martes, 10 de enero de 2017

Atando Cabos (I)


Uno de los últimos enlaces de vídeo de la anterior entrada correspondía a Lucy, la película de Luc Besson de 2014 en la cual la protagonista sufre una sobredosis de una droga de diseño que le permite utilizar el 100% de su capacidad cerebral, viajar mentalmente en el Espacio y en el Tiempo y hacer una síntesis de los grandes misterios del Universo, descubriendo el sentido último de la Existencia. La película no es una obra maestra, que digamos, pero algunos de los conceptos que maneja son interesantes a nivel poético. Resulta curioso que ya en 2012 utilizase en este blog una cita de El Gran Azul, también de Luc Besson, en la que se habla de nuevo de aprenderlo todo acerca de todo… Parece que esta es una de las obsesiones del director francés.

Hacía meses que quería tener algo de tiempo para preparar bien esta entrada múltiple que comienza hoy; sin duda se trata de una de las importantes, de esas que forman parte imprescindible del armazón filosófico del blog. Desarrollaré aquí un concepto que, a falta de un nombre mejor (¿interconexión, conectividad?), llamaré Interrelación, y que podría ser perfectamente una etiqueta de La Belleza y el Tiempo y formar parte del Mapa Conceptual, muy relacionada con la etiqueta de Conocimiento.




Cada vez estoy más convencido de que si queremos ser capaces de interpretar el Mundo, de explicar con palabras cómo las distintas partes del Cosmos son coherentes entre sí, tenemos que ser conscientes primero de que todo está conectado. Todo está relacionado tanto en el Tiempo como en el Espacio, pero con el paso de los siglos o con las grandes distancias estas relaciones se van olvidando poco a poco, estos hilos conectores que nos unen a todos y a todo se van volviendo invisibles a nuestros ojos, aunque no por ello dejan de existir. Me parece que una de las claves para tener una Vida plena y una buena Muerte consiste en ampliar nuestro Conocimiento para redescubrir estas relaciones, para hacer visible de nuevo esta red universal de la que formamos parte. Un concepto se entiende de verdad cuando se relaciona con otros en función de sus similitudes o diferencias, o en calidad de causa o consecuencia uno de otro; ser aprendiz de todo, ser interdisciplinar, encontrar paralelismos curiosos entre distintos campos, ayuda a encontrar el patrón oculto detrás de todas las cosas.

Según mis primeras estimaciones (aunque ya se sabe que esto puede variar) la presente entrada da para cuatro o cinco semanas. En la entrega de hoy y la de la semana que viene me centraré más en lo referente al Tiempo, después hablaré de las relaciones a través del Espacio (es decir, con causa y consecuencia más o menos simultáneas) y en la última entrega detallaré una serie de conclusiones que se derivan de todo esto y explicaré por qué tener una visión global nos ayuda tanto en la Vida como en la Muerte… Pasemos pues ahora a dar ejemplos de por qué todo está relacionado en el Tiempo, incluso cuando es enorme el número de años transcurrido; veamos por qué hay hechos del Pasado remoto que determinan nuestra actual forma de ser y de vivir, aunque ya no seamos conscientes de ello, y por qué no somos más que un breve capítulo dentro de una Historia Interminable que empezó hace mucho y que seguirá narrándose cuando ya no estemos aquí.




Y ya que menciono La Historia Interminable, dejadme empezar hablando de cómo en las obras de ficción ambientadas en mundos fantásticos los autores recurren a la conexión con el Pasado para aumentar el atractivo de la narración; utilizaré para ello el clásico ejemplo de la Tierra Media de John Ronald Tolkien. Uno de los detalles que más me fascinan en el corpus de sus obras es la existencia de determinados objetos que actúan como nexos de unión entre acontecimientos ocurridos en distintas edades y hasta en continentes distintos (algunos de ellos desaparecidos en el fondo del Mar en eventos cataclísmicos). El Anillo Único sería uno de estos objetos, pero desarrollaré otros dos casos…

Me llevaría bastante rato narraros la historia completa del Anillo de Barahir, pero baste decir que fue forjado por los Elfos más allá del Mar y que Finrod Felagund se lo dio al humano Barahir en prueba de la amistad y alianza entre ambos pueblos. A medida que este anillo va pasando de mano en mano, seguirle la pista es como repasar varios milenios de Historia de la Tierra Media, contenidos en El Silmarillion, los Cuentos Inconclusos y otros escritos de Tolkien, hasta que Elrond se lo da a Aragorn en la época de El Señor de los Anillos.




