Voy a contaros algo curioso. El primer encierro de los Sanfermines se lleva
a cabo cada siete de julio a las ocho de la mañana, y yo hice la mudanza de mis
cosas al piso nuevo el pasado viernes siete de julio, comenzando a las ocho y
cuarto… Hasta ahí, nada excesivamente raro. La coincidencia más asombrosa está
en que, aunque mi traslado duró algo más que los dos o tres minutos
de los encierros, la distancia que recorrieron mis cajas y muebles fue
exactamente la misma que la que se corre en Pamplona: ochocientos cincuenta
metros. Este dato sobre los encierros lo descubrí por casualidad en un artículo de prensa
un par de días antes, pero la distancia a cubrir para la mudanza la había
consultado previamente en Google Maps.
Esta es una herramienta online que uso a menudo, no solo para planificar
mis viajes dentro y fuera de la ciudad sino también a veces por pura
curiosidad, para explorar otros lugares del planeta y porque siempre me han
gustado mucho los mapas. Google Maps vio la luz a finales del 2005
y Google Street View, aunque empezó de forma muy limitada, lo hizo en el 2007;
y aunque ahora estamos acostumbrados a usarlos, habrían sido algo totalmente impensable
tan solo diez años antes de su aparición. Son un claro ejemplo del increíble
potencial de Internet como medio para recopilar y compartir información, en
este caso acerca de la situación de ciudades, calles y lugares concretos. Se
trata de un entorno digital que abarca todo el planeta
con un mismo formato unificado y que tiene una gran versatilidad, en el que
puedes añadir o eliminar multitud de capas y en el que puedes consultar la
información a muy distintas escalas,
lo cual te da una buena visión de conjunto y, pasando ya de lo práctico a lo
filosófico, te ofrece una nueva perspectiva de cómo dos lugares cualesquiera de
la Tierra, por pequeños que sean, están realmente conectados entre sí.
Cada día los trabajadores de la empresa se pasean con los coches de Google Street View por distintas ciudades y
pueblos del planeta, haciendo fotos con las cámaras especiales instaladas en el
techo, y luego ponen esa información a disposición de cualquiera que la quiera
consultar (Recuerdo que una vez, hace tiempo, los vi en acción en uno de mis
paseos por las calles de Valencia). A esto se añade que a los museos, lugares
turísticos, comercios y entidades públicas en general les interesa estar
accesibles a través de una interfaz potente y mundialmente conocida, así que
ellos mismos les ofrecen sus datos y las plantas de sus edificios por iniciativa propia… Incluso parece ser que los de Google ponen sus cámaras a
disposición de quien quiera escanear nuevas zonas,
en una relación que en ocasiones puede resultar provechosa para ambas partes:
unos ponen la infraestructura y aumentan su base de datos, mientras los otros ponen
la mano de obra pero a cambio “aparecen en el mapa”.
Cuando hablo de la gran variedad de herramientas y aplicaciones
disponibles no solo me refiero a la posibilidad de medir distancias y calcular
tiempos, consultar datos de transportes públicos o buscar la localización y
horario de un tipo de comercio determinado, sino también en lo referente al
formato de visualización. Además del formato normal de callejero tenemos la
opción de imagen por satélite, cuya información, más visual, es a veces
bastante útil. También está la imagen satélite 3D, con la que tienes una
representación muy realista de los edificios no solo desde arriba sino también
por los laterales, incluyendo información sobre alturas, que a mí me resultó
valiosísima a la hora de averiguar la localización de los pisos que me gustaban
en la web de idealista.com, ya que la mayoría de
veces los anuncios no dan la dirección exacta para que tengas que recurrir por
fuerza a la agencia inmobliliaria… Por lo que tengo entendido, la visualización
en formato satélite 3D es similar a la del programa descargable Google Earth,
aunque no estoy muy familiarizado con este último.
Por otra parte, ya he hablado antes del Google Street View; recuerdo que
habitualmente he entrado en esta aplicación ampliando el zoom al máximo en
Google Maps y haciendo doble click otra vez, pero parece ser que ahora se hace arrastrando
a Pegman, el pequeño hombrecillo naranja, al punto azul que te interese en el
mapa… Tal vez algunos lectores recordéis que Street View ha sido ya el
protagonista de anteriores entradas del blog…
Esta herramienta también tiene una gran cantidad de aplicaciones, y no solo de
tipo práctico para el día a día, sino también humanitarias, culturales, artísticas y de ocio.
