martes, 19 de julio de 2016

Las Capas de la Cebolla (I)


Cuando paseo por la ciudad a menudo viajo mentalmente al Pasado; me gusta pararme, mirar a mi alrededor y a continuación cerrar los ojos y tratar de visualizar en mi cabeza los edificios importantes que una vez estuvieron ahí, delante de mis narices, y que hace tiempo que desaparecieron. Siempre me ha parecido que conocer no sólo la historia sino también la localización y dimensiones de cada elemento arquitectónico con la mayor exactitud posible es la mejor manera de conjurar esa Valencia invisible y conectarla con la ciudad actual, con mi Valencia, añadiendo el Pasado al Presente y enriqueciendo así la experiencia estética del paseo. Una de las cosas que me gusta en concreto mientras camino por la ciudad es saber cuándo estoy cruzando los límites de la València medieval, de la Balansiya árabe o de la Valentia romana; para ello hay que conocer el trazado de las correspondientes murallas, y de eso es de lo que hablaremos durante las próximas semanas.

Si mis estimaciones son correctas (aunque podría haber algún cambio de planes sobre la marcha) la entrada quedará dividida en cuatro partes. Hoy me dedicaré a explicar algunos detalles acerca de las murallas de las épocas romana y árabe tal y como eran en su momento, y la semana que viene me centraré en la muralla medieval cristiana. En la tercera entrega haré una enumeración de los elementos de dichas estructuras que siguen siendo visibles hoy en día, y en la cuarta y última parte estudiaré el plano de la Valencia del siglo XXI en busca de huellas de las Valencias que alguna vez fueron.




Es de suponer, si comparamos con otros ejemplos de la misma época, que la ciudad romana de Valentia estuvo amurallada desde poco después de su fundación entre dos brazos del río Turia, el año 138 antes de la era cristiana. Lo normal era que se trabajase primero que nada en el recinto defensivo, aunque fuese una empalizada de madera provisional, y sólo entonces se empezase a construir los edificios públicos y las casas particulares en su interior. Posteriormente se levantaría la muralla propiamente dicha, que según algunos de los hallazgos arqueológicos en Valentia tenía 1,90 metros de espesor.

A pesar de que conocemos bastante bien qué área ocupaba la ciudad en la etapa romana republicana, la mayoría de hallazgos posiblemente relacionados con la muralla se hicieron en una época en la que todavía no se tenía cuidado con estas cosas, de manera que no se documentaron bien y por tanto las conclusiones no son 100% fiables. Podrían corresponder al muro defensivo por ejemplo los restos encontrados en la parte occidental del Palau de la Generalitat, al construirse la nueva torre en los años cuarenta. Pueden además estar relacionados otros hallazgos realizados en el cruce de las calles Avellanas y Cabillers, en la calle Viciana y en la parte más alejada del río de la calle Conde de Trénor. También en la Plaza de la Reina se hallaron restos en 1970, al excavarse el parking subterráneo, pero fueron destruidos sin antes estudiarse adecuadamente; en este punto se encontraron, además de los restos, evidencias de un foso defensivo de sección triangular, de 3,50 metros de ancho y 1,40 metros de profundidad, exterior a la muralla.




En alguno de estos escasos hallazgos el muro era de sillería (bloques grandes de piedra), pero también pudo haberse utilizado mortero (mezcla de distintos materiales) o mampostería (piedras más pequeñas colocadas a mano) como materiales de construcción. El área encerrada por la muralla republicana sería de unas nueve hectáreas, en la zona más elevada de la isla fluvial. Las calles actuales más próximas a su trazado original podrían ser: Sabaters, Serranos, Juristas, Corretgeria, Plaza de la Reina (antiguamente calle Puñalería), Cabillers, Avellanas, Edeta, Venerables, Tossalet, Baró d’Herbers y Viciana. El muro tenía cuatro puertas, a los extremos de las dos calles principales del Cardo y el Decumano. Al norte y al sur, y dentro de la Vía Heráclea, estaban las que podríamos llamar puertas Saguntina y Sucronense (esta última en la Plaza de la Reina, mirando en dirección a Alcira, donde probablemente estaba la antigua Sucro). Al oeste y al este daban las que podrían llamarse puertas Celtibérica y del Mar. El cronista romano Cayo Salustio Crispo cita las murallas de Valentia al hablar de la guerra civil entre Pompeyo y Sertorio en el 75 a.C., tras la cual la ciudad quedó destruida y casi desierta durante unos cincuenta años; los viajeros que pasaban en aquella época hacia el norte o hacia el sur por la Vía Heráclea se encontraban a su alrededor una ciudad fantasma, con una actividad bajo mínimos.




