lunes, 25 de junio de 2018

El Enigma de la Mujer Sin Rostro (II)


La semana pasada estuvimos hablando de cómo Sia Furler comprendió allá por 2011 que no quería exponerse tanto al público, tomando en 2014 la decisión de no aparecer en sus vídeos y ocultar su rostro en los directos para poder conservar en mayor medida su anonimato y tener más libertad en su vida privada. Sia no es el único caso: en el mundo de la música tenemos entre otros al duo francés Daft Punk o al virtuoso de la guitarra Buckethead, y en el campo del arte urbano hay innumerables ejemplos… La diferencia radica en que los Daft Punk y algunos graffiteros como Banksy decidieron ocultar sus rostros casi desde el principio de su actividad pública, mientras que la cantante ya llevaba años dando conciertos y grabando vídeos cuando tomó esta decisión, y todo lo que está en Internet es imposible de borrar. Yo mismo tuve la duda de si poner aquí fotos que mostraran claramente su cara, pero me di cuenta de que no es para tanto, que cualquiera interesado en el tema puede resolver el misterio con una búsqueda rápida de “Sia Furler” en Google Imágenes…

Creo que la clave radica precisamente en esto: solo los que estén realmente interesados se molestarán en hacer la búsqueda y, conociendo el deseo de la artista de ser estrella del pop solo a tiempo parcial, comprenderán que lo mejor para ella es no ayudar a divulgar este secreto a voces, que es preferible guardar ese conocimiento para uno mismo como si fuera un tesoro. De este modo la australiana se asegura de que aunque sus vídeos tengan millones de reproducciones en Internet casi nadie la va a reconocer cuando se crucen por la calle, y los pocos a los que les suene su cara, si son verdaderos fans, la dejarán tranquila o simplemente le dedicarán una sonrisa y un “Hola” o un “Buenos días”.




Relacionemos todo esto con el uso por mi parte de un seudónimo en el blog. En una antigua entrada dejé esbozados los motivos por los que no pongo fotos mías, ni doy mis apellidos, ni hablo de mi trabajo aquí. Suele decir el refrán que “Donde tengas la olla no metas la…” bueno, vosotros ya me entendéis… En otras palabras, que es mejor no mezclar lo personal y lo laboral, para no crear tensiones innecesarias. En el caso de La Belleza y el Tiempo yo estoy muy orgulloso de todo lo que cuento en las entradas, pero considero que en particular mis opiniones políticas y los detalles sobre mi vida sentimental son algo que es mejor no compartir con según qué personas en mi lugar de trabajo… Mis apellidos serían una referencia muy fácilmente localizable con unas simples búsquedas en Internet, y por eso aquí se me conoce simplemente como Kalonauta, el Navegante de la Belleza.

Últimamente el número de visitas es alto, así que estoy seguro de que muchos de los que me leéis esporádica o habitualmente no conocéis mi identidad; pero casi todos los que escribís comentarios sabéis perfectamente cómo me llamo y a qué me dedico. De hecho, algunos de los que me seguís conocéis (aunque los lazos no sean muy estrechos) a gente de mi trabajo, así que estamos hablando de un equilibrio muy, muy delicado que sin embargo se ha mantenido hasta ahora; ocurre como con esos secretos de los famosos, los políticos o la realeza (Que si este tiene una amante, que si el otro es gay y no quiere que se sepa, que si el de más allá defrauda a Hacienda…) que conoce bastante gente y pasan de boca a oreja pero sin embargo, por algún extraño código de silencio, nunca llegan a los medios de comunicación de masas.

Como en el caso de Sia, algunos de mis datos son un secreto a voces, algo oculto a la vista de todos: a más de uno se le ha escapado en los comentarios que me llamo Juan, y yo mismo os he contado que vivo en Valencia, España, y con el tiempo he ido concretando incluso más, hablando de la zona de Russafa. Además, leyendo mis textos se podría deducir que mi profesión tiene mucho que ver con el Conocimiento… ¡Más claro, agua! Mejor dejo de hablar, que ya estoy dando demasiadas pistas.




Una segunda razón por la que, una vez tomada la decisión de usar seudónimo, me gusta contar cosas a veces muy personales y al mismo tiempo mantener oculta mi identidad es que la gente que se interese por el blog será capaz de ver más allá de lo superficial (es decir, si soy guapo o feo) y centrarse en el contenido, que es lo importante. Si Sia puede vender discos por su voz y por su música, sin que la gente le vea la cara, ¿acaso no puedo yo recibir visitas y comentarios sin necesidad de mostrar la mía?

