lunes, 6 de agosto de 2018

Amanecer, Atardecer, Anochecer (V)


Las pasadas semanas hablamos de cómo el Cine refleja el proceso de convertirse en adulto o la evolución de una relación sentimental, y en esta última entrega hablaremos sobre todo de envejecer… Veremos ejemplos de actores que han retomado el mismo papel veinte, treinta o incluso cuarenta años después de la primera vez, ya sea por razones artísticas o económicas, y nos centraremos en casos en los que el resultado ha sido bueno precisamente por hacer que el paso del Tiempo formara parte integrante de la historia… Este tipo de experimentos se han realizado también en nuestro país: Fernando Trueba ha estrenado La Reina de España dieciocho años después de La Niña de tus Ojos (Penélope Cruz está igual de guapa, la tía) y su hermano David ha recuperado a los personajes de su ópera prima La Buena Vida veintidós años más tarde para Casi Cuarenta (en este caso porque se enteró de que ni Lucía Jiménez ni Fernando Ramallo habían trabajado en una película como Dios manda en la última década).




Paul Newman interpretó el personaje de Eddie “Relámpago” Felson, campeón de billar, en la película de 1961 El Buscavidas, de Robert Rossen, y lo retomó en 1986, junto con Tom Cruise (en el papel de Vincent Lauria), en El Color del Dinero, dirigida por Martin Scorsese. Ambas películas están basadas en novelas de Walter Tevis de 1959 y 1984 respectivamente. Es curioso, porque ahora es Cruise el que va a hacer algo parecido, con una continuación de Top Gun habiendo pasado treinta y dos años del estreno de la original.

M. Night Shyamalan dirigió en el 2000 El Protegido y diecisiete años después Múltiple, que aparentemente no tenía nada que ver con la anterior hasta que justo al final sale Bruce Willis cinco segundos y nos enteramos de que ambas transcurren en el mismo universo… Los personajes de las dos películas aparecen por fin juntos en Cristal, que Shyamalan estrenará el próximo enero; es una jugada arriesgada, pero podría funcionarle bien esto de apelar a la nostalgia de su mejor época como director.




Hablemos ahora de franquicias en toda regla: series de películas, normalmente de género, que pueden prolongarse durante décadas. Es posible que cada cierto tiempo se cambie al actor principal (ha habido ya media docena de Bonds y otros tantos Batmans), pero rara vez vemos envejecer a nuestro héroe en la ficción (lo que a veces no cuadra con la realidad: me acuerdo de que Roger Moore ya estaba algo viejuno en Panorama para Matar, en 1985). Las franquicias se estiran y se estiran mientras dan dinero y a veces se abandonan en falso, sin una conclusión satisfactoria para la historia del protagonista y con filmes de muy baja calidad.

La franquicia de James Bond, iniciada en 1962, entró en una muy buena época en 2006, con la etapa de Daniel Craig. Creo que Casino Royale, la primera peli de esta etapa, es la que más me gusta de las veintiséis, y le sigue muy de cerca Skyfall, que se estrenó en 2012, coincidiendo con el 50 Aniversario de la serie. En esta última se trata el tema de si Bond está o no demasiado viejo para sus misiones. Al principio del film el agente secreto recibe un disparo y se le da por muerto durante un tiempo; cuando vuelve al MI6 lo hace en muy baja forma y se pone en duda su competencia, así como la de su jefa M y la propia unidad de espionaje al completo, habiendo constantes referencias a la necesidad de renovar los viejos métodos… Al final de la película Bond saldrá airoso, pero el precio que tendrá que pagar por el camino será alto.




Antes hemos hablado de Eddie “Relámpago” Felson, el mago del billar… Otro ejemplo más conocido de aprendiz que pasa a campeón y después a mentor es el de Rocky, en la serie de películas interpretadas por Sylvester Stallone. Tras cinco entregas de calidad decreciente entre 1976 y 1990, el personaje ya había experimentado un primer retorno en 2006 con Rocky Balboa, como boxeador retirado luchando su última pelea, pero yo me centraré en Creed, estrenada hace tres años (como es relativamente reciente, aviso de que voy a hacer algunos spoilers). No me gusta el boxeo ni las películas sobre boxeo, no le eché un vistazo a la peli original hasta hace bien poco y las entregas de la II a la V no las he visto, pero Rocky Balboa y Creed me atrajeron precisamente por el experimento que suponen, por aceptar el paso del Tiempo y utilizarlo a su favor, como recurso narrativo.

