El recinto amurallado medieval (cuando
decimos medieval queremos decir medieval cristiano) fue empezado en 1356,
durante el reinado de la Corona de Aragón por parte de Pedro IV el Ceremonioso,
que dio orden al Consejo General de la Ciudad de construir una nueva muralla
con fin de abarcar y proteger los arrabales y barrios formados fuera del
antiguo recinto árabe. La urgencia en esta época venía no tanto de la amenaza
musulmana desde Granada, ya algo menor, sino de la necesidad de fortificar la
ciudad por la conocida como Guerra de los dos Pedros, que tuvo lugar de 1356 a
1366 entre Pedro el Ceremonioso y el rey de Castilla Pedro I el Cruel.
Fue
responsable de esta obra una junta municipal que en 1406 se transformó en la Fàbrica de Murs i Valls,
organismo que se encargaría de su posterior mantenimiento. La nueva
muralla, con barbacana y foso en su parte exterior y con un perímetro de unos 4
kilómetros, triplicó la superficie abarcada, que pasó a ser de 142 hectáreas.
El espesor del lienzo rondaba los 2,50 metros y la altura aproximada era de
unos 10 metros. Era importante comprobar periódicamente
que los fosos, de unos 10 metros de ancho, se mantenían en buen estado y sin
escombros, ya que ayudaban a eliminar las aguas residuales y protegían la
ciudad frente a posibles riadas, canalizando parte del exceso de agua.
El empuje
definitivo al inicio de las obras se dio en 1356, con Guillem Nebot en el cargo
de maestro picapedrero, y la fase principal se dio por finalizada en 1370, pero
fue tal la precipitación en la construcción que con posterioridad se harían
necesarias diversas actuaciones para fortalecer el lienzo. Los puntos más sólidos eran las puertas, donde los muros eran
normalmente de bloques de piedra y estaban defendidos por torres. Las murallas
hubieron de resistir los ataques de las tropas castellanas en 1363 y en 1364, y los habitantes de Valencia tuvieron en dos ocasiones la
oportunidad de demostrar su lealtad a la Corona de Aragón, reconciliándose así
con su monarca tras la reciente revuelta de la Unión…
pero ésa es otra historia de la que hablaremos otro día.
Debido a las prisas
por proteger la ciudad, los muros eran inicialmente de tapial hecho con la
tierra extraída del foso que se había excavado, lo que hacía que la estructura fuese
poco resistente; de hecho, hay constancia del derrumbe de un sector del muro
cercano a la puerta de Quart en noviembre de 1383. En las reformas posteriores la fachada
recayente al río se reforzó con bloques de piedra y se
empleó una mezcla más resistente, de argamasa armada con un relleno de cantos y
guijarros; el trazado en esta zona norte era el de la muralla árabe. En el plano de
Tomás Vicente Tosca de 1704 se aprecia que toda la parte que da al río tenía torres
semicirculares cada cierto trecho, mientras en el resto los lienzos eran
sencillos entre puerta y puerta. Las labores de construcción y mejora de los
muros seguramente se alargaron hasta principios del S.XV.
El trazado de
la muralla medieval es hoy claramente perceptible en el plano de Valencia: se
trata de la ronda interior, formada por las calles Blanquerías, Guillem de
Castro, Xàtiva, Colón, El Justicia, Ciudadela, Pintor López y Conde de Trénor. En
ella se contaban doce puertas, lista a la que podría añadirse alguna más, ya
que dependiendo de las circunstancias y de las épocas se abrieron o tapiaron
portillos en la muralla, como el de Blanquerías. Todas las noches una campana
de la Catedral sonaba durante media hora antes de la puesta de sol, y las puertas se iban cerrando una a una hasta el amanecer, empezando por las más pequeñas y acabando por las
principales, de forma que los viajeros despistados que no entraban a tiempo
podían quedarse, como se suele decir, a la Luna de Valencia. Las puertas
principales o “portals grans” eran: de Serranos al norte, de Quart al oeste, de
San Vicente al sur y del Mar al este. A continuación pasamos a describir cada
una de las doce entradas, tal y como aparecen en el plano de la ciudad en
sentido antihorario.
Portal de Serrans (puerta de los Serranos): Simultáneamente
a la reconstrucción del tramo norte en piedra se levantó también entre 1392 y
1398 la puerta de Serranos donde anteriormente había otra, la de Roteros, un acceso
más sencillo y situado unos metros más hacia dentro, en la actual plaza de los
Fueros. Este portal de Roteros aprovechaba a su vez la puerta de Al-Qantara de la muralla musulmana. Todavía en
pie en el S.XXI, las hoy llamadas Torres de Serranos
son una de las mejores muestras de arquitectura gótica civil de la ciudad. No entraremos
en detalles acerca de ellas porque seguramente les dedicaremos una entrada entera
más adelante.
