martes, 12 de agosto de 2014

Economía de Medios (III)


Seguimos con la entrada múltiple sobre Moon. Si las pasadas semanas nos centramos en los detalles técnicos del rodaje y en la Ciencia detrás de la historia, hoy hablaremos de la historia en sí y de los temas que trata la película. Como os advertí, esta entrega incluirá detalles importantes acerca de la trama y del final de la peli, así que si no la habéis visto aún tal vez no deberíais seguir leyendo. Ya he citado algunas de las influencias de Duncan Jones a la hora de gestar la idea, como por ejemplo Alien o 2001: Una Odisea del Espacio. Otros referentes que podríamos nombrar son Naves Misteriosas, película de 1972 dirigida por Douglas Trumbull, o Atmósfera Cero, de Peter Hyams, con Sean Connery protagonizando una versión espacial de Solo Ante el Peligro. Jones explica que Moon es un intento de recuperar el espíritu de las películas de Ciencia Ficción de los años 70 y primeros 80 en general, lo que se nota en detalles como el look retro de los escenarios, el ritmo más pausado típico de los clásicos de esa época y el hecho de que la atención se centre más en la historia y los personajes y menos en los efectos especiales. 

 
Sin duda hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de Sam Rockwell, que soporta todo el peso de la película interpretando el papel de Sam Bell. Como ya dijimos, Sam es el único trabajador de la base lunar Sarang y ha vivido tres años en un espacio de 27 por 21 metros sin poder utilizar el sistema de comunicación directa, lo cual nos da una idea de lo solo que debe sentirse y las ganas que debe tener de volver a la Tierra al comenzar la película. Durante su estancia allí, y para no perder masa muscular por la baja gravedad, ha hecho ejercicio regularmente con el punching ball, la comba o la cinta de correr; también ha practicado distintos hobbies para combatir la soledad, como cuidar de sus plantas, jugar al ping-pong o tallar en madera maquetas a escala de las casas y gente de Fairfield, su localidad. Tal vez os preguntaréis qué hace una mesa de ping-pong en una estación con un solo operario… Sam se las arregla para usarla levantando la otra mitad y jugando una mezcla de ping-pong y frontenis, pero al poco de comenzar el relato tendrá la oportunidad de jugar sin necesidad de hacer ningún apaño.

Tiene gracia que la canción que Sam utiliza para su despertador sea “The One and Only” de Chesney Hawkes, título que podría traducirse como “Único e Irrepetible”… Los derechos por esos ocho segundos de música le salieron caros a Jones teniendo en cuenta el presupuesto disponible, pero sin duda valió la pena, porque al poco tiempo descubrimos que hay dos Sam Bell en la estación, ambos clones, engañados por Lunar Industries Ltd. con recuerdos falsos implantados en su memoria para que cada uno crea que es el Sam Bell original. No me detendré mucho en los detalles, porque supongo que ya la habéis visto, pero el segundo clon, al que llamaremos Sam 2, es despertado después de que el anterior, Sam 1, se distraiga por la alucinación de una enigmática joven y choque con su rover contra una de las cosechadoras. Sam 2 consigue engañar a GERTY y rescatar a Sam 1, y es ahí cuando se destapa todo el pastel. Más adelante los dos Sam Bell encuentran un depósito oculto lleno de otros clones dormidos que esperan a ser despertados a intervalos de tres años, y descubren que ya había habido otros cuatro clones antes que ellos que habían sufrido a traición una incineración instantánea en lugar de volver a la Tierra. Pero lo peor de todo es la constatación de que ni su mujer Tess es realmente su mujer ni su pequeña hijita Eve es su hija, y de que, para mayor confusión emocional, la primera está muerta y la segunda es ya una adolescente. 

 
Tenemos ejemplos de películas anteriores en las que el mismo actor interpreta dos personajes distintos, como Inseparables, de 1988, con David Cronenberg dirigiendo a Jeremy Irons, o Adaptation, de 2002, con Spike Jonze de director y Nicolas Cage por partida doble… Sin embargo, me da la impresión de que el trabajo de Sam Rockwell en Moon habrá sido bastante más duro, debido a la continua interacción que hay entre los dos clones: se tocan, se llevan en brazos, se pelean e incluso juegan al ping-pong. En la mayoría de las tomas que incluían a ambos se utilizaba una cámara de control de movimiento, haciendo tres pases: el de Sam 1, el de Sam 2 y uno sin nadie para tener la referencia del fondo; luego se combinaban digitalmente los distintos elementos y se añadían retoques y sombras generados por ordenador. En varias escenas hubo que usar un doble de complexión similar, pero se escogieron los ángulos de cámara de forma que no fuese necesario hacer una sustitución digital de la cara de Rockwell más que en un par de ocasiones. Por lo demás, los trucos que se utilizaron para dar la sensación de verosimilitud deseada fueron casi siempre sencillos, más fruto del ingenio empleado que del dinero gastado (acordaos del Moiré). Y por supuesto, la pelota de ping-pong estaba hecha por ordenador, aunque les costó un montón conseguir que rebotara de forma convincente en cada uno de los toques.

