Cuando paseo
por la ciudad a menudo viajo mentalmente al Pasado; me gusta pararme, mirar a
mi alrededor y a continuación cerrar los ojos
y tratar de visualizar en mi cabeza los edificios importantes que una vez
estuvieron ahí, delante de mis narices, y que hace tiempo que desaparecieron.
Siempre me ha parecido que conocer no sólo la historia sino también la
localización y dimensiones de cada elemento arquitectónico con la mayor exactitud
posible es la mejor manera de conjurar esa Valencia invisible
y conectarla con la ciudad actual, con mi Valencia, añadiendo el Pasado al
Presente y enriqueciendo así la experiencia estética del paseo. Una de las
cosas que me gusta en concreto mientras camino por la ciudad es saber cuándo
estoy cruzando los límites de la València medieval, de la Balansiya árabe o de
la Valentia romana; para ello hay que conocer el trazado de las correspondientes murallas, y de eso es de lo que hablaremos durante las próximas semanas.
Si mis
estimaciones son correctas (aunque podría haber algún cambio de planes sobre la
marcha) la entrada quedará dividida en cuatro partes. Hoy me dedicaré a
explicar algunos detalles acerca de las murallas de las épocas romana y árabe tal
y como eran en su momento, y la semana que viene me centraré en la muralla
medieval cristiana. En la tercera entrega haré una enumeración de los elementos
de dichas estructuras que siguen siendo visibles hoy en día, y en la cuarta y
última parte estudiaré el plano de la Valencia del siglo XXI en busca de
huellas de las Valencias que alguna vez fueron.
Es de suponer,
si comparamos con otros ejemplos de la misma época, que la ciudad romana de Valentia
estuvo amurallada desde poco después de su fundación entre dos brazos del río
Turia, el año 138 antes de la era cristiana. Lo normal era
que se trabajase primero que nada en el recinto defensivo, aunque fuese una
empalizada de madera provisional,
y sólo entonces se empezase a construir los edificios públicos y las casas
particulares en su interior. Posteriormente se levantaría la muralla
propiamente dicha, que según algunos de los hallazgos arqueológicos en Valentia
tenía 1,90 metros de espesor.
A pesar de que
conocemos bastante bien qué área ocupaba la ciudad en la etapa romana
republicana, la mayoría de hallazgos posiblemente relacionados con la muralla
se hicieron en una época en la que todavía no se tenía cuidado con estas cosas,
de manera que no se documentaron bien y por tanto las conclusiones no son 100% fiables.
Podrían corresponder al muro defensivo por ejemplo los restos encontrados en la
parte occidental del Palau de la Generalitat, al construirse la nueva torre
en los años cuarenta. Pueden además estar relacionados otros hallazgos
realizados en el cruce de las calles Avellanas y Cabillers, en la calle Viciana
y en la parte más alejada del río de la calle Conde de Trénor. También en la
Plaza de la Reina se hallaron restos en 1970, al excavarse el parking subterráneo,
pero fueron destruidos sin antes estudiarse adecuadamente; en este punto se
encontraron, además de los restos, evidencias de un foso defensivo de sección
triangular, de 3,50 metros de ancho y 1,40 metros de profundidad, exterior a la
muralla.
En alguno de
estos escasos hallazgos el muro era de sillería (bloques grandes de piedra),
pero también pudo haberse utilizado mortero (mezcla de distintos materiales) o
mampostería (piedras más pequeñas colocadas a mano) como materiales de
construcción. El área encerrada por la muralla republicana sería de unas nueve
hectáreas, en la zona más elevada de la isla fluvial.
Las
calles actuales más próximas a su trazado original podrían ser: Sabaters,
Serranos, Juristas, Corretgeria, Plaza de la Reina (antiguamente calle Puñalería),
Cabillers, Avellanas, Edeta, Venerables, Tossalet, Baró d’Herbers y Viciana. El
muro tenía cuatro puertas, a los extremos de las dos calles principales del
Cardo y el Decumano. Al norte y al sur, y dentro de la Vía Heráclea, estaban las
que podríamos llamar puertas Saguntina y Sucronense (esta última en la Plaza de
la Reina, mirando en dirección a Alcira, donde probablemente estaba la antigua Sucro).
