lunes, 18 de febrero de 2013

Vivir Para Escribir

Son apasionantes las relaciones que se establecen entre el Vivir y el Escribir. Poner por escrito tus pensamientos acerca de la Vida te ayuda a ordenar tus ideas y a clarificar tus objetivos vitales; convertir las vagas sensaciones que te rondan la mente en palabras concretas, en negro sobre blanco (intentando hacerlo de forma rigurosa y veraz, por supuesto, o de lo contrario el poder de las palabras se estaría usando para el mal), te facilita el tomar las riendas de tu propia Vida, como ya comentamos cuando estuvimos hablando del proceso de Análisis y Síntesis. Darle nombre a algo supone aumentar nuestro dominio sobre ello, las palabras facilitan nuestro Conocimiento de las cosas y el Conocimiento es poder: por eso los monstruos de las películas y las novelas dan un poco menos de miedo una vez se nos explica su procedencia y una enfermedad rara parece menos grave cuando conseguimos ponerle nombre, después de considerar los múltiples síntomas y realizar una serie interminable de pruebas… En resumen, escribir sobre la Vida te obliga a pensar en ella y por tanto te permite vivir mejor.
 
 
Pero el poder de la Escritura se puede volver en tu contra cuando pasas demasiado tiempo concentrado en las palabras y te olvidas de todo lo demás, de vivir. Llega un momento en el que eres consciente de que algo no va bien y te planteas a ti mismo la siguiente pregunta: ¿Escribes para vivir o Vives para escribir? Hay quienes dan a estas expresiones unos significados ligeramente distintos: al principio se empieza viviendo experiencias para poder escribir sobre ellas (Vivir para escribir) pero finalmente se acaba planificando por escrito cómo quieres que sea tu vida real (Escribir para vivir). Sin embargo, mi interpretación en esta entrada de lo que es Vivir para escribir es distinta, como algunos ya estaréis adivinando.
Las Calles de Arena es un cómic del fantástico autor e ilustrador valenciano Paco Roca en el que se trata, entre muchos otros, este tema. Uno de sus personajes secundarios es una chica que trabaja de cartera, entregando a los que la rodean cartas que ella misma escribe; de hecho, incluso en persona se comunica por medio de cartas, sin hablar. En un momento dado de la historia hay un (semi)diálogo entre la joven cartera y el anónimo protagonista en el que ella le escribe a él: “Necesito contarle a la gente lo que siento. Escribo porque me siento sola.”… a lo que él contesta: “Pero no tiene sentido vivir sólo para escribirles a los demás. Estás sola porque escribes.”
Por tanto, y para aclarar conceptos, Escribir para vivir (lo que ella pensaba que hacía) es algo bueno y deseable, mientras que Vivir para escribir (lo que él pensaba que ella estaba haciendo realmente) es algo a evitar. Escribir para vivir significa sobre todo Vivir: hallar en la escritura, en la calma de nuestro mundo interior, las respuestas que no se encuentran en la calle, en el caos del mundo exterior, para después poner en práctica lo aprendido y exprimirle hasta la última gota de Vida al tiempo que nos haya tocado en suerte. Vivir para escribir, sin embargo, implica ser esclavo de la tarea de escribir y por tanto no es vivir de verdad. El propio Paco Roca comentaba en una entrevista que para el personaje de la cartera se había inspirado en parte en su propia experiencia como autor de cómics, porque a veces se plantea cuál de las dos cosas hace realmente: la frontera entre ambas es muy difusa, y hay que tener cuidado para no traspasarla. Aplicando este mismo razonamiento a un caso más general, que quizás os resulte más familiar, podemos decir también que hay que intentar Trabajar para vivir, y no Vivir para trabajar.
 