A ambos clones se les distingue fácilmente por el deterioro en la salud de Sam 1 y por una diferencia de actitud claramente marcada por Rockwell, que dice que se inspiró en el Dustin Hoffman de Cowboy de Medianoche para Sam 1 y en el Clint Eastwood de Harry el Sucio para Sam 2. Teniendo en cuenta que no había nadie para darle la réplica y que estuvo solo delante de la cámara durante todo el mes de rodaje, su interpretación es estupenda, cargada de matices, y realzada además por la preciosa banda sonora de Clint Mansell, compositor habitual de las películas de Darren Aronofsky. Duncan Jones, que ya anteriormente era amigo de Rockwell, escribió el tratamiento inicial de la historia pensando exclusivamente en él, y está claro que sabía lo que hacía. 

 
¿Quién es la chica a la que Sam 1 ve un par de veces en sus alucinaciones al principio de la película? Es su hija Eve con su edad actual de quince años. ¿Cómo se explica esto? Jones se basa en la teoría de que los gemelos idénticos experimentan a veces una extraña conexión entre ellos, incluso a distancia, y que por tanto el Sam Bell original y sus clones, al ser más que gemelos idénticos y tener además muchos recuerdos en común, están unidos por un vínculo similar… De ahí que Sam 1, al llegar al final de su ciclo de tres años, empiece a intuir visiones de (la que para él es) su hija, aunque sólo la recuerde con dos o tres añitos. Este elemento de la historia no es muy de Ciencia Ficción dura, que digamos, pero desencadena el accidente del rover y hace avanzar la narración, de manera que le damos un pase… Hay otros detalles poco creíbles, como que en un plazo de veinte años exista la tecnología necesaria para implantar recuerdos falsos de toda una vida, algo mucho más difícil de hacer que un clon humano, ya que la red neuronal del cerebro es un sistema extremadamente complejo del que conocemos muy poco todavía… Pero bueno, a lo que comentaba antes sobre las licencias narrativas me remito.

Otro elemento de Ciencia Ficción importante que aparece en Moon es el del robot con inteligencia artificial. Para interpretar la voz de la unidad GERTY 3000 Jones había pensado en Kevin Spacey, pero éste, sabiendo que se trataba de una producción independiente y muy modesta, prefirió esperar a ver un montaje provisional para aceptar el papel. Por supuesto, quedó impresionado por la estética del film y por la actuación de Sam Rockwell y se incorporó al proyecto, y hasta tal punto tenía claro lo que debía hacer que no tardó ni medio día en grabar todas sus frases. En la etapa previa de documentación (que fue más larga, claro) se dedicó a estudiar las inflexiones vocales y entonación de Douglas Rain para HAL 9000 y las imitó deliberadamente para que pensáramos que GERTY es un robot insensible al sufrimiento de los protagonistas, como el de 2001 o como el personaje de Ash en Alien. En este sentido, la película juega con nuestras expectativas para después subvertirlas: GERTY está programado para ayudar a Sam Bell (a cualquiera de ellos) y eso es lo que hace al final. 

 
Revisando los archivos de La Belleza y el Tiempo veo que os he prometido muchas veces escribir una entrada sobre la diferencia entre realidad y Verdad; y no os preocupéis, que esa entrada que os debo os la voy a dar, a ser posible en las próximas semanas. Esta diferencia viene muy a cuento cuando tratamos de definir lo que es una buena película de Ciencia Ficción: aunque la acción de Moon transcurra veinte años en el futuro y en un lugar tan lejano y extraño como la Luna, a 400.000 kilómetros de aquí, la película conecta con el público porque en cierto modo nos habla de nosotros mismos.

Es en primer lugar una película sobre la soledad y sobre cómo incluso en la peor de las situaciones nos aferramos a la Vida, a la Belleza, e intentamos sacarle el mayor partido posible a lo poco que tenemos a mano, ya sean unos videomensajes retransmitidos en diferido, unas plantas cultivadas en bandejas de comida precocinada o unas simples maquetas de madera. El tema de la soledad se toca no sólo en el sentido del aislamiento lejos de las personas a las que quieres, sino también el de la soledad del individuo frente a las grandes corporaciones, que mienten y explotan a sus trabajadores sacrificándolo todo por los beneficios, idea que ya se había visto en films anteriores como Alien o Blade Runner, o en La Isla, de Danny Boyle, en la que los protagonistas también resultan ser clones. Pero más allá de las criaturas alienígenas, los replicantes o los clones, estas películas conectan con nosotros porque tratan temas que de verdad nos afectan… ¿O acaso las grandes corporaciones y multinacionales de hoy en día no nos mienten también en la vida real, a través de la publicidad, la televisión o los periódicos? 