Al oeste y al este daban las que podrían llamarse puertas Celtibérica y del
Mar. El cronista romano Cayo Salustio Crispo cita las murallas de Valentia al
hablar de la guerra civil entre Pompeyo y Sertorio
en el 75 a.C., tras la cual la ciudad quedó destruida y casi desierta durante
unos cincuenta años; los viajeros que pasaban en aquella época hacia el norte o
hacia el sur por la Vía Heráclea se encontraban a su alrededor una ciudad
fantasma, con una actividad bajo mínimos.
En la época romana
imperial, tras la refundación de Valentia, es de suponer que los desperfectos
sufridos por la muralla republicana no se repararon y la ciudad estuvo
relativamente desprotegida durante un largo tiempo. Se ha deducido
de la datación de los distintos hallazgos que a partir de la segunda mitad del
S.I Valentia se expandió hacia el este y el sudeste. Del S.II es el circo, una
pista de 350 metros de largo para las carreras de cuádrigas
que se construyó paralela al lado este de la muralla republicana pero no pegada
a ésta, y que iba desde el actual edificio de Comisiones Obreras, en la plaza
Nápoles y Sicilia, hasta la calle de la Nave. Del circo sí tenemos restos arqueológicos bien documentados,
de forma que conocemos su localización exacta.
No está tan claro pero sí es de suponer que durante el S.III hubo una segunda
muralla romana más amplia, que por el norte, oeste y parte del sur aprovechaba la muralla republicana y que por el este se expandía incluyendo
el circo en su interior. Por aquel entonces la Vía Heráclea había
pasado ya a denominarse Vía Augusta,
en honor del primer emperador. Además de las murallas o del circo podemos
hablar de otras estructuras defensivas de época romana, como el sólido acueducto
de cuyos cimientos se han encontrado restos en la calle Quart y que bien podría
ejercer también funciones de protección frente a posibles crecidas del río
Turia.
Si avanzamos en
el Tiempo entramos en el cambio gradual del mundo romano al visigodo, con una
degradación progresiva de las murallas y de las gradas del circo, siendo sus
materiales utilizados para construir otros edificios (a veces dentro del propio circo).
Ya que estamos hablando de muros, podríamos mencionar de pasada que el Conjunto Episcopal,
en el que vivía el estamento religioso que gobernaba la Valencia visigoda, era
un barrio cerrado al exterior por una tapia… Transcurren así unos pocos siglos
hasta que estos primeros cristianos de la ciudad son sorprendidos por el avance
del Islam hacia el norte.
En el año 714
el cristiano Agrescio y el musulmán Tariq pactan una rendición pacífica y comienza
una nueva etapa, también con una transición suave. Después de la caída del
Califato de Córdoba, a principios del S.XI, la ciudad de Balansiya se convierte
en capital de un reino de taifa
iniciándose su momento de máximo esplendor, lo que hace
que se produzca un incremento de la población. Esto, junto con los ataques
bereberes procedentes del norte de África, hizo necesaria la construcción de un
nuevo perímetro defensivo más amplio. Según narra el cronista y geógrafo
andalusí Al-Udrí, se levantaron las murallas bajo el gobierno de Abd-al-Aziz,
nieto de Almanzor que había comenzado a reinar en 1021 con sólo quince años de
edad.
La muralla
árabe era más resistente que la romana y ampliaba el perímetro en todas
direcciones excepto por la parte este, en la que el trazado seguramente no difería
del lateral del antiguo circo. El lienzo (es decir, el muro propiamente dicho)
tenía, de acuerdo con la mayoría de restos que quedan hoy, una anchura media
de 2,25 metros y estaba construido en tapial de hormigón compactado con relleno
de piedras de mediano tamaño, lo que requería el uso de encofrados.
Intercaladas en el lienzo había torres de planta semicircular hechas con
mampostería, muy sólidas y macizas excepto en su parte superior, donde se abría
una estancia abovedada para facilitar la defensa. Las torres tenían unas
dimensiones aproximadas de 5 por 5 metros y se solían colocar a intervalos de
unos 25 metros.
Los elementos adicionales
externos a la muralla para dificultar aún más los
ataques eran, en orden desde fuera hacia dentro: un pequeño muro, un foso y una barbacana. La barbacana (o
antemuro) antecede a la muralla y es un muro normalmente almenado de menor
altura y grosor cuya función es evitar la labor de zapa, estrategia militar que
consiste en la excavación de túneles bajo la muralla para tomar la ciudad; por dicha
razón los cimientos de la barbacana eran bastante profundos. El foso, que en algunos puntos
podía tener hasta 13 metros de ancho, se solía
anegar con agua para que resultase más eficaz. En ciertas
zonas
se utilizaba como foso algún antiguo brazo seco del Turia (al que los árabes
llamaban Guadalaviar), y en la parte norte era el propio río el que dificultaba
el acceso a la muralla, que servía a su vez en esta zona septentrional de
defensa contra las posibles riadas.