En la época romana imperial, tras la refundación de Valentia, es de suponer que los desperfectos sufridos por la muralla republicana no se repararon y la ciudad estuvo relativamente desprotegida durante un largo tiempo. Se ha deducido de la datación de los distintos hallazgos que a partir de la segunda mitad del S.I Valentia se expandió hacia el este y el sudeste. Del S.II es el circo, una pista de 350 metros de largo para las carreras de cuádrigas que se construyó paralela al lado este de la muralla republicana pero no pegada a ésta, y que iba desde el actual edificio de Comisiones Obreras, en la plaza Nápoles y Sicilia, hasta la calle de la Nave. Del circo sí tenemos restos arqueológicos bien documentados, de forma que conocemos su localización exacta. No está tan claro pero sí es de suponer que durante el S.III hubo una segunda muralla romana más amplia, que por el norte, oeste y parte del sur aprovechaba la muralla republicana y que por el este se expandía incluyendo el circo en su interior. Por aquel entonces la Vía Heráclea había pasado ya a denominarse Vía Augusta, en honor del primer emperador. Además de las murallas o del circo podemos hablar de otras estructuras defensivas de época romana, como el sólido acueducto de cuyos cimientos se han encontrado restos en la calle Quart y que bien podría ejercer también funciones de protección frente a posibles crecidas del río Turia.

Si avanzamos en el Tiempo entramos en el cambio gradual del mundo romano al visigodo, con una degradación progresiva de las murallas y de las gradas del circo, siendo sus materiales utilizados para construir otros edificios (a veces dentro del propio circo). Ya que estamos hablando de muros, podríamos mencionar de pasada que el Conjunto Episcopal, en el que vivía el estamento religioso que gobernaba la Valencia visigoda, era un barrio cerrado al exterior por una tapia… Transcurren así unos pocos siglos hasta que estos primeros cristianos de la ciudad son sorprendidos por el avance del Islam hacia el norte.




En el año 714 el cristiano Agrescio y el musulmán Tariq pactan una rendición pacífica y comienza una nueva etapa, también con una transición suave. Después de la caída del Califato de Córdoba, a principios del S.XI, la ciudad de Balansiya se convierte en capital de un reino de taifa iniciándose su momento de máximo esplendor, lo que hace que se produzca un incremento de la población. Esto, junto con los ataques bereberes procedentes del norte de África, hizo necesaria la construcción de un nuevo perímetro defensivo más amplio. Según narra el cronista y geógrafo andalusí Al-Udrí, se levantaron las murallas bajo el gobierno de Abd-al-Aziz, nieto de Almanzor que había comenzado a reinar en 1021 con sólo quince años de edad.

La muralla árabe era más resistente que la romana y ampliaba el perímetro en todas direcciones excepto por la parte este, en la que el trazado seguramente no difería del lateral del antiguo circo. El lienzo (es decir, el muro propiamente dicho) tenía, de acuerdo con la mayoría de restos que quedan hoy, una anchura media de 2,25 metros y estaba construido en tapial de hormigón compactado con relleno de piedras de mediano tamaño, lo que requería el uso de encofrados. Intercaladas en el lienzo había torres de planta semicircular hechas con mampostería, muy sólidas y macizas excepto en su parte superior, donde se abría una estancia abovedada para facilitar la defensa. Las torres tenían unas dimensiones aproximadas de 5 por 5 metros y se solían colocar a intervalos de unos 25 metros.




Los elementos adicionales externos a la muralla para dificultar aún más los ataques eran, en orden desde fuera hacia dentro: un pequeño muro, un foso y una barbacana. La barbacana (o antemuro) antecede a la muralla y es un muro normalmente almenado de menor altura y grosor cuya función es evitar la labor de zapa, estrategia militar que consiste en la excavación de túneles bajo la muralla para tomar la ciudad; por dicha razón los cimientos de la barbacana eran bastante profundos. El foso, que en algunos puntos podía tener hasta 13 metros de ancho, se solía anegar con agua para que resultase más eficaz. En ciertas zonas se utilizaba como foso algún antiguo brazo seco del Turia (al que los árabes llamaban Guadalaviar), y en la parte norte era el propio río el que dificultaba el acceso a la muralla, que servía a su vez en esta zona septentrional de defensa contra las posibles riadas.

