Homero nos
narra en la Ilíada, epopeya griega
del S.VIII antes de Cristo y el poema escrito más antiguo de la literatura
occidental, los hechos ocurridos durante el sitio de la ciudad de Troya en el
último de los diez años de la guerra entre griegos y troyanos, y las gestas
protagonizadas por héroes como Aquiles, Héctor y Paris o dioses como Zeus,
Atenea y Afrodita. La localización exacta de Troya, que había caído en el
olvido con el paso de los siglos, ha sido descubierta en un lugar al noroeste
de Turquía en el que se vienen realizando excavaciones arqueológicas cada cierto tiempo desde el S.XIX. Los
esqueletos con signos de violencia y los restos calcinados desenterrados allí
convierten a esta ciudad del pasado en la más firme candidata a ser el
escenario de la Guerra de Troya, acaecida en algún momento entre los siglos XII
y XIV a.C.… Sin embargo, los más de 3000 años que nos separan de aquellos
hechos parecen pocos cuando descubrimos que la Troya de Homero no es más que la
séptima de nueve ciudades enterradas una encima de otra.
Han sido los
hallazgos e investigaciones realizados en los últimos veinte años los que
han llevado a la mayoría de expertos a pensar que este estrato arqueológico,
conocido como Troya VII, se corresponde con la ciudad de la leyenda. Al
parecer, Troya VI, cuyos restos se hallan justo debajo, fue destruida por un
terremoto en torno al 1250 a.C.. Conforme vamos excavando hacia abajo, vamos
también hacia atrás en el tiempo, visitando las distintas Troyas que alguna vez
han sido, hasta llegar a Troya II, que también fue incendiada y por tanto
inicialmente confundida con la Troya de Homero, y finalmente a Troya I, fundada
hace cinco milenios. Por encima de la Troya sitiada por los griegos encontramos
Troya VIII, que data aproximadamente del 700 a.C., y Troya IX, que se
corresponde al parecer con la nueva ciudad de Ilium, fundada por los romanos en
el mismo lugar mucho tiempo después, quizás en la época del primer emperador, Octavio
Augusto.
Cuenta la
Eneida, escrita en el S.I a.C. por el
poeta romano Virgilio, que el príncipe troyano Eneas,
tras la destrucción de la ciudad a manos de los ejércitos griegos, huyó a
Italia, y que fueron sus descendientes los que fundaron la ciudad de Roma, en
el año 753 a.C. según los datos más fiables. Le debemos pues a Virgilio el que
sólo haya dos grados de separación entre Troya y la ciudad de Valentia, fundada
el 138 a.C. por dos mil soldados licenciados de las campañas contra Viriato en
Lusitania, en una isla fluvial del Turia que les fue concedida por el cónsul
romano Décimo Junio Bruto en recompensa a su valentía en el combate. Como
cualquier otra ciudad romana, Valentia creció en torno a los dos ejes
principales del Cardo, en dirección Norte-Sur, y el Decumano, en dirección
Este-Oeste; el cruce de estas dos calles se encuentra en el que actualmente es
el Centro Arqueológico de l’Almoina, sin duda uno de mis museos
favoritos de la ciudad. Este entorno de l’Almoina, situado justo al lado de la
Catedral y protegido por una cubierta de cristal con una fina lámina de agua,
es el fruto de una serie de excavaciones realizadas entre 1985 y 2007 que han
sacado a la luz un sinfín de pedazos de la Historia de Valencia, o de las
distintas Valencias que alguna vez han sido.
Aunque parezca
un contrasentido, todo aquello que queda sepultado bajo tierra, a pesar de desaparecer
para los hombres y mujeres de su tiempo, es lo que mejor se preserva para las
generaciones venideras. El oscuro abrazo de las profundidades crea a veces
auténticas cápsulas del tiempo que, con un poco de suerte, serán abiertas en el
futuro para proporcionar a los que las encuentren un leve (pero emocionante)
atisbo de otras épocas. Yo personalmente siempre he sentido una especial
fascinación por los lugares bajo tierra, tanto más cuanto más antiguos sean.
Son lugares más resistentes al cambio que los que hay sobre la superficie, y
por tanto, como ya he dicho, puertas abiertas al pasado; por otra parte, al ser
en cierta manera microcosmos aislados del exterior, me generan la extraña sensación
de que mientras estoy dentro de ellos el resto del Mundo desaparece, deja de
existir. Dicha combinación de factores envuelve estos lugares en un romántico
halo de misterio y les confiere una peculiar Belleza que es tanto más fácil de
percibir cuanto más conoces sobre ellos.
Es lógico, por
consiguiente, que me guste la serie de documentales Cities of the Underworld,
que en España se emite en Energy y que en cada episodio viaja a una ciudad o
región distinta del mundo y nos muestra los secretos ocultos bajo su subsuelo,
relacionándolos con los correspondientes datos históricos. Si bien es verdad
que el acompañamiento musical de la serie es demasiado estridente y que el
presentador de la primera temporada parece en todo momento necesitar un tranquilizante,
los episodios me suelen resultar interesantes y los veo siempre que puedo. Lo
que no sabía hasta hace poco es que el Canal Historia, que yo no sintonizo,
tiene el equivalente hispano-luso de la serie, Ciudades Bajo Tierra, que
después de producir reportajes similares sobre las ciudades de Lisboa, Oporto, Madrid, Barcelona y Granada, vino aquí a
rodar una serie de seis píldoras cortas sobre el subsuelo de Valencia
que se emitieron por primera vez en octubre de 2010.
Estos seis
mini-episodios se centran en el yacimiento arqueológico de l’Almoina, del que
seguiremos hablando la semana que viene; en la cripta de San Vicente Mártir,
parte de la desaparecida catedral visigoda; en los fragmentos de la muralla
árabe que han quedado enterrados en algunos puntos del casco histórico; en el
antiguo depósito de agua en la frontera con Mislata, que acoge actualmente el
Museo de Historia de Valencia, también muy recomendable; en la cripta de la Catedral,
cuyo acceso está muy restringido al público en general; y finalmente en los
refugios subterráneos de la Guerra Civil repartidos por toda la ciudad. He
estado buscando estos fragmentos por Internet y, aunque he encontrado
información acerca del rodaje,
todavía no he tenido la suerte de poder verlos. Con cada uno de los lugares
nombrados en esta lista (y varios otros que se me ocurren) podría hacerse una
entrada entera para el blog, pero por ahora nos centraremos, como ya he
comentado, en los distintos estratos arqueológicos de l’Almoina y las distintas
ciudades que dichos hallazgos traen de nuevo al presente: las múltiples
Valentias, las múltiples Balansiyas y las múltiples Valèncias que se han ido
superponiendo a lo largo de 2150 años de Historia para configurar este
apasionante puzzle que es la Valencia del presente. Os sigo hablando sobre
ello, desde las profundidades, la
próxima semana.
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