En Creed el viejo boxeador se convierte a regañadientes en el entrenador de Adonis, hijo de su amigo Apollo Creed, que murió en un combate a manos de Ivan Drago, en la cuarta peli. Balboa es aquí un secundario de lujo, una conexión con el Pasado, hasta el punto de que cabría preguntarse si esta entrega pertenece realmente a la serie original; yo diría que es una película con Rocky pero no de Rocky. En ella se nos habla tanto del ascenso de Creed como de la decadencia y la soledad de Balboa, y se hace de una manera inteligente y con un tono de melancolía muy conseguido… Para colmo, a la lucha de Adonis por triunfar en el mundo del boxeo se le añade la de Rocky contra el cáncer.




Hay una escena en concreto que me llegó muy hondo cuando la vi: es el típico montaje en el que se ve a Creed entrenándose de distintas formas para el combate decisivo, solo que en esta ocasión las imágenes se alternan con otras de Rocky sufriendo los efectos de la quimioterapia; ambos se apoyan mutuamente en sus respectivas luchas. Hacia el final de la escena se ve a Creed corriendo por los suburbios de Filadelfia; pasa junto a un grupo de jóvenes moteros negros y les pide que le sigan… Cuando la vi por primera vez, esta toma a cámara lenta de las motos haciendo caballitos a su alrededor mientras corría me pareció un poco ochentera, bastante cutre, en plan “Mirad cómo molo”… hasta que comprendí que los estaba llevando hacia la ventana a la que Rocky estaba asomado, para animarle y darle fuerzas. Cada vez que oigo el crescendo de la banda sonora y los veo abajo gritando “Go Rock! Go Rock!” mientras el viejo boxeador sonríe y saluda desde la ventana me pongo a llorar como un idiota… ¡Cada maldita vez! Repito que no me gustan las películas de boxeo, pero esta es realmente buena, os la recomiendo. A principios del año que viene se estrenará Creed II, en la que también aparece Stallone; esperemos que mantenga este nivel de calidad.




Y de los rings de boxeo pasamos a los dojos de karate. Sin duda uno de los grandes clásicos juveniles de los ochenta es Karate Kid, de 1984. La historia de Daniel Larusso tuvo dos continuaciones en el 86 y el 89, a las que siguió El Nuevo Karate Kid con una joven Hilary Swank, en el 94, y un remake de 2010 con Jaden Smith que sustituyó al Sr. Miyagi (Pat Morita) por el Sr. Han (Jackie Chan) y el karate japonés por kung fu chino… Pero yo quiero hablaros aquí de Cobra Kai, una reciente serie de YouTube Red cuya primera temporada consta de diez episodios de media hora cada uno. Treinta y cuatro años después de aquella final del torneo de karate en la que Daniel Larusso (Ralph Macchio) hizo el salto de la grulla y le giró la cara a Johnny Lawrence (William Zabka), Cobra Kai retoma estos mismos personajes (con los mismos actores) pero con un enfoque distinto, muy original y muy divertido.

Ambos personajes están muy bien trabajados en los guiones, son creíbles (tridimensionales, que se suele decir) y su evolución y reacciones parecen francamente coherentes, muy reales. Larusso ha triunfado en la vida y Lawrence se ha convertido en un perdedor, aunque ni el primero es completamente blanco ni el segundo completamente negro, ambos se mueven en una apasionante gama de grises entre uno y otro extremo… Y aparte de bien construidos estan muy bien interpretados, al igual que el resto de los secundarios. El contraste entre los dos adultos y los adolescentes de 2018 (ya sean sus hijos o sus discípulos de karate) da mucho juego para un humor ácido e inteligente, sin abusar de la nostalgia, mezclándola en la dosis justa con otros elementos para producir algo fresco y novedoso. Los dos primeros episodios se pueden ver gratis en YouTube, y me he quedado con ganas de ver los otros ocho porque son realmente estupendos… Como dato curioso, me he dado cuenta de que el link del primer episodio acaba en “U Go P4Y”; es como un mensaje subliminal en inglés que te dijese: “Tú ve y paga”… Esta gente de YouTube está en todo. Parece que ya hay una segunda temporada confirmada para el año que viene.