En el S.XII se produce una ampliación del recinto amurallado árabe, incorporando nuevos elementos defensivos como los citados en el párrafo anterior y una serie de torres de planta cuadrada construidas con tapial de tierra sobre cimientos de hormigón. La forma del perímetro queda así más amoldada a la del brazo sur del Turia, que se iba secando progresivamente. Las nuevas zonas protegidas con esta ampliación están al nordeste, en forma de triángulo hasta el punto del actual Temple, y al sur, en forma de semicírculo casi hasta las actuales calles Barcas y Pintor Sorolla. También se reforzaron algunos puntos estratégicos como es el caso del Tossal al oeste, zona por la que había atacado el Cid a finales del S.XI, donde se construyó una puerta avanzada en recodo para una mejor defensa del acceso (ésta es la llamada puerta de la Calderería, que se podría añadir a las que mencionaremos después). La solidez del recinto amurallado permitió a los musulmanes valencianos resistir durante seis meses el duro asedio de que fueron objeto por parte del Cid en 1094, y posteriormente, en 1238, durante cinco meses hasta la conquista de la ciudad por Jaume I. Entre los intentos fallidos de romper las defensas de Balansiya podemos citar el de Fernando I de Castilla en 1065, el de Alfonso I de Aragón, el Batallador, en 1125, o el de Alfonso II el Casto en 1172, también desde Aragón.




El perímetro aproximado de la muralla árabe a partir del S.XII, tomando referencias de la ciudad actual, era el siguiente: comenzando en las Torres de Serranos, avanzaba en línea casi recta hasta la plaza del Tossal, recorriendo la calle Palomino, la plaza del Ángel, la plaza Navarros y la calle Salinas. Girando a la izquierda desde el Tossal iba paralela a la calle Bolsería, pasando por la plaza Horno de San Nicolás y por la calle Danses (detrás del edificio de la Lonja) y llegando a la calle San Fernando para desembocar en la calle San Vicente Mártir, casi en el punto donde empieza la plaza del Ayuntamiento. Después discurría por la alargada plaza peatonal de Mariano Benlliure y por la calle Moratín para girar nuevamente a la izquierda, paralela a la curva de las calles Barcas y Pintor Sorolla, hasta la calle Universidad. Atravesando el edificio de La Nau por su lado este, continuaba por la calle Comedias para desembocar en la plaza de San Vicente Ferrer, conocida también como plaza de los Patos. Seguía entonces por dentro de la manzana entre las calles Trinquete de Caballeros y Gobernador Viejo, y a la altura de la calle Aparisi Guijarro doblaba un poco a la derecha, pasando por la manzana del Temple hasta llegar a la plaza del Poeta Llorente. Girando a izquierda de nuevo desde aquí y siguiendo el lateral del cauce del Turia llegaba, por las calles Pintor López y Conde de Trénor, al punto de partida en las Torres de Serranos.




La muralla de Balansiya tenía siete puertas principales. A continuación daremos una breve explicación de cada una indicando el nombre, su traducción del árabe y entre paréntesis el nombre cristiano posterior, en el caso de que las puertas musulmanas y cristianas coincidieran en cuanto a ubicación.

