disfrutar de nuestra querida Huerta
sin necesidad de irse muy lejos… De hecho, es asombroso tal contraste en el
paisaje a tan poca distancia de la ciudad; un contraste que de vez en cuando se
agradece de veras. Me pregunto si los caballos y los perros detrás de las
rejas, o las aves que sobrevuelan estos campos,
son conscientes de las prisas, el caos, el ruido y el tráfico que reinan a tan
solo unos pocos cientos de metros.