Para empezar con buen pie esta cuarta entrega sobre el Coronavirus
intentemos ver la parte positiva de la situación… En estas últimas semanas, desde que vuelan menos aviones
(creo que en algún momento llegaron a ser el 3 ó 6% de los habituales en España),
las emisiones de CO2 y la contaminación han descendido bastante
tanto aquí como en el resto del Mundo. Supongo que ahora mismo se estarán
recogiendo datos muy interesantes con respecto a la influencia del Hombre en el
cambio climático… También está habiendo menos accidentes de tráfico,
lógicamente. Y los animales están recuperando algunos espacios que antes
pertenecían a los humanos, generando estampas adorables
o divertidas y también otras algo
más inquientantes, todo sea dicho, como la de las palomas hambrientas acosando
a una anciana solitaria por las calles de Benidorm.
La semana pasada hablamos de cómo algunos se han tomado el confinamiento
demasiado a la tremenda cuando en realidad no es para tanto. Durante estos
últimos treinta años de capitalismo, sin grandes conflictos en el Mundo
Occidental, nos habíamos acostumbrado a vivir demasiado bien… A lo de “bien” le
podéis poner todas las comillas que queráis y dependerá de cada persona, lo sé,
pero es verdad que en general nos hemos acomodado a depender de demasiadas
chorradas y lujos superfluos,
con los ojos cerrados a lo que ocurre en el Tercer Mundo. En otros países, por
ejemplo de África, esta incertidumbre que estamos sufriendo es el pan suyo de cada día,
y a veces ni eso, con regiones sin agua potable y azotadas por otras
enfermedades, hambre y conflictos armados constantes; pero desde aquí arriba miramos para otro lado de forma
bastante hipócrita. Históricamente hablando nuestros últimos treinta años no
suelen ser lo normal, habíamos tenido bastante suerte hasta ahora. A toda
generación le toca vivir algún mal momento
y este es el nuestro; y si no, que se lo digan a los supervivientes de la Guerra Civil Española,
de los que hablamos hace poco…
En resumen, cuanto más amplio es tu punto de vista y más sabes de Historia
o de la situación mundial menos grave te parece el confinamiento. Hay quien
dice que hace dos meses éramos felices y no lo sabíamos;
yo digo que incluso ahora somos felices en comparación con otros lugares y
otras épocas, pero no nos damos cuenta… Así que aprovecha el tiempo libre que
tengas estos días para conversar con tus seres queridos si los tienes en casa
(o por teléfono o videoconferencia si no los tienes), para ver documentales interesantes en la tele
o aprender algo nuevo y relevante, para crear arte
o para leer un buen libro o ver una buena película.
Vivimos en un mundo globalizado, para bien y para mal. Todo está conectado,
y a no ser que escapemos a una isla remota o un rincón del desierto todo nos afecta a todos, no solo
en lo referente a los virus sino también a las migraciones humanas, el reparto
de alimentos, el cambio climático, el despilfarro de energía…
Nuestras acciones individuales tienen consecuencias
a largo plazo y a nivel global, y por tanto dichas acciones no deberían regirse
por el “Yo-Más-Ahora” sino por el “Todos-Mejor-Siempre”, tomando
decisiones bien informadas… Como dice mi amigo José Blanca,
que está bastante bien informado y tiene muy buen criterio: no tenemos derecho
a comida para todos, sino a repartir equitativamente la comida que hay,
pero si no recurrimos a los cultivos transgénicos en el futuro podría no haber
suficiente para 10.000 millones de personas… Y no tenemos derecho a estar sanos,
sino a repartir los recursos sanitarios disponibles, pero permanecer sanos es algo que nos
tenemos que ganar, algo por lo que hay que esforzarse, sacrificando otros
gastos para invertir en Investigación y Sanidad.
Hay mucha gente incívica y egoísta, malcriada y perezosa, que cree que
tiene todos los derechos y ninguna responsabilidad, y que puede hacer lo que le
venga en gana en todo momento sin pensar en los demás. No se dan cuenta de la
Realidad hasta que esta les pega una bofetada en la cara (Y algunos ni por esas:
en el caso del Coronavirus, gente insolidaria que ignora las recomendaciones
y se salta las normas del confinamiento).