Otro buen ejemplo sería el Silmaril que Eärendil llevó en la frente cuando cruzó el Mar hacia el Oeste para pedir ayuda en contra de Morgoth, convirtiéndose a partir de ese momento en Venus, el astro más brillante en el cielo tras el Sol y la Luna. Milenios después, en Lórien, la Dama Galadriel recogió en un frasco parte de la luz de Eärendil reflejada en su fuente y se lo dio a Frodo para que le ayudara en los momentos oscuros en su misión de destruir el Anillo de Poder. De este detalle hablan en la novela los propios Frodo y Sam, conscientes de que, por increíble que parezca, son parte de la misma Historia que empezó varias edades atrás con la creación de los Silmarils por parte de Fëanor.

Al menos a mí me emociona ser consciente de estos pequeños detalles; creo que incluso de manera inconsciente el lector o espectador promedio se siente conmovido en los momentos culminantes de este tipo de relatos porque experimenta la vaga sensación de estar asistiendo a un acontecimiento en el que Pasado y Presente están más conectados que nunca y casi se funden en una sola unidad. Esta variedad de gozo estético es fácil sentirla con obras de ficción (si están bien escritas) porque el autor puede forzar un poco la verosimilitud del relato haciendo que ni estas reliquias del Pasado ni el recuerdo de su significado se pierdan con el paso de los siglos… Aunque en el caso particular del legendarium de Tolkien dicha preservación es fácil ya que se encargan de ella los Elfos, seres que pueden alcanzar varios miles de años de edad, testigos vivientes del Pasado remoto. Sin ir más lejos, la leyenda de Eärendil, que a un humano le puede parecer antiquísima, para la milenaria Galadriel no es más que la historia de un familiar, y bastante más joven que ella para más inri.




¿Existen estos objetos especiales también en el Mundo Primario, en el Mundo Real? Por supuesto que sí, aunque es más difícil que sobrevivan a los accidentes, guerras y demás imprevistos derivados del paso del Tiempo, y en caso de que presuntamente lo hayan hecho, es difícil verificar su autenticidad. Un ejemplo de este tipo de objeto lo tenemos en la Silla de la Coronación de la Abadía de Westminster, un trono mandado fabricar por Eduardo I para contener los fragmentos de la Piedra de Scone. Todos los reyes y reinas de Inglaterra han sido coronados en ella durante los últimos setecientos años, lo que sin duda proporciona un gran sentido de tradición y de continuidad en el Tiempo. Los héroes nacionales que hay enterrados en las criptas de Westminster o Saint Paul’s Cathedral han convertido de una u otra forma a los ingleses en lo que son hoy en día, aunque ellos mismos no sean conscientes: al fin y al cabo, uno es quien es gracias a los que vinieron antes que él, ya fueran sus antepasados directos o los personajes ilustres de la tierra en la que nació.




A poco que uno investigue en los archivos de la Historia descubrirá que la mayoría de rasgos de la sociedad actual que nos parecen tan modernos han existido en realidad desde hace siglos: en su momento hablamos del nacimiento del Capitalismo con el primer fenómeno especulativo de masas bien documentado, el de los tulipanes, en los Países Bajos de principios del siglo XVII. Y a mucha gente le asombra descubrir que nuestro sistema de leyes procede directamente del antiguo Derecho Romano, y que hace dos mil años ya existía el divorcio y otros muchos elementos que creemos mucho más recientes.

