ESTA ENTREGA ESTÁ BASADA EN HECHOS REALES
(como todas las demás, básicamente). LOS NOMBRES HAN SIDO ELIMINADOS DEL RELATO
PARA PROTEGER A LAS IMPLICADAS E IMPLICADOS DE LA VERGÜENZA MÁS ABSOLUTA.
Seguimos hablando hoy de discriminación por razones estéticas.
Como ya vimos la semana pasada,
por lo general vamos siempre con prisa y, en nuestras ansias de conseguir resultados
sin mucho esfuerzo mental, no dedicamos el tiempo suficiente a tomar las
decisiones correctas. Por eso a la hora de valorar a una persona damos demasiada
importancia al aspecto físico, que es lo que se comprueba de un vistazo, y
relegamos a un segundo plano todo aquello que se va descubriendo poco a poco
con el paso del Tiempo y que es realmente más importante. Los que tenemos una
cara o un cuerpo del montón hemos de esforzarnos más en la Vida, lo cual no es
justo en absoluto… Y sobre todo tenemos que esforzarnos mucho más en el aspecto
sentimental, del que hablaremos a continuación.
Está
claro que las guapas y los guapos lo tienen más fácil para conseguir pareja,
tanto esporádica como estable. Por
mucho que ellas digan lo contrario, la mayoría de mujeres, igual que la mayoría
de hombres, se guía demasiado por la apariencia externa. Como ya hemos
explicado, este fenómeno se ha retroalimentado últimamente, y hoy en día si no pasas ese primer filtro ya no tienes nada que hacer, y ni siquiera a los normalitos, que es el grupo en
el que yo creo estar, se nos da una sola oportunidad… ¡Imagínate como será para los pobres feos!
Se suele decir que en el terreno amoroso el hombre propone y la mujer dispone…
y la verdad es que en mi caso particular no suelen estar muy dispuestas, que
digamos.
En los campos social y laboral tengo recursos de
sobra y no me he sentido nunca discriminado, y en quedadas con un número muy
reducido de personas sólo he notado que no se desee mi compañía en algún caso
muy aislado, pero en mis avances a nivel sentimental sí me he sentido
injustamente tratado bastante a menudo. Ya os he contado antes en el blog que
en muchos aspectos estoy a gusto conmigo mismo (y cada vez más), pero eso no
quita para que eche de menos de vez en cuando que una mujer me bese, o me mire
a los ojos mientras me sonríe tiernamente, o algo tan sencillo como un abrazo
de los de verdad (Haciendo un breve inciso, me parece injusto que las chicas
suelan abrazar más a otras amigas, o a los amigos guapetes y ligones, o a los
que ya tienen novia, o a los amigos gays, que a los que andamos faltos de
cariño del sexo opuesto; es como cuando los bancos regalan dinero a los que no lo necesitan y sin embargo a
los que están con el agua al cuello ni siquiera se lo prestan). Me gustaría
saber que no estoy solo, que puedo conectar realmente con alguien sin dejar de ser yo mismo.
¿No hay ninguna mujer en el Mundo que tenga una forma de pensar similar a la
mía, unos objetivos parecidos en la Vida?
A mí me gustan las mujeres hermosas en el exterior,
pero no me basta sólo con eso; necesito sobre todo que sean guapas por dentro,
y de forma sistemática doy una oportunidad a todas las mujeres interesantes a
primera vista con las que coincido en
el día a día e intento conocerlas mejor, aunque su cara o su cuerpo no reúnan
todas las características de mi mujer ideal (lógicamente, me gusta que algunas
de esas características físicas estén ahí, pero no es lo más importante). De
hecho, creo que no me gustaría tener una novia demasiado guapa porque sería un
agobio tener que tragar constantemente con los moscones que le fueran saliendo
al paso; y en caso de ser muy atractiva, me vendría bien que tuviese mano
izquierda para manejar a los moscones sin necesitar mucha ayuda… ¡por pedir que
no quede!