 
La semana pasada os hablaba de cómo la extensión de las entradas del blog se ha ido haciendo cada vez mayor y de cómo eso podría estar empezando a afectar a mis relaciones sociales. De hecho, por esta razón hay ya un par de grupos de amigos con los que últimamente no colaboro tan a menudo como me gustaría, aunque sí los vea de vez en cuando (Lo siento, chicos). Sin duda el blog me está ayudando a conocerme mejor a mí mismo y a conocer mejor el Mundo en general, pero no hay que olvidarse nunca de mantener el contacto con las personas que le rodean a uno (menos mal que reconocer el problema es el primer paso para solucionarlo). Y no nos olvidemos de la búsqueda de esa alma gemela, de esa persona especial que conecte con mi forma de pensar y pueda por tanto enriquecer mi Vida con sus experiencias y multiplicar por diez la Belleza de mi mundo (Ya sé, ya sé que esto es buscar una aguja en un pajar, porque como ya hemos comentado anteriormente yo soy muy mío y por lo tanto más raro que un perro verde, pero bueno…). Tanto dedicarme al blog como salir a la calle suponen una probabilidad de encontrar ese alguien especial, porque Internet llega a mucha gente pero en la calle puedes elegir activamente (hasta cierto punto) con quién quieres relacionarte. Aun así, tanto la probabilidad de que mi alma gemela se decidiese a contactarme usando el e-mail del lateral derecho (Guiño-Guiño-Codazo-Codazo) como la probabilidad de conocerla en persona por ahí en algún sarao son ambas tan altas como la de contactar con una civilización inteligente del espacio exterior, aunque de esto ya hablaremos en otra ocasión… A lo del perro verde me remito.
De modo que debo intentar mantener un delicado equilibrio entre ambas actividades y no descuidar mi vida social. Está bien alejarse del mundanal ruido de vez en cuando para poder oír tus propios pensamientos, pero convertirse en un ermitaño y aislarse completamente del Mundo para escribir no suele traer nada bueno. Imaginaos que me invitan a una fiesta pero yo decido no ir porque voy apurado de tiempo con las entradas del blog. Tal vez si hubiera asistido podría haber conocido casualmente a alguien que sintoniza en mi misma onda, un amigo cómplice con el que poder quedar todos los findes y charlar durante horas sin aburrirme lo más mínimo… O quizás habría encontrado allí (¡Qué momento!) a la mujer de mi vida, con la que poder alcanzar por fin una Conexión total a todos los niveles: físico, intelectual, espiritual y seguramente alguno más que ahora mismo no me viene a la memoria. ¿Qué cara de idiota se me quedaría si me contasen lo que me había perdido cuando fuese ya demasiado tarde? Tendré que estar muy pendiente de no Vivir para escribir, o podría ocurrirme como a aquel náufrago que no vio el barco pasando frente a su isla porque estaba abstraído preparando mensajes para meterlos en una botella.

4 comentarios:

yo, la reina roja dijo...

¡Ay, la difusa frontera!

Hope dijo...

Tienes razón:
Aunque me encanta el blog, me gustaría seguir viéndote de vez en cuando, así que no te pongas a vivir para escribir, pero tampoco dejes de escribir que cuentas cosas muy interesantes. Lo de la oportunidad para encontrar la persona especial que uno desea, no está nada fácil (no es por desanimar), pero te digo ya que no depende ni de la calle, ni de Internet, ni de escribir para vivir o vivir para escribir, tampoco del perro verde. Te lo dice “una bicha rara” ,que ni escribe para vivir , ni vive para escribir ;)

Kalonauta dijo...


Querida Carolina, cualquier frontera puede ser a la vez difusa y claramente nítida: todo depende de la distancia a la que se observe. Para ver las cosas claras y poder decidir dónde está realmente la línea de separación, siempre ayuda dar unos cuantos pasos hacia atrás y contemplarlo todo con un poco de perspectiva; de todos modos, en algunos casos incluso así es difícil conseguirlo.

¡Un abrazo bien nítido!

Kalonauta dijo...


No te preocupes, Hope, que me seguirás viendo a menudo (¡No te librarás de mí tan fácilmente!). Ya conoces uno de mis lemas favoritos: en el equilibrio está la virtud. Simplemente hay que mantenerse en el punto medio entre Escribir y Vivir: ni pasarse ni quedarse corto.

Lo de que no es fácil encontrar a tu media naranja, ¿me lo dices o me lo cuentas? Pero no hay que perder la esperanza (Guiño-Guiño). El tener la entereza para seguir buscando, en lugar de conformarse con el primero o la primera que pase, también dice mucho en nuestro favor: significa que tenemos Amor Propio. Así que también tiene su parte positiva... en cierto modo.

¡Besazos!