Portal Nou (puerta
Nueva): Fue la última que se abrió en la muralla (de ahí el apelativo de
nueva, ya que en su momento lo fue) y a lo largo de su historia recibió otros
nombres, como puerta de la Santa Cruz, de Campanar y de San José, por situarse
junto a ella desde el S.XVII el convento de San José y Santa Teresa. Se
encontraba en el punto donde actualmente se planta la falla de Na Jordana. Data
de 1390 y originariamente era una abertura sencilla en el muro, pero en 1419 el
rey de Aragón autorizó la construcción de un nuevo portal de mayor tamaño, más
acorde al intenso tráfico de personas y carros procedentes de Campanar que así
lo requería. Éste estaba flanqueado por dos torres de planta semicircular, con un cierto parecido a las cercanas Torres de Quart
pero en miniatura, y no sería acabado hasta 1474. Frente a él se construiría en
1606 el puente en piedra que lleva el nombre de San José. En 1707 el rey Felipe
V ordenó clausurar algunas de las puertas de la ciudad, entre ellas ésta, para
controlar mejor la entrada y salida de los ciudadanos, pero la necesidad de
organizar el intenso flujo de transeúntes obligó a su reapertura en 1780.
Existió en ella una inscripción de piedra que decía: “Por este portal entraron
las tropas invasoras francesas el día 14 de enero de 1812,
capitaneadas por el futuro duque de la Albufera, general Suchet”. Hoy día el
portal de San José ya no existe; las torres no eran lo
suficientemente grandes como para ser cárcel o polvorín, y por tanto
desaparecieron en 1868.
Portal de la Corona (puerta de la Corona) o dels Tints: Recibía el
nombre por su cercanía al convento franciscano de la Corona, y el de los Tintes
porque en sus proximidades se encontraba también el barrio dedicado a esta
actividad. Se trataba de una sencilla puerta abierta en el muro, con un solo
arco de ingreso. Situada aproximadamente en el actual punto de entrada al
centro cultural de La Beneficencia. Fue abierta en 1356, y en 1646 se cierra para reabrirla nuevamente en 1658, instalándose en la entrada dos barras de hierro con el
fin de evitar el acceso de caballerías y carruajes por este punto. Aprovechamos
para mencionar aquí una torre de grandes dimensiones que había en la muralla a
medio camino entre las puertas de San José y de la Corona: la torre de Santa Caterina
(Santa Catalina). Esta torre se encontraba en el actual cruce de las calles
Guillem de Castro y Na Jordana, junto a la explanada del IVAM. De planta
circular, se construyó en 1390 y se derribó en 1772, levantándose en 1833 una
nueva torre que sólo duró hasta 1865.
Portal de Quart (puerta de Cuarte): Las torres tal y como las conocemos hoy
se construyeron entre 1441 y 1469 y venían a sustituir a un portillo anterior de
1356, ya que se consideró que éste no era acorde al gran tráfico de personas y
carros procedentes del interior de la región que pasaban por este punto. Se
trata de la otra puerta que estaba en uso durante el S.XIX y por tanto sobrevive
junto con la de Serranos a la demolición del recinto amurallado. Sin duda hablaremos
con más detalle de las Torres de Quart
en alguna otra entrada, así que no nos extenderemos aquí.
Portal del Coixo (puerta del Cojo): Así conocida por la cojera de uno de
sus guardas. También ha sido llamada de Sant Joan (San Juan), de les Setze
Claus (Dieciséis Llaves), del Carbón y de la Encarnación (por estar junto al
Convento de la Encarnación). Situada en el cruce de la calle Guillem de Castro
con la calle Carniceros. Según el plano del Padre Tosca se trataba de una puerta
abierta en una torre de la muralla.
Portal de Torrent o dels Innocents (puerta de Torrente o de los
Inocentes): Situada aproximadamente en el actual cruce de la calle Guillem de
Castro con la calle Hospital, esta entrada estaba muy cercana al Hospital de Inocentes, primer manicomio
de Europa, fundado en 1409 por el fraile mercedario Joan Gilabert Jofré, que
posteriormente se transformaría en Hospital General
y finalmente en la actual Biblioteca. A esta entrada también se la ha conocido
como puerta de Santa Lucía por su proximidad a la Ermita del mismo nombre.