 
Moon es además una reflexión acerca de la identidad, acerca de cuán reales son nuestros recuerdos y emociones, y se plantea la pregunta de qué es exactamente lo que nos hace humanos. Una de las frases que más me llamó la atención se la dice Sam 2 a GERTY, antes de marcharse a la Tierra dentro de la lanzadera del helio-3, en referencia a los clones: “Nosotros no estamos programados; somos personas, ¿entiendes?”. Es fácil encontrar paralelismos entre esta película y Blade Runner: a los clones de Moon se les inserta recuerdos falsos, igual que a los replicantes en el film de Ridley Scott; y del mismo modo que los Nexus 6 creados por Eldon Tyrell tienen una caducidad forzosa de cuatro años, los clones de Sam Bell duran unos tres. De ahí el deterioro físico de Sam 1 hacia el final de su “contrato”: según Duncan Jones, no es a causa de niveles de radiación altos, sino porque Lunar Industries los ha diseñado así para maximizar la eficiencia de la base, ya que tras hacer un estudio llegaron a la conclusión de que ése es el tiempo que un individuo rinde correctamente en condiciones de aislamiento. Los clones son, por así decirlo, de usar y tirar… ¿Acaso son los ejecutivos de Lunar Industries que han ideado este sistema más humanos que ellos?

Llegamos así a una importante conclusión: Lo que te hace humano no es lo que eres, sino lo que haces, tus actos. Esta afirmación es un rayo de esperanza no sólo para los clones y los replicantes en la ficción, sino también por extensión para nosotros en el mundo real: independientemente de nuestro origen o condición, todos tenemos derecho a buscar la felicidad y el respeto de los demás. Por otra parte, esta conclusión supone también en nuestro caso un toque de atención: si queremos ser verdaderamente humanos no nos basta con haber nacido y crecido por el método tradicional y haber creado y vivido nuestros propios recuerdos; también hemos de soñar, arriesgarnos y aprender de nuestros errores, hemos de sentirnos uno con los demás y parte de algo más grande, hemos de reír, llorar, amar y sufrir, hemos de valorar la Vida y aprovecharla al máximo. Y esto último es precisamente lo que hará Sam 2 al llegar a la Tierra, después de conseguir una pequeña fortuna vendiendo la bombona de helio-3 que se llevó en la lanzadera; sólo vivirá tres años, pero estoy seguro de que los aprovechará a tope… Resulta curioso que la segunda (y por ahora última) película de Duncan Jones, Código Fuente, trate también (con más presupuesto y con más acción que Moon, eso sí) los temas de la identidad y de la fugacidad del tiempo, aunque en este caso los tres años quedan reducidos a tan sólo ocho minutos. 

 
Me gustaría hablaros de un epílogo a la historia que se quedó fuera en la sala de montaje por diversas razones pero que está, en mi opinión, muy en la onda del enfoque que le he dado a esta entrada triple… En él vemos que una de las cosas que hace Sam 2 poco después de llegar a nuestro planeta es visitar la casa del Sam original, dejar en el umbral de la puerta un paquete envuelto en papel de regalo, llamar al timbre e irse. La joven Eve abre la puerta, mira a ambos lados, no ve a nadie fuera y coge el paquete. Entra en el salón, lo abre y descubre una pequeña réplica de su propia casa tallada en madera… Por pequeño que sea este detalle, sin duda para Sam (creo que a estas alturas el 2 sobra) significa mucho; y es que a algunos les bastan los pequeños detalles para sentirse bien.

Ya terminamos. A los que hayáis visto la peli por primera vez en Nits de Cinema o siguiendo mi recomendación, espero que os haya gustado tanto como a mí. E independientemente de cómo, dónde o cuántas veces la hayáis visto, espero que hayáis tomado buena nota del mensaje: nosotros tenemos más de tres años para disfrutar, pero aun así sigue siendo poco, de forma que aprovechemos para llenar de Belleza hasta el último segundo de nuestro Tiempo aquí. Más adelante seguiremos hablando en el blog de la muy acertada máxima “Carpe Diem”, que es básicamente a lo que se reduce todo esto. 

 

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