Antes de ponernos manos a la obra con El Padrino: Parte III (con spoilers incluidos, os recuerdo), una
curiosidad acerca de toda la trilogía: cada vez que aparecen
naranjas en pantalla es un presagio de que alguien morirá o correrá riesgo de morir. Don Vito
compra naranjas antes de que atenten contra su vida, y diez años más tarde
muere de un ataque cardiaco después de jugar con su nieto poniéndose una piel
de naranja en la boca. Carlo Rizzi no llega a tocar ninguna fruta, pero lleva
un traje del mismo color. En la Parte II Fanucci se come una naranja antes de
ser asesinado por el joven Vito. En la tercera Michael bebe un poco de zumo
cuando le da un bajón de azúcar en el Vaticano (por cierto, en las dos
películas anteriores bebe agua a menudo, lo que apunta a que ya desde joven era
diabético). También se ven naranjas rodando por la mesa en la escena del helicóptero, y por último Michael muere en Sicilia con una naranja en la mano.
Mucha gente dice que la Parte
III, estrenada en 1990, no está a la altura de las dos anteriores, pero creo
que es porque durante dieciséis años estuvieron imaginando cómo sería la
continuación y tenían ideas preconcebidas al respecto; El Padrino ya era por
entonces parte de la cultura popular y era muy difícil cumplir las expectativas de todo el mundo. Francis Ford Coppola, que aceptó el proyecto porque tenía problemas financieros, no la
concebía como la tercera parte de la historia (para él las dos primeras sí eran
como una sola película partida en dos), sino más bien como una especie de
epílogo a La Saga de los Corleone, epílogo que según él debería haberse llamado
La Muerte de Michael Corleone.
Esta vez la productora se opuso a usar un título distinto, prefería los numeritos
romanos… Justo al revés que con la anterior película dieciséis años atrás; pero
es que muchas cosas habían cambiado en el Cine (y no necesariamente para bien)
durante los 80.
Como vimos al final de
la anterior entrega, la semana pasada, en las tres películas los cambios de
actores en el último momento, las reescrituras del guion para adaptarse a las
adversidades, imprevistos y accidentes y la improvisación sobre la marcha eran
el pan nuestro de cada día, y el resultado aun así fue excelente. En la Parte
II el personaje de Frank Pentangeli debería haber sido en realidad Clemenza, pero el actor que lo
interpretaba en su edad madura quería tener control total sobre sus líneas de
diálogo, con lo que no se le contrató y Coppola hizo el cambio. Y en la tercera
Tom Hagen fue sustituido por B.J. Harrison porque no se llegó a un acuerdo sobre el caché de Robert Duvall, lo cual
es una pena porque el director tenía grandes planes para ese personaje en la
conclusión, dándole un papel más importante.
Coppola quería que esta última entrega fuese más emocional… Se puede apreciar un cierto paralelismo entre el
sexagenario Michael Corleone de la película y el Coppola de 1990, que por
entonces ya no estaba en lo más alto de su carrera y para colmo había perdido
en 1986 a uno de sus hijos, Gian-Carlo, en un accidente de lancha. Parece ser
que para interpretar el personaje de Mary Corleone había sido contratada en
principio Winona Ryder, pero renunció al papel en el último minuto aduciendo agotamiento
psicológico, con lo que Sofia Coppola, hija del director, tuvo que hacerse cargo… Hay quien dice que el trabajo
de Sofia en este filme deja que desear, pero a mí no me parece tan mala:
precisamente aporta la juventud, inocencia y vulnerabilidad que requiere el
personaje. Yo descubrí la trilogía con el estreno de la Parte III (la segunda
la estrenaron antes de que naciera) y francamente me parece casi tan buena como
las anteriores. Tal vez sea verdad que el reparto no es tan redondo como en las
otras, por las razones que ya hemos comentado, pero tiene un argumento muy interesante
y grandes escenas como la del piso de Vincent, la del helicóptero o todo el
tramo final en Sicilia.
Una de las tramas del
relato es la del amor prohibido entre Mary y su primo Vincent Mancini, hijo
ilegítimo de Sonny (al principio de la primera película vemos a Sonny tontear
con Lucy, la madre, durante la fiesta de la boda de Connie). Vemos en Vincent
mucho de su padre, la impulsividad, el dejar al descubierto sus emociones; pero también se mantiene frío y calculador en los momentos de peligro, como su tío Michael, y sabe ser amable y encantador como su abuelo Vito… ¿Le impedirán sus arranques de genio ser un buen
Padrino o conseguirá alcanzar el equilibrio y pasar la prueba?