El conocer nuestra Historia nos permite también formular hipótesis no muy desencaminadas acerca de por qué somos como somos hoy en día. Por ejemplo, yo siempre he mantenido que en los países del sur de Europa, como España o Italia, tendemos a ser más tramposos, pícaros y mentirosos por la herencia del catolicismo: como antiguamente nuestros antepasados iban a confesar sus pecados y estos les quedaban perdonados a cambio de una simple penitencia, se acostumbraron a cometer pecadillos veniales sin miedo a perder la oportunidad de ir al Cielo, cosa que los protestantes no podían hacer… Aunque la sociedad española sea cada vez menos religiosa, la costumbre de mentir y engañar ha quedado arraigada porque el mal ejemplo se ha ido pasando inadvertidamente de generación en generación… También me atrevo a explicar por qué a los españoles, los franceses o los ingleses nos cuesta más aprender una lengua extranjera: es sencillamente por puro orgullo, porque hemos sido grandes imperios coloniales en el Pasado y sabemos que nuestros idiomas se hablan en muchos lugares del Mundo, con lo que tendemos a esperar que sean los demás los que se adapten a nosotros en una conversación, y no al revés.




En lo tocante a la ciudad de Valencia, ya he tratado varias veces el tema de los lazos invisibles entre Pasado y Presente… Os expliqué por ejemplo que a pesar de los muchos cambios sufridos a lo largo de dos mil años, la zona escogida por los fundadores romanos permaneció a salvo del agua en la Riada de 1957; y que las distintas murallas que ha tenido la ciudad, a pesar de haber desaparecido hace siglo y medio como mínimo, siguen estando presentes en el trazado de las calles actuales.

Luego hay casos como el de la Catedral de Valencia en los que no hace falta imaginar nada porque la tienes ahí, delante de tus ojos, tres cuartos de milenio después del inicio de su construcción. Aunque todos los edificios que la rodeaban originalmente hayan desaparecido, esta imponente mole de piedra sirve como punto de referencia atemporal, como una de las pocas constantes en una ciudad siempre variable; es la prueba palpable de que Jaume I el Conquistador o el Obispo Andreu d’Albalat no son personajes ficticios, de que existieron realmente en un punto del eje cronológico alejado del Presente, sí, pero conectado al fin y al cabo con nosotros… Esta sensación nos facilita el extrapolar también hacia el Futuro y pensar que quizás las acciones emprendidas en la época actual podrán influir en las vidas de muchos el día de mañana, incluso a muy largo plazo…

Por ahora lo dejamos aquí. Falta hablar de cómo hay otras disciplinas científicas, aparte de la Historia y la Arqueología, que nos permiten remontarnos aún más atrás en el Tiempo para descubrir nuevas conexiones con el Presente, pero, como decía Michael Ende, esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión (la próxima semana, más concretamente).



4 comentarios:

Meritxell dijo...

Gran reflexion sobre las conexiones temporales, y muy buenos ejemplos para ilustrarlas. Soy de las que consideran que en toda buena historia, real o ficticia, escrita o filmada, la mayor parte de su interés y grandeza reside justamente en esas conexiones que acaban formando un todo. Causas y consecuencias se funden en un plano atemporal, se integran para darle profundidad a los eventos y a las personas, acaban dando un sentido causal aunque no acabemos de comprender el por qué así y no de otro modo. Otro ejemplo muy claro puede verse en la serie de televisión The Wire, donde cada decisión y acción de los personajes acaban moldeando de alguna manera el desarrollo de la historia y las decisiones y acciones futuras de estos u otros, estableciéndose estas conexiones incluso entre diferentes temporadas. Cuando ya creías olvidado aquel pequeño gesto o aquella mueca en respuesta, o pensabas que no tenía relevancia alguna, va y descubres lo que escondía detrás y cómo empieza a influir en el desarrollo de los acontecimientos varios años (temporadas) después. Fascinante tema.

Kalonauta dijo...