La última película a la que quiero hacer referencia hoy pertenece al género de superhéroes; os recuerdo que un relato en general, sea cual sea su formato, no tiene por qué ser realista para hablarnos sobre las grandes verdades relativas al ser humano… X-Men, dirigida en el año 2000 por Bryan Singer, fue la que realmente inició la tendencia actual del cine de superhéroes. Aparte de las seis entregas de la serie (de las cuales las tres últimas podrían considerarse precuelas) se han estrenado además tres películas protagonizadas por Lobezno, y en las nueve el personaje ha sido interpretado por el actor australiano Hugh Jackman. Me centraré hoy en Logan, el último de los filmes sobre Lobezno; os vuelvo a avisar de que aquí hay spoilers.

Desde X-Men, casi su debut en el cine, habían pasado ya diecisiete años en los que Jackman se había operado de varios carcinomas en la piel, y lógicamente ya no estaba tan en forma como en los viejos tiempos, así que decidió despedirse del personaje por todo lo alto, con un film claramente para adultos: una violenta, oscura y madura reflexión acerca de cómo el paso del Tiempo no perdona a nada ni a nadie. Es una muy buena película, llena de pequeños detalles, que desmitifica el género de superhéroes, cuyas fórmulas ya están muy manidas, dándole un giro distinto… Una película más íntima que trabaja a una escala pequeña, en la que el Mundo no está en peligro pero sin embargo tenemos la impresión de que cualquiera de los protagonistas podría morir en cualquier momento.




La acción transcurre en 2029, un Futuro sombrío al menos para los mutantes, ya que al parecer no ha nacido ninguno en años. Tanto Lobezno como Charles Xavier están viejos y enfermos, y sus amigos de la Patrulla X hace ya tiempo que están todos muertos. Xavier es un nonagenario con claros signos de demencia (con el peligro que conlleva que sus poderes telepáticos queden fuera de control durante uno de sus ataques), y se van viendo indicios de que ni siquiera los poderes curativos de Logan le hacen inmortal (a medida que estos desaparecen el adamantium de su endoesqueleto va intoxicando poco a poco su cuerpo). En el transcurso de la historia descubrirán que en un laboratorio secreto se ha engendrado recientemente a una serie de mutantes entre los cuales está Laura, una niña con un código genético basado en el de Lobezno, y que todos ellos corren peligro. Logan encontrará en Laura a una especie de hija, alguien a quien amar y proteger, una razón para luchar, y en un último acto de heroísmo sacrificará su vida para salvarla a ella y a los demás jóvenes mutantes, dándoles Esperanza en un Futuro mejor.

Como ya he dicho, esta película ha ayudado a renovar el género de superhéroes, que ya está casi agotado. Es un film duro, con aires de cine negro, que no se contiene a la hora de mostrar la violencia, en el que las acciones de los personajes tienen consecuencias bien palpables y que no trata a los espectadores como tontos, dándoles todos los elementos de la narración bien mascaditos. También tiene escenas más calmadas, de gran profundidad emocional, y se toma el tiempo necesario para desarrollar bien los personajes y sus motivaciones. Hay varios antagonistas en el relato, pero el más importante de todos es el Tiempo. Logan nos ayuda a aceptar la Muerte como algo natural, algo inevitable incluso para un héroe. Sin duda esta película sería al cine de superhéroes lo que Sin Perdón al cine del Oeste; veo en ella claros ecos a ese western crepuscular en el que Clint Eastwood interpretaba una versión más vieja de sus personajes de los sesenta, en las pelis de Sergio Leone… Analizando todo lo escrito hasta ahora puedo detectar una constante en la mayoría de estas historias que tanto conectan conmigo: en ellas la Esperanza reside en pasar el testigo a la nueva generación, ya sean los hijos o los alumnos: Vincent, Adonis, Laura, los discípulos del Cobra Kai…




