lunes, 4 de julio de 2022

A la Perfección por la Práctica

 

Hace un tiempo, cuando todavía vivía en el antiguo piso de mis abuelos, os hablé de mis vecinos del patio interior de manzana y de las escenas sueltas de las que era testigo a veces desde mi ventana. Hace ya cinco años de mi mudanza y mi nuevo patio interior alberga también personajes interesantes, pero no os voy a hablar de eso hoy… Me voy a centrar en un pequeño deslunado al que da la ventana de mi lavadero y en un vecino al que nunca he visto pero al que oigo muy a menudo… Siempre entre las seis y media y las siete y media de la tarde, sin excepción, se le oye practicar con un instrumento musical que parece ser un clarinete soprano de registro grave, o algún tipo de saxo de timbre suave y meloso.

Cuando llegué al nuevo piso lo único que se oía eran escalas sencillas ascendentes y descendentes que se repetían mecánicamente una y otra vez. Con el paso de los meses y de manera muy gradual las escalas dieron paso a arpegios algo más elaborados, y hoy en día se escuchan ejercicios más rápidos y complejos, con más virguerías, modulaciones y vibratos, e incluso alguna melodía completa, no muy complicada en su ejecución pero sin duda un claro progreso con respecto al punto de partida.

Ya he comentado alguna vez en el blog que me suelen fastidiar bastante los ruidos de los vecinos, pero esta música sin embargo es agradable y muy relajante. A favor de esta persona juega el hecho de que la hora a la que lo hace es la menos intempestiva posible, que nunca se sale de esa franja de tiempo y que el volumen no llega a ser molesto. A veces hasta abro la ventana para tener esta melodía de fondo mientras trabajo, y de hecho la estoy escuchando ahora mismo, lunes por la tarde, usándola como inspiración mientras escribo estas líneas. En alguna ocasión me he asomado disimuladamente tratando de identificar el origen de los sonidos, pero sin éxito. Me asaltan varias preguntas acerca de este intérprete misterioso: ¿Será hombre o mujer, joven o adulto? ¿Tocará en una banda, irá al conservatorio? ¿Ensaya todos los días o simplemente no me doy cuenta si de vez en cuando se salta alguno? ¿Podría haber, a pesar de todo lo dicho, algún otro vecino al que sí le molestase su música?

En mi caso, en este mundo tan cambiante y vertiginoso (y en ocasiones directamente feo), me transmite una gran paz esa sensación de tener en mi día a día ese oasis de Belleza en medio del desierto del caos; una constante, algo en lo que se puede confiar, algo que siempre está ahí pase lo que pase, pero que al mismo tiempo nunca es exactamente lo mismo y va evolucionando imperceptiblemente a mejor. Por lo que a mí respecta, el músico del patio de luces puede seguir tocando otros cinco años, u otros cincuenta.



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