Hace tiempo que no escribo acerca de los misterios del Cerebro, así que he
decidido poner en negro sobre blanco mis ideas acerca de la película Inside Out
(en español se llamó Del Revés) y lo que de ella podemos
aprender sobre la Tristeza. Tengo que avisar de que habrá algún que otro
spoiler, aunque es más que probable que la hayáis visto ya, siendo de 2015… Pixar
nos tiene acostumbrados (y esta no es una excepción) a películas de animación
de gran calidad que destacan no solo por lo divertido de sus gags y su
presentación visual sino también por su contenido, tratando temas importantes
de manera magistral, y siendo por tanto interesantes no solo para los pequeños
de la casa sino también para los adultos. En cuanto al origen de la idea, Pete Docter,
co-director y co-guionista del film, tenía una hija pequeña siempre alegre y
feliz que sin embargo en 2009, al cumplir once años, se volvió reservada y a
ratos algo triste y taciturna, lo que le impulsó a investigar el porqué y empezar
un largo proceso de documentación que culminó en la realización de esta peli.
La protagonista de la historia es otra niña de once años llamada Riley y lo
novedoso del asunto es que podemos ver lo que pasa dentro de su cabeza. Cinco
emociones principales antropomorfizadas se encargan de dirigir su comportamiento
desde la sala de control de su mente: Alegría, Tristeza, Asco, Ira y Miedo.
Al principio de la película se nos muestran algunos momentos de los primeros
años de Riley, y resulta muy gracioso comprobar que cuando era un bebé el panel
de control constaba simplemente de un solo botón muy gordo que iban pulsando por
turnos las distintas emociones, dando lugar a los rápidos cambios de humor
típicos de los bebés. El día a día en esta sala de control consiste en la
creación de recuerdos a corto plazo, esferas teñidas del color de alguna de las
cinco emociones (amarillos los alegres, azules los tristes, etc), que durante
la noche se envían al archivo de recuerdos a largo plazo, un área enorme llena
de pasillos con estanterías. A veces se generan recuerdos esenciales tan
importantes que pasan a determinar los distintos rasgos de la personalidad de
la niña, representados por islas temáticas
que se ven en la distancia a través de las ventanas.
El conflicto empieza cuando un hecho traumático (en este caso mudarse a
otra ciudad dejando atrás amigos, casa, escuela y otros lugares asociados a
bonitos recuerdos) desencadena un episodio de confusión y depresión del que la
protagonista tendrá que salir con ayuda de sus padres. Este episodio se traduce
en la mente de la niña en una mayor influencia de Tristeza en su comportamiento,
el deterioro de algunos aspectos (o islas) de su antigua personalidad y un
accidente en el que Alegría y Tristeza son expulsadas accidentalmente de la sala
de control por el sistema de transmisión de recuerdos, y recorren, en busca de
algunos recuerdos esenciales perdidos, varias “zonas” del cerebro: la
imaginación, los sueños,
el pensamiento abstracto, el subconsciente, el olvido…
En las primeras etapas del conflicto Alegría trata de mantener alejada a
Tristeza de las palancas de control y de los recuerdos que Riley tiene de su
antiguo hogar, que se van volviendo azules, pero la conclusión que sacamos al
final de la historia es que ni Alegría tiene siempre la razón ni las acciones
de Tristeza son siempre negativas, y que lo mejor para Riley es que ambas
trabajen en equipo. En las últimas escenas de la
película la consola de control es más grande y con más mandos, para que quepan
varias emociones simultáneamente en lugar de pelearse por dirigir el
comportamiento de Riley; y los recuerdos están teñidos simultáneamente de
varios colores, reflejando la mayor complejidad de la forma en que la joven experimenta
el Mundo a su alrededor… Es una buena manera de explicar de forma sencilla lo
que supone crecer, madurar. Este y otros hallazgos igual de ingeniosos le valieron
a la película las buenas críticas que recibió.
El film está
muy bien documentado
aunque tiene, como es lógico, algunas incorrecciones; al fin y al cabo es una
película para niños y son necesarias ciertas simplificaciones. El argumento se basa en la teoría de las emociones universales del psicólogo Paul
Ekman, que hizo de asesor durante la escritura del guión; de hecho, según esta
teoría hay dos emociones más que están presentes en casi todas las sociedades
humanas, Sorpresa y Desprecio, que se eliminaron para no complicar la trama ya
que eran similares a Miedo y Asco respectivamente (dependiendo
de los especialistas consultados se pueden catalogar hasta veintisiete emociones distintas). Otro de los asesores del director fue el profesor Dacher Keltner.
Uno de los
detalles que no queda del todo claro en la peli es que nuestras acciones no se
rigen solo por las emociones sino también por el pensamiento racional.
La sala de control, más que la consciencia de la niña, sería el equivalente a la
zona límbica (que contiene la amígdala y el hipocampo, donde residen las
emociones y la formación y recuperación de recuerdos), y sería razonable pensar
que no es el cuartel general sino uno de los distintos centros de control que determinan
el comportamiento de Riley. En lo referente a la memoria, sí es verdad que
recordamos mejor los episodios de nuestra Vida que tienen un componente más emocional,
pero los pasillos en los que se lleva a cabo el almacenaje de recuerdos a largo
plazo equivaldrían al neocórtex, una región distinta y evolutivamente más moderna que la
límbica.
