Siempre se dice que
segundas partes nunca fueron buenas, pero El Padrino: Parte II es reconocida como una de las continuaciones que más claramente ha igualado (si no superado) en
calidad a una obra original ya de por sí grandiosa. Fue la primera secuela de
la historia del Cine en ganar el Óscar a la mejor película (siendo la segunda
El Retorno del Rey, y para de contar). Con ella se puso de moda lo de añadir números a las
secuelas en lugar de cambiar el título, aunque los productores de entonces pusieron
pegas porque pensaron que la gente no iría a verla por parecer “más de lo
mismo”… Qué ironía, ahora ocurre justo lo contrario, y la gente solo quiere que
le cuenten la misma historia una y otra vez. Coppola insistió en lo de añadir “Parte II” al título original porque
pensaba que era básicamente la segunda mitad de la misma historia.
A pesar de lo dicho, esta
continuación no estaba prevista cuando se escribió la primera película, pero se
empezó a preparar incluso antes del estreno en 1972 porque las vibraciones por
entonces eran ya muy buenas. Mientras que la original es más épica, la Parte II
tiene más tintes de tragedia. Varios de los elementos narrativos de la primera
(la fiesta inicial, el asesinato a sangre fría que el protagonista tiene que
llevar a cabo personalmente, la matanza final) son utilizados de nuevo en la segunda
pero no como meros calcos, sino precisamente para poner de manifiesto las
diferencias entre unos y otros y de ese modo enriquecer aún más, por contraste,
la primera película, en un fantástico ejercicio de intertextualidad.
Ya dijimos la semana pasada que en la Parte II se alternan dos líneas
temporales, una de las cuales narra cómo el niño Vito Andolini llega a
principios del siglo XX a Nueva York, desde el pueblo siciliano de Corleone, y
tiene que buscarse la vida (el cambio de apellido se produce en las aduanas por
un error en la traducción). Como curiosidad
podemos comentar que los abuelos maternos de Al Pacino proceden precisamente de
Corleone, situado al sur de la capital, Palermo. Las escenas para la película se
rodaron en otro pueblo más pequeño porque ya por los años 70 el Corleone real
estaba bastante desarrollado.
Es curioso que en la película original no se pronuncie ni una sola vez la
palabra Mafia (en la segunda sí se la nombra dos o tres veces). Los orígenes de esta organización criminal se remontan a mediados del siglo XIX en la parte occidental de Sicilia, bajo el reinado de los Borbones de
Nápoles, y concidiendo con el paso en la isla del feudalismo al capitalismo. Al
haber más dueños de tierras, más propiedad privada, aparecieron grupos
que al margen de la legalidad ofrecían protección para el ganado y los campos
de cítricos a cambio de dinero, y parece ser que a partir de ahí los métodos se
volvieron algo cuestionables en algunos casos, de lo que derivó todo lo demás… En
cualquiera de las películas de la trilogía las escenas de Sicilia aportan a la historia una gran fuerza y autenticidad, con un cambio de
tempo muy original; suponen una especie de retorno a los orígenes, a las
raíces… Esto no quiere decir que la isla se nos presente como un lugar idílico
y paradisiaco, más bien al contrario; en ella suceden muchas muertes:
Apollonia, la familia de Vito, Don Ciccio, Mary… Sicilia representa los
orígenes violentos de la Familia con mayúscula.
Como novedad principal
en el reparto tenemos a Robert De Niro interpretando a un Marlon Brando más
joven, emulando su manera de hablar entre murmullos. Para la preparación de su
personaje De Niro se pasó cuatro meses en Sicilia aprendiendo el dialecto para
poder decir sus diálogos… En esta línea temporal del relato vemos cuál fue el método del joven Vito para labrarse una reputación en Little Italy: lo hace de una forma muy
inteligente, con mucha mano izquierda, sabe utilizar la diplomacia antes de tener que recurrir a la violencia; es amable y leal con los que
le respetan y sabe darles una oportunidad, pero a la vez es terrible con los
que se le oponen… Esto cuadra bastante con la famosa frase “Le haré una oferta
que no podrá rechazar”. La escena en la que Vito mata a Fanucci con una pistola
envuelta en una toalla (en toda la trilogía solo le vemos matar personalmente a
este pequeño capo y a Don Ciccio) rima a la perfección con aquella en que
Michael mató a Sollozzo y McCluskey en el restaurante.
