Seguimos en esta segunda entrega con la historia de la evolución humana…
Hace unos 2 Ma va surgiendo Homo Ergaster, más adaptado a caminatas largas; los
huesos de su cadera indican claramente que ya no suele trepar a los árboles. Presenta
un aparato digestivo más corto, y por tanto los recursos se destinan a formar un
cerebro y un cuerpo más grandes. Al ser más alto y esbelto que sus ancestros
está adaptado para disipar mejor el calor, y tiene menos pelo en la piel. Sus herramientas
son algo más sofisticadas. Ergaster es el eslabón que lleva desde Habilis a
Erectus.
Homo Erectus
(“Hombre Erguido”) es nuestro siguiente ancestro más probable, y el primer Homo
en salir de África. A él pertenece el cráneo de Homínido más antiguo fuera del
continente, encontrado en Georgia y de 1,8 Ma de antigüedad. Acabará ocupando casi
toda África y diversas zonas de Oriente Próximo, Europa y Asia; los restos más
antiguos encontrados en China tienen 1,7 Ma. Incluyendo a Ergaster, esta
especie caminó sobre la Tierra entre hace 1,9 Ma y 140.000 años; casi dos
millones de años, diez veces más que nosotros por ahora, lo que la convierte en
una superviviente nata. Hace 1,2 Ma los cambios en el clima y la vegetación
hacen que su piel se oscurezca con melanina para defenderse del exceso de rayos
ultravioleta, siendo como la de los actuales subsaharianos (en otras palabras:
que por entonces éramos todos negros).
Por centrarnos en un momento concreto, el Homo Erectus europeo de hace
500.000 años tenía 1,60 metros de altura y era robusto, ancho de caderas y
hombros, de frente retraída y cejas abultadas. Ya no tiene tanto pelo y ha
aprendido a sudar para regular su temperatura corporal cuando corre largas
distancias. Ha dejado de ser carroñero, caza en equipo y presenta algo más de
especialización en las tareas. Su lenguaje es algo más complejo, y el concepto
de familia ha adquirido más importancia para él: cuida de los ancianos y de los
débiles de su grupo (se han encontrado cráneos de aquella época cuyos dientes
cayeron mucho tiempo antes de la muerte, siendo por tanto individuos que necesitaron
ayuda para alimentarse). Por entonces se descubre el percutor blando de madera
o cuero, para crear herramientas con más precisión. Los utensilios tienen usos muy
específicos: raspadores, percutores, cuchillos, bifaces… Hace entre 1,8 y 1,5
Ma aparecen herramientas hechas de hueso. Las hachas de piedra de mano del
periodo entre hace 1,6 Ma y 250.000 años corresponden a la llamada tecnología
achelense, más sofisticada que la
olduvayense.
Pero una de las contribuciones más importantes de Erectus al desarrollo
humano será sin duda el control del fuego. Debe haber sido una experiencia muy
extraña para estos Homínidos primitivos encontrarse con un incendio forestal:
para ellos la llama es una especie de animal amarillo
que te muerde si acercas demasiado la mano, y es de suponer que la mayoría huyen
asustados… Pero unos pocos, los más curiosos y valientes del clan, hacen más
pruebas teniendo cuidado y descubren que puedes acorralar al animal amarillo en
la punta de una lanza, porque se mueve hacia arriba. Si acercas la mano pero no demasiado, se nota un
calorcito muy agradable. Y si le das de comer más madera, el animal amarillo crece
de tamaño… Igual que debió ocurrir con las
herramientas de piedra, es gracias a estos pioneros, estos curiosos, los primeros científicos e inventores de la Prehistoria, que la Civilización actual existe tal y como la
conocemos.
Hace en torno a 1,5 Ma hay evidencias arqueológicas del uso de fuegos generados
de manera fortuita por relámpagos o incendios, tratando de conservarlos encendidos
todo lo posible y proteger las ascuas
a toda costa. Hace alrededor de 1 Ma los Erectus africanos son los primeros en crear fuego desde cero por fricción y utilizarlo
de forma sistemática (se han encontrado en el subsuelo huesos y plantas
quemados de esta época). Es difícil datar la transición de forma más precisa
porque los restos fósiles son escasos, al llevarse casi siempre el viento y el
agua las cenizas de las hogueras; todavía queda mucha investigación que hacer,
pero sabemos con seguridad que hace 500.000 años ya cocinamos regularmente y se
domina el fuego en múltiples rincones de Eurasia y África (Es curioso: muchas
veces los avances se producen de forma independiente y simultánea en distintas
zonas del Planeta, si bien tal vez a ritmos distintos).