Aunque a algunos de los que me conocéis pueda
pareceros que no, soy una persona muy sensible y
desde mi última relación tengo mucho cariño acumulado dentro, tanto que a veces
duele, y me gustaría encontrar a alguien con quien poder darle rienda suelta,
alguien que realmente se lo merezca. Mientras tanto, intento liberar de manera
controlada, a pequeñas dosis, algo de este cariño para evitar que mi alma se quiebre
por dentro como una olla a presión con la válvula cerrada… Siempre hay en mi
hábitat social una o dos chicas por las que estoy medio colado y a las que me
gusta tratar como a Reinas; tengo
bastante autoestima y no me corto un pelo a la hora de echarles piropos y de
insinuarme medio en broma, medio en serio (siempre con simpatía y elegancia,
ojo, que soy un caballero), pero creo que luego esto las echa para atrás a la
hora de intentar conocerlas mejor, en un entorno más íntimo… Y no penséis que estoy hablando de proposiciones como “Casémonos ahora mismo” o “¿Quieres acostarte conmigo esta noche?”,
no… Estoy hablando de “Vamos a la Filmoteca de Verano, que hacen una que te
gustará mucho” o “Acompáñame a ver la última exposición en el centro cultural
de La Nau” o “Demos una vuelta por el Paseo Marítimo”. No me gusta expresar mis
sentimientos hasta que no estoy seguro de que siento algo realmente fuerte por
una mujer: en parte porque no me apetece ponerla en un compromiso en caso de
que ella no quiera, ni tampoco hacerle daño si al cabo de un tiempo no me
convence la relación; y por otro lado porque a nadie le gusta recibir calabazas
y yo no soy una excepción, y por ahora no he sentido con nadie una conexión tan
intensa como para lanzarme teniendo la sensación de que voy más o menos sobre
seguro. De hecho, desde que corté con mi última novia hace cuatro años no le he
pedido salir a ninguna otra chica.
De mi posible falta de determinación con las mujeres ya hablaremos
con más detalle otro día, pero quiero dejar bien claro que si en todo este
tiempo aún no me he lanzado ni una sola vez es también en parte porque ellas me
lo han puesto bastante difícil… Os puedo enumerar la lista de las técnicas que
usan para esquivar mis acercamientos. Primero está el marear la perdiz a la hora de darme su mail o su
número de móvil (para mi chorbagenda),
aduciendo que están siempre muy liadas y que no tienen tiempo para nada, o
tratando de crear una distracción para luego cambiar repentinamente de tema. A mí no me ha pasado nunca que me den el número de móvil o el
correo electrónico equivocado a propósito, pero una vez en un sarao una chica
me dio un mail y diez minutos después le estaba explicando a una amiga, sin
darse cuenta de que yo estaba a metro y medio, que tenía dos direcciones: la
buena y la del spam (la que me
había dado a mí, por supuesto… supongo que en la categoría de spam entran
también los pesados). Luego está
aquella otra chica que, aun conociéndome desde hacía dos o tres años, cuando se
hizo necesario el tener que pasarme por su casa para hacer un recado, dudó un par
de segundos antes de darme el número de su puerta y después me lo dijo, pero
despacito y en voz baja, como con miedo (Será por esta cara de violador perturbado
que tengo… ¡yo, que en mi vida he roto un plato! Aquello me pareció muy, pero
que muy fuerte).