Por supuesto, por muy extendidas que estén las aplicaciones de Google, hay
muchas zonas del planeta, sobre todo en países en vías de desarrollo, a las que
no han llegado todavía. Por ejemplo, la región de Oriente Medio y la práctica
totalidad de África carecen de la opción de Street View, y los mapas en formato
callejero están muy poco detallados; en algunos de estos casos es mejor
recurrir a otras opciones como OpenStreetMap…
Y hablando de lugares remotos, quiero nombrar un par de páginas web de Google
que llevan la exploración y el correspondiente mapeado más allá de las
fronteras de nuestro Planeta: mientras que Google Mars no pasa de ser una mera curiosidad, la web de Google Moon sí proporciona bastante información
interesante sobre las misiones tripuladas a la Luna que se hicieron a finales
de los sesenta y principios de los setenta; no hay más que hacer zoom en las
distintas zonas del mapa lunar.
Ya que estamos en la Luna,
dejadme seguir soñando despierto: las prestaciones actuales de Google Maps son
muy buenas, pero como ya hemos comentado hay muchos lugares en los que la
información disponible es limitada, e incluso en los mejor explorados las fotos
del Street View presentan saltos, discontinuidades y trozos movidos, y hay
multitud de rincones a los que no se puede acceder, ya sea porque no llegan los
coches o por motivos de seguridad o privacidad…
Tal vez dentro de unos años salga una versión perfeccionada de gran calidad que
mediante un sofisticado sistema de escaneado láser instantáneo
permita llegar a escalas muy cercanas sin fallos ni distorsiones y con gran resolución. O, yendo un paso más
allá, un Google Street View Live que, conectado a una red con innumerables cámaras de vigilancia, al estilo
del Gran Hermano de Orwell, y con un complejo software de interpolación
digital, permita obtener imágenes en movimiento y en tiempo real desde
cualquier punto elegido y en cualquier dirección… Da un poco de miedo pensarlo,
¿no?
Una opción de la que ahora disponen solo un reducido número de monumentos y
edificios importantes, como la torre del One World Trade Center
de Manhattan, nos permite ver una serie de fotos tomadas a lo largo del Tiempo
para observar su evolución mientras se construían o mientras eran restaurados;
esto se consigue en Street View, clicando arriba a la izquierda el icono del
relojito con las flechas en sentido antihorario… Usando de nuevo la imaginación
y llevando este concepto al extremo tendríamos el Google Space-Time, en el que
a todas las herramientas y modos de visualización ya citados se les añadiría el parámetro del Tiempo,
pudiendo observar en el modo de mapa callejero cómo las ciudades fueron
creciendo con el paso de los siglos
o incluso, en el modo Street View avanzado, a las personas anónimas del Pasado
realizando sus tareas diarias o a los personajes relevantes participando en los
grandes momentos históricos… Y
puestos a flipar por un tubo, ¿por qué no un Google Future que nos diga, entre
otras cosas, cuándo estará concluida la primera fase del Parque Central de Valencia,
cómo acabará el mandato de Donald Trump en la presidencia de EEUU o lo que va a
pasar con el cambio climático en
las próximas décadas? Si el Google Maps de la actualidad parecía algo propio de
la ciencia ficción en los noventa, ¿quién dice que alguna de estas versiones mejoradas
no pueda llegar a existir tarde o temprano?
