Cada
vez me pasa menos, pero aún me ocurre, muy de vez en cuando, que me siento
deprimido durante uno o dos días sin que haya una razón de peso para ello, sin
que me haya ocurrido una gran desgracia que justifique mi estado de ánimo: es
más bien la suma de muchos pequeños detalles que de manera aislada no serían
para tanto, pero que combinados logran superarme temporalmente, hasta que
consigo racionalizar la situación y superar el estado de apatía. Ésta es la
sensación que he experimentado el último par de días; os copio a continuación
una lista de esos mil dolores pequeños,
de esos detalles tontos que combinados han conseguido ponerme triste:
1. Que
haya que volver del viaje que hago todos los años en verano.
2. Saber
que me quedan unos pocos días para volver a trabajar, y no saber exactamente
qué cambios va a haber este año.
3. Conectar
mi móvil al portátil para que se cargue la batería y descubrir dos horas
después que la carga ha bajado.
4. Poner
una lavadora justo el único día que llueve en semanas.
5. Recibir
la visita de una comercial de Iberdrola y tomar todas las precauciones para
asegurarme de que no se trata de una estafa ilegal, sólo para descubrir después
que ha sido Iberdrola la que con gran probabilidad me ha timado legalmente.
6. Que
sólo me respondan a un tercio de los mails que envío, y sin embargo estar
preocupado por recibir demasiados mensajes si me instalo el Whatsapp en el
móvil.
7. Que
nos las prometiéramos todos muy felices después de un julio y un agosto
bastante soportables, y precisamente ahora que se acerca septiembre haya hecho un
par de noches realmente calurosas.
8. Poner
la tele y que no haya más que chorradas y cobertura del pacto de PP y Ciudadanos
para la investidura.
9. Saber
de buena tinta que hay por ahí algún otro amigo o amiga que está también ahora
mismo con la depre postvacacional.
10. Tener
muy pocas ganas de escribir una entrada para el blog pero sentirme en la
obligación de hacerlo en base a un compromiso no escrito con mis lectores y
conmigo mismo, a pesar de que no recibo apenas comentarios.
Cuando
me paro a pensarlo fríamente, soy consciente de que ahí fuera hay muchas personas
con problemas más importantes que éstos, pero ya sabéis lo que dicen de que “mal
de muchos, consuelo de tontos”, así que para intentar animarme no pienso en la
desgracia de los demás, sino que trato de encontrarle la parte buena
a cada uno de los pequeños problemas que me rondan la cabeza… Así es como la
lista de arriba se ha ido convirtiendo, a medida que la redactaba, en una doble
lista con la cara y la cruz de cada punto. Aquí tenéis la parte positiva del
asunto, lo que me consuela con respecto a cada pequeño obstáculo, haciéndolo
todavía más pequeño y fácil de saltar:
1. Tener
las fotos para recordar el viaje, y para compartir las mejores con vosotros
algún día, en el blog.
2. Si
mis condiciones de trabajo no han cambiado mucho respecto al pasado año, me va
a gustar hacerlo.
3. Apagando
el móvil antes de conectarlo al portátil se carga correctamente.
4. La
lluvia sólo duró diez minutos y al cabo de un rato estaba todo seco de nuevo.
5. Es
posible que con el cambio de contrato efectivamente salga ganando, y en caso
contrario lo máximo que pagaría de más serían unos 5 ó 10 euros al mes, cosa
que me puedo permitir perfectamente hasta que decida cambiarme otra vez.
6. Los
amigos que me responden a los mails son todos tíos y tías estupendos, que valen
por tres cada uno (y los que no responden también son buena gente pero seguro
que están muy liados revisando el Whatsapp).
7. Julio
y agosto ya no nos los quita nadie, y además parece que los próximos dos o tres
días mejorarán las temperaturas nocturnas otra vez.
8. Siempre
puedo ver en Internet alguna buena película,
serie, documental
o entrevista.
9. Tener
la certeza de que si quedo con mis amigos tanto ellos como yo nos sentiremos
mucho mejor, de que las depres compartidas son siempre menos depres.
10. Haber
sabido, como en el Judo, aprovechar la fuerza del oponente
a mi favor: lo que antes eran mil pequeños dolores se ha convertido ahora en la
entrada que necesitaba para La Belleza y el Tiempo, y además bajo un enfoque más
positivo y terapéutico, con lo que me siento mucho mejor. Si tienes que llorar en
público, al menos llora dulcemente…
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