Hace unos días,
revisando en las estadísticas del blog las selecciones de los lectores, tropecé
con una entrada de la que ya casi no me acordaba llamada Depre Postvacacional,
que escribí a finales de agosto de 2016. En ella hablaba de esas ocasiones en
que por azares de la vida la vuelta al trabajo se te junta con otros varios
pequeños problemas, lo que te hace sentirte durante un par de días algo
apático, sin ganas de hacer nada. Esto me hizo recordar los últimos programas de
la sexta temporada de La Vida Moderna,
emitidos hace unas tres semanas, en los que se notaba claramente que Ignatius Farray estaba algo deprimido, seguramente ante la perspectiva de llegar a las vacaciones sin ningún
plan interesante a la vista, sin pareja y tal vez sin la compañía de los amigos
habituales.
En esta época del año en
la que se cogen vacaciones uno puede descansar del duro trabajo, lo cual es
genial, pero también pierde el contacto con los compañeros de faena y con los
amigos que tienen sus propios planes y se marchan fuera de la ciudad. Sobre
todo las personas que vivimos solas podemos llegar a sentirnos realmente solas y experimentar un ligero bajón
durante unos pocos días, hasta que cambiamos el chip y pillamos la marcheta de
las vacaciones: esta variedad de la llamada depresión o síndrome prevacacional la he sufrido yo también algunas veces… Este año en particular puede ser
aún más duro que de costumbre a causa del Coronavirus porque el contacto con compañeros y amigos en los últimos cuatro meses ha sido
sobre todo online y por tanto de menor calidad, y porque muchas de las
actividades culturales y de ocio disponibles en Valencia en julio y agosto se
están celebrando a medio gas o directamente se han cancelado, a lo que se suma la posibilidad de nuevos confinamientos y la incertidumbre
general acerca de qué va a pasar en el Mundo en los próximos meses.
Por todo esto (y porque
en el trabajo hemos hecho un par de cursillos sobre el tema) he pensado que
podía compartir con vosotros algunas técnicas y sugerencias para combatir esta
tristeza pasajera,
por si os resultan de utilidad… Una de las formas más eficaces de sentirse bien
cuando ni se trabaja ni se viaja es mantener una cierta rutina diaria: intentar acostarse y levantarse
aproximadamente a las mismas horas, tener preparadas ciertas actividades de
ocio para hacer en casa mientras apriete más el calor, dedicar un rato a hacer
algo de ejercicio, intentar salir un poco a la calle todos los días por la
mañana o cuando el sol esté ya más bajo y hablar con amigos o familiares
también a diario, aunque sea por WhatsApp.
Es importantísimo favorecer en la medida de lo posible que nuestro sueño sea reparador: actividades más relajadas antes de
acostarse, una cena ligera, una ducha fresca o abrir un poco las ventanas para
que haya corriente nos ayudarán a conseguirlo. En mi caso concreto, los nuevos
vecinos cubanos de arriba se han calmado un poco tras el fin del confinamiento,
pero todavía son algo ruidosos de vez en cuando, así que si el niño pega
carreras por el pasillo durante el día me pongo música con los auriculares si
estoy en el ordenador, y además he comprado unos tapones de silicona moldeable
para los oídos, para las noches concretas (a lo mejor una a la semana) en que
tienen amigos de visita hasta tarde y hay un poco más de jaleo.
Es crucial recordar que cuerpo y mente están conectados, y que cómo
tratemos a nuestros otros órganos puede influir bastante en el buen estado de
nuestro cerebro. Por ejemplo es muy aconsejable que nuestra dieta sea sana y equilibrada; a este respecto yo sigo ciñéndome al menú
semanal que me confeccioné al empezar el estado de alarma. Ya he hablado
también del ejercicio diario: pueden ser estiramientos o pesas en casa, un poco
de running o simplemente un paseo por la calle. Si por lo que sea en algún
momento estamos un poco agobiados, la sensación de nudo en el estómago puede
eliminarse practicando la relajación muscular activa, respirando profundamente
y de manera controlada durante un par de minutos… Y cuidar los pequeños detalles asociados con los cinco sentidos también
puede ayudar a que nos sintamos mejor: una habitación luminosa, música
agradable, un olor que nos guste especialmente (recuerdo por ejemplo un gel desinfectante
perfumado que me prestó una amiga el otro día y que relajaba solo con olerlo), ropa
cómoda para el calor o algo tan sencillo como mantenerse hidratado con un trago
de agua fresca.