Una vez tengo su dirección de e-mail, trato de
establecer un intercambio de mensajes para conocerlas mejor y que ellas me
conozcan a mí, y les mando unos mails supercurrados contándoles mis cosas y
aportándoles algún dato o enlace interesante relacionado con nuestras aficiones
comunes… Mails que la mitad de las veces, salvo honrosas excepciones, ellas ni
se dignan en contestar; deben estar ocupadas compartiendo fotos de gatitos en
el Whatsapp (Y si realmente están muy liadas, al menos podrían valorar el
esfuerzo realizado y responder al e-mail con un escueto “Me gusta” y un
emoticono). Ahora, con Internet 2.0, mucha gente ha empezado a creer que los
que contactamos con ellos por la Red somos como pop-ups que pueden cerrar
pulsando el botón de “Cancelar”, y que, igual que los pop-ups, no tenemos
sentimientos que puedan herir cuando nos ignoran…
Seguro que a más de una le gustaría que la opción de “Cancelar” fuera también un
holograma flotante sobre nuestras cabezas cuando nos encontramos por la calle,
para no perder el tiempo con uno del montón… No quiero extenderme mucho
relatando las diversas excusas que ponen para no quedar en pareja cuando por
fin les hago una propuesta y consigo respuesta; sólo os diré que ni siquiera
cuando han aceptado hay que cantar victoria, ya que sin previo aviso pueden aparecer
con un par de amigas o amigos que hacen el papel de carabinas
y te cortan el rollo… Pero bueno,
por lo menos en ese caso sí puedes hablar algo con ella, ¡menos es nada!
A algunas mujeres les veo en la cara que en el fondo les da penita
hacerme estas cosas; parece que de alguna manera intuyen que están cometiendo
una injusticia… pero aun así me las hacen y se quedan tan panchas. Yo no sé qué
piensa una chica que va a ocurrir si sale un día a solas conmigo; no soy de los
que van con la idea fija de mojar el churro
sí o sí, cueste lo que cueste… Yo lo que quiero es que nos conozcamos mejor,
para ver si hay o no sintonía a varios niveles… Y si sentimos conexión por
ambas partes, pues mojar el churro, por supuesto, pero también hacer otras
muchas cosas juntos. E incluso en el supuesto de que a ella o a mí no nos
convenza lo que veamos, de todos modos pasaremos una tarde muy agradable, que
yo soy un tío muy majo y sé aceptar un no por respuesta… ¿O acaso a los que
leéis este blog de forma habitual no os parece que soy un muchacho bastante
agradable? La cuestión es que, por
una razón o por otra, ninguna de las mujeres que me han gustado últimamente ha respondido a mis avances; tal vez no han sabido, no han podido
o no han querido ver mi Belleza interior, y puede que (casi seguro que) las
cosas hubieran sido distintas si yo fuese un guaperas… Así es como funciona el
Mundo, y así nos va.
Ya hemos hablado del poco caso que me hacen las chicas; hablemos
ahora del caso que hacen a los que no se lo merecen, y sólo por el hecho de ajustarse
al estereotipo de tío buenorro. Tal vez sea porque estoy especialmente sensible
con este tema, pero últimamente me parece escuchar a todas horas comentarios
del estilo de “¡Qué guapo es fulanito!” o “¡Menganito es un auténtico bombón!”…
Sin embargo no oigo alabar a nadie por el hecho de ser simpático o inteligente.
En mi lugar de trabajo incluso he
oído a alguna de las chicas suspirar o soltar una exclamación cuando se nombraba
en la conversación a un bombero al que no conocía ni por foto, sólo por el
hecho de ser bombero. La etiqueta de guapo tiene tanto poder
que hace unos pocos fines de semana, tomando algo por ahí, otra amiga soltó la
siguiente frase: “Si pudiera salir con Michael Fassbender
no me importaría que me maltratase”. He de aclarar que seguramente estaba un
poco borracha cuando lo dijo, pero no sé si eso la deja en mejor lugar o aún
peor que antes… En cualquier caso, espero que no se cumpla jamás su deseo y que
acabe encontrando un novio más bien feúcho que la quiera con locura, para que
aprenda lo que es bueno. Son tantas las chorradas por el estilo que he tenido
que oír que no me extrañaría escuchar un buen día el siguiente diálogo:
–Mira qué pelazo tiene…
–Sí, pero recuerda que es un asesino psicópata.
–¡Pero mira qué músculos, y qué cutis…!
–¡Pero es un psicópata!