Las posibilidades que me vienen a la cabeza son innumerables (¿Incluir sonido, olores, tacto…?). Me imagino usando el Google Street View Live en mi
portátil y metiéndolo por la ventana de mi piso, encontrándome a mí mismo
buscando y mirando en la pantalla del ordenador a otra pequeña versión mía
buscando, y así en un bucle infinito…
Esta idea me recuerda aquel fragmento de La Historia Interminable, hacia la
mitad de la novela, en el que la Emperatriz Infantil le pide al Viejo de la
Montaña Errante que lea la propia Historia Interminable desde el principio,
incluyendo de nuevo el momento en el que empieza a leerla, entrando así en el círculo del Eterno Retorno,
aparentemente sin salida a no ser que Bastián se decida a inventar un nuevo
nombre para ella…
Y sin dejar la obra del gran Michael Ende, me viene
también a la memoria ese pasaje de Momo en el que Gigi
Girolamo, haciendo una visita guiada por el anfiteatro con unas distinguidas
turistas americanas, se inventa sobre la marcha una historia
acerca del cruel tirano de la antigüedad Marjencio Communo,
que se volvió loco en su vejez y decidió hacerse otro Mundo nuevo, enteramente a
su gusto. Levantando el anfiteatro a
modo de pedestal, ordenó que se construyera un globo del mismo tamaño
que la vieja Tierra, y en el que
había que reproducir con máxima fidelidad cada detalle: cada casa, cada árbol,
las montañas, ríos y mares. Toda
la Humanidad fue obligada, bajo pena de muerte, a trabajar en la ingente obra. Como se necesitaba mucho material para ese globo, la Tierra se hacía cada vez más pequeña, y para cuando se hubo terminado todos los
habitantes se habían pasado al nuevo globo terráqueo, porque la vieja Tierra
había desaparecido. Cuando Marjencio Communo se dio cuenta de que todo seguía exactamente igual que
antes y de que la empresa había resultado una gran pérdida de Tiempo, se cubrió la cabeza con la toga y se fue,
nadie sabe adónde… Me encantan las últimas líneas de este pasaje, en las que
Gigi aclara a las turistas que están justo en el punto de unión entre ambos
mundos, y que tienen que imaginárselo todo al revés, porque el Mundo actual no es más que el globo
terráqueo de Marjencio Communo, revelación ante la cual las
damas huyen horrorizadas mientras el cicerone presenta en vano la gorra.
Al hilo de todo esto, y hablando de anfiteatros
romanos, recuerdo haberme emocionado bastante hace unos días al leer,
documentándome para esta entrada, que las ruinas de Pompeya
podían visitarse virtualmente gracias al Street View… Cuando al día siguiente
lo intenté no estuvo mal, pero la experiencia dejó bastante que desear en
comparación a lo que me había imaginado: había sitios a los que no se podía
llegar, otros de los que no se podía salir porque te quedabas atascado,
otros movidos o con turistas delante… No era ni mucho menos como estar allí.
Recurrir a la versión digital está bien cuando no tienes acceso al original,
pero en caso de poder elegir hay que tener siempre presente que lo digital no
es más que una mala copia de lo auténtico. Yo uso casi siempre Google Maps como
un medio y no como fin en sí mismo; como una ayuda para poder llegar a los
sitios y disfrutar de ellos en directo.
Del mismo modo, para mí las redes sociales son
una manera de contactar con mis amigos y quedar con ellos en persona (algo que
a veces no resulta tan fácil como parece, pero al menos hay que intentarlo). No
entiendo cómo puede haber tal cantidad de gente que vive más en las redes sociales virtuales que en el Mundo real,
sin darse cuenta de que lo digital, a pesar de parecer más cómodo y fácil, es
mucho menos verdadero… Pero no
quiero entrar con detalle en este tema; ni tampoco a valorar otras posibles
desventajas de un hipotético Google Street View Live, como la pérdida de privacidad
y libertades y el sacrificio de la intimidad personal
en aras de la seguridad general… Como ya hemos dicho en otras ocasiones, una
herramienta no es buena o mala en sí, lo es el uso que se haga de ella; y creo
que tal y como está ahora, usado con cuidado y con un poco de cabeza, Google
Maps tiene muchas más ventajas que inconvenientes. Ya he comentado al principio
de la entrada que me encantan los mapas en general, no solo en formato digital
sino también físico, así que queda pendiente hablar más de ellos en el blog… Como
solía decir Ende, esa es otra
historia y debe ser contada en otra ocasión.
2 comentarios:
M'ha encisat el teu article d'avui, divertit i per a l'estiu molt carregat de continguts i alternatives. Bo sembla que encara continuem sent veïns per que la correguda dels bous sembla que no arriba a treure't del barri.
Una abraçada i endavant que seguirem llegint-te
Gràcies per comentar, Vicent!
Me alegro de que te haya gustado la entrada. Y en cuanto a si sigo en el barrio, pues técnicamente no, pero estoy muy, muy cerca... El código postal sigue siendo el mismo que antes.
Una abraçada!
Publicar un comentario