En la otra línea temporal, entre 1958 y 1960, Michael Corleone intenta que
sus negocios queden limpios de irregularidades, pero le resulta muy difícil
conseguirlo. Mientras Vito quería que le mostrasen respeto, Michael busca ante
todo la legalidad, pero por el camino descubre que la sombra de su padre es alargada, que es muy difícil
estar a la altura. Sin ir más lejos, las primeras escenas de la Parte II, durante
la fiesta de la comunión de su hijo Anthony, muestran cómo Michael no goza del
mismo nivel de respeto que tenía Vito: el senador Geary y hasta su propia
hermana Connie se le suben a las barbas. Hacia el final de la película queda
confirmado que Michael es un hombre sin piedad, un paranoico
que no confía en nadie y que no da ni una oportunidad a aquellos que le traicionan… Moviéndose en un mundo tan peligroso como el suyo podría pensarse que
cierta razón no le falta: al fin y al cabo Don Ciccio quería matar a Vito con
tan solo nueve años por si se vengaba en el futuro, y acabó teniendo razón… Uno
de los muchos aciertos de esta trilogía es que los personajes (y no solo los
protagonistas, también los secundarios) están muy bien escritos y presentan una
gran complejidad.
No podemos hablar de
este filme sin mencionar la muerte de Fredo, uno de los momentos cumbre de la
trilogía. El más inseguro y pusilánime de los hermanos (en la primera tirotean
a su padre porque no sabe reaccionar a tiempo), traiciona a Michael por puros celos. Del mismo modo que no consumó su venganza contra las familias rivales
hasta después de la muerte de Vito, Michael tiene esta vez la sangre fría de
postponer la ejecución de su hermano hasta que fallezca la madre de ambos (fue
Mario Puzo el que pidió este favor a Coppola mientras escribían el guion, como
si a él también le doliese demasiado hacerlo de otra forma). Al Neri será el encargado
de ejecutar el plan, y en un par de ocasiones estando Fredo presente se le ve
al fondo de la imagen, como un presagio de lo inevitable; su cruce de miradas con Michael mientras este abraza a su hermano en el
velatorio de la Mamma es realmente desgarrador.
Fredo muere pescando, en
una barca en el Lago Tahoe, mientras reza una oración para que piquen los peces. Michael lo elimina
para proteger su imperio y por extensión a su familia (¿Acaso no es Fredo
también su familia? Terrible contradicción), pero este hecho lo atormentará durante
el resto de su vida. Vito consiguió la paz en las Cinco Familias (al menos
hasta el bautizo de sangre) y que se respetase la vida de Michael gracias a que
renunció a la venganza por la muerte de Sonny, y hasta Connie acaba perdonando
a Michael por el asesinato de su marido Carlo… Michael, sin embargo, no es
capaz de perdonar a Fredo (podría simplemente haberle desterrado de la Familia)
y eso al final se vuelve en su contra; su gran defecto es su ansia de venganza,
el dejarse llevar por sus impulsos más bajos.
Es una gozada seguir a
todos los personajes secundarios de la historia a lo largo de las distintas épocas, y el que sean interpretados por los
mismos actores en las tres películas (lo que ocurre en la mayoría de los casos) le aporta más
verosimilitud y más potencia al relato. Yo no suelo tener muy buena memoria
para los nombres y los pequeños detalles,
pero cada nueva vez que veo la trilogía voy teniendo una idea más clara de
todas las relaciones y me doy dando cuenta de lo cuidados que están estos
detalles… Para que os hagáis
una idea de mi despiste, no fue hasta después de varios visionados que se me
quedó en la cabeza que en la primera peli el oponente principal es Emilio
Barzini, en la segunda es Hyman Roth y en la tercera Osvaldo Altobello.
En 1977 se reeditaron
para televisión (quitando algo de violencia, sexo y palabras malsonantes) las
dos primeras películas en orden cronológico añadiendo muchas escenas eliminadas del montaje cinematográfico: a esta
miniserie de cuatro episodios se le llamó La Saga de El Padrino.
En las escenas añadidas obtenemos información adicional muy interesante: la muerte de Genco,
anterior consigliere de Vito, la escena en que Clemenza compra los famosos
cannoli y más metraje de los jóvenes Vito, Clemenza y Tessio en Little Italy, y
de la venganza de Vito en Sicilia, así como de la bomba que Michael le pone en
el coche a Fabrizio, el responsable de la muerte de Apollonia. Los tres filmes
incluyendo todas las escenas añadidas suman casi diez horas de metraje.
Pero vayamos a la escena
final de la segunda película, en la que se muestra un recuerdo de Michael
Corleone, una vez consumada su venganza con Fredo… Se trata de un flashback a
una reunión familiar en 1941, justo después del bombardeo de Pearl Harbor, que hizo que Michael
se alistase al ejército. Para este día de rodaje se contrató a varios de los
actores que habían trabajado en el filme original, recuperando los personajes
de Sonny, Carlo o Tessio (todos ya muertos al principio de la Parte II,
recordemos). Hasta la víspera se esperaba también a Marlon Brando para interpretar
de nuevo a Vito, pero cambió de idea en el último momento, así que Coppola
reescribió el guion de un día para otro (una vez más).