-Bab Al-Qantara o puerta del Puente (puerta de Roteros o de Serranos): Situada en el centro de la plaza de los Fueros, unos pocos metros al sur de las actuales Torres de Serranos. Era la entrada norte a la medina, y recibía ese nombre porque daba a un puente mandado construir por Abd-al-Aziz, el único de piedra que cruzaba el río Turia.
-Bab Al-Hanax o puerta de la Culebra (puerta de la Morería): Situada en la calle Salinas, muy cerca de la calle Caballeros. Era la entrada oeste de la ciudad. Algo más al sur estaría la puerta de la Calderería antes citada.
-Bab Al-Qaysariya o puerta de la Alcaicería (puerta Nueva): Portal menor que servía de acceso al zoco o mercado árabe, situado extramuros en la parte sur. Estaba en la zona de las actuales calles Mantas y Trench, y muy cerca, por supuesto, del Mercado Central.
-Bab Al-Baytala o puerta de la Casa de Oración (puerta de la Boatella): Entrada sur de la ciudad. Situada en el cruce de las actuales calles de Cerrajeros (o Manyans) y San Vicente Mártir. Seguramente se alzaba en lo que antes había sido la Vía Augusta. Por ella salían las caravanas en dirección a Dènia, Xàtiva y Alzira, y también a la alquería de la Russafa. Estaba protegida por una torre exenta o albarrana a la que Jaume I prendería fuego en su asedio a la ciudad.
-Bab Al-Xaria o puerta de la Ley (puerta de la Xerea): Era la entrada este, y estaba ubicada en la actual plaza de San Vicente Ferrer. Dio nombre al actual barrio de La Xerea. No es mencionada por el cronista Al-Udrí, con lo que tal vez fue realizada ya en el S.XII horadando el muro oriental del circo romano, que tenía un espesor de unos 5 metros.
-Bab Ibn-Sajar o puerta de la Roca (puerta del Real o del Temple): Situada en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio del Temple. Según Al-Udrí se construyó orientada directamente hacia La Meca.
-Bab Al-Warraq o puerta de los Libreros (puerta de los Catalanes o de la Trinidad): También llamada puerta del Sol o de Poniente. En 1216 fue chapada en hierro para evitar posibles incendios en caso de asedio. Abierta en la actual calle del Salvador, y por tanto también coincidente con la Vía Augusta, iba a dar a un puente hecho de madera que comunicaba con la actual zona de los Jardines de Viveros y el monasterio de la Trinidad.




Además de las puertas cabría destacar algunas torres de mayores dimensiones, como la de Ali Bufat, que defendía la puerta de Ibn-Sajar en la actual plaza del Poeta Llorente, en la esquina del Temple, y que es muy conocida porque fue en ella donde, según las crónicas del Llibre dels Feyts y el Llibre del Repartiment, se izó el pendón real de Aragón el 28 de septiembre de 1238 en señal de rendición de la ciudad a Jaume I el Conquistador. Al parecer el llamado Pendón de la Conquista se lo dio el propio Jaume a los defensores de Balansiya para que lo mostraran si había acuerdo en la rendición; a partir de ese momento los que quisieran marcharse tenían un plazo de veinticuatro horas para recoger todas las pertenencias que pudieran antes de que el rey entrase en la ciudad. No estamos seguros de si el pendón que hay expuesto en el Museo Histórico Municipal es el verdadero, pero sí sabemos con total exactitud dónde estaba la torre de Ali Bufat porque todavía se conservaba en pie en el S.XIX, unos setecientos años después de su construcción. Cuando se trata de moles de hormigón y piedra de tales dimensiones, los cambios históricos no son tan bruscos y rápidos como nos podríamos imaginar; ésta es una de las ideas clave que manejaremos en la última entrega… De hecho, ya en época cristiana, tras la reconquista, la muralla árabe continuó prestando servicio a la ciudad como principal línea defensiva durante siglo y medio más; la semana que viene hablaremos de la nueva muralla, que no quedó terminada hasta finales del S.XIV.



1 comentario:

Kalonauta dijo...


Una amiga me acaba de prestar un libro de muy reciente aparición sobre la historia de Valencia, y tras echarle un vistazo he incorporado algunas correcciones menores en el texto, indicando por ejemplo que la barbacana y foso árabes fueron añadidos del S.XII.

Otro dato que yo desconocía era que hubo un enfrentamiento entre los visigodos y los bizantinos en el S.VII que afectó a nuestra ciudad… A mediados del S.VI termina el uso lúdico del circo romano, así que la construcción de casas en su interior podría deberse a la amenaza bizantina: en caso de que no hubiera muralla romana de la época imperial, las gradas del circo serían una buena protección. Es posible que hacia el S.VII se construyera algún fragmento adicional de muralla visigoda en las zonas sur y nordeste, que junto con el circo al este y la muralla romana republicana al oeste serían la única protección para la Balansiya árabe hasta principios del S.XI.

Un último detalle acerca del muro oriental del circo romano: en el S.XI se usa como única defensa en esa parte, tal vez añadiendo almenas, pero en el S.XII es aprovechado sólo como la base para el nuevo muro árabe, añadiéndose en ese tramo torres de planta cuadrada y abriéndose la puerta de Bab Al-Xaria en el lateral del circo, tal y como he corregido en el texto.