Los lectores y lectoras curiosos que queráis saber algo más sobre mí estaréis movidos por un interés genuino en mi forma de pensar (esa conexión de la que hemos hablado otras veces), y ya solo por eso seréis más dignos de confianza, con lo que no tendría problema en contaros más cosas si me mandáis un e-mail por privado, e incluso enviaros una foto mía para que veáis que además de tener ideas interesantes soy un tío físicamente normal tirando a resultón. Si os gusta lo que escribo y queréis conocer al verdadero Juan, ahora ya sabéis que no es una tarea tan difícil, del mismo modo que los auténticos fans que se esfuercen por resolver el enigma de la mujer sin rostro llegarán a conocer a la verdadera Sia, a la Sia sin adornos y sin máscaras, y seguramente serán más de fiar a la hora de guardar el secreto simplemente por haberse tomado la molestia de tirar del hilo.



lunes, 18 de junio de 2018

El Enigma de la Mujer Sin Rostro (I)


La semana pasada os hablaba de la cuota que pago a Oxfam Intermón para ayudar a que haya un poco más de justicia e igualdad entre continentes, y escribiendo sobre la gente que tiene problemas de verdad me vino a la cabeza uno de mis discos favoritos de Sia, artista que descubrí hace tiempo por una interpretación en directo de Chandelier en la que participaba Kristen Wiig, pero a la que he llegado a conocer de verdad en las últimas semanas, escuchando varias de sus canciones de forma casi compulsiva. Hoy hablaremos de su trayectoria musical y de su historia personal, relacionándola la semana que viene con mi propio caso.

Sia Furler es una cantante y compositora australiana, más concretamente de Adelaida. Su madre era profesora de arte y su padre, músico en distintas bandas, estuvo ausente desde que ella tenía unos diez años. En activo desde mediados de los años noventa, grabó su primer disco, OnlySee, en un garaje en 1997, a los veintipocos. Ese mismo año su novio Dan Pontifex murió atropellado por un taxi en Londres, justo una semana antes de que ella se mudara allí con él; animada por otros amigos se mudó de todos modos, pero desde entonces hasta 2003 pasó una fase de depresión, alcohol y drogas. Algunas de las canciones de su disco Healing is Difficult, de 2001, hablan de esta mala época. Durante este tiempo también trabajó cantando para grupos como Jamiroquai o Zero 7. En 2004 se muda a Nueva York y publica el álbum Colour the Small One, uno de cuyos temas, Breathe Me, se utiliza al año siguente para la escena final de la estupenda serie A Dos Metros Bajo Tierra, lo que hace que su nombre resulte cada vez más conocido y que pueda realizar varias giras con éxito.




En 2008 publica el disco del que os hablaba, Some People Have Real Problems, que contiene temazos como The Girl You Lost to Cocaine. Sia tiene una voz maravillosa que controla a la perfección tanto en matices como en potencia, y sus directos (nunca hace playback) suenan alucinantes, a veces mejor que en el disco; recuerdo por ejemplo una actuación suya en El Show de David Letterman interpretando Soon We’ll Be Found (lenguaje de signos incluido) que me pone la piel de gallina cada vez que la oigo. Una de sus características principales es la de ser auténtica, natural, espontánea, la de no ajustarse a los cánones. Con su aspecto desaliñado y algo tosco (ha declarado abiertamente su bisexualidad y entre 2008 y 2011 estuvo saliendo con la también música y compositora JD Samson) no es la típica chica guapa, pero su forma de ser tiene algo especial que a mis ojos la hace muy sexy.

Resulta curioso que, por lo que vemos en los directos disponibles en la Red, en los huecos entre canciones parece una persona frágil, tímida, nerviosa (empezó a beber a los 17 para calmar los nervios antes de sus primeros conciertos), adorable, inocente, casi infantil; y sin embargo en cuanto se concentra para empezar a cantar se pone mucho más seria, como si fuera una persona distinta. Esta espontaneidad y esta inocencia se trasladan también a sus vídeos, que resultan muy originales y divertidos, y a veces también fascinantemente incómodos por la ausencia de prejuicios inherente a su concepción. En 2010 publica su álbum We Are Born, con singles como You’ve Changed o Clap Your Hands, y sigue haciendo más giras por varios continentes. He de reconocer que personalmente prefiero sus canciones alegres y marchosas a las baladas más suaves, y especialmente los singles de este álbum y el anterior me gustan más que la mayor parte de lo que ha hecho después.