–Sí, pero recuerda que es un asesino psicópata.
–¡Pero mira qué músculos, y qué cutis…!
–¡Pero es un psicópata!
Esta situación hipotética y surrealista me
recuerda a aquel episodio de los Simpsons en el que el tarado de Homer se
debatía entre la gula y la Vida con una chocolatina envenenada en la mano: “…pero
tiene veneno… pero es chocolate… ¡pero tiene veneno…! ¡¡pero es chocolate…!!”.
¿Hasta qué punto se parecen algunas mujeres a
Homer Simpson? Si la cosa se quedara sólo en las palabras, podríamos pensar que
estas chicas lo dicen todo en broma y no habría problema, pero resulta que en los
últimos tiempos he visto a varias compañeras del trabajo y amigas de distintos
entornos echarse novios que no tenían casi ninguna cualidad positiva aparte de
su aspecto físico: desde tíos que no aguantan ni cinco minutos de conversación inteligente pero que aprovechan
cualquier fiesta de disfraces (o de las otras) como excusa para ir con el torso desnudo luciendo pectorales y
tableta, hasta malas personas con una cara bonita a las que les trae todo el
mundo sin cuidado pero que saben fingir ser buenas personas sólo delante de la
mujer que les interesa (ya veremos cuánto tardan en cansarse de mantener la
farsa y mostrar su verdadera cara…). La sorpresa que te llevas cuando te
enteras de estos emparejamientos es, por contraste, mayor, ya que tú pensabas
que estas mujeres eran especiales, lo suficientemente espabiladas como para que
en el combate entre neuronas y hormonas ganaran las neuronas, pero al final
resultan ser tan superficiales y llenas de prejuicios como la que más… Y así nos luce el pelo, como
ya he dicho antes.
El asunto da un poco de miedo: si ésta es la forma
de pensar y de elegir de chicas con carrera universitaria, y por tanto
supuestamente cultas, ¿qué podemos esperar de la gente con un nivel cultural
más bajo, que en teoría tienen menos recursos para defenderse del bombardeo de
los mass media y de la esclavitud de la estética? Ya lo decía mi abuela
paterna: el hecho de que seas muy listo no significa que seas necesariamente
inteligente… Precisamente la madre de mi padre era muy buena con las
manualidades, y sabía hacer unas figuritas muy graciosas de personas y animales
usando cantos rodados, pegamento, pintura y mechones de pelo hechos con felpa.
Recuerdo que una de las figuritas representaba a un cavernícola bizco y
sonriente que llevaba una pequeña pancarta en la mano, y que siendo niño me
llamó mucho la atención el mensaje escrito en ella: “Que se mueran los feos”.
¿Por qué querría nadie desear tal cosa para los feos, que ya tienen bastante
con lo que tienen? Años después descubrí que éste es el título de una canción de Los Sírex cuya letra dice algo
así como “Que se mueran los feos, porque nos quitan las chicas y tienen mucho
ojo para las conquistas”… ¡Encima recochineo! Eso sería en los años sesenta,
porque desde luego ahora ya no.
En resumen, podemos decir que las protagonistas de
esta entrega no sólo pecan de pensamiento y de palabra por soltar perlas como las ya mencionadas, sino también de obra, por salir con tiparracos como los descritos, y de omisión, por no hacernos ni caso a los chicos
como yo… vamos, ¡que se llevan el paquete completo para ir al infierno! Vosotras os lo perdéis, chicas;
la próxima semana os explicaré por
qué en el pecado lleváis la penitencia. En la tercera y última entrega, una vez aportados los datos, sacaré algunas conclusiones
a un nivel más general y trataré de haceros ver que la tendencia de que los guapos liguen cada vez más fácilmente está haciendo que
nuestro Mundo sea cada vez más disfuncional desde el punto de vista emocional… ¿Aún no estáis
convencidas? Os diré lo mismo que dice José Mota: “Hacerme caso, hermosas…”.
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