Termino hoy la lista que empecé la semana pasada
con ejemplos de películas que me hacen soltar alguna lagrimilla de vez en cuando;
a continuación veremos los dos últimos grupos de los cuatro en los que pude
clasificar estos ejemplos. Si bien no soy nada dado al almíbar y a la
sensiblería barata, muchas veces
lloro por el Afecto perdido; por los Amores truncados, o no consumados, o
demasiado breves en el Tiempo: tremenda la escena de Antes del Atardecer,
dentro del coche, cuando él, mirando por la ventanilla, le cuenta a ella los
sueños que tiene de manera recurrente, mientras ella alarga su mano hacia él
para tocarle, sin llegar a hacerlo. Grandiosa y emocionante también la parte
final de El Paciente Inglés (¡Pero
si me hace llorar hasta la promo de dos minutos que pasan de vez en cuando en
Paramount Channel!). ¿Y qué me decís de Lo que queda del día?
Lloro con Miss Kenton (para mí nunca será Mrs. Benn) cada vez que la veo
subirse al autobús, en esa escena que me recuerda bastante a otra de Doctor Zhivago. También lloro con Moulin
Rouge, pero curiosamente, más que con los personajes principales (que también),
me estremezco sobre todo con las contadas y breves intervenciones dramáticas
del personaje de Toulouse-Lautrec,
interpretado por John Leguizamo: es mejor haber tenido y haber perdido, pero
hay algunos que no han podido tener nunca.
Como este último, muchos son los ejemplos en los
que, bien por su apariencia, o por las circunstancias, o por enfermedad, o
directamente por la llegada de la muerte, los personajes de las historias que
nos conmueven se ven privados de la Belleza del mundo (y a veces nosotros nos
vemos privados de la Belleza que había en ellos): me acuerdo del principio de
Despertares, cuando el niño que
más tarde será uno de los protagonistas empieza a notar que la mano le tiembla
al escribir en el colegio. Tenemos El Padrino, con la escena final de la puerta
que se cierra en las narices de Kay, mientras Michael Corleone vende su alma al
diablo (ésta es otra en la que me emociono hasta con las promos);
o El Padrino III, en la que Michael paga por sus pecados con la muerte de su
hija (otro día hablaremos de los gritos silenciosos
en el cine). También me acuerdo de Ed Wood, con la muerte de Bela Lugosi
y la música de El Lago de los Cisnes. ¡Y qué decir de El Hombre Elefante, de
David Lynch! Son tantos los momentos en los que me hace llorar… Sólo con ver lo
bueno y dulce que es John Merrick
y cómo da las gracias por todo, cuánto aprecia hasta los detalles más sencillos
de la vida; o cuando le aplauden todos después de ver la obra de teatro; o
cómo, mirando su maqueta de la iglesia (sólo veía la punta de la torre desde su
ventana, pero se las apañó para construir el resto), pronuncia tranquilo las
palabras “Se acabó” y se acuesta en su cama como una persona normal.
Para finalizar pondré un ejemplo de llanto cinéfilo que me
sorprendió incluso a mí, ya que no
soy una persona religiosa: Jesucristo Superstar es una película con una música fantástica
y unas canciones estupendas (he notado que muchas veces una banda sonora hermosa es determinante
para que una película me haga llorar);
sin embargo, jamás hubiera pensado que se me pondría un nudo en la garganta en
la escena de la crucifixión, al
ver la cara de sufrimiento de María Magdalena arrodillada junto a la cruz…
Cuestión de empatía, supongo.
No sé qué me pasa, que últimamente estoy muy
sensible.
7 comentarios:
¿Y qué me dices de cuando Spike se sacrifica por amor a Buffy Cazavampiros? (Te juro que lloré!).
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No, si ya te digo que cuando nos coge el día tonto... :-)
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a mi me encantan Antes del Amanecer y Antes del Atardecer. Hay escenas realmente especiales en esa película. Y Ay con "El paciente inglés". Me pone los pelos como escarpias! preciosa, oiga!
Susana
por cierto, me encantan tus publicaciones!
Susana
¡Gracias por los halagos, Susana!
Las dos películas de Linklater son estupendas, románticas pero a la vez muy inteligentes, y el hecho de que sean los mismos actores nueve años después les confiere una sensación de verosimilitud muy especial.
En cuanto a El Paciente Inglés, me encanta, aunque me gusta más la parte de antes del accidente, con Kristin Scott Thomas. A pesar de ser más o menos reciente, tiene ese regustillo a clásico que me recuerda a las películas del gran David Lean: Doctor Zhivago, Lawrence de Arabia...
Sin duda volveremos a oir hablar de todas estas películas en próximas entradas. ¡Un besete!
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