Muchos de los que ahora están histéricos por la pandemia son los que hace dos
meses se tosían en la mano, dudaban de la eficacia de las vacunas o ignoraban
que un antibiótico no sirve para vencer a un virus.
Y del mismo modo gente que ahora está en contra de los transgénicos se quejará
cuando falte comida, gente que no recicla se sorprenderá cuando lleguen los
conflictos internacionales por el agotamiento de recursos,
gente que enciende el aire acondicionado a tope sin ser necesario se indignará
y exigirá responsabilidades a otros cuando la subida del nivel del Mar inunde su chalet de la playa… Y ni
siquiera entonces verán (o querrán ver) la conexión entre una cosa y la otra.
A pesar de que la semana pasada me metí con los programas de noticias y los
especiales informativos, es verdad que, aparte de alguna estupidez que otra,
también contribuyen a difundir la información importante… Pero no me resisto a
hablaros de un programa de La Vida Moderna
que vi hace poco y que me impactó por lo relevante de su contenido. En la recta
final del programa Ignatius, Broncano y Quequé se pusieron serios y comentaron
tres cosas con mucho sentido: Primero, no somos conscientes de los problemas hasta
que nos afectan en primera persona, no escuchamos el consejo de los que los han
sufrido antes, no hacemos caso a lo que está escrito en los grandes
libros ni al mensaje de las grandes películas; solo se mira a los científicos
cuando la amenaza está a las puertas, no se sabe prever a largo plazo.
Segundo: el capitalismo y el consumismo salvaje son una vía equivocada, hay
que dejar de hacer tantas cosas a lo loco y sin pensar, hay que aprender a
tener menos experiencias pero saborearlas más,
y comprender lo importantes que son una buena Sanidad pública y la inversión
pública en Investigación. Tercero: por mucho que se nos llene la boca ahora
diciendo que hemos aprendido la lección, es probable que después de pasar la
crisis sanitaria y económica no cambie absolutamente nada, y si cambia algo
será mucho menos de lo que creemos… ¡No aprendemos!
Como ya os digo, estas tres observaciones me parecieron todas muy acertadas; a ver
si va a ser cierto que a veces es el bufón de la corte el que dice al Rey las
verdades como puños a la cara… Este programa fue titulado, creo que de forma
muy apropiada, Lo Esencial.
Estas últimas semanas yo he estado en todo momento tranquilo; tal vez algo
molesto, pero no asustado… Molesto, digo, porque el estilo de vida que ha
generado este problema es diametralmente opuesto al mío: llevo años
estornudándome en el codo e
incluso a veces sugiriendo a la gente que lo haga (¿a que ya no os parece un
detalle tan impertinente?), y no me da por viajar a otro continente en cuanto
tengo tres días de vacaciones, con el consiguiente riesgo de propagar un virus… Y también estoy tranquilo porque
el verdadero problema ya lo teníamos, como habéis podido leer esta semana y la
anterior, desde hace muchos años, no solo desde mediados de marzo. Cuando te
esfuerzas por saber un poco de todo, cuando tu punto de vista de la Realidad es algo más amplio de lo habitual, estas situaciones nuevas no te pillan tan de
improviso, te adaptas mejor, eres más resiliente.
La gente que tenía memorizado su discurso vital antes de la crisis, la gente
que pensaba como vivía
y no al contrario, actuando primero por impulso y justificando a posteriori sus
acciones con retórica, se siente perdida y descolocada cuando la cruda Realidad
le desmonta el discurso, poniendo de manifiesto su incoherencia.
Hay que hacer un esfuerzo por ver otra consecuencia positiva de esta
pandemia: en realidad es una cura de humildad, nos pone los pies en la tierra.
Hay muchos que creen que somos el centro del Universo
y no lo somos; episodios como este son los que nos quitan la venda de los ojos
y nos hacen comprender que no somos invulnerables, que tenemos que ser cuidadosos a la hora de tomar decisiones
tanto a nivel individual como colectivo, pensando no solo en nosotros mismos
sino también en los demás y en la Naturaleza. Pero ¿conseguiremos aprender la
lección a medio y largo plazo, o seremos tan idiotas como para no quedarnos con
la copla y seguir cometiendo los mismos errores?