En el S.XII se
produce una ampliación del recinto amurallado árabe, incorporando
nuevos elementos defensivos como los citados en el párrafo anterior y una serie de torres de planta cuadrada
construidas con tapial de tierra sobre cimientos de hormigón. La forma del perímetro queda así más amoldada a la del brazo sur
del Turia, que se iba secando progresivamente. Las nuevas zonas protegidas con
esta ampliación están al nordeste, en forma de triángulo hasta el punto del
actual Temple, y al sur, en forma de semicírculo casi hasta las actuales calles
Barcas y Pintor Sorolla. También se reforzaron algunos puntos estratégicos
como es el caso del Tossal
al oeste, zona por la que había atacado el Cid a finales del S.XI, donde se
construyó una puerta avanzada en recodo para una mejor defensa del acceso (ésta
es la llamada puerta de la Calderería, que se podría añadir a las que
mencionaremos después). La solidez del recinto amurallado permitió a los musulmanes
valencianos resistir durante seis meses el duro asedio de que fueron objeto por
parte del Cid en 1094, y posteriormente, en 1238, durante cinco meses hasta la
conquista de la ciudad por Jaume I. Entre los intentos fallidos de romper las
defensas de Balansiya podemos citar el de Fernando I de Castilla en 1065, el de
Alfonso I de Aragón, el Batallador, en 1125, o el de Alfonso II el Casto en
1172, también desde Aragón.
El perímetro
aproximado de la muralla árabe a partir del S.XII, tomando referencias de la
ciudad actual, era el siguiente: comenzando en las Torres de Serranos,
avanzaba en línea casi recta hasta la plaza del Tossal, recorriendo la calle
Palomino, la plaza del Ángel, la plaza Navarros y la calle Salinas. Girando a
la izquierda desde el Tossal
iba paralela a la calle Bolsería, pasando por la plaza Horno de San Nicolás y por
la calle Danses (detrás del edificio de la Lonja) y llegando a la calle San
Fernando para desembocar en la calle San Vicente Mártir, casi en el punto donde
empieza la plaza del Ayuntamiento. Después discurría por la alargada plaza
peatonal de Mariano Benlliure y por la calle Moratín para girar nuevamente a la
izquierda, paralela a la curva de las calles Barcas
y Pintor Sorolla, hasta la calle Universidad. Atravesando el edificio de La Nau
por su lado este, continuaba por la calle Comedias para desembocar en la plaza
de San Vicente Ferrer, conocida también como plaza de los Patos. Seguía entonces
por dentro de la manzana entre las calles Trinquete de Caballeros y Gobernador
Viejo, y a la altura de la calle Aparisi Guijarro doblaba un poco a la derecha,
pasando por la manzana del Temple hasta llegar a la plaza del Poeta Llorente.
Girando a izquierda de nuevo desde aquí y siguiendo el lateral del cauce del
Turia llegaba, por las calles Pintor López y Conde de Trénor, al punto de
partida en las Torres de Serranos.
La muralla de
Balansiya tenía siete puertas
principales. A continuación daremos una breve explicación de cada una indicando
el nombre, su traducción del árabe y entre paréntesis el nombre cristiano posterior,
en el caso de que las puertas musulmanas y cristianas coincidieran en cuanto a
ubicación.
-Bab Al-Qantara o puerta del Puente (puerta de Roteros o de
Serranos): Situada en el centro de la plaza de los
Fueros, unos pocos metros al sur de las actuales Torres de Serranos. Era la
entrada norte a la medina, y recibía ese nombre porque daba a un puente mandado
construir por Abd-al-Aziz, el único de piedra que cruzaba el río Turia.
-Bab Al-Hanax o puerta de la Culebra (puerta
de la Morería): Situada en la calle Salinas, muy cerca de la calle Caballeros.
Era la entrada oeste de la ciudad. Algo más al sur estaría la puerta de la
Calderería antes citada.
-Bab Al-Qaysariya o puerta de la
Alcaicería (puerta Nueva): Portal menor que servía de acceso al zoco o mercado
árabe, situado extramuros en la parte sur. Estaba en la zona de las actuales
calles Mantas y Trench, y muy cerca, por supuesto, del Mercado Central.