¿Cuál es el futuro del clan Corleone con Vincent al frente? En la tercera película
no se nos cuenta. Vincent es introducido en la Familia por Connie, personaje
que evoluciona mucho a lo largo de los años, de mujer maltratada a vividora
irresponsable hasta convertirse en la matriarca del clan, tras la muerte de
Carmella y tras haber hecho las paces con Michael… Al final incluso toma decisiones importantes dentro de la Familia, algo habitualmente reservado a los hombres.
La relación de Michael con
Kay es otro pilar básico de la historia, con momentos como el de la puerta que cierra Al Neri al final de la peli original, separándola de su marido tras mentirle este
diciéndole que no ha sido responsable de la muerte de Carlo Rizzi. Otra escena
con puerta de por medio es la que sucede tras el aborto y divorcio de Kay, y esta
vez también sus hijos están del otro lado: de ahí el grito entrecortado de Kay
cuando es el propio Michael el que la cierra con total frialdad… La separación
de Kay es una de las pocas batallas que Michael pierde, dejando aparte el final
de la trilogía, claro. En la Parte III hay una cierta reconciliación mientras
viajan por Sicilia antes del estreno de la ópera en la que canta su hijo
Anthony; ella le confiesa que quizás nunca ha dejado de quererle, pero un
segundo después llega Calò con el anuncio del asesinato de Don Tommasino por
parte de Mosca: la magia se ha roto de nuevo y ella comprende que hay cosas que
nunca cambian, que la espiral de violencia no cesa aunque pasen los años… De
nuevo Kay se encuentra al otro lado de la puerta.
Lloro como una Magdalena cada
vez que veo morir a Mary en las escaleras de la Ópera de Palermo…
La última palabra que dice es “¿Papá?”. La escena es demoledora, con ese grito
sordo (¿o sería más bien mudo?) de Michael que según las anécdotas de producción inicialmente
no era tal: Pacino se dejó la garganta pero en la sala de montaje Walter Murch vio
que la toma tenía más fuerza si quitaban parte de la pista de sonido. La efectividad
de esta escena se refuerza porque observamos las reacciones de Kay, Connie y
Vincent a la muerte de Mary, y sobre todo porque vemos también por un momento
la reacción de Kay al sufrimiento de un Michael completamente destrozado que
nunca antes había estado tan vulnerable o expresado tan abiertamente sus
sentimientos en público; la tragedia nos toca el corazón precisamente porque
empatizamos con Kay. Otro elemento que añade aún más capas de emoción a la
escena es el de los gritos de las mujeres de Palermo, lamentándose en italiano del
destino de la señorita María, igual que ocurrió en la aldea de Corleone ocho
décadas atrás con la muerte de Paolo, el hermano mayor de su abuelo Vito: nos
damos cuenta de que la violencia es un problema secular profundamente arraigado en esta cultura, y eso también nos conmueve.
Su hija era precisamente
lo que Michael más había intentado proteger todos esos años, la que más unida a
él estaba, después de divorciarse de Kay y sufrir un mayor distanciamiento con
Anthony… Es casi el único lazo que le unía a algo parecido a la felicidad, lo
poco que le quedaba (aparte de los recuerdos) de sus relaciones con Apollonia o
con Kay, y ahora lo ha perdido. Se nos presentan flashbacks de él bailando con
las tres, de los buenos momentos del pasado. Ya no hay esperanza para Michael Corleone: mientras al final
de la primera parte no siente remordimiento alguno por la muerte de Carlo, la
ejecución de su hermano Fredo al final de la segunda acaba atormentándole
durante años, y al final de la tercera la pérdida de su hija es como la
vendetta del Destino, que le devuelve el dolor infligido en una conclusión
trágica y sin concesiones… La violencia engendra violencia y los lazos que se
forman en el mundo de la Mafia son muy difíciles de romper; nuestro protagonista ha intentado con todas sus fuerzas desvincularse de
ese entorno pero se encuentra atrapado por su pasado.