Portal de Sant Vicent (puerta de San Vicente): Situada en la
actual plaza de San Agustín, se trataba de un torreón con un vano adintelado.
En 1830 esta puerta original fue demolida y en su lugar el arquitecto Manuel
Fornés y Gurrea construyó otra formada por tres vanos rectangulares. Sobre ésta
se alzaban una estatua de San Vicente Ferrer,
que por ser patrón del Reino de Valencia miraba hacia el exterior, y otra de
San Vicente Mártir,
que por ser patrón de la ciudad miraba hacia el interior; ambas esculturas fueron
obra de Carlos José Cloostermans, y actualmente están en la Plaza de Tetuán
y en la Gran Vía Ramón y Cajal,
respectivamente.
Portal de Russafa (puerta de Ruzafa): Situada en el
actual cruce de la calle Xàtiva con el paseo de Ruzafa, era la salida natural
hacia el arrabal del mismo nombre. Desde 1707 se encontraba clausurada por
orden de Felipe V y los vecinos de Russafa habían solicitado en repetidas
ocasiones su reapertura. En 1785 se acuerda abrir de nuevo el acceso, construir
un puente que salve el foso y colocar una baranda de protección. Al año
siguiente se levanta una nueva puerta, más historiada,
obra de Felipe Fontana.
Portal dels Jueus (puerta de los Judíos): También se la
ha conocido como puerta de Sant Andreu (San Andrés) o de Santa Caterina de
Siena (Santa Catalina de Siena). Se la menciona por primera vez en 1391, aunque
su construcción es probablemente anterior. Estaba situada en la calle Colón,
junto al edificio de El Corte Inglés. Es la única de las puertas de la muralla medieval
de la que quedan restos visibles, aparte de las Torres de Serranos y Quart.
Recibía su nombre porque junto a ella se encontraba el Fossar dels Jueus o cementerio judío, sobre
el cual se construyó el convento de Santa Catalina, edificándose a su vez sobre éste los grandes almacenes…
Pero no entremos en detalles, porque esto daría para una entrada aparte. Hacia
1689 la puerta fue tapiada y así permaneció hasta su demolición en 1890. En su
lugar se abrió después una amplia plaza que en su día recibió el nombre de
plaza del Picadero y actualmente es la plaza de Los Pinazo.
Portal de la Mar (puerta del Mar): Situada al
final de la calle Colón, en la plaza de la Puerta del Mar, no muy lejos del convento de Santo Domingo.
Esta puerta era la salida natural hacia el mar y en sus inmediaciones se
encontraba la torre de l’Esperó (del Espolón), una robusta torre árabe de planta cuadrada que estaba separada del
recinto amurallado islámico y que se utilizó después como punto de referencia
para el trazado de la muralla cristiana, haciendo esquina en el punto más al
este del nuevo recinto. En torno a esta torre se construyó en 1574 la Casa de Armas, que más tarde se
convertiría en la Ciudadela,
y a lo largo de todos estos cambios el acceso a la ciudad estuvo siempre en la
parte sur. En la primera mitad del S.XIX el arquitecto Jorge Gisbert Berenguer levantó
una nueva puerta
que constaba de dos vanos con arcos de medio punto. Ni esta puerta ni la
original tienen nada que ver con la que hay hoy en día en la rotonda, excepto
por la situación aproximada.
Portal del Reial (puerta del Real): En la zona frente
al actual puente del Real, conducía al desaparecido Palacio del Real
situado extramuros. En su origen estaba más cerca del Temple y de la antigua puerta árabe de Ibn-Sajar, que había
quedado dentro de la ciudad cristiana. En 1599 es clausurada y trasladada unos metros hacia el este
para hacerla coincidir con el puente, con motivo de la celebración de la boda
de Felipe III, que tuvo lugar en la Catedral de Valencia. En 1801 esta puerta
de diseño sencillo fue sustituida por otra más grande y monumental, construida
en piedra caliza por Juan Bautista Lacorte, que fue derribada junto con el
resto de la muralla poco después, en 1868…
…Para rizar el
rizo, una reconstrucción casi exacta de esta puerta monumental del Real, pero realizada
entre 1940 y 1946, es la conocida actualmente como puerta del Mar; está en la
rotonda al otro lado de la Glorieta respecto a la situación de la original.
