Cuando hace unos años os hablé en el
blog de mi lista de placeres sencillos os comenté que
me relaja mucho ver y sobre todo escuchar a alguien realizando trabajos
manuales como dibujar, recortar cartulina o hacer papiroflexia. No es algo solo psicológico, lo noto a nivel
físico, principalmente en la cabeza. No es un escalofrío, y tampoco es
exactamente un cosquilleo, aunque se le parece; se trata de una agradable sensación de calor y suave hormigueo en la nuca y
la base del cráneo, acompañada de una placentera relajación, pesadez de cabeza
y ganas de cerrar los ojos y echarse a dormir. Se le añade a veces una muy
ligera sensación de nudo en el estómago que sin embargo no resulta
desagradable.
También experimentaba esto de pequeño cuando había epidemia en mi colegio y
mi abuela materna me revisaba el pelo en busca de liendres,
que luego despachaba presionándolas entre sus dos uñas con un casi imperceptible
“click”… Y lo siento cuando voy a que me corten el pelo,
aunque en menor medida, y más o menos dependiendo de la persona que lo haga (me
ocurre sobre todo cuando es una mujer). Y por supuesto cuando alguien usa conmigo
un masajeador capilar, sin duda uno
de los mejores inventos de la Historia. Haciendo un poco de memoria, ahora
mismo no recuerdo ningún estímulo puramente visual que me haya producido esta
reacción.
Poco después de escribir acerca de mis
placeres sencillos descubrí que esto tiene un nombre: se trata del ASMR o Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, aunque otros términos bastante menos técnicos
son el de orgasmo cerebral
o su equivalente inglés, braingasm. El ASMR, acrónimo acuñado en 2010, es un fenómeno
biológico, no muy estudiado aún desde el punto de vista científico
por ser bastante subjetivo y difícil de medir, caracterizado por una placentera
sensación de hormigueo en la cabeza, los hombros y la espina dorsal en
respuesta a determinados estímulos auditivos, visuales o táctiles. Lo de las
liendres o la peluquería que os contaba antes tiene mucho sentido, ya que una
de las teorías sobre el origen del ASMR se remonta a nuestro pasado evolutivo,
cuando una de nuestras principales maneras de socializar y fortalecer vínculos,
subidos a los árboles de las praderas africanas, consisitía en despiojarnos los
unos a los otros.
Al parecer solo lo experimenta un porcentaje pequeño de la población, tal
vez menos de un 1%.
Por esta razón y también por ser una sensación bastante íntima, es algo de lo
que no se había hablado mucho hasta la aparición de Internet. Últimamente se ha
puesto muy de moda en YouTube, aunque antes de aparecer canales dedicados a
ello ya se producía este efecto en algunos casos de forma no intencionada, con videos
sobre el proceso de pintar un cuadro,
hacer un boceto o esculpir un busto,
o programas sobre bricolaje (ahora entiendo por qué en su día me relajaba tanto
ver Bricomanía aunque no soy
especialmente manitas).
Como digo, en la actualidad hay muchos youtubers que buscan conscientemente
este efecto relajante: en la Red se cuentan más de diez millones de vídeos
sobre el tema.
Los desencadenantes que se suelen utilizar son sobre todo susurros, roces en el
micro o en alguna superficie rugosa, sonidos crujientes, tamborileo de dedos,
movimientos lentos o rítmicos… Parece que mucha gente se relaja al tener la
sensación de que se le está prestando una atención personal, o cuando el
youtuber (o el amigo, que estas cosas se pueden hacer también en persona) interpreta
determinados papeles como el del peluquero o el médico en una revisión, aunque
esto es algo que yo nunca he experimentado, al menos que recuerde.
Los vídeos suelen hacerse con dos micrófonos
bastante sensibles, para poder ser escuchados con auriculares, que dan una
mayor sensación de presencia real de la fuente del sonido, oyéndose en estéreo a
izquierda o derecha, y a veces incluso por delante, por detrás o por encima de ti. La gente que los ve lo hace para
rebajar el estrés o para poder dormirse, o simplemente para sentirse
acompañados (seguro que muchos de los que consumen estos vídeos no experimentan
un verdadero ASMR sino una especie de placebo, de sugestión). Este tipo de
contenidos está tan de moda que han salido ya hasta parodias de los mismos.
