Seguimos con la entrada múltiple sobre Moon.
Si las pasadas semanas nos centramos en los detalles técnicos del rodaje y en
la Ciencia detrás de la historia, hoy hablaremos de la historia en sí y de los
temas que trata la película. Como os advertí, esta entrega incluirá detalles
importantes acerca de la trama y del final de la peli, así que si no la habéis
visto aún tal vez no deberíais seguir leyendo. Ya he citado algunas de las
influencias de Duncan Jones a la hora de gestar la idea, como por ejemplo Alien
o 2001: Una Odisea del Espacio. Otros referentes que podríamos nombrar son
Naves Misteriosas, película de 1972 dirigida por Douglas Trumbull, o Atmósfera Cero, de Peter Hyams, con Sean
Connery protagonizando una versión espacial de Solo Ante el Peligro. Jones
explica que Moon es un intento de recuperar el espíritu de las películas de
Ciencia Ficción de los años 70 y primeros 80 en general, lo que se nota en
detalles como el look retro de los escenarios, el ritmo más pausado típico de
los clásicos de esa época y el hecho de que la atención se centre más en la
historia y los personajes y menos en los efectos especiales.
Sin duda hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de Sam Rockwell,
que soporta todo el peso de la película interpretando el papel de Sam Bell.
Como ya dijimos, Sam es el único trabajador de la base lunar Sarang y ha vivido
tres años en un espacio de 27 por 21 metros sin poder utilizar el sistema de
comunicación directa, lo cual nos da una idea de lo solo que debe sentirse y
las ganas que debe tener de volver a la Tierra al comenzar la película. Durante
su estancia allí, y para no perder masa muscular por la baja gravedad, ha hecho
ejercicio regularmente con el punching ball, la comba o la cinta de correr;
también ha practicado distintos hobbies para combatir la soledad, como cuidar
de sus plantas, jugar al ping-pong o tallar en madera maquetas a escala
de las casas y gente de Fairfield, su localidad. Tal vez os preguntaréis qué
hace una mesa de ping-pong en una estación con un solo operario… Sam se las
arregla para usarla levantando la otra mitad y jugando una mezcla de ping-pong
y frontenis, pero al poco de comenzar el relato tendrá la oportunidad de jugar
sin necesidad de hacer ningún apaño.
Tiene gracia que la canción que Sam utiliza para
su despertador sea “The One and Only”
de Chesney Hawkes, título que podría traducirse como “Único e Irrepetible”… Los
derechos por esos ocho segundos de música le salieron caros a Jones teniendo en
cuenta el presupuesto disponible, pero sin duda valió la pena, porque al poco
tiempo descubrimos que hay dos Sam Bell en la estación, ambos clones, engañados
por Lunar Industries Ltd. con recuerdos falsos implantados en su memoria para
que cada uno crea que es el Sam Bell original. No me detendré mucho en los
detalles, porque supongo que ya la habéis visto, pero el segundo clon, al que
llamaremos Sam 2, es despertado después de que el anterior, Sam 1, se distraiga
por la alucinación de una enigmática joven y choque con su rover contra una de
las cosechadoras. Sam 2 consigue engañar a GERTY y rescatar a Sam 1, y es ahí
cuando se destapa todo el pastel. Más adelante los dos Sam Bell encuentran un
depósito oculto lleno de otros clones dormidos que esperan a ser despertados a
intervalos de tres años, y descubren que ya había habido otros cuatro clones
antes que ellos que habían sufrido a traición una incineración instantánea en
lugar de volver a la Tierra. Pero lo peor de todo es la constatación de que ni
su mujer Tess es realmente su mujer ni su pequeña hijita Eve es su hija, y de
que, para mayor confusión emocional, la primera está muerta y la segunda es ya
una adolescente.
Tenemos ejemplos de películas anteriores en las
que el mismo actor interpreta dos personajes distintos, como Inseparables, de
1988, con David Cronenberg dirigiendo a Jeremy Irons, o Adaptation, de 2002,
con Spike Jonze de director y Nicolas Cage por partida doble… Sin embargo, me
da la impresión de que el trabajo de Sam Rockwell en Moon habrá sido bastante más
duro, debido a la continua interacción que hay entre los dos clones: se tocan,
se llevan en brazos, se pelean e incluso juegan al ping-pong. En la mayoría de
las tomas que incluían a ambos se utilizaba una cámara de control de
movimiento, haciendo tres pases: el de Sam 1, el de Sam 2 y uno sin nadie para
tener la referencia del fondo; luego se combinaban digitalmente los distintos
elementos y se añadían retoques y sombras generados por ordenador. En varias
escenas hubo que usar un doble de complexión similar, pero se escogieron los
ángulos de cámara de forma que no fuese necesario hacer una sustitución digital
de la cara de Rockwell más que en un par de ocasiones. Por lo demás, los trucos que se utilizaron
para dar la sensación de verosimilitud deseada fueron casi siempre sencillos,
más fruto del ingenio empleado que del dinero gastado (acordaos del Moiré).