Para aclarar conceptos, no se trata de las mismas piedras, sino del mismo
diseño de la puerta del Real. Esta réplica es en realidad un monumento dedicado
a los caídos del bando nacional en la Guerra Civil, y por eso incorpora en su hueco
central una gran cruz que
lógicamente no estaba en el modelo original… Aquí podríamos ponernos a hablar
de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica,
pero mejor no meternos en un jardín. Puerta y cruz se desmontaron con cuidado y
se volvieron a montar hace unos años con motivo de las obras del metro, así que
no veo qué problema habría en volver a retirar sólo la cruz…
Portal de la Trinitat (puerta de la Trinidad): Situada frente
al actual puente de la Trinidad, al inicio de la calle Salvador. También se la
ha conocido con el nombre de portal dels Catalans, por corresponder al barrio
ocupado por los repobladores procedentes de Lérida tras la reconquista.
Recordemos que por aquí pasaba originalmente la Vía Heráclea, así que los
vecinos y viajeros que atravesaban esta puerta día tras día lo hacían seguramente
por el mismo punto que sus conciudadanos de mil quinientos años atrás.
Inicialmente la
muralla cristiana medieval abarcaba muchos terrenos sin construir en su interior,
incluyendo zonas de huertas. Las antiguas murallas musulmanas no fueron derruidas
una vez levantada la cristiana, sino que se convirtieron en un segundo anillo
defensivo, y para facilitar la comunicación entre los barrios se abrieron accesos
en ellas, como el portal de N’Espluges (o del Trabuquet, en el cruce de las
calles Salvà y Universidad), el portal de N’Avinyó (en la calle Aparisi y
Guijarro) y el portal de Sant Jordi (o de Na Xamorra, en la calle Portillo de
San Jorge). Pero por encima de ellos destaca, porque aún se conserva, el portal de la Valldigna:
Es un arco de medio punto de sillería que no tiene puerta, ya que ésta fue
retirada en el año 1400, quedando el hueco tal y como puede verse hoy; a partir
de entonces fue el punto de acceso a la morería, o al menos uno de ellos. Restaurado
en 1965, toma el nombre del monasterio de la Valldigna, cuyo consulado en
Valencia, establecido en 1319, se hallaba justo enfrente del portal.
El fin de la muralla medieval fue decretado en 1865 por el gobernador civil interino Cirilo
Amorós, a pesar de la oposición del estamento militar que se atribuía su
propiedad. Las razones alegadas para hacerlo fueron la necesidad de dar trabajo
a los mil quinientos obreros afectados por la crisis de la seda,
la urgencia de abrir a un nuevo ensanche un recinto asfixiado y con todo su
espacio ya edificado, y la conveniencia de mejorar la salubridad de la ciudad
aireando las calles. El primer golpe de piqueta se dio exactamente el 20 de febrero de 1865 a las cuatro y media
de la tarde… Durante el S.XIX todas las ciudades
europeas que pudieron procedieron al derribo de sus murallas; sólo las que eran
demasiado pobres para afrontar la costosa obra de demolición las conservaron, con
gran pesar de sus ciudadanos. Si repasamos hoy la lista de capitales de
provincia amuralladas (Avila, León, Lugo…) veremos que durante aquella época eran
localidades con economías deprimidas y escasa población; solamente con su redescubrimiento
por el turismo se revalorizaron estos viejos muros defensivos.
La demolición
de la muralla medieval de Valencia, igual que su construcción, fue un proceso en
varias fases que se alargó bastante en el Tiempo. Se empezó derribando los muros en 1865 y 1866, empezando por la zona del Temple y bajando por ambos lados hacia la zona de San Vicente, y las puertas se
dejaron para el final, ya que la mayoría fueron derruidas en 1868. A partir de 1871 el foso medieval se fue rellenando para edificar encima o hacer calles, dejando parte del
hueco bajo tierra con la finalidad de aprovecharlo como colector de aguas. Algunas partes del
recinto defensivo tardaron más en caer: el portal dels
Jueus, por ejemplo, no se derribó hasta 1890, al realizarse la prolongación de
la calle Don Juan de Austria. El imponente torreón interior construido en la
Ciudadela en época de Felipe V para apuntar algunos cañones hacia la ciudad
y sofocar así posibles revueltas se demolió en 1901,
y el resto de este baluarte defensivo permaneció en pie junto al río hasta el
año 1956. Hoy en día sólo nos quedan las espléndidas puertas de Serranos y Quart, que tenían utilidad como cárceles a mediados del
S.XIX, y unos pocos restos aislados y olvidados de los que hablaremos en la
próxima entrega. No será éste el único tema a tratar: si por ahora hemos
mencionado tres anillos concéntricos de tamaño creciente en el plano de la
ciudad, la semana que viene empezaremos enumerando algunos más, pero en este
caso no ya para impedir el avance de los invasores sino para facilitar el
avance de los vehículos motorizados… de los coches, vamos.
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