Allá por 2011 Sia empezó a sentirse incómoda con su fama y la falta de privacidad asociada; por ejemplo, ella misma ha dicho en entrevistas que un día la interrumpió un fan que quería sacarse una foto mientras una amiga le estaba contando que tenía cáncer. A esta situación se sumó su ruptura con JD Samson. La parte pizpireta, infantil y juguetona de su personalidad que asomaba entre canciones había desaparecido, al menos temporalmente, y no quería que el público se diera cuenta de ello, lo que la hacía sentir aún peor. Sufrió algunos ataques de pánico y encima tuvo un problema de tiroides que inicialmente fue mal diagnosticado. Tuvo otra mala temporada con el alcohol y los calmantes y en un par de ocasiones hasta llegó a considerar la posibilidad del suicidio… Aquí es donde te das cuenta de que la cara pública de un artista no siempre es un fiel reflejo de su vida personal: puede ocurrir que la primera sea muy hermosa y la segunda sea horrible. Creemos que conocemos a los artistas y no es así, solo vemos la cara de la moneda y nos olvidamos de que hay una cruz.

Aparentemente Furler ha tenido siempre una gran facilidad para componer letras con rapidez, así que sobre todo entre 2011 y 2013, para apartarse de los focos mediáticos, se dedicó a escribir canciones para otras artistas como Christina Aguilera (Bound to You), Beyoncé (Pretty Hurts), Kylie Minogue (Sexercise) o Rihanna (Diamonds). También participó en colaboraciones puntuales prestando su voz para temas de otros artistas como David Guetta (aunque al principio no le gustó demasiado que el DJ francés usara de forma imprevista una demo suya para la versión definitiva de Titanium). Estas canciones eran algo más convencionales que sus temas anteriores, pero algunas de ellas fueron auténticos bombazos, y los cheques que le llegaban servían para pagar las facturas sin tener que aparecer en público.




En 2014 Sia saca a la venta 1000 Forms of Fear, un LP con letras algo más personales y oscuras del que se extrae el famoso single Chandelier, gracias al cual tomé contacto con su trabajo. Tanto en el correspondiente vídeo como en los de Big Girls Cry y Elastic Heart la protagonista es la bailarina de doce años Maddie Ziegler, que hace de alter ego de la cantante porque a partir de este álbum Furler decide no salir en los vídeos ni hacer giras, y acuerda con la discográfica que no tiene por qué dar entrevistas. La peluca rubia que lleva la niña (más adelante será bicolor, al estilo Mónica Naranjo) es como un avatar: quien quiera que la lleve puede representarla a ella en los vídeos. Y aunque las letras sean más adultas, la espontaneidad y libertad en el baile de Maddie está muy en la línea de esa inocencia tan típica de Sia.

Cuando interpreta canciones en directo en algún programa o gala oculta su rostro con una peluca más larga, o canta de espaldas al público, mirando a la pared, mientras es otra persona la que baila e interpreta siendo el centro de atención. Solo esconde su cara en las multitudes a la puerta de los eventos o mientras las cámaras están apuntando, y luego se quita la peluca para ser de nuevo una más, para ser de nuevo ella misma. De este modo intenta mantener cierto grado de anonimato y de intimidad, que menos gente conozca su aspecto físico para poder pasear tranquila por la calle sin que se vaya comentando qué ropa lleva, si ha ganado un par de kilos o si va sin maquillar. Curiosamente, el truco de la peluca ayudó a ocultar su cara y a la vez a dar mayor visibilidad a su nombre y a su música. En el terreno personal, entre 2014 y 2016 estuvo casada con el documentalista Erik Anders Lang, aunque la cosa no acabó de funcionar.




En principio había sacado 1000 Forms of Fear para cumplir su contrato con la discográfica, y tenía pensado seguir trabajando solo como compositora a partir de entonces, pero el gran éxito del disco la animó a publicar en el 2016 otro álbum titulado This Is Acting, con temas que había escrito con otros artistas en mente y que estos no habían llegado a utilizar. Por ejemplo, el tema Alive había sido escrito para Adele pero al final la británica lo descartó aduciendo que sonaba demasiado a “canción de Sia”. La danza sigue siendo un elemento importante en muchos de sus vídeos y sigue colaborando a menudo con Maddie Ziegler en esta fase… Algunos han planteado en redes sociales si no es algo hipócrita por parte de Furler poner a la niña bajo todos los focos para salvaguardar su propia privacidad, a lo que ella responde que Maddie ya había participado en concursos televisivos de danza cuando la conoció, que siempre intenta cuidar de ella y tomar las decisiones correctas para su futuro, y que a menudo le pregunta si se encuentra cómoda con esta exposición mediática; en el momento en que no lo esté Maddie será completamente libre de terminar con la colaboración artística que mantienen.

