Hace ya unos
cuantos años, en mi juventud, un buen amigo mío de la Universidad que llevaba
poco tiempo saliendo con su pareja me decía (y estoy seguro de que lo decía con
toda la buena intención) que estaba aprendiendo a quererla… Esta frase me llamó
mucho la atención, tanto que todavía hoy me acuerdo de ella. Esto de salir
primero e intentar después que surja el amor tal vez funcione algunas veces (a
él le funcionó), pero creo que por lo general no es el mejor método para
conseguir una relación feliz y duradera. En lugar de ver a una mujer, desearla,
salir con ella y entonces aprender a quererla, lo que habría que hacer es conocerla
primero, quererla hasta el punto de empezar a desearla (si es que no la
deseabas ya desde el primer momento) y entonces salir con ella.
Ya os comenté una vez que por aquella época de mis años mozos usaba cuatro
parámetros para estimar lo poco o mucho que me gustaba una chica: inteligente,
simpática, compatible y guapa. También os dije que esta clasificación, aunque
era mejor que nada, suponía una excesiva simplificación de la gran complejidad que
caracteriza a cualquier persona. Acerca de los rasgos físicos que hacen que una
chica me parezca guapa ya hablamos en Amor a Primera Vista allá por el 2012, en los inicios del blog; y en
la entrada múltiple que aquí empieza os enumeraré los rasgos de personalidad que
me resultan más atractivos al ir conociendo a una mujer, más allá de la primera
impresión… Mis palabras exactas fueron que hablaríamos de esto “un poco más
adelante”, y han pasado cinco años; para que veáis que realmente me tomo las cosas con calma.
Otra antigua entrada del blog relacionada con este tema es Sin Aditivos ni Colorantes,
en la que explicaba los detalles que no me gustan de las mujeres cuando fingen
una Belleza exterior que realmente no tienen… Pero el post más relacionado con
el de hoy, y prácticamente de lectura obligada, es la tercera parte de
Inteligencias Múltiples,
que podría considerarse como el complemento inseparable o la entrega número
cero de esta entrada: echadle un vistazo. El tema de la búsqueda de pareja se
ha ido tocando aquí y allá en otras muchas entradas, así que a lo largo de las
próximas semanas seguramente habrá bastantes enlaces a contenidos de La Belleza
y el Tiempo.
Hablar de los rasgos de personalidad, hábitos y gustos de mi compañera
sentimental ideal supone una tarea titánica
tanto en extensión como en complejidad organizativa, pero creo que he
encontrado la forma de contarlo en tres o cuatro entregas más o menos bien
estructuradas. El primer grupo comprende los rasgos de carácter más
intelectual, el segundo los relacionados con la creatividad y las relaciones
con los demás, y el tercero las costumbres que podrían considerarse más
relacionadas con la forma física y el aspecto externo (vuelvo a recalcar que
esta es una clasificación aproximada, ya que las fronteras entre unos tipos de
cualidad y otros son borrosas). En la última entrega intentaremos decidir qué
características son las más importantes de todas las enumeradas y, como de
costumbre, trataremos de sacar conclusiones generales que nos sean de utilidad…
Vamos pues con las cualidades de tipo intelectual.
Huelga decir que para que una mujer me guste tiene que ser inteligente.
De acuerdo con su etimología, el adjetivo “inteligente” describe a una persona
que sabe elegir la mejor opción a partir de la información disponible, que sabe
tomar buenas decisiones en la Vida. Me refiero aquí a la inteligencia en su
acepción más clásica, es decir, la capacidad de pensamiento lógico y racional,
de análisis de la información y de argumentación coherente de las ideas. Lo del
pensamiento racional deja fuera de mi lista de favoritas a aquellas mujeres que
crean por ejemplo en la eficacia de técnicas como la homeopatía, acupuntura, reflexología
o biomagnetismo, y hace que me caiga muy, muy bien la consejera de sanidad
Carmen Montón,
que ha emitido hace poco una orden para que no se fomente el uso de las
pseudoterapias en los centros sanitarios de la Comunidad Valenciana. En la
misma línea, tampoco me sentiría cómodo con una mujer que creyese ciegamente en
cualquier tipo de dogma religioso…
Más adelante hablaremos con calma en el blog tanto de la creencia en Dios como
de otros tipos de pensamiento mágico.
Mi mujer ideal no solo será inteligente, sino que me espoleará para aguzar
también mi ingenio, en una sana competencia de la que ambos saldremos
beneficiados; como cuando corres (perdón, haces running) con otra persona que
tira de ti y te hace dar el máximo, sacando fuerzas de flaqueza… Ya hablamos de
esto en una ocasión, cuando os dije que la inteligencia es sexy.
Me encantaría tener una compañera que supiera formular las preguntas que yo
tenía difusas en mi cabeza y para las que no sabía encontrar las palabras, o
que me ayudara a encontrar respuestas a las grandes
preguntas de la Existencia con un estilo de razonamiento similar al mío, pero
con ligeras diferencias a la hora de pensar que le permitan llegar a rincones
del Conocimiento donde yo no alcanzo.