¿Qué tal, Meritxell? Me alegro de leerte. :-)

Podríamos decir que la vida real y nuestro Universo son siempre coherentes (me refiero a coherencia a nivel general, de la Naturaleza, más que a nivel del comportamiento humano), con conexiones, causas y consecuencias bien establecidas, mientras que la coherencia interna de un relato ficticio es el escritor o el guionista el que tiene que trabajársela, y muchas veces brilla por su ausencia. Si se ha dedicado el tiempo suficiente al elaborar una historia para que todo parezca coherente, ésta será más verosímil y por tanto nos atrapará más.

En cuanto a The Wire, muchas personas me la han recomendado pero ahora mismo no sé de dónde sacaría el tiempo para verme las cinco temporadas... A ver si puedo hacerlo más adelante. Acabo de recordar que ya en otras ocasiones he hablado en el blog de la coherencia interna de los relatos de ficción; en esta entrada de hace un par de años, por ejemplo, comento algún detalle más acerca de El Señor de los Anillos y hablo también de Babylon 5:

http://labellezayeltiempo.blogspot.com.es/2014/07/la-sagrada-biblia.html

Luego están también las películas que requieren un doble visionado porque las últimas piezas para acabar de comprender su coherencia interna se nos dan ya bien avanzado el relato; son los famosos giros de guión, que hacen que en el segundo visionado veamos muchas de las escenas anteriores bajo una luz completamente distinta: El Club de la Lucha, El Sexto Sentido, Los Otros, Shutter Island, La Llegada...

Para terminar, aprovecho mi comentario para recomendaros a todos que no os perdáis uno de los enlaces musicales que he puesto en la entrada. No sólo es un vídeo bastante divertido con una música muy chula, sino que además la letra le va al tema de esta primera entrega como anillo al dedo:

https://www.youtube.com/watch?v=mbyzgeee2mg

¡Muchas gracias por comentar, Meritxell! ¡Un abrazo! :-)

Rubén dijo...

Hola! Acabo de leer la primera entrada. Esto es como intentar ver una serie de más de dos temporadas (se me acumula el trabajo). Interesante reflexión. A mí directamente me recuerda todo esto al rollo del caos, el aleteo de la mariposa y el huracán en la otra punta del mundo. El decidir si vas por una calle u otra o ir a una fiesta en Castellón o no ir puede condicionar el camino (o uno de los múltiples caminos posibles) de tu vida.

Aunque voy a malmeter un poco. A lo mejor todo esto de las interconexiones no existen hasta que alguien las analiza a posteriori,a toro pasado,y,claro, no tiene otra cosa que analizar que lo que le ha llevado hasta allí. En otro caso no podría estar analizándolo (me suena que hay una historia de "la historia interminable",que trata de ello. No. No era una historia. Era Bastian,una vez en Fantasía, que cuando se inventaba un cuento, para los demás era Historia,siempre había pasado)

Bueno. A por la segunda entrada
Un saludo


Kalonauta dijo...


¿Qué tal, Rubén? :-)

Sí, el Efecto Mariposa se toca, aunque bastante de refilón, en la segunda y tercera entregas, y más concretamente en un enlace sobre migraciones animales que hay en la tercera, pero no hago referencia a él de manera explícita... La verdad es que este tema de las conexiones, al ser tan amplio, es muy difícil de sintetizar y exponer de forma ordenada y clara, y menos con el poco tiempo del que dispongo últimamente para redactar las entradas... Creo que los textos han quedado interesantes y se tocan muchos puntos importantes, pero me hubiera gustado tener más horas para dejar un poco más clara la estructura de las ideas y pulir la redacción... De todos modos espero que la gente lo disfrute y les sirva como punto de partida para pensar ellos mismos sobre el tema y sacar sus propias conclusiones... y, si les apetece, compartirlas aquí con los demás, como has hecho tú. Espero más contribuciones tuyas a medida que vayas leyendo las otras entregas... Pero tranquilo, sin prisa y a tu ritmo, que yo te responderé de todos modos aunque tardes en terminarlas todas.

¡Gracias de nuevo por escribir! ¡Un abrazo!