Y por supuesto, la pelota de ping-pong estaba hecha por ordenador, aunque les
costó un montón conseguir que rebotara de forma convincente en cada uno de los
toques.
A ambos clones se les
distingue fácilmente por el deterioro en la salud de Sam 1 y por una diferencia
de actitud claramente marcada por Rockwell, que dice que se inspiró en el Dustin Hoffman de Cowboy de Medianoche
para Sam 1 y en el Clint Eastwood de Harry el Sucio para Sam 2. Teniendo en
cuenta que no había nadie para darle la réplica y que estuvo solo delante de la
cámara durante todo el mes de rodaje, su interpretación es estupenda, cargada
de matices, y realzada además por la preciosa banda sonora de Clint Mansell, compositor
habitual de las películas de Darren Aronofsky. Duncan Jones, que ya anteriormente era amigo de Rockwell, escribió el
tratamiento inicial de la historia pensando exclusivamente en él, y está claro
que sabía lo que hacía.
¿Quién es la chica a la que Sam 1 ve un par de
veces en sus alucinaciones al principio de la película? Es su hija Eve con su
edad actual de quince años. ¿Cómo se explica esto? Jones se basa en la teoría
de que los gemelos idénticos experimentan a veces una extraña conexión entre
ellos, incluso a distancia, y que por tanto el Sam Bell original y sus clones,
al ser más que gemelos idénticos y tener además muchos recuerdos en común, están
unidos por un vínculo similar… De ahí que Sam 1, al llegar al final de su ciclo
de tres años, empiece a intuir visiones de (la que para él es) su hija, aunque
sólo la recuerde con dos o tres añitos. Este elemento de la historia no es muy de
Ciencia Ficción dura, que digamos, pero desencadena el accidente del rover y
hace avanzar la narración, de manera que le damos un pase… Hay otros detalles
poco creíbles, como que en un plazo de veinte años exista la tecnología
necesaria para implantar recuerdos falsos
de toda una vida, algo mucho más difícil de hacer que un clon humano, ya que la
red neuronal del cerebro es un sistema extremadamente complejo del que
conocemos muy poco todavía… Pero bueno, a lo que comentaba antes sobre las
licencias narrativas me remito.
Otro elemento de Ciencia Ficción importante que
aparece en Moon es el del robot con inteligencia artificial. Para interpretar la
voz de la unidad GERTY 3000 Jones había pensado en Kevin Spacey, pero éste,
sabiendo que se trataba de una producción independiente y muy modesta, prefirió
esperar a ver un montaje provisional para aceptar el papel. Por supuesto, quedó
impresionado por la estética del film y por la actuación de Sam Rockwell y se
incorporó al proyecto, y hasta tal punto tenía claro lo que debía hacer que no
tardó ni medio día en grabar todas sus frases. En la etapa previa de
documentación (que fue más larga, claro) se dedicó a estudiar las inflexiones
vocales y entonación de Douglas Rain para HAL 9000
y las imitó deliberadamente para que pensáramos que GERTY es un robot insensible
al sufrimiento de los protagonistas, como el de 2001 o como el personaje de Ash
en Alien. En este sentido, la película juega con nuestras expectativas para
después subvertirlas: GERTY está programado para ayudar a Sam Bell (a
cualquiera de ellos) y eso es lo que hace al final.
Revisando los archivos de La Belleza y el Tiempo veo que os he
prometido muchas veces escribir una entrada sobre la diferencia entre realidad
y Verdad; y no os preocupéis, que esa entrada que os debo os la voy a dar, a
ser posible en las próximas semanas. Esta diferencia viene muy a cuento cuando
tratamos de definir lo que es una buena película de Ciencia Ficción: aunque la
acción de Moon transcurra veinte años en el futuro y en un lugar tan lejano y
extraño como la Luna, a 400.000 kilómetros de aquí, la película conecta con el público
porque en cierto modo nos habla de nosotros mismos.
Es en primer lugar una película sobre la soledad
y sobre cómo incluso en la peor de las situaciones nos aferramos a la Vida, a
la Belleza, e intentamos sacarle el mayor partido posible a lo poco que tenemos
a mano, ya sean unos videomensajes retransmitidos en diferido, unas plantas
cultivadas en bandejas de comida precocinada o unas simples maquetas de madera.