Siguiendo con
las imprecisiones, por ejemplo, los recuerdos reales son mucho más maleables
que las grabaciones de las esferas que se nos presentan en la peli (tienen que
ver más bien con la activación simultánea de determinados patrones de neuronas en
distintas áreas cerebrales), y cada vez que los recuperamos de nuevo podemos
estar cambiando detalles concretos de los mismos, no solo las emociones de las
que están teñidos… De todos modos, si no intentamos hilar muy fino, el film nos
proporciona muchas metáforas visuales que pueden ayudarnos a entender y verbalizar
nuestras propias emociones, lo cual siempre es útil tanto para los espectadores adultos como para los niños.
Una de las
conclusiones más importantes que se puede sacar de la película es que la Tristeza, al igual que el Miedo
y las demás emociones, puede resultarnos útil en determinados momentos. Por una
parte, mostrar abiertamente que estamos tristes envía señales a los que nos
rodean para que sientan empatía y
compasión e intenten animarnos y ayudarnos: por tanto la Tristeza favorece la
conexión de unos con otros y el trabajo en equipo. Cuando un amigo está triste
a veces la solución no radica en intentar alegrarlo, sino en sentarse a su
lado, abrazarle y dejar que llore a gusto y se desahogue;
compartir experiencias con los demás y darte cuenta de que no eres el único
que ha pasado por malos momentos, y de que podrás salir del bache igual que
otros lo hicieron antes, ayuda bastante a sobreponerse.
Otra lectura
que se puede hacer de la peli es que la Tristeza que sentimos hoy por las cosas
buenas de nuestro Pasado nos ayuda a ser más conscientes de lo importantes que
eran en nuestra Vida, a darnos cuenta de lo felices que fuimos con ellas y a
afianzar en la memoria el recuerdo de aquella Alegría, de aquella Belleza, recuerdo
que nos acompañará siempre. Son precisamente el paso del Tiempo y la nostalgia del Pasado
los que convierten nuestra Vida en una experiencia agridulce,
mezcla de Alegría y Tristeza no como opuestas sino como complementarias, tal y como
se refleja en los recuerdos esenciales multicolores
que aparecen al final de la película.
Intentar
sentir siempre Alegría, ignorando los conflictos o cerrándolos en falso, es
básicamente fingir, y hay mucha gente que no se da cuenta de ello en ciertos
sectores de la sociedad actual, obsesionados por la continua apariencia de diversión y Felicidad,
por la tendencia a instagramizarlo todo;
gente aparentemente perfecta por fuera pero infeliz por dentro, luciendo
sonrisas forzadas que más que sonrisas son muecas. Creo que ya hemos hablado
antes en el blog del enorme contraste entre las fotografías antiguas,
en las que los sujetos aparecían muy serios, conscientes del carácter de
perdurabilidad de las mismas, y los selfies actuales en los que demasiado a
menudo salimos forzando una sonrisa de oreja a oreja o haciendo el payaso, aparentando
ser lo que no somos… Todos tenemos problemas y conflictos en nuestra Vida, y el
que diga que no los tiene está mintiendo, simple y llanamente. Por tanto, hay un punto de Verdad inherente a la exteriorización de la Tristeza que le aporta cierta
Belleza, que la hace buena en dosis moderadas y en su justo equilibrio.
En resumen, no
deberíamos empeñarnos en ocultar nuestras emociones, sean estas cuales sean; a veces es bueno expresarlas
abiertamente y experimentar una catarsis que nos permita aceptar las cosas tal
y como son y sentirnos mejor. Los problemas no hay que barrerlos bajo la
alfombra; hay que reflexionar acerca de ellos, racionalizarlos, articularlos en
palabras, compartirlos con otras personas si es necesario, superar la fase de
duelo y sacar conclusiones para poder madurar, pasar página, adaptarse a los cambios
y seguir adelante. Nuestra condición de seres mortales, la constatación de que
nada dura para siempre, hace que
la Tristeza sea imprescindible para poder aceptar nuestra propia realidad y tener así una
Vida fructífera y completa, una Vida verdadera. La idea de que la melancolía por
lo que hemos perdido nos hace valorar, por contraste, las cosas buenas que todavía
tenemos no nos resulta en absoluto novedosa; vamos así a parar de nuevo a uno
de los temas principales del blog: otros términos posibles para referirnos al
binomio de Alegría y Tristeza son
sin duda los de Belleza y Tiempo.
1 comentario:
He leído/oído algunas críticas de Inside Out 2 y sí, parece que la ponen bastante bien, ya sin el aliciente de la novedad pero a la altura de la primera... Además, la gracia está en que si en el estreno de la primera tenías un hijo pequeño como Riley, a estas alturas ese hijo será adolescente, también igual que Riley en la secuela... Tomo nota, a ver si la puedo visionar en un futuro próximo.
¡Gracias por las recomendaciones y por comentar, Topittle! ¡Un abrazo!
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