Hará cosa de
un año, a finales de octubre de 2021, me fui a dar un paseo por la acera izquierda de la calle San Vicente
Mártir, de camino hacia la Cruz Cubierta, asomándome a las grietas y ventanas que
me iba encontrando en los muros. Se trata de una zona medio abandonada,
llena de solares donde antes había fábricas y naves industriales que en su mayoría
han sido demolidas. Acabé sacando unas fotos fantásticas
en las ruinas de la fábrica de cervezas El Turia,
alrededor del llamado Edificio nº9, que es el único que queda en pie. La
fábrica abrió en 1947 y en los años 80 fue adquirida por Damm. El enorme solar en cuestión tiene una distribución
muy curiosa en dos niveles, ya que algunas de las naves, demolidas entre 2017 y
2020, se arrasaron hasta el sótano. La naturaleza ha vuelto a reclamar en parte
estos espacios, que por alguna extraña asociación de ideas me recordaban por su
aspecto a piscinas vacías y abandonadas,
llenas de vegetación y escombros. Dominando todo el solar, una solitaria chimenea
de ladrillo que se alza al menos veinte metros sobre el suelo y que no se ha
tirado, tal vez por estar protegida por ley.
El lugar
estaba a rebosar de arte urbano de gran calidad, y hasta había allí trabajando unos grafiteros a los que saludé
en la distancia. Al otro lado
de uno de los muros se oían las voces de unos niños gitanos jugando al fútbol,
y dos de ellos incluso asomaron la cabeza por encima del muro y me preguntaron
con curiosidad qué estaba haciendo (Les dije que fotos, ¿para qué les iba a
mentir?). La cálida luz del sol poniente lo bañaba todo, creando
un ambiente muy especial que logré captar en alguna de las fotografías. He dividido
mi selección en dos partes de veinte imágenes cada una, y las he dejado por
orden cronológico. La semana
que viene, el resto de las fotos y más apuntes por escrito sobre la
experiencia.
2 comentarios:
Gracias por compartir! Espero con ganas la segunda parte!!
A ver si me da tiempo a escribir un poquito más en la continuación... ¡Un abrazo, Susana!
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