lunes, 15 de julio de 2024

¡Nieve!

 

Yo no soy para nada una persona sensiblera, pero tengo que reconocer que me pongo algo sentimental cuando veo según qué tipo de vídeos en YouTube… Hace unas semanas me llegó a mis recomendaciones uno que se lleva la palma en este sentido. En él la pequeña Lily, de dos años, juega con la nieve por primera vez acompañada de su madre. Está graciosísima, llena de curiosidad y entusiasmo, con el pompón de su gorro de lana moviéndose adelante y atrás cuando ejecuta sus torpes y adorables bailecitos de alegría, tan pequeña que no se distingue bien cuándo está de pie y cuándo en cuclillas.



Aquí está la traducción del diálogo entre Lily y Mamá, para los que no controlen el inglés (aunque el lenguaje que refleja la carita de la niña es universal):

L: ¡Neve! ¡Neve! [Señala] ¡Papá!

M: Papá esta grabando un vídeo… Esto es nieve, Lily. ¿Te cojo los guantes? ¿Quieres tocar la nieve? ¡Oooh! ¿Qué notas?

L: ¡Uauuu! ¡Mamá!

M: [Hace una bola] ¿Quieres cogerla? ¡Oooh! ¿Qué es?

L: [Pone morritos] ¡Neve!

M: ¡Es una bolaaa!

L: ¡Bola! ¡Fía!

M: Está fría…

L: ¡Neve! [Mira a su madre por el frío en los deditos] ¡Ay!

M: ¿Quieres tus guantes?

L: No. ¡Neve!

M: ¡Nieveee! ¿Otra vez?

L: ¡Sí! ¡Ja, ja!

Es muy bueno el momento en que, con la nieve en la mano, la niña pone morritos mirando a su madre, como si le estuviera preguntando sin palabras si puede metérsela en la boca para probarla. Es bastante articulada para su edad, maneja las palabras con relativa soltura… Y otro detalle que me gusta es que no la están grabando como si fuera un monito amaestrado: el padre la graba pero la madre está pendiente de ella y no del vídeo, interactuando con ella, guiándola (pero no demasiado) y animándola a explorar su entorno.



¿Por qué nos gusta tanto ser testigos de las reacciones espontáneas de bebés y niños pequeños? Por un lado nos da ternura verlos tan inocentes, torpes y desvalidos, y por otra parte es fascinante su sentido de la maravilla, del descubrimiento: a través de ellos podemos experimentar las cosas de nuevo con la ilusión de la primera vez. Nuestra respuesta emocional es todavía mayor cuando se trata de bebés que no podían oír bien y estrenan audífono, o de pequeñines que estrenan gafas y descubren por vez primera las caras de sus padres (de estos hay bastantes en la Red que son oro puro, una auténtica delicia)… Incluso sin poder articular palabra vemos reflejada en sus rostros la inmensa alegría y el asombro al disponer de golpe de un nuevo sentido con que poder explorar el Mundo. Y aunque los peques no tengan problemas de ningún tipo es maravilloso contemplar su reacción al descubrir la lluvia o una hermosa melodía que no habían escuchado nunca, o su entusiasmo ante algo que ya habían visto antes pero les sigue apasionando, como un programa infantil o la llegada del tren a la estación.



Volvamos a la pequeña Lily, y dejadme que os explique por qué su descubrimiento de la nieve es el que más me remueve por dentro… Su padre, supongo que por mero azar, ha montado el vídeo con una versión en piano de la canción popular escocesa Auld Lang Syne, también conocida como Canción de la Despedida, que se usa en el mundo anglosajón para decir adiós al año en Nochevieja. Es una variación de aire jazzístico, con una armonización hermosa pero triste, lo que en contraste con la alegría de la niña produce una extraña yuxtaposición, recordándonos que ahora es pura e inocente pero algún día la alcanzarán los problemas de este Mundo y su espíritu quedará mancillado en mayor o menor medida, igual que la nieve virgen se embarra y se derrite cuando la pisan… También podríamos llevar el razonamiento un paso más allá y asociar la tristeza de la música a la constatación de que incluso esta adorable niñita morirá algún día (espero, eso sí, que a los cien años, en paz, rodeada de sus seres queridos y después de una vida feliz), perdiéndose todos sus hermosos recuerdos como lágrimas en la nieve (de nuevo aparece aquí uno de los principales leit motivs de La Belleza y el Tiempo)… pero no sigamos por ahí, que no me quiero poner demasiado sombrío.

Quizá el padre de Lily ha escogido el tema musical de manera consciente, para tocarnos la fibra sensible más allá de lo bonito del momento retratado… Y es que hay una parte del vídeo que sí podemos relacionar con el aire melancólico de la música sin necesidad de imaginarnos el futuro de la pequeña a medio o largo plazo: Cuando Lily mira a su madre, gimiendo por el frío en sus deditos, y esta le pregunta si quiere sus guantes, la niña le responde tranquila y sin dudar un instante que no, como diciendo “Duele, pero quiero jugar más”. Este “No” es sin duda para mí el momento más emocionante del vídeo: con guantes no hay diversión. El dolor es molesto pero es el precio que hay que pagar para poder sentirnos vivos; hay que arriesgarse y experimentar cosas nuevas (Algún día, más adelante, hablaremos en el blog de la montaña rusa y el tío vivo). Creo que la inteligente respuesta de Lily es una buena metáfora de cómo encarar la vida adulta… Por tanto podemos sacar, leyendo entre líneas, un par de enseñanzas de este vídeo en particular además del placer del propio visionado: una, tratemos de mantener la ilusión de un niño en nuestra rutina diaria; y dos, no tengamos miedo al fracaso o al sufrimiento a la hora de salir de esta rutina y lanzarnos a perseguir nuestros sueños. En otras palabras: aprendamos a buscar y a valorar la Belleza que nos rodea para tener una Vida más plena.



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