También es imprescindible mantener la conexión con tus amigos durante las semanas de vacaciones, preferiblemente
en persona, o como mínimo online; yo por ejemplo, aparte de mis quedadas ocasionales y de los vecinos del
barrio que me voy encontrando en mis paseos, tengo un par de planes pendientes
con mis compañeros del grupo de Escépticos y con los del trabajo que espero que se puedan llevar a cabo… Y no hay que
tener miedo de comentarle a la gente que te sientes algo solo o aburrido estos
días; no es algo de lo que haya que avergonzarse, y menos aún en esta nueva normalidad
(que de normal no tiene nada, aunque a lo mejor lo que ocurre es que todavía no
hemos llegado a ella).
Hay que evitar darles vueltas una y otra vez en la cabeza a los aspectos
negativos de la situación o a los problemas que se tengan, a no ser que se haga
calmada y racionalmente para intentar resolverlos; y con las cosas que no
tengan remedio es mejor no obsesionarse. Tampoco debemos compararnos con otras
personas que aparentemente están mejor que nosotros, sobre todo sin tener toda
la información; seguro que nuestra visión está sesgada y esa gente a la que envidiamos también tiene sus propios problemas y lucha por
solucionarlos. Hay que animarse y dedicar algo de tiempo cada día a la gratitud, a verbalizar la parte positiva de la
situación, a recordar los pequeños detalles agradables, los momentos alegres
que hemos disfrutado recientemente, las cosas buenas que hay en nuestra vida y que
pasamos por alto… Parece ser que llevar a cabo actividades de tipo artístico o
creativo (como en mi caso redactar las entradas del blog)
es también muy beneficioso y nos aporta una mayor estabilidad mental.
Es bueno planificar una lista personalizada de consejos y de actividades
interesantes con antelación al inicio de las vacaciones o nada más empezar
estas, y proceder de forma activa a poner en práctica estos consejos al
detectar el menor síntoma de apatía, tristeza o nudo en el estómago… Este “plan
de acción para el bienestar personal”, como podríamos llamarle, ya sea una
breve lista de anotaciones telegráficas garabateadas en un trozo de papel o un
archivo más elaborado en formato digital y con distintas subsecciones, puede y
debe estar en constante proceso de evolución, refinamiento y mejora, y nos
ayudará a vencer la sensación de soledad.
En la segunda parte de la entrada os voy a describir mi lista de actividades
para combatir el aburrimiento en verano; seguro que algunas de las propuestas
os pueden ser útiles también a vosotros. En primer lugar, y como ya he dicho
antes, voy a chatear regularmente con la familia y los amigos, incluyendo algunos con los que
no he hablado desde hace tiempo… En este sentido, reconozco que el haberme
puesto WhatsApp hace un año al cambiar de móvil me ha venido muy bien no solo para mantener el contacto en verano sino también
para los meses de confinamiento. También intentaré en la medida de lo posible
hacer quedadas en persona, tomando las correspondientes precauciones
relacionadas con la Covid-19: veré a mi familia en el apartamento de la playa algún
día suelto, tengo medio pendiente una partida de rol en mesa con unos colegas (hacía muchos años que no jugaba pero me apetece, puede ser
divertido) y he hecho un par de ofrecimientos para servir de guía amateur en
una visita al casco antiguo de Valencia, que ya veremos si se concretan o no…
Cuando no haya nadie disponible para actividades en grupo siempre puedo
recurrir a mis reconfortantes paseos por el citado casco antiguo, por el Parque Central, por las calles de Russafa o por los
terrenos de huerta que llevan a La Punta.