Me he estado documentando un poco
para esta entrada y he visitado distintos canales, y parece que el tema da
mucho de sí, aunque no siempre en un sentido positivo; en algunos casos se cruzan
ciertas líneas rojas, a veces simplemente en lo estético y otras directamente
en lo ético. He ojeado un par de vídeos de un canal muy conocido en español
y la verdad es que no están mal, aunque a mí en particular algunos momentos me
han dado un poco de vergüenza ajena; no me gusta cuando me hablan usando
diminutivos continuamente (cierra los ojitos, etc), como si fuera tonto o un
niño pequeño… Aparte de eso, la chica lo hacía razonablemente bien. Por cierto,
ya en su día dije que estos sonidos me relajaban especialmente si los trabajos
de tipo manual como dibujar o recortar los realizaba una mujer hermosa; pues
(¡oh, casualidad!) la gran mayoría de protagonistas de los canales más famosos,
los que salen primero en las búsquedas, son mujeres jóvenes y atractivas.
Este fenómeno en principio no tiene un carácter sexual o fetichista, aunque
en algunos vídeos, debido a ciertos detalles como los susurros,
puede darse una combinación de ambos tipos de reacción. Algunas youtubers con
canales de ASMR juegan a ese juego, lo cual en principio me parece lícito; lo
que me molesta es que en el título y en los comentarios insistan en que esos
contenidos son para relajarse, cuando es tan obvio que no es esa su finalidad, o
al menos no lo será para una parte importante de los espectadores, que no
pertenecerán a ese 1% del que hablábamos antes… Otras ASMR-tistas (así se
llaman a sí mismas) se pasan tanto de intensas que a mí ni me relajan ni me
excitan, más bien me dan un poco de grima.
Está claro que el cerebro humano es muy complejo y lo que para una persona
resulta relajante para otra puede ser excitante, y para una tercera
desagradable… pero hay ejemplos en la Red que claramente no son ASMR aunque
estén etiquetados como tal; se trata de espabilados y espabiladas que se suben
al carro de la última moda sin tener ni idea, echándole morro y apelando al
mínimo común denominador, a los instintos más primarios, para conseguir más
visitas y hacerse famosos por un día.
Ver vídeos de barbies siliconadas chupando un plátano (¿Por qué lo llaman ASMR cuando quieren decir sexo?) o
de niñas de trece años susurrándote al oído porque se supone que “te ayudan a
dormir” es algo definitivamente muy raro,
lo mires por donde lo mires, y el hecho de etiquetarlos de manera incorrecta no
hace sino añadir más confusión y facilitar el acceso a los mismos por parte de
adolescentes que deberían estar aprendiendo sobre el sexo por otras fuentes más
fiables… Que conste que hay ejemplos aún más estrambóticos de los cuales no
quiero ni siquiera poner los enlaces para no aumentar su número de visitas… Francamente,
estos últimos días he descubierto todo un mundo del que no tenía ni idea, tanto
para lo bueno como para lo malo, pero no debería extrañarme tratándose de
Internet.
Olvidémonos ya de la parte negativa… Para terminar, dejadme que os hable
del vídeo de ASMR de Aubrey Plaza,
que fue en realidad el detonante para que me pusiera a escribir esta entrada,
ya que me hizo sentir de nuevo, hace unas semanas, ese intenso cosquilleo que
tenía ya casi olvidado por no haberlo experimentado (ni buscado) en mucho
tiempo. La revista W Magazine, subiéndose al carro,
ha grabado varios de estos vídeos con distintas actrices y algún que otro actor, pero el de Aubrey es el más
largo y el que parece menos forzado y más profesional de todos. En lugar de
decir frases sueltas sin mucho contenido, como suelen hacer las ASMR-tistas
normales, en él la actriz de origen portorriqueño resume entre susurros, pero con
su particular retranca y ese humor tan ácido e inteligente que la caracteriza,
su carrera en el mundo del cine y la televisión, lo cual resulta informativo,
divertido y relajante a partes iguales. He de reconocer que en un par de
momentos concretos del visionado a todas estas sensaciones se les añadió un
cierto “picorsito” de tipo sexual, para qué os voy a mentir, pero en este caso fue
exclusivamente culpa mía, no de Aubrey… Siento auténtica debilidad por esta
mujer. Si solo vais a ver un vídeo de ASMR de entre todos los enlaces de la
entrada, que sea este; de veras
que vale la pena.
Acabando ya, y dejando de lado las luces y las sombras del asunto, espero
que este tipo de vídeos os resulten interesantes e incluso os descubran a ese
privilegiado 1% vuestra habilidad innata para experimentar orgasmos cerebrales.
Otro día os hablaré con más detalle de Aubrey Plaza y de otras actrices,
cantantes o humoristas que me generan una sensación similar… y no, ahora no me
refiero al ASMR, sino al otro tipo de cosquilleo, situado un poco más abajo…
Como decía antes, que cada uno le dé alegría a su cuerpo
como quiera, pero no seamos hipócritas y llamemos a cada cosa por su nombre.
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