-Bab Al-Baytala o puerta de la Casa de
Oración (puerta de la Boatella): Entrada sur de la ciudad. Situada en el cruce
de las actuales calles de Cerrajeros (o Manyans) y San Vicente Mártir. Seguramente se alzaba en lo que antes había sido la Vía Augusta. Por ella salían las caravanas
en dirección a Dènia, Xàtiva y Alzira, y también a la alquería de la Russafa.
Estaba protegida por una torre exenta o albarrana a la que Jaume I prendería
fuego en su asedio a la ciudad.
-Bab Al-Xaria o puerta de la Ley (puerta
de la Xerea): Era la entrada este, y estaba ubicada en la actual plaza de San
Vicente Ferrer. Dio nombre al actual barrio de La Xerea. No es mencionada por el cronista Al-Udrí, con lo que tal vez fue realizada ya en el S.XII horadando el muro oriental del circo romano, que tenía un espesor de unos 5 metros.
-Bab Ibn-Sajar o puerta de la Roca (puerta
del Real o del Temple): Situada en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio del
Temple. Según Al-Udrí se construyó orientada directamente hacia La
Meca.
-Bab Al-Warraq o puerta de los Libreros (puerta de los Catalanes
o de la Trinidad): También llamada puerta del Sol o de Poniente. En 1216 fue
chapada en hierro para evitar posibles incendios en caso de asedio. Abierta en
la actual calle del Salvador, y por tanto también coincidente con la Vía Augusta,
iba a dar a un puente hecho de madera que comunicaba con la actual
zona de los Jardines de Viveros
y el monasterio de la Trinidad.
Además de las
puertas cabría destacar algunas torres de mayores dimensiones, como la de Ali
Bufat, que defendía la puerta de Ibn-Sajar en la actual plaza del Poeta
Llorente, en la esquina del Temple,
y que es muy conocida porque fue en ella donde, según las crónicas del Llibre
dels Feyts y el Llibre del Repartiment, se izó el pendón real de Aragón el 28
de septiembre de 1238 en señal de rendición de la ciudad a Jaume I el
Conquistador. Al parecer el llamado Pendón de la
Conquista se lo dio el propio Jaume a los defensores de Balansiya para que lo
mostraran si había acuerdo en la rendición; a partir de ese momento los que
quisieran marcharse tenían un plazo de veinticuatro horas para recoger todas
las pertenencias que pudieran antes de que el rey entrase en la ciudad. No
estamos seguros de si el pendón que hay expuesto
en el Museo Histórico Municipal es el verdadero, pero sí sabemos con total
exactitud dónde estaba la torre de Ali Bufat porque todavía se
conservaba en pie en el S.XIX, unos setecientos años después de su construcción.
Cuando se trata de moles de hormigón y piedra de tales dimensiones, los cambios históricos no son tan bruscos y rápidos como nos podríamos
imaginar; ésta es una de las ideas clave que manejaremos en la última entrega… De
hecho, ya en época cristiana, tras la reconquista, la muralla árabe continuó
prestando servicio a la ciudad como principal línea defensiva durante siglo y
medio más; la semana que viene hablaremos de la nueva muralla, que no quedó terminada hasta finales del S.XIV.
1 comentario:
Una amiga me acaba de prestar un libro de muy reciente aparición sobre la historia de Valencia, y tras echarle un vistazo he incorporado algunas correcciones menores en el texto, indicando por ejemplo que la barbacana y foso árabes fueron añadidos del S.XII.
Otro dato que yo desconocía era que hubo un enfrentamiento entre los visigodos y los bizantinos en el S.VII que afectó a nuestra ciudad… A mediados del S.VI termina el uso lúdico del circo romano, así que la construcción de casas en su interior podría deberse a la amenaza bizantina: en caso de que no hubiera muralla romana de la época imperial, las gradas del circo serían una buena protección. Es posible que hacia el S.VII se construyera algún fragmento adicional de muralla visigoda en las zonas sur y nordeste, que junto con el circo al este y la muralla romana republicana al oeste serían la única protección para la Balansiya árabe hasta principios del S.XI.
Un último detalle acerca del muro oriental del circo romano: en el S.XI se usa como única defensa en esa parte, tal vez añadiendo almenas, pero en el S.XII es aprovechado sólo como la base para el nuevo muro árabe, añadiéndose en ese tramo torres de planta cuadrada y abriéndose la puerta de Bab Al-Xaria en el lateral del circo, tal y como he corregido en el texto.
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