Y ya que hablamos de cocinar… En todos estos lugares llega un momento en el
que un pedazo de carne se cae por primera vez en el fuego, quizá por un accidente afortunado, y hay un
miembro curioso del grupo que lo recupera y lo prueba, descubriendo que sabe,
se mastica y se digiere mejor. El fuego contribuye a romper las proteínas, es
como si cocinar la carne ayudase a empezar a digerirla aún fuera de nuestro
cuerpo. Con el uso de herramientas más afiladas y del fuego para la comida, las
muelas del juicio dejan de salirnos (aunque hoy en día hay bastantes Sapiens
que todavía las tienen)
y los músculos de la mandíbula se nos aflojan de nuevo, creciendo aún más el
cerebro hasta un tamaño de 1100 cm3. Esto nos viene muy bien, porque
hace 800.000 años las fluctuaciones en el clima empiezan a ser más
pronunciadas, y un cerebro grande nos ayuda a adaptarnos a los cambios rápidos para
sobrevivir. En definitiva, las ventajas del fuego
son innumerables: mata a los parásitos de la comida, nos quita el frío en las
noches de invierno, permite que nuestras jornadas sean más largas gracias a la
luz, mantiene alejados a los depredadores, sirve para cazar presas, nos permite
endurecer las puntas de las lanzas, favorece la socialización (y tal vez, más
adelante, incluso la narración de las primeras historias) alrededor de la
hoguera…
Del Homo Erectus descienden los Neanderthales en Europa, los
Pithecanthropus en Java y los Sapiens en África, pero cómo exactamente aún no
está muy claro… Hacia el final del periodo correspondiente a los hallazgos de
Erectus aparecen otras posibles especies cuyo encaje en nuestro árbol de
familia evolutivo aún presenta muchas incógnitas, como el Homo Heidelbergensis
o el Homo Antecessor. A menudo
la Naturaleza es complicada por mucho que te empeñes en simplificarla: el Árbol
de la Vida no solo se va ramificando a medida que pasa el Tiempo, sino que a
veces dos ramas separadas genéticamente se vuelven a encontrar geográficamente
y a recombinar, haciendo muy difícil describir todo lo que ha pasado tan solo a
partir de un puñado de hallazgos aleatorios realizados aquí y allá…
En el yacimiento arqueológico de Atapuerca,
cerca de Burgos, han trabajado los mejores paleoantropólogos españoles y se han encontrado en los últimos
cuarenta años algunos de los restos humanos más antiguos de Europa. Los de la
Sima del Elefante, de una especie aún por determinar, tienen una edad de 1,2 Ma;
y en la Gran Dolina los había de Homo Antecessor, de hace 800.000 años, que en
ocasiones practicaba el canibalismo.
Está además la Sima de los Huesos, con restos posiblemente de Homo
Heidelbergensis, aunque no está del todo claro (este es el ADN más antiguo que
se ha conseguido analizar nunca, de hace 430.000 años).
Por último, se han encontrado también restos de Neanderthal y Homo Sapiens, y
todo esto en una zona relativamente pequeña.
Según ciertas teorías los Heidelbergensis (entre hace 700.000 y 200.000
años) fueron los primeros en llegar a las latitudes más frías de Europa,
construyendo cabañas rudimentarias (en Francia se han encontrado estructuras
hechas con postes de madera de 400.000 años de edad) y cazando mamuts en equipo con lanzas arrojadizas (en
Inglaterra se ha encontrado un omoplato de caballo de 500.000 años con un
agujero perfectamente circular). En Europa podrían ser el eslabón entre Erectus
y Neanderthal, aunque también podría serlo el Antecessor; y en África podrían
haber derivado en los Sapiens, es decir, en nosotros, aunque hay
descubrimientos de Atapuerca de 2016 que apuntan de nuevo al Antecessor… Como
digo, esta parte de nuestra Prehistoria está ahora mismo algo confusa, a falta de nuevos hallazgos
y estudios.
Hace medio millón de años llega un periodo de glaciaciones y en Europa los
Erectus están geográficamente aislados, ya sea por los glaciares o por la
subida del nivel de las aguas en las épocas menos frías: para adaptarse a las
bajas temperaturas de las tundras y las estepas evolucionan poco a poco a
Neanderthales.
Esta especie habitó en Europa y el sudoeste y centro de Asia, y su cronología
va desde hace 400.000 años hasta hace 40.000 años, aunque según algunos estudiosos
los últimos Neanderthales podrían haber vivido en Gibraltar
hace 30.000 o incluso 25.000 años. No son nuestros ancestros, sino nuestros primos
evolutivamente hablando: Sapiens no desciende de ellos. Muy robustos y fuertes,
presentan una osamenta maciza y unas paredes del cráneo gruesas, la frente
hacia atrás, la nariz grande y los pómulos prominentes. De 1,65 metros, con cuerpos
anchos y miembros cortos para adaptarse al frío, tienen la piel más clara que
Erectus y usan por primera vez pieles de otros animales para abrigarse.