En esta época Sia dio sus primeros conciertos en directo desde 2011, eso sí, con la peluca en la cara y al fondo del escenario, poniendo “la banda sonora” en lugar de ser la protagonista absoluta, mientras la atención visual se centraba en Ziegler y los otros bailarines, o en los vídeos pregrabados que se sincronizaban con la performance… Era una apuesta arriesgada, algo que no se había visto antes, pero las críticas fueron muy buenas. Y el hecho de que gran parte del público desconozca la identidad o el pasado de la cantante ayuda a abordar sin prejuicios la experiencia estética de los vídeos o las performances, valorando su creatividad por encima de la cercanía de la intérprete, lo que ayuda a juzgar su calidad de manera más objetiva; así la propia artista se obliga a esforzarse para que cada nuevo trabajo sea original y novedoso.




El pasado noviembre Sia publicó otro disco titulado Everyday Is Christmas, con canciones de composición propia y de temática navideña como Santa’s Coming for Us. Varias de sus canciones más poperas y convencionales se han utilizado estos últimos años en películas de éxito, pero por lo general tanto estas como otras colaboraciones con DJs y raperos varios (que no me he molestado en enumerar aquí) me dejan algo más frío musicalmente hablando; puede que sirvan sencillamente para pagar las facturas o puede que a la artista le gusten más otros estilos ahora (y está en su derecho, faltaría más), pero en mi opinión la mejor Sia es la de Some People Have Real Problems y We Are Born.

Este mismo año la australiana ha emprendido otro proyecto musical llamado LSD, junto con el músico inglés Labrinth y el DJ estadounidense Diplo, del que han salido ya un par de singles en los que se le aplican retoques a la voz que ella claramente no necesita. Me parece bien que disfrace su cara por privacidad, pero ¿por qué disfrazar su hermoso timbre y entonación, que son precisamente la raíz de su arte? En fin, la moda es la moda… ¡Estoy del autotune y del vocoder hasta el moño! Hace cosa de un mes salió el primer single, Genius, y unos días después el siguiente, Audio (El álbum saldrá en el segundo semestre de 2018). En estos dos últimos vídeos a la cantante la representa un globo flotante con peluca bicolor y lazo, con media cara riendo y la otra media llorando; y el uso de animación tradicional les confiere ese aire inocente y a la vez rebelde y original que ha sido una constante a lo largo de toda su carrera… Tal vez hay una parte de Sia que quiere seguir siendo esa niña de diez años que jugaba y cantaba con su padre, antes de que este se marchase de casa… Creo que con esto ya es bastante por hoy. La próxima semana seguiremos hablando del difícil equilibrio de Sia entre la fama y el anonimato y lo relacionaremos con el uso por mi parte de un seudónimo en este blog.



martes, 12 de junio de 2018

Dinero


Ya que la semana pasada estuvimos hablando del Partido Popular, he pensado que hoy podíamos charlar un poco sobre la obsesión por el dinero. Su invención hace unos cuantos miles de años cambió por completo nuestra Civilización, favoreciendo la especialización y el trabajo en equipo más allá del mero trueque, pero así como en ciertas épocas históricas la religión, la tradición o las convenciones sociales han dado lugar a comportamientos irracionales, hoy en día el nuevo dios al que muchos siguen ciegamente es el dinero. Ya dijimos una vez en el blog que no tiene mucho sentido guiarse por un número muchas veces arbitrario y vacío de contenido, que reducir la Vida a ponerle precio a todo significa que realmente no te importa nada; como decía Antonio Machado, solo un necio confunde valor y precio.

Esta obsesión por la riqueza, el consumo y los bienes materiales ha dado lugar en la sociedad capitalista actual a tremendas desigualdades, con unos pocos cobrando cantidades astronómicas mientras otros muchos sobreviven con una miseria. La especulación desenfrenada y la búsqueda de beneficios aun a costa de la desgracia de los demás han dado ya lugar a muchas crisis, la más reciente de las cuales empezó hace solo diez años, cuando la burbuja financiera hizo ¡Boom!