Hay quien ha propuesto
la teoría de que Michael se queda para colmo ciego en el momento de la muerte
de Mary, debido a su diabetes y al fuerte shock emocional que experimenta
(aparte de que una bala también le ha herido a él), pero ni Pacino ni Coppola
han confirmado o desmentido esto. Es de suponer que tras la cesión de su poder
a Vincent y la pérdida de su hija Michael se rinde ante la Vida y se retira de
los círculos públicos. Muere en Sicilia en 1997, casi dos décadas después, consumido
por la tristeza, solo y olvidado en la villa que antes era de Don Tommasino, en el mismo patio donde murió Apollonia, cerrando así un siglo de
historia desde que su padre Vito emigró de niño a América.
Coppola coqueteó con la
posibilidad de una Parte IV de estructura similar a la de la segunda, mezcla de precuela (con el
ascenso de Sonny en los años 30) y secuela (con la historia de su hijo Vincent
en los 80, en una cruenta guerra entre familias que se prolonga durante una
década). Se comentaba que Andy García y Robert De Niro ya estaban confirmados
para volver a interpretar sus papeles, y que Leonardo Di Caprio podría
interpretar al joven Sonny, pero Mario Puzo murió en 1999, antes de que pudiera
terminarse un guión, y Coppola decidió no seguir adelante sin él.
En cuanto a las secuelas literarias, el
propio Puzo escribió en 1984 una continuación de la narración original titulada
El Siciliano, y posteriormente ha habido otras novelas ambientadas en el mismo
universo escritas por otros autores… Tenemos por un lado El Padrino: El Regreso
(2004) y El Padrino: La Venganza (2006), ambas de Mark Winegardner; y también
está La Familia Corleone (2012), de Ed Falco, basada en lo que Puzo escribió
para la parte de los años 30 de la posible cuarta película.
En la trilogía
cinematográfica se entremezclan escenarios y elementos tan diversos como la
ciudad de Nueva York, los casinos de Las Vegas, la posibilidad de negocio en La
Habana (truncada por el estallido de la Revolución), la madre patria Sicilia, las
grandes multinacionales europeas, la Iglesia Católica (y el escándalo bancario del Vaticano de 1982), la Ópera
(con la Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni) y hasta el antiguo Imperio Romano…
Coppola y Puzo recurren a las profundas y variadas raíces de los inmigrantes
italoamericanos para bordar un complejo tapiz narrativo que daría por sí solo para
quince o veinte películas normalitas, y este es sin duda uno de los mayores
atractivos de la trilogía.
Una historia bien
escrita que además muestra el paso del Tiempo abarcando varias generaciones y
usa a los mismos actores para interpretar a los personajes veinte años después siempre
ha tenido para mí un atractivo irresistible…
Y si además le añades un reparto en estado de gracia, una fotografía y
ambientación impecables y una música extraordinaria puede convertirse en una
obra maestra atemporal que resiste el paso de los años, porque la Verdad que
transmite no caduca: creo que este es el caso con las películas de El Padrino.
Quiero acabar esta
entrada múltiple hablando un poco más de los lazos familiares, que son, en
palabras del propio Coppola en entrevistas recientes,
el tema principal de estas películas. Muy hábilmente el cineasta nos muestra
cómo se entremezclan la familia biológica y la Familia criminal, la sangre que
corre por las venas y la sangre derramada… Las tres entregas comienzan con
escenas de fiestas y ceremonias familiares durante las cuales se hace otro tipo
de negocios en la trastienda: en la primera es la boda de Connie y Carlo, en la segunda la comunión de Anthony y en la tercera la entrega de la medalla
de la Orden de San Sebastián y la fiesta de la fundación benéfica. Y las tres
entregas acaban, como ya sabemos, combinando una reunión familiar con una
matanza de enemigos: en la primera tenemos el bautizo del hijo de Connie, en la
segunda el funeral de Carmella y en la tercera el estreno de Cavalleria
Rusticana en Palermo.
Coppola y Puzo hicieron
algo que no era muy usual allá por los años 70: mostrar la cara amable de los gangsters, humanizarlos, hacerlos más cercanos y reales, dejar claro que podían
cometer atrocidades pero también tener sus momentos tiernos. Esto fue rompedor
en su día porque daba a entender que, del mismo modo que los mafiosos no eran
tan malos, tal vez nosotros no éramos tan buenos… En la forma magistral de
tocar temas universales como este, de mostrar que el Mundo no está dibujado en
blanco y negro sino en tonos de gris, radica el gran atractivo de esta trilogía. Coppola nos pone ante el espejo
y nos hace ver que, aunque sea a menor escala, todos tenemos nuestro lado
oscuro y nuestros fantasmas, todos cometemos errores, y todos nos hemos
preguntado alguna vez si las cosas nos hubieran ido mejor en la Vida de haber tomado otras decisiones en ciertos momentos clave.