Recuerdo que me impresionó bastante el tráiler de Logan, sobre todo por la excelente elección de la canción que sonaba de fondo, la versión de Hurt de Johnny Cash perteneciente al gran álbum American IV: The Man Comes Around, producido por Rick Rubin. Me pareció que el tema de la canción de Nine Inch Nails, el dolor, era muy apropiado para el personaje de Lobezno, y a la vez venía a mi memoria el fabuloso vídeo que sacó en 2003 un ya anciano Johnny Cash. Mark Romanek, un gran fan de la leyenda del country al que le había encantado la versión, pidió insistentemente dirigirlo, incluso sin cobrar nada por ello si hacía falta. Tanto Cash como su mujer June estaban mal de salud y no querían desplazarse muy lejos de su mansión de Nashville, así que Romanek los filmó a los dos allí mismo y luego se llevó al artista a grabar algunas tomas más a su propia Casa-Museo, un edificio no muy lejos de allí, cerrado y en un estado ruinoso por haber padecido una inundación. El equipo de rodaje prefirió no limpiar ni ordenar el Museo para que la sensación de decadencia ayudase a resaltar el precario estado de salud del artista.

En el montaje final se alternan las imágenes de Cash tocando la guitarra y el piano, y derramando improvisadamente una copa de vino sobre una mesa en la que un lujoso banquete está empezando a pudrirse, con otras escenas de cuando era joven (sobre todo de los setenta, de conciertos y películas que protagonizó, paseando con su esposa o visitando la casa abandonada donde transcurrió su infancia) que Romanek pasó semanas seleccionando a partir de la extensa colección privada del cantante. El vídeo acaba con el artista cerrando cuidadosamente la tapa del piano, como representando el ocaso de su carrera de casi medio siglo… Cuando le enseñaron el montaje a Cash, su mujer no estaba muy segura de si dar el visto bueno, pero la que finalmente inclinó la balanza fue Rosanne, la hija mayor del matrimonio, que confesó que desde la primera imagen no había podido parar de llorar al verlo. Estamos ante la rara conjunción de una buena letra y música, una magistral interpretación y una fantástica selección de escenas, pero lo que le aporta su fuerza al vídeo es la valentía de Cash al mostrar abiertamente su decadencia física, y el contraste con las imágenes de archivo de los viejos tiempos; se trata de un retrato hirientemente sincero del cantante, un testimonio brutal de la tragedia del ser humano, de la inevitabilidad de la Muerte.




June Carter Cash murió en mayo de 2003, poco después del estreno del vídeo, y su marido Johnny siguió sus pasos en septiembre de ese mismo año. Ni siquera la ruinosa Casa-Museo de Johnny Cash existe ya: fue arrasada por un incendio en 2007. La cadena MTV, normalmente saturada con vídeos de gente joven y guapa divirtiéndose y molando mucho, se rindió a la evidencia y concedió a Hurt el premio de mejor vídeo musical del año… No tiene ningún sentido negar el paso del Tiempo; aquellos que intentan aparentar una eterna juventud acaban convirtiéndose en una ridícula caricatura de sí mismos. Tenemos que aceptarnos tal y como somos, seres de paso por este Mundo tan cruel y a la vez tan hermoso. Tratar de detener el Tiempo precisamente nos hace perderlo, por ser tarea inútil; solo siendo conscientes del poco Tiempo que tenemos aprenderemos a aprovecharlo al máximo. Y cualquier obra de Arte, ya sea escrita, representada, filmada o cantada, que nos ayude a entender mejor esta gran verdad no hace sino duplicar su Belleza, sumando el fondo a la forma… Más adelante seguiremos hablando en el blog de la Muerte en general, y también (un poco más) del ocaso del héroe y del Fin de las Leyendas en particular.



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