En cuanto a los museos de la ciudad, algunos interesantes que están funcionando
ahora mismo, y que además tendrán entrada gratuita al menos hasta final de año,
son el de San Pío V, el Centro del Carmen, el IVAM o el MHV. También podéis ir a l’Almoina los domingos por la mañana o a la Fundación Bancaja los martes por la tarde si
queréis aprovechar los horarios de acceso libre. Este año no hay Gran Nit de
Juliol, ni cine en el MuVIM, ni en el edificio de La Nau, pero acaba de empezar
un ciclo de proyecciones en V.O.S. de comedias europeas en el claustro gótico del Centro del Carmen que puede estar bien…
El aforo es limitado (aunque os advierto que no hay apenas distancia entre asientos),
así que os recomiendo que no tardéis en inscribiros si os interesa. En agosto,
y aquí sí supongo que con las sillas más separadas, tendremos una nueva edición
de la Filmoteca d’Estiu.
En cuanto a cosas que puedo hacer en mi propio piso, tengo un montón de vídeos de YouTube que he ido guardando en mi lista de pendientes y a los que iré dando salida… Aparte de vídeos sueltos de muy variada temática, quiero también ponerme al día con entregas antiguas de mis canales de YouTube favoritos, como por ejemplo la temporada 3 de La Vida Moderna. También quiero intentar ver los trece episodios de Mundos Posibles, la tercera temporada de la serie Cosmos, presentada, como la segunda, por Neil DeGrasse Tyson (los tres primeros episodios ya han caído y están francamente bien). Tengo aún por ver la última temporada de Black Mirror, pero no sé si con la situación actual están los cuerpos como para distopías; creo que por ahora la voy a dejar aparcada. Y añadiría algunas películas de mi lista de pendientes: un par de Richard Linklater y de Rian Johnson, y también Once Upon a Time in America, de Leone (por cierto, el otro día vi Once Upon a Time in Hollywood de Tarantino y me gustó mucho).
Hacia el final de mi lista está también la pila de libros pendientes,
aunque sé que en este caso del dicho al hecho hay un trecho, porque me cuesta
un poco centrarme a la hora de leer textos muy largos (por eso los libros están
al final de la lista)… De todos modos algunos de ellos, como por ejemplo los tres
tomos de la Valencia Desaparecida, se componen de secciones cortas
independientes entre sí que se pueden despachar en muy poco rato, así que no
descarto echarles mano. También quiero escuchar los últimos álbumes de la
discografía de Depeche Mode,
de los que me quedé un poco descolgado en su día, a ver si valen la pena…
Una última actividad a realizar en casa pero con vistas a salir de ella es
la de investigar sobre alojamiento en (y trenes a) una ciudad con mucha historia,
monumentos y museos, no muy lejos de Valencia (no os digo cuál porque sería
spoiler de cara a futuras Postales),
con la intención de pasar allí tres o cuatro días a mediados de agosto…
Lógicamente, tal y como está el asunto con el Coronavirus no es sensato salir
de España, así que intentaré hacer un viajecito más corto y más cerca… Ante los
nuevos brotes y la amenaza de un segundo confinamiento por la irresponsabilidad de algunos, ni siquiera esta opción más modesta
está asegurada, así que esperaré un poco más y veré cómo evoluciona la
situación antes de hacer las reservas; y si al final hay mala suerte y no puede ser, pues al
menos haré una visita de un día a Sagunto para ver las ruinas romanas, que hace muchos años que no voy… El que no se
consuela es porque no quiere.
Esperemos que la gente se conciencie y tome más precauciones, y que con la obligatoriedad de las mascarillas en la mayor parte del país (incluyendo
la Comunidad Valenciana) podamos mantener a raya al virus y los brotes no vayan
a más. Sé que los lectores habituales de La Belleza y el Tiempo sois personas
con sentido común, y también que muchos de vosotros y vosotras me conocéis
personalmente, así que os animo a poneros en contacto conmigo estas semanas
para quedar cuando os apetezca (manteniendo por supuesto la distancia y
teniendo cuidado), que Internet y los móviles están muy bien pero no hay nada
como coincidir en persona y echarse unas risas… Puede que algunos os sintáis también aburridos
o bajos de energía en algún momento del verano, y simplemente poder compartir un rato, verse, hablar y escucharse resultará terapéutico para ambas partes…
Y aunque no podamos quedar por la razón que sea, al menos espero que estas
sugerencias os ayuden a ser un poco más felices estos
días; yo estoy encantado de poder compartirlas con vosotros a través del blog…
Al fin y al cabo, para eso están los amigos.
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