La nueva planificación de la escena, en la que se celebra el cumpleaños del Padrino, engrandece la figura de Vito, la hace más mítica, a pesar de que Brando ni siquiera aparece en pantalla (o precisamente por eso)… Mientras esperan a su padre con la tarta preparada, Michael da la noticia a sus hermanos de que quiere luchar por su país, lo que provoca la ira de Sonny, que le recrimina que su país no es su familia, no es sangre de su sangre… El único que le felicita por su decisión es Fredo. En ese momento se oye llegar a Vito y todos excepto Michael se levantan y van a cantarle por su cumpleaños fuera de cuadro… Esa imagen de Michael sentado solo a la mesa es un presagio de que veinte años después, al final de la Parte II, habrá derrotado a sus enemigos pero a cambio casi todas las personas a las que quería habrán muerto o le habrán abandonado… Y en la conclusión de la trilogía cinematográfica veremos que el precio que tendrá que pagar por su frialdad y su ambición será todavía mayor, pero de eso hablaremos la semana que viene.
3 comentarios:
No puedo esperar a comentar. A ver. He de confesar que la primera vez que vi El Padrino, lo hice en la miniserie que hicieron con todo ordenado cronológicamente (en tele cinco si mal no recuerdo).
El verdadero gusto por la historia fue cuando vi las versiones cinematográficas.
Por qué dije esto? Por la parte II precisamente. Hay dos historias claras, con un tratamiento distinto. La historia de Vito es de colores cálidos, es la historia de la creación de un imperio familiar, acaba en familia, que entronca con el principio de la parte 1 (la peli romántica, la que te hace participe de la familia).Don Vito tiene un imperio basado en el poder, en la familia, en el respeto....
Vamos a la segunda historia. Michael ha de mantener ese imperio, agrandarlo e intentar dar una visión de legalidad. Pero todo es más frío, arduo, áspero, sin Little Italy, sin tonos sepias. Es un súper negocio basado en el dinero (los hombres de Michael no le muestran respeto, quieren su nómina).
Lo que me llama la atención es el contraste en la evolución de las dos historias. En la parte 2, Vito (aunque no salga en pantalla) acaba en lo alto, comiendo con su familia. Michael acaba sólo. Obligado a acabar con su propio hermano, traicionando los valores que le inculcó su padre, su familia. Con más poder.Pero con la soledad que ello conlleva.
Veo cierta lógica en el final. Michael muere solo. El precio ha sido alto.
Y no. No hacía falta redimirlo en una nueva película unas décadas más tarde....
¡Hola, Rubén! Gracias de nuevo por comentar, las ideas que aportas me parecen muy interesantes... 😀
Yo diría que la Parte II juega con el contraste entre el ascenso de Vito y el de Michael; el padre consigue triunfar y a la vez conservar a los que ama, el hijo no. En el caso de Michael le vemos ascender en poder y caer desde el punto de vista ético. Digamos que Michael juega en otra liga distinta a la de su padre, con más competidores y más riesgo, y amasa más poder, pero precisamente por ello se queda más y más solo, como tú bien comentas.
Para mí la gracia de la tercera película está en que Michael recupera parte de su humanidad y busca obtener el perdón por sus pecados, pero ya es demasiado tarde... Aparte de que descubrimos quién le sucede al mando de la Familia, que también tiene su interés. Un detalle que no tengo claro es cómo queda exactamente el pacto con Immobiliare tras la muerte del Papa Juan Pablo I y los asesinatos del político Lucchesi, el arzobispo Gilday y el banquero Keinszig, ordenados por Vincent... ¿Se queda la Familia como estaba o supone esto un golpe financiero del que difícilmente podrán recuperarse? Porque en este caso la diferencia entre la II y la III en lo que a Michael se refiere es que en la tercera acabaría solo y además arruinado y sin reputación... Ya sé que me estoy metiendo en temas que deberíamos comentar la semana que viene, pero ¿alguien sabría responder a esta pregunta?
¡Un abrazo, Rubén! Aparte de que te apetezca volver a responder aquí, te espero en los comentarios dentro de siete días para hablar de la Parte III... aunque sea mal. 😉
Acerca de si al final Michael perdió o no los 600 millones del pacto con Immobiliare, he encontrado un hilo sobre el tema en este enlace (en inglés), pero parece que nadie tiene muy claro si la transferencia bancaria llegó a realizarse o no... Tal vez habría que preguntárselo directamente a Coppola, que medio billoncejo no es moco de pavo... También tengo curiosidad por saber si Michael le traspasó a Vincent todo su imperio o solo las actividades más turbias y delictivas... ¿Opiniones al respecto?
Publicar un comentario