No deis nada por sentado: os recuerdo que hace un mes y pico en España
alguien pensó (en un principio, aunque luego le enmendaron la plana) que ir a la peluquería
a ponerse guapo era un servicio de primera necesidad. Y hace dos meses se
realizó una encuesta a casi mil bebedores de cerveza estadounidenses y el 38%
afirmó que ya no comprarían cerveza Corona
para evitar el contagio… Francamente hay que estar tarado
para hacer una asociación tan estúpida como esa, aunque con el presidente que
tienen no me extraña en absoluto.
Y luego están los que quieren abrazarse y besarse con todo el mundo desde el
primer día tras el fin del confinamiento, como si hubiese un interruptor con
dos posiciones, ON y OFF, y Pedro Sánchez hubiese apagado el virus por arte de
magia… ¡Cuando llegue el día haced el favor de guardar la distancia de seguridad en la medida de lo
posible, salvo con vuestros seres más queridos!
Llegando ya a las conclusiones finales, tal vez deberíamos preguntarnos si
la verdadera pandemia es el virus o la estupidez,
porque no hay nada más peligroso que un ignorante que no sabe que lo es, un
ignorante orgulloso de serlo. En cuanto a la supuesta tortura insoportable del
aislamiento,
saber que hay tanta gente que no se para a pensar ni dos segundos en las cosas a
mí me hace sentir más solo
que la propia cuarentena, la verdad… Y mucho peor que un estúpido es una mala
persona, alguien que perjudica a los demás con conocimiento de causa; no me voy
a meter a analizar el tema de los bulos que corren por Internet,
ni las actitudes de algunos políticos,
sobre todo de la oposición, porque me daría para otra entrega más.
Esperemos que la memoria colectiva no mute en unos meses, como el virus de la
gripe común, y que cale en la conciencia de la sociedad que hay que escuchar a los expertos y no actuar por
impulsos. Nuestras decisiones deben estar basadas en el Conocimiento y la
Razón, no en dogmas, modas, prejuicios, intereses personales u opiniones
sesgadas… Mientras escribía estas últimas dos entregas he llegado al
convencimiento de que la mejor opción para la entrada de la semana que viene, a
pesar de ser un tema extenso y arduo de preparar, es la de comenzar a hablar de
Pensamiento Crítico y Escepticismo… Es mejor hacerlo ahora, en caliente, antes
de que la gente se olvide de cuál es la moraleja cuando todo esto pase.
4 comentarios:
Hola de nuevo,
Es imposible no comentar...Me parece tan acertada la frase de "no sé si la verdadera pandemia es el virus o la estupidez", que creo haberla ya dicho de otro modo, "Esta gente no debe de protegerse del virus, ¡SON EL VIRUS!"
Lo de que tanta gente no se para a pensar, y eso te hace sentir sólo, también me ocurre a mí, aunque me imagino que a menor escala, porque no tengo una mente tan prodigiosa como la tuya, me considero bastante ignorante pero no orgullosa de serlo, por eso soy tan curiosa e intento aprender algo cada día, pero no hace falta ser un gran pensador para darse cuenta de algunas cosas, y más cuando la madre tierra nos está dando bofetadas con cariño, avisándonos de la "ostia" con perdón que nos puede llegar.
Lo malo de esto es que aunque alguien abra los ojos, ojalá me equivocara, creo que cuando vuelva el fútbol, las cervezas, las peluquerías, las manicuras...etc , se habrá olvidado todo. Creo sinceramente, que como tú bien dices hay que aprovechar, ahora es el mejor escenario para hablar de pensamiento crítico,a ver si todos aprendemos algo, me incluyo, es un tema que me interesa especialmente. Un abrazo "distante"
Hola de nuevo, Hope, encantado de leerte. 😀
Gracias por los piropos, pero mi mente de prodigiosa no tiene nada, ya me gustaría a mí... Yo diría que tengo buena intuición para diferenciar lo importante de lo superfluo, pero me cuesta mucho retener los detalles más anecdóticos aunque haga un esfuerzo, y hasta que comprendo del todo y relaciono entre sí los conceptos relevantes me cuesta más tiempo del que yo quisiera... Digamos que para lo semántico soy lento pero seguro, sí, pero para lo episódico soy un desmemoriado desastroso .