El tema de la soledad se toca no sólo en el sentido del aislamiento lejos de
las personas a las que quieres, sino también el de la soledad del individuo
frente a las grandes corporaciones,
que mienten y explotan a sus trabajadores sacrificándolo todo por los
beneficios, idea que ya se había visto en films anteriores como Alien o Blade
Runner, o en La Isla, de Danny Boyle, en la que los protagonistas también
resultan ser clones. Pero más allá de las criaturas alienígenas, los replicantes
o los clones, estas películas conectan con nosotros porque tratan temas que de
verdad nos afectan… ¿O acaso las grandes corporaciones y multinacionales de hoy
en día no nos mienten también en la vida real, a través de la publicidad, la
televisión o los periódicos?
Moon es además una reflexión acerca de la
identidad, acerca de cuán reales son nuestros recuerdos y emociones, y se plantea la pregunta de qué es exactamente lo que nos hace
humanos. Una de las frases que más me llamó la atención se la dice Sam 2 a GERTY, antes de marcharse a la Tierra
dentro de la lanzadera del helio-3, en referencia a los clones: “Nosotros no estamos
programados; somos personas, ¿entiendes?”. Es fácil encontrar paralelismos
entre esta película y Blade Runner: a los clones de Moon se les inserta
recuerdos falsos, igual que a los replicantes
en el film de Ridley Scott; y del mismo modo que los Nexus 6 creados por Eldon
Tyrell tienen una caducidad forzosa de cuatro años, los clones de Sam Bell duran
unos tres. De ahí el deterioro físico de Sam 1 hacia el final de su “contrato”:
según Duncan Jones, no es a causa de niveles de radiación altos, sino porque
Lunar Industries los ha diseñado así para maximizar la eficiencia de la base,
ya que tras hacer un estudio llegaron a la conclusión de que ése es el tiempo
que un individuo rinde correctamente en condiciones de aislamiento. Los clones
son, por así decirlo, de usar y tirar… ¿Acaso son los ejecutivos de Lunar
Industries que han ideado este sistema más humanos que ellos?
Llegamos así a una importante conclusión: Lo que
te hace humano no es lo que eres, sino lo que haces, tus actos. Esta afirmación
es un rayo de esperanza no sólo para los clones y los replicantes en la
ficción, sino también por extensión para nosotros en el mundo real:
independientemente de nuestro origen o condición, todos tenemos derecho a
buscar la felicidad y el respeto de los demás.
Por otra parte, esta conclusión supone también en nuestro caso un toque de
atención: si queremos ser verdaderamente humanos no nos basta con haber nacido
y crecido por el método tradicional y haber creado y vivido nuestros propios
recuerdos; también hemos de soñar, arriesgarnos y aprender de nuestros errores,
hemos de sentirnos uno con los demás y parte de algo más grande, hemos de reír, llorar, amar y sufrir, hemos de
valorar la Vida y aprovecharla al
máximo. Y esto último es precisamente lo que hará Sam 2 al llegar a la Tierra,
después de conseguir una pequeña fortuna vendiendo la bombona de helio-3 que se
llevó en la lanzadera; sólo vivirá tres años, pero estoy seguro de que los
aprovechará a tope… Resulta curioso que la segunda (y por ahora última)
película de Duncan Jones, Código Fuente, trate también (con más presupuesto y
con más acción que Moon, eso sí) los temas de la identidad y de la fugacidad
del tiempo, aunque en este caso los tres años quedan reducidos a tan sólo ocho minutos.
Me gustaría hablaros de un epílogo a la historia
que se quedó fuera en la sala de montaje por diversas razones pero que está, en
mi opinión, muy en la onda del enfoque que le he dado a esta entrada triple… En
él vemos que una de las cosas que hace Sam 2 poco después de llegar a nuestro
planeta es visitar la casa del Sam original, dejar en el umbral de la puerta un
paquete envuelto en papel de regalo, llamar al timbre e irse. La joven Eve abre
la puerta, mira a ambos lados, no ve a nadie fuera y coge el paquete. Entra en
el salón, lo abre y descubre una pequeña réplica de su propia casa tallada en
madera… Por pequeño que sea este detalle, sin duda para Sam (creo que a estas
alturas el 2 sobra) significa mucho; y es que a algunos les bastan los pequeños detalles
para sentirse bien.
Ya terminamos. A los que hayáis visto la peli por
primera vez en Nits de Cinema o siguiendo mi recomendación, espero que os haya
gustado tanto como a mí. E independientemente de cómo, dónde o cuántas veces la
hayáis visto, espero que hayáis tomado buena nota del mensaje: nosotros tenemos
más de tres años para disfrutar, pero aun así sigue siendo poco, de forma que
aprovechemos para llenar de Belleza hasta el último segundo de nuestro Tiempo
aquí. Más adelante seguiremos hablando en el blog de la muy acertada máxima
“Carpe Diem”, que es básicamente a lo que se reduce todo esto.
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