Ya en su día os conté que no es más limpio el que limpia más, sino el que ensucia menos, y de forma similar se puede decir que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Yo intento aplicar esta máxima a mi vida cotidiana y voy, como dice José Mota, “al merme y al hurgue”. En comparación con el ciudadano medio gasto poco dinero, pero no para tener más, sino para necesitar menos en mi día a día y no tener que depender de una gran fuente de ingresos. No me gusta ir por ahí tirando la pasta en mil pequeños detalles; uno se permite un capricho un día o dos y corre el riesgo de que al sentar precedente ese capricho aislado se convierta en una costumbre y poco a poco en una necesidad (ficticia, pero necesidad a nuestros ojos al fin y al cabo); y si ocurre lo mismo con cada cosa que se nos antoje, cuando uno se quiere dar cuenta está hasta arriba de pequeños gastos habituales que suman un enorme montón de dinero.




Por tanto, tengo la costumbre de no pedir necesariamente algo de beber cuando quedo con mis amigos, a no ser que realmente tenga sed. Tampoco suelo frecuentar restaurantes de postín. Mis actividades de ocio habituales son bastante baratas, lo cual no es difícil porque hay un montón de cosas interesantes que se pueden hacer gratis en Valencia. No compro algo si no lo necesito, intento hacer durar mi ropa y no soy víctima de las modas; tampoco estoy pendiente del último grito en nuevas tecnologías, y cuando necesito comprar un electrodoméstico o similar lo escojo de gama media, sin lujos innecesarios, ateniéndome exclusivamente a criterios prácticos. En cuanto a mis gastos de agua, luz y gas, no son demasiado elevados porque intento no malgastar recursos para cuidar del Planeta.

Cuando viajo fuera (recordad que lo hago solo una vez al año, en verano) reservo alojamientos económicos, con una buena situación y lo básico para ducharme a gusto y pasar las noches tranquila y cómodamente, y antes de partir siempre busco en Internet cosas interesantes que se puedan hacer por poco dinero en la ciudad a la que voy… De todo lo dicho hasta ahora se puede deducir que ahorro una parte importante de mi sueldo al final de cada mes, pero no me entendáis mal: cuando algo es realmente necesario o vale la pena no me importa gastarme dinero en ello. Pienso que muchos de los gastos que tenemos en nuestra sociedad occidental son superfluos y procuro evitarlos, pero pago una cuota bastante generosa (un 2% de mi sueldo, algo más de lo que me cobran en agua, o luz, o gas) a Oxfam Intermón para ayudar a los países en vías de desarrollo, donde la gente tiene problemas de verdad.




El tema de las finanzas domésticas me resulta soberanamente aburrido, considero que hay muchas otras cosas más interesantes en la Vida. Puedo pasarme semanas sin actualizar la libreta del banco y no soy de los que hacia final de mes están mirando los movimientos de la cuenta bancaria cada cinco minutos para comprobar si me han ingresado el sueldo. Tampoco me preocupo por los detalles de mi nómina, ni por saber si este mes me han pagado un poco más o un poco menos que el anterior. Y menos mal que la declaración de la Renta me la hace mi padre, que controla más estos temas de papeleos, porque yo sería totalmente incapaz de hacerlo sin el debido asesoramiento.

En cuanto a mis inversiones financieras tengo un perfil conservador, lo único que quiero es no tener que perder tiempo preocupándome por ellas; de ahí que prefiera plazos fijos con riesgo nulo que no haga falta vigilar, aunque ahora tienen unos intereses bastante más bajos (Estoy seguro de que antes eran altos por algún chanchullo de los bancos). En un par de ocasiones me ha pasado por la cabeza la idea de cambiarme a la Banca Ética, pero por falta de tiempo y de información suficiente todavía no he considerado seriamente la cuestión… Pienso que no solo es más rico el que menos necesita sino también el que menos debe, y me parece que pagar por dinero es rizar el rizo de lo absurdo, así que nunca he pedido un préstamo y siempre he usado tarjeta de débito (No tuve una de crédito hasta que viajé hace poco a Nueva York; allí poco menos que te la exigen en los hoteles).




Me viene ahora a la cabeza una anécdota algo borrosa de mi infancia: era Navidad y un grupo de niños de mi finca iba cantando villancicos puerta por puerta, pidiendo dinero para comprar figuritas para el belén comunitario que había junto a la portería. Yo y mi grupo de amigos decidimos hacer algo parecido, y usar el aguinaldo no para el belén sino para comprarnos chucherías, pero los otros niños se enteraron y después de un tenso enfrentamiento verbal nos obligaron a usar nuestro botín para la causa de las figuritas… Recuerdo que aquello no me sentó nada bien por aquel entonces, pero también comprendo que nuestra postura era bastante egoísta. Desde entonces sin duda he madurado mucho al respecto, y si bien me preocupo por no malgastar el dinero que ya tengo, no me obsesiono demasiado por ganar más a toda costa.