Además de inteligente debería ser una mujer culta,
tener un buen conocimiento de los clásicos y acerca de cuáles son nuestras
raíces y cómo hemos llegado al momento actual de nuestra Historia. Y debería
tener una gran curiosidad intelectual, debería gustarle aprender algo nuevo
cada día. No querría perderse ni un solo detalle de todo lo que la rodea, y por
tanto no le importaría llevar gafas
(o lentillas) si las necesitara. Su objetivo será
aprenderlo Todo acerca de Todo,
y tendrá, como yo, una concepción generalista de las cosas, tratando
de verlas bajo una perspectiva lo más amplia posible, considerando los
distintos niveles subyacentes (psicológico, sociológico, biológico, geológico,
cosmológico…) y distinguiendo así lo que es realmente importante de lo que no
lo es.
Si tuviera la
suerte de encontrar a alguien así, mi relación con ella no sería como la unión
estanca de dos medias naranjas, cerrada a los problemas del Mundo con una
coraza hecha a base de hermosas mentiras compartidas; más bien nos usaríamos el
uno al otro como una puerta para acceder a conocimientos que no teníamos antes,
y llegar así a una mejor comprensión del Universo, enriqueciéndonos mutuamente
desde un punto de vista intelectual. Si ella es inteligente percibirá como yo
que hay muchas cosas en nuestra sociedad que son estúpidas o no funcionan, o
que pueden quedar patas arriba por un capricho de la Naturaleza, y que incluso
las cosas buenas y hermosas que nos rodean podremos disfrutarlas solo por
Tiempo limitado, lo que tal vez la haga estar un poco melancólica
en algunas ocasiones; pero el mero hecho de estar juntos, de habernos
encontrado el uno al otro, nos servirá de consuelo y nos dará Esperanza frente
a las injusticias del Mundo.
Para mí es
importante que mis amigos y amigas sepan
expresarse bien tanto oralmente como por escrito; como dije en Inteligencias
Múltiples al hablar de las aptitudes lingüísticas, “una mujer que
de puertas para afuera usa las palabras correctas enlazadas de la manera correcta seguramente hará lo
mismo con las ideas de puertas para adentro”. En otro orden de cosas, ya sé que en Amor a Primera Vista os comenté que
los rasgos exóticos son atractivos, y también sé que la
mezcla de culturas te proporciona una mente más abierta y las uniones
interraciales producen una descendencia genéticamente más sana, pero al mismo
tiempo no me veo conviviendo con alguien que no comparta lengua materna conmigo,
por muy buenas que sean sus otras cualidades. Es difícil llegar a tener una
conexión total si no se dominan las sutilezas del idioma de la otra persona; yo quiero alguien con quien poder tratar temas
complejos, elevados, y entenderme perfectamente de forma rápida… Tal vez
precisamente por esto hay gente (no todos, ojo)
que se lía con alguien extranjero: porque así pueden poner el idioma como
excusa para no seguir hablando de temas filosóficos, cuando en realidad lo que
les pasa es que se han rendido intelectualmente y prefieren vivir una vida de
encefalograma plano.
Aunque con el
valenciano puedo hacer una excepción, confieso que me sentiría algo más cómodo
saliendo con una mujer castellanoparlante que con una valencianoparlante o una
nativa en ambas lenguas, para evitar el conflicto de tener que decidir en qué
idioma hablar en cada contexto (conflicto que no surgiría de mí mismo, sino de la situación sociopolítica
presente y pasada de nuestra Comunidad). Además, aunque puedo defenderme, no
soy nativo y nunca he usado el valenciano en casa, con lo que no dominaría las
sutilezas de las que hablábamos antes (aparte de que aún no tengo claro cuál es
el estándar que habría que utilizar; el tema de la normalización lingüística ha
avanzado mucho en los últimos años pero aún falta camino por recorrer, y eso es
algo con lo que yo, bastante cuadriculado, no me siento muy a gusto).
Y hablando de gusto, es imprescindible que mi pareja y yo tengamos
aficiones y gustos en común. Por ejemplo, que le guste leer,
la buena Música
y sobre todo el buen Cine
(recordad que soy muy visual y se me da mejor asimilar la información y
entender el Mundo mediante imágenes). Sería genial que tuviese referentes
similares a los míos en cuanto a Cine, Literatura o Música para poder usar los
mismos códigos y tener nuestras propias bromas privadas… y sería aún mejor que
nuestros referentes fuesen similares pero no idénticos, para poder descubrirnos
el uno al otro esas pequeñas joyas, esa gran película o esa canción especial,
que faltaban en nuestra colección.
Cuando era adolescente, incluso antes de aquella
conversación con mi amigo de la Universidad que aprendía a querer a su pareja, recuerdo
otra breve charla que tuve con mi tío abuelo Miguel (que además de contable era
escritor, autor teatral y articulista, y que parecía una persona bastante
sabia) en la que me dio el siguiente consejo sobre las mujeres: “elige a una
con la que se pueda conversar a gusto”. También fue una frase que permaneció en mi
memoria, pero con esta estoy más de acuerdo… Aún añadiría más: mi pareja ideal
será alguien con quien podré conversar pero también con quien podré sentirme cómodo a veces en silencio, comunicándonos sin necesidad de palabras, con tan solo un roce
de la mano o una mirada… Seguimos conversando la semana que viene y enumerando
más cualidades de la mujer de mis sueños.
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