Seguro que recordaréis que hace dos meses os estuve hablando de la primera de las rutas guiadas con LUCE y Eva Bravo, que tratan de poner de manifiesto los nexos de unión entre el artista urbano e Ignacio Pinazo. Este domingo se clausuraba la exposición de la obra de Lucas en el IVAM, así que aprovechando la circunstancia la segunda ruta, esta vez por el casco antiguo, tuvo lugar el día anterior. Me quedé de nuevo en lista de espera, a pesar de haber estado comprobando la web a diario durante todo el verano, pero tampoco hubo problema esta vez en que me añadiese al grupo asistente, entre el cual tuve la suerte de encontrar a dos buenas amigas con las que estuve charlando y poniéndome al día entre parada y parada.
Empezamos, como la vez anterior, en el primer piso del IVAM, donde Lucas
hizo un resumen rápido de la exposición, y después bajamos al enorme mural de
la parte trasera del edificio en el que nos habló, entre otras cosas, de su
colaboración con Escif a la hora de llenar la fachada con mensajes.
Desde allí fuimos a la Plaza del Ángel, a pocos metros de los restos de la muralla árabe en los que Eva estuvo trabajando hace años, y allí LUCE nos dio detalles sobre una de sus
piezas hechas con madera reutilizada. El artista, que sigue viviendo en el
casco antiguo de la ciudad, nos comentaba que, aun siendo un vecino más, el
entorpecer el paso en sus estrechas callejuelas con actividades como esta le
hacía sentirse como un turista.
Como siguiente etapa subimos (los que nos sentimos con fuerzas) a lo alto
de las Torres de Serranos para contemplar la iglesia de Santa Mónica y la calle Sagunto, zona en la que en su día vivió Pinazo. Es cierto que a
pesar de tenerlos muy cerca muchos valencianos nunca han visitado monumentos
como este, o tal vez lo han hecho hace tanto tiempo que ya ni se acuerdan… Por
culpa del turismo están relegados a ser solo lugares de paso, a ser no-lugares.
De camino hacia la Plaza de la Virgen pasamos por la Plaza Cisneros, donde
Lucas comentó que hubo una época en la que proliferaron en la ciudad los robos de aldabas, y otro asistente a la visita nos
describió los códigos que se utilizaban, antes de que existieran los porteros
automáticos, para dejar claro a qué puerta llamabas por medio de golpes y
repiques.
Llegamos al Centro Arqueológico de l’Almoina,
en cuya lámina de agua depositamos, a modo de performance, tres impresiones
enmarcadas de fragmentos de la exposición de Pinazo que hay en el IVAM. La
metáfora buscada era la del agua en movimiento impidiendo ver con claridad el
texto, la pintura y el dibujo, de igual modo que el paso del Tiempo emborrona
nuestro conocimiento acerca del Pasado… El problema es que, con la falta de
viento, en el primer punto escogido para sumergir las impresiones el agua
estaba bastante calmada, así que tras un minuto algo embarazoso las movimos más
cerca del chorrito. Desde una esquina cercana nos llegaba una bonita melodía de
un músico callejero que sin duda contribuyó a compensar lo incómodo del momento.
Pasando por la recién renovada Plaza de la Reina llegamos a la Plaza
Redonda, donde LUCE nos habló de las colaboraciones en sus proyectos artísticos
de su abuela, que vive en el piso de abajo en el mismo edificio que él, no muy
lejos de allí. Parece ser que tanto la abuela como la bisabuela tuvieron un
puesto de material textil en la plaza, aunque en la época de la bisabuela todavía
no había casetas permanentes, lo montaban y desmontaban todo cada vez.
Nuestra última parada era la entrada principal del Mercado Central, que a
esas horas estaba muy concurrida a pesar del calor. Lucas había construido unas
cuñas de madera del tamaño apropiado para colocarlas en los escalones y así ayudar a los carritos de la compra a subir y bajar la escalera de acceso.
Entre varios de los asistentes colocamos las cuñas y nos fuimos todos a la
acera de enfrente para no llamar tanto la atención. Estuvimos unos diez minutos
observando si la gente utilizaba la rampa, y de qué forma lo hacía. Hay que
reconocer que la respuesta no fue inmediata; Lucas ya lo había probado otra vez
y tuvo algo más de éxito, pero fue entre semana, y parece ser que hay menos
carritos los sábados porque la gente del barrio evita las multitudes.
Las dimensiones que había tomado como referencia para las cuñas eran las
del carrito de la compra de su abuela, pero por ejemplo eran demasiado
estrechas para carritos de bebé… Eso sí, hubo un par de jóvenes que las usaron
para subir sus patinetes (¿Estaremos ayudando tal vez a gentrificar el interior del Mercado? ¡Mierda!). Por fin la rampa acabó usándose para pasar un
carrito de la compra, y cuando esto ocurrió irrumpimos en aplausos desde la
acera de enfrente, para asombro y desconcierto del usuario en cuestión.
Así terminó la ruta, con satisfacción por parte de los asistentes pero con
sentimientos encontrados por parte de Lucas y Eva, ya que al fin y al cabo
habíamos sido un grupo más de unas treinta personas obstaculizando el paso por
las entrechas calles del centro, contribuyendo a aumentar la masa de turistas.
Incluso una señora mayor que salía de una tienda nos pidió algo molesta que la
dejáramos pasar mientras Lucas hablaba frente a la puerta del Mercado… Para no
caer en contradicción es necesario alcanzar un delicado equilibrio y poner el casco
antiguo en valor intentando al mismo tiempo no molestar a sus habitantes.
Parece que la próxima excursión con LUCE será en bicicleta, antes de que
acabe el año… ¿Y cómo demonios consigo yo una bici en condiciones? Tendré que
empezar a estrujarme el cerebro.
2 comentarios:
Me he despertado esta mañana sabiendo que tendría algo interesante para leer gracias a ti! Será por eso que me he despertado pronto, nada tiene que ver la despertà puesto que ha empezado una vez he terminado la lectura. Desconocía el término gentrificar por lo que he leído también esa entrada....ay, el proyecto del Parque Central...varias vidas de espera, increíble. No busques bici, nosotros tenemos varias así que si llego a tiempo de ofrecerla porque no has hecho la siguiente ruta no dudes en pedírmela! Saludos Kalonauta!
Te agradezco el ofrecimiento, Blanca, pero al final la ruta en bici me coincidió con otra cosa, así que no tuve ni que plantearme de dónde la sacaba... Es una pena, sí, pero bueno, hay que aceptar que a veces no se puede estar en todas las salsas.
¡Gracias por comentar! ¡Besotes!
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