Que una gran cantidad de gente tenga tan poco criterio es a causa, creo yo, de fenómenos de retroalimentación que favorecen más a la pereza intelectual que al esfuerzo por pensar con cuidado... Cuanto más se piensa, más consciente es uno de la complejidad de los problemas y más se duda, y por tanto no le vas contando tus opiniones a voz en grito a todo dios; sin embargo la ignorancia es muy atrevida y ruidosa, y por tanto contagiosa, porque a veces la gente prefiere estar segura de una mentira a dudar de una verdad.
(Y creo que a veces el mismo razonamiento se aplica incluso al número de hijos que decides tener: cuando eres consciente de la responsabilidad traes pocos o ninguno al Mundo, mientras que si eres un palurdo puedes acabar teniendo un montón, y educándolos a todos mal, claro... Retroalimentación, como decía. Esta es la fantástica premisa inicial de la por otro lado mediocre película "Idiocracia".)
Cuanto menos crees que sabes más sabes en realidad; lo que pasa es que eres consciente de que aún te quedan otras muchas cosas por comprender... Como reza el dicho: "Cuanto más grande es la isla del Conocimiento, más larga es la playa de la ignorancia" (en este caso, que es el tuyo, es una ignorancia buena porque eres consciente de ella y no quieres apoltronarte en ella, quieres seguir expandiendo tu Conocimiento).
De verdad, yo deseo fervientemente que este episodio del Covid-19 deje alguna enseñanza útil en la sociedad... Ahora es el momento de no callarse y soltarle a los ignorantes a la cara un "Te lo dije" bien fuerte... Hoy mismo me acaba de caer un nuevo marrón en el trabajo que seguramente me va a quitar bastante tiempo, pero me da igual; me voy a esforzar por sacar adelante las entradas (no sé cuántas me van a salir) sobre Pensamiento Racional porque creo que este es el momento oportuno. Toda la pedagogía que se haga ahora, en plena pandemia, será sin duda más efectiva, porque hay gente con muy poca retentiva a la que a toro pasado le resbalarán de nuevo los argumentos...
Pido perdón porque me da la impresión de que algunas de estas ideas ya las he explicado antes en los comentarios hace años, puede que precisamente contigo... pero bueno, nunca viene mal refrescarlas, de todos modos.
¡Un besazo digital, Resalá! 😘
Madre mía...coincido al 100% con todos tus pensamientos. Completamente. Pero tú los expresas como yo no sé hacerlo, así es que, una vez más te doy las gracias.
Y me atrevo a comentar y "decir en voz alta" el por qué de mi instinto maternal inexistente.
No es algo que vaya diciendo a cualquiera, a no ser que me insistan en por qué no he tenido hijos...veo un panorama oscuro en la raza humana, no por factores externos, si no por su propia esencia.
En fin... Ánimo para la "nueva fase" a la que nos enfrentamos!!! <3
Susana, no sé si esta actitud ignorante y a largo plazo autodestructiva es algo inherente a los humanos o no, pero está claro que es muy difícil traer hijos al Mundo y educarlos correctamente con la cantidad de estímulos negativos y de distracción que tienen por todos lados hoy en día... Es una gran responsabilidad, y se hace muy difícil luchar contra la presión social a la hora de criarlos. Por tanto es normal que una se lo piense dos veces antes de dar ese paso.
Yo creo que hay muchas formas de intentar dejar nuestra huella cuando nos vamos y hacer de este Mundo un lugar un poco mejor que el que encontramos al llegar: no solo a través de nuestros hijos, concentrando nuestros esfuerzos en una o dos personitas, sino también afectando en menor grado a una mayor cantidad de personas, escribiendo un libro, llevando un blog, dando clases, impartiendo cursillos o despertando la sensibilidad y la conciencia de la gente con tu arte, ya sea poético, pictórico o fotográfico, como es tu caso.
¡Un abrazo muy fuerte y que tengas un día estupendo, Susana! 😉 😘
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