La entrada que comencé la semana pasada no era inicialmente más que una
mera curiosidad: solo tenía la intención de hablar un poco de La Odisea de Homero y de recomendaros algunas
películas y series documentales con títulos similares que me han parecido
interesantes a lo largo de los años… Os hablé de 2001: Una Odisea del Espacio,
de Stanley Kubrick; de las tres partes de La Odisea de la Especie, de Jacques
Malaterre; de la serie Cosmos: Una Odisea en el Espacio-Tiempo, su precursora y
su anunciada continuación; y del documental de quince horas La Historia del
Cine: Una Odisea, de Mark Cousins. Contemplando toda la información en su
conjunto me di cuenta de que estos proyectos tenían bastantes puntos en común
además de una mera palabra en el título, así que me dispuse a hacer un análisis
más detallado de estas relaciones.
Podríamos
decir que los dos nexos comunes a todas estas historias son la búsqueda del
Conocimiento y sobre todo el paso del Tiempo. El hecho de que Ulises regrese a
Ítaca (más experimentado y por ello más sabio) veinte años después de partir
hacia Troya y tras navegar errante por todo el Mediterráneo
no le hace menos merecedor de seguir siendo rey o de compartir lecho con su
esposa Penélope… También abarca un largo periodo temporal (elipsis mediante) la
historia narrada por Clarke y Kubrick, convirtiendo a una raza extraterrestre fabricante
de monolitos en el nexo de unión entre los distintos saltos evolutivos de la
Humanidad, desde el uso de herramientas,
pasando por la llegada a la Luna, y desde ahí hacia las estrellas, hacia un estado superior de consciencia…
Podemos encontrar además en la película ciertos guiños a la obra de Homero,
como la elección del apellido del protagonista, David Bowman, que en español
significa arquero, o la característica luz roja de HAL-9000, que simula el único
ojo de Polifemo y que es apagada por Bowman al igual que Ulises ciega
al cíclope en el poema.
Lo que Kubrick
nos cuenta en forma de ficción podría entenderse como una metáfora de la
historia real de nuestra especie que se narra en los documentales de Jacques Malaterre: en este caso en lugar de
monolitos tenemos una serie de hitos (no en el sentido literal,
sino en el de acontecimientos) a lo largo de los últimos diez millones de años
que hacen avanzar a la Humanidad en cuanto al conocimiento y dominio de su entorno, pasando de ser un animal
más a convertirse en la especie dominante sobre la faz de la Tierra… Que el viaje dure incluso millones de años no hace menos sólidas
las conexiones entre el inicio y el final del relato: hemos cambiado mucho, sí,
pero en multitud de aspectos seguimos funcionando y comportándonos igual que
los primeros homínidos, aunque no seamos conscientes de ello a primera vista.
Las series de Carl
Sagan y Neil deGrasse Tyson, a modo de continuación de la historia del Homo
Sapiens, nos relatan cómo nació la Ciencia
hace dos milenios y medio, en la misma Grecia que vio nacer siglos antes a
Homero, y cómo esta se ha desarrollado poco a poco, permitiéndonos durante los
últimos cuatrocientos años acelerar en nuestra adquisición de conocimientos y durante
los últimos doscientos poner en práctica sin cortapisas lo aprendido, con todo
lo bueno y lo malo que ello conlleva… Es la Ciencia la que nos ha hecho
aprender cada vez más acerca de nosotros mismos y de dónde venimos,
retrocediendo más allá de lo que la Historia y los textos escritos nos permitían,
e incluso más allá del nacimiento de la Vida sobre el Planeta,
hasta llegar a los orígenes mismos del Universo y el Tiempo…
No nos hace falta, por tanto, la intervención extraterrestre narrada por
Kubrick para comprender que somos uno con las estrellas.
Precisamente la
Ciencia fue la que facilitó el desarrollo de las tecnologías que dieron lugar
al Cine, iniciando otra historia dentro de la Historia, que es la que nos narra
Mark Cousins en sus documentales. Escuchando a Cousins nos damos cuenta de que
también en este campo todo está relacionado entre sí… En lo que respecta al
aspecto formal, aquellos que desprecian el Cine en blanco y negro como algo muerto,
desfasado y caduco no se dan cuenta de que gran parte de los recursos que se emplean hoy en día
(puesta en escena, primer plano, travelling, plano y contraplano, montaje…) se
inventaron hace ya un siglo, de que se lo debemos todo a la época muda, de que
el entonces y el ahora están mucho más conectados de lo que creemos…
Y en lo que respecta al contenido de las historias que se narran, aunque este haya
aumentado poco a poco en complejidad en todos estos siglos y bajo diferentes
formatos, se puede rastrear perfectamente la influencia del Pasado en el
Presente: si lo pensáis bien, no hay tantas diferencias entre los héroes del celuloide actual y el Ulises de Homero.
En resumen,
podemos concluir de lo visto que todo está relacionado entre sí,
y que aunque la brecha de Tiempo sea inmensa nuestros lazos con el Pasado son
mucho más fuertes de lo que pensamos. Además, en este fluir del Tiempo importa
más el viaje que el destino: la manera en que los distintos hilos de la
realidad se entretejen dando lugar a nuevos y hermosos patrones es siempre apasionante…
Esforzarse por tirar de estos hilos, por conocer más acerca de estas conexiones,
por recordar el ayer y disfrutar el ahora en lugar de preocuparnos solo por el
mañana, nos da perspectiva y una mayor tranquilidad ante lo efímero de nuestra propia existencia individual, porque nos ayuda a comprender que somos una parte muy pequeña,
sí, pero una parte al fin y al cabo, de una historia mucho más grande que se
remonta a los albores del Tiempo y que será narrada por otros cuando ya no
estemos aquí; la gran travesía continuará cuando ya no existamos
y seguirá siendo apasionante para los que viajen en nuestro lugar. Debemos ser bien
conscientes de que tan solo haber formado parte de esta historia, de este
viaje, de esta odisea, será suficiente para que nuestra insignificante vida
haya valido la pena.
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