Como decíamos de los Heidelbergensis, Neanderthal caza presas grandes y
pone trampas. Conoce el pedernal (piritas para producir chispas) y la yesca
(que prende muy bien) para encender fuego,
y usa plantas medicinales. El desarrollo craneal llega hasta los 1500 cm3,
similar al de Sapiens, aunque la forma de la cabeza es achatada en vez de
redondeada como la nuestra. En el clan no hay división del trabajo por sexos,
los niños trabajan desde muy jóvenes y la esperanza de vida es de unos cuarenta
años. Al poseer la misma variante del gen del habla que nosotros, podrían ser
los primeros en haber tenido un lenguaje elaborado, pero no sabemos cómo de
complejo era porque las partes blandas, como la laringe, no se conservan en los
fósiles… Aunque los expertos no se ponen de acuerdo,
algunos les atribuyen pensamiento simbólico, realización de pinturas rupestres,
uso de adornos y el tener creencias religiosas, ayudando a sus muertos a “pasar
al Otro Mundo”. Los Sapiens convivimos con ellos en Europa durante un tiempo e
incluso tuvimos descendencia en algunos casos.
Más o menos de esta misma época son los Denisovanos, otros primos
evolutivos nuestros de Asia. El primer descubrimiento se realizó en 2010 en las
cuevas de Denísova en Siberia, y consistía en una pequeña falange, de la que
sin embargo se sacó bastante información mediante un análisis de ADN. Posteriormente
hubo otros hallazgos en Siberia y en el Tibet, pero siguen siendo muy pocas
muestras, y de pequeño tamaño. Los Denisovanos habitaron el sudeste de Asia,
llegando hasta Nueva Guinea. Sabemos por el ADN que la rama común de
Neanderthales y Denisovanos se separó de la nuestra hace unos 600.000 años, y
estos últimos existieron hasta hace 40.000 años o tal vez menos. La especie no
tiene aún nombre oficial porque todavía se está estudiando y porque falta un
especimen completo. También tuvieron relación con Sapiens, porque los asiáticos
actuales presentan genes en común con ellos.
El último de nuestros primos evolutivos del que hablaremos hoy, y quizá el
más sorprendente, es el Homo Floresiensis.
Encontrado en la zona de Indonesia, su pequeña estatura, de un metro diez y 25
kilos, y sus grandes pies, junto con la coincidencia de que el hallazgo se
realizara en 2003, en plena efervescencia de las películas de Peter Jackson,
hicieron que los arqueólogos le pusieran el sobrenombre de “Hobbit”.
Tenía poca capacidad craneal, unos 400 cm3, pero utilizaba
herramientas, cazaba y controlaba el fuego. Tal vez se hizo pequeño después de
llegar a la isla de Flores, igual que los elefantes en ese mismo entorno,
debido a la escasez de alimentos. Exisitió entre hace 100.000 años (aunque las
herramientas encontradas en la zona son algo más antiguas) y 50.000 años. Su
desaparición coincidió más o menos con la llegada de Sapiens a esa parte del
Mundo.
Al Homo Sapiens se le llamó en Europa Hombre de Cromagnon, refiriéndose
sobre todo a los habitantes de las cuevas
con pinturas rupestres, pero este es un término actualmente en desuso. El
nacimiento de los humanos modernos, más evolucionados, se remonta unos 200.000 años atrás, así que cuando
aparecimos había en el Mundo otras tres o cuatro especies humanas que, igual
que nosotros, vivían en grupos de cazadores-recolectores, con fuego,
herramientas de madera y piedra, enterramiento a los muertos y una Cultura y
lenguaje rudimentarios. Puede que alguno de estos grupos no se cruzara en la
vida con seres de otra especie, mientras que otros sí tendrían contacto e
incluso una convivencia continuada… Más o menos lo que ocurre con las distintas
especies ficticias que habitan la Tierra Media de John Ronald Tolkien, aunque con un nivel de desarrollo algo más primitivo.
Otras especies de Homínidos salieron de África antes que nosotros y se
adaptaron durante decenas o cientos de miles de años al clima frío de Eurasia. Posteriormente
hubo sexo entre especies y cierta mezcla genética, gracias a la cual los
Sapiens adquirimos algunas de estas adaptaciones beneficiosas
de los Denisovanos y los Neanderthales (Además de los análisis de ADN de los
restos encontrados y su comparación con el ADN actual, otra prueba de que hubo
mezclas es el hallazgo de cráneos de Sapiens con los pómulos propios de los
Neanderthales). Resulta extraño pensar que somos los únicos humanos sobre la
Tierra desde hace solo treinta o cuarenta mil años, un suspiro en términos
evolutivos… No sabemos si los Neanderthales, Denisovanos y Floresiensis
desaparecieron por competencia directa con los Sapiens, por cambios climáticos
o por una combinación de ambos factores, pero sabemos que al menos una parte de
ellos sigue viva en nuestros genes… ¿Y cómo pudimos nosotros sobrevivir a las
adversidades y ellos no? La próxima semana continuaremos narrando la odisea de la especie y responderemos a esa
pregunta.
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