¿Podríamos decir que el dinero, al igual que el sexo, no da la Felicidad pero ayuda un poco? Pues sí, pero siempre y cuando no sea demasiada cantidad; en el término medio está la virtud. Sí es imprescindible tener liquidez suficiente para cubrir las necesidades más básicas, pero cuanto más tienes más aumenta tu nivel de vida y con él el número de pequeños detalles de los que estar pendiente (los caprichitos de los que hablábamos antes), y más difícil es mantener tu reputación, lo que te obliga a asegurarte un alto nivel de ingresos de forma continuada, con el correspondiente estrés asociado. Como decía Schopenhauer, a partir de un cierto nivel el dinero es como el agua salada: cuanto más se bebe más sed se tiene.




Decía también Francis Bacon que la riqueza es un buen sirviente y un pésimo maestro… En otras palabras: lo mejor es tener dinero y además cabeza para usarlo sabiamente y con mesura; debe ser un medio, y no convertirse en un fin en sí mismo. Tres cosas hay en la Vida, ya lo decía la canción, pero hay que evitar que la obsesión por la pasta llegue a afectarnos a la salud o a apartarnos de aquellos que nos quieren. Recuerdo una de mis escenas favoritas de la película Margin Call en la que el personaje de Stanley Tucci, después de varios años trabajando en Wall Street, rodeado de operaciones financieras abstractas y sin sentido, echa de menos los tiempos en los que construyó un puente que sirvió para ahorrar muchas horas de coche y por tanto para mejorar de forma palpable la Vida de la gente. El tiempo de calidad, el tiempo bien empleado, ya sea en solitario o rodeado de los tuyos, es algo que no se compra ni se vende, simplemente se disfruta.

Yo, desde luego, valoro mucho más mi tiempo que el dinero: tiempo para hacer lo que me gusta y para gozar de los pequeños placeres del día a día. Parece un tópico, pero es verdad que las mejores cosas en la Vida no cuestan dinero. En oposición a los bienes materiales tenemos una serie de bienes relacionales, asociados a actividades afectivas y creativas, a los que hay que dar la importancia que se merecen: ocio, cooperación, amor, música, poesía, conocimiento…




Volvamos de nuevo a mi caso particular. Decía antes que me preocupo más por no malgastar el dinero que cobro que por aumentar mis ingresos; de hecho podría estar trabajando en otros sitios con un sueldo más alto, pero valoro por encima de todo el estar a gusto con mi trabajo. De hecho, le dedico bastantes más horas de las que me pagan porque adoro lo que hago y porque soy un perfeccionista (a veces pienso que de tan perfeccionista soy tonto, pero ese ya es otro tema). Y por otra parte, gracias a mi búsqueda de la sencillez y el ascetismo en las costumbres, si me despidieran (o me fuese) mañana mismo tendría dinero suficiente para aguantar una temporada hasta encontrar otra cosa. También os decía más arriba que nunca he pedido préstamos ni créditos, y siguiendo en esa misma línea hace un año compré mi actual piso sin hipoteca, a tocateja, e incluso después de hacerlo aún me quedó ese pequeño colchón del que os hablo. Tal vez ahora que ya tengo piso propio, y aunque mi estabilidad laboral no esté totalmente asegurada, me plantee aumentar un poco más mi cuota de Oxfam Intermón…

En temas monetarios, como en tantos otros, podemos concluir que la clave está en alcanzar el equilibrio justo: conformarme con unos ingresos moderados me permite trabajar en lo que me gusta, y mantener unos gastos más bajos me permite no depender de la continua entrada de dinero, proporcionándome una Libertad maravillosa para hacer lo que quiera con mi tiempo libre (Por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que en inglés se utiliza la misma palabra, “free”, para decir “gratis” y “libre”?). Y esta tranquilidad de saber que controlo en gran medida mi propia Vida me permite dormir todas las noches del tirón, algo que ni todo el oro del Mundo puede comprar… En resumen: el Inconformismo y la Sencillez en lo tocante al dinero me dan más Tiempo y más Libertad, y en definitiva me permiten ser más feliz. Yo creo que es un buen negocio, ¿no?