2 comentarios:
Para mí, la parte 3 es un ejemplo de cómo no solo hace falta un argumento bueno para hacer una buena peli. La falta de Tom Hagen y el nepotismo de Coppola con dos personajes (para mí clave) y un hijo de Michael adulto pero inexistente (solo proporciona la excusa para el apoteósico final en la ópera de Palermo) son la causa de que no llegue al nivel de las anteriores.
Tom Hagen es el frío y calculador consigliere no italiano de la Familia, uno de sus pilares. Se nota su ausencia.
Andy García (familiar de coppola) no me convence. Nunca me ha aparecido un gran actor. La moderación de su carácter en su personaje (Vincent) para mí está al nivel de la transformación de Anakin en Darth Vader (ahora me enfado, ahora no me enfado)
El mejor papel de Sofía Coppola es en el Padrino Parte I (es un bebé que es bautizado). Gracias a eso, se convirtió en para mí buena guionista y directora (son fan de Lost un Transalation).
Sé que la comparación duele pero la relación amorosa entre Vincent y Mary solo es superada por Anakin y Amidala en el episodio II de Starwars.
El final sí. El grito mudo (que no sordo) y la muerte de Michael en la finca de Tommasino (donde por una breve instancia fue verdaderamente feliz con Apolonia) es muy épico.
De verdad proyectaron el padrino parte 4??!! Coppola aún tiene amigos que lo disuadieron no?
Adjunto un link, con tutto il rispetto
https://simpsons.fandom.com/es/wiki/El_Padrino
Hola, Rubén, gracias una vez más por comentar.
Es verdad que Anthony apenas tiene peso en la tercera película, pero creo que Coppola lo hace adrede como contraposición a Mary, que se ha alejado menos de su padre... Así al final de la trilogía Michael se queda totalmente solo.
En cuanto a las acusaciones de nepotismo, parece que a Francis sí le gustaba trabajar con miembros de su familia, pero supongo que en la mayoría de los casos se aseguraba de que no estaban enchufados porque sí, de que podían hacer bien su tarea. Juraría que Andy García no es familiar de Coppola, creo que te estás confundiendo con Nicholas Cage, que sí es sobrino suyo (se cambió el apellido por el de Luke Cage, un personaje de los cómics Marvel).
Talia Shire, que interpreta a Connie, es hermana del director, pero al principio este no quería contratarla porque pensaba que Carlo debía casarse con Connie por ser la hija del Padrino, no por su físico, y él consideraba que Talia era demasiado guapa para el papel; al final los productores lo convencieron (Por cierto, en la segunda película fue Talia la que aportó la idea de que Kay tuviese un aborto intencionado en vez de complicaciones en el parto).
Por último en cuanto a la familia de Francis, que yo recuerde, tenemos a su padre Carmine Coppola, que ayudó un poco con la música en las dos primeras películas y fue el principal encargado de la banda sonora en la tercera, al haber fallecido Nino Rota hacía ya una década.
En cuanto a otros detalles que comentas, a mí también me gusta mucho Lost in Translation. Las referencias en los Simpsons son incontables, muy bueno el enlace que adjuntas... Y el grito sordo sería más bien el de Ignatius Farray, sí...
La finca de Don Tommasino juega un papel mucho más importante en la historia de lo que inicialmente parece. Cuando te vas fijando en los detalles te das cuenta de que Vito se alojó allí de joven con sus hijos, cuando llevó a cabo su vendetta con Don Ciccio... Luego Michael se refugió allí tras la muerte de Sollozzo y McClusky, casándose con Apollonia... Más adelante Tommasino alojará allí de nuevo a la familia Corleone cuando van al estreno de Cavalleria Rusticana, y finalmente Michael vive en soledad sus últimos años en ella. Este palacete es como una constante a lo largo de toda la saga. Si miras la cronología con atención verás que el asesinato de la familia de Vito y su marcha a América ocurren en 1901, y la muerte de su hijo Michael en 1997 (17 años después del asesinato de su hija), así que las tres películas juntas abarcan prácticamente la totalidad del siglo XX.
¡Un abrazo, Rubén, nos vemos! 😀
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