Hace una semana os mencioné de pasada mi predilección por los múltiplos de
cinco a la hora de hacer selecciones de fotos o listas de canciones para el
blog, y os dije que a su debido momento hablaríamos de Sheldon Cooper… Pues
bien, he pensado que hoy es un momento tan bueno como cualquier otro para
hacerlo. En la primera de dos entregas describiremos los casos de Sheldon y de
Adrian Monk y la diferencia entre ambos, y en la segunda os hablaré un poco de
mí mismo, y de si lo mío llega o no a esos extremos… Os voy adelantando que,
además de usar múltiplos de cinco en La Belleza y el Tiempo, subo y bajo el
volumen de la tele siempre de dos en dos niveles, y tengo la costumbre de
lavarme los dientes dando en cada zona un total de treinta y dos pasadas
divididas en cuatro grupos de ocho…
Pero cada cosa a su tiempo. Hablemos primero del Trastorno Obsesivo-Compulsivo o, en forma abreviada,
TOC. Se trata de un trastorno de ansiedad en el que las personas que lo padecen
tienen pensamientos, temores o preocupaciones irracionales que tratan de
superar mediante la repetición de una determinada actividad. Las imágenes mentales
o pensamientos perturbadores y frecuentes se denominan obsesiones, y los
rituales que se llevan a cabo repetidamente para tratar de disiparlas se llaman
compulsiones: la combinación de ambos conceptos es la que da nombre a este
desorden mental.
La conducta reiterativa se realiza para
evitar determinadas consecuencias perjudiciales, pero o bien es la solución
correcta repetida de manera exagerada o bien ni siquiera tiene relación lógica
directa con el peligro que se pretende neutralizar. A veces la persona reconoce
que su ritual no elimina el temor, y que se sigue sintiendo mal tras
realizarlo, pero que se siente aún peor si no lo realiza. Se considera algo
patológico cuando estas compulsiones suponen una parte importante de la rutina
habitual (por ejemplo más de una hora diaria), dificultando que esta persona lleve
una vida normal.
Adrian Monk
es un ejemplo claro de TOC. Los guiones de esta serie de televisión no son como
para echar cohetes, pero el personaje es interesante y su patología da pie a
gags bastante graciosos. Para los que no conozcan la serie, Monk era un
brillante detective de homicidios de San Francisco hasta que su esposa Trudy
murió en un atentado con coche bomba y él sufrió una crisis nerviosa, negándose
a salir de casa en los siguientes tres años. Poco a poco, y con la ayuda de su
asistente Sharona, volvió a trabajar como consultor para la policía en los
casos más difíciles. Sus dotes como investigador y su atención al detalle seguían
intactos pero la crisis nerviosa había amplificado sus manías hasta niveles insospechados.
Obsesionado sobre todo por el orden y la higiene, necesita limpiarse con
una toallita desinfectante después de dar la mano a cualquiera, se queda paralizado
cuando ve algo de suciedad o riesgo de gérmenes y no puede soportar que las cosas no estén cuadriculadas y
perfectamente simétricas a su alrededor. Tiene la manía de tocar con el dedo los postes y similares que se
encuentra a su paso cuando va por la calle. E incluso en medio de una
investigación es capaz de volver a su casa, a kilómetros de distancia, sólo
para comprobar que no se ha dejado el gas abierto. Utiliza siete copias
idénticas del mismo traje, una para cada día de la semana.
A su grave caso de TOC se suman además otras múltiples fobias: a las alturas,
las serpientes, las multitudes, los espacios cerrados y hasta la leche, por nombrar
algunas.
Aparte del detective de San Francisco podríamos citar a otros muchos personajes de cine y televisión con TOC.
Tenemos por ejemplo a Félix Ungar, de La Extraña Pareja,
con su obsesión por la limpieza doméstica; o a Melvin Udall, en Mejor Imposible, con sus múltiples manías y sus
nulas habilidades sociales; o al propio Howard Hughes, que fue interpretado por
Leonardo DiCaprio en El Aviador, película
basada en la vida real del famoso empresario, ingeniero y productor de cine.
En la segunda mitad de esta entrega nos centraremos en el Síndrome de
Asperger, que puede considerarse una forma poco severa de Autismo.
He de reconocer que hasta que me documenté para esta entrada ni siquiera estaba
seguro de si el Trastorno Obsesivo-Compulsivo y el Síndrome de Asperger eran o
no la misma cosa… No lo son, habiendo una serie de rasgos que los diferencian claramente,
aunque tienen también rasgos en común. Aun siendo distintas, a veces las dos
patologías coinciden en el mismo individuo, lo que complica bastante el
diagnóstico.
Ambos problemas pueden caracterizarse por un interés obsesivo en temas o
actividades poco usuales, el seguimiento de unas rutinas muy estrictas y el enfado
cuando estas rutinas son cambiadas o interrumpidas, pero mientras el comportamiento
repetitivo del Asperger se debe a que tiene una gama de intereses más reducida,
y hablar una y otra vez de su tema favorito no le ocasiona ninguna ansiedad, en
el caso del TOC, más que el gusto por lo familiar, es una búsqueda irracional
de la perfección lo que le mueve a repetir las tareas una y otra vez por si
acaso no están bien, llevando este proceso asociado un cierto grado de ansiedad
y malestar. En otras palabras: cuando se interrumpe una de sus rutinas, el
Asperger se siente mal porque estaba a gusto llevándola a cabo, mientras que el
TOC se siente mal por miedo a que algo horrible pueda ocurrir si no la
completa… Por otra parte, el Asperger tiene más problemas con las relaciones
sociales, mientras que el TOC en principio tiene más facilidad para hacer
amigos.
Para ver más detalles del Síndrome de Asperger lo mejor será que hablemos
de Sheldon Cooper,
el personaje estrella de la genial serie The Big Bang Theory. Sheldon es físico
teórico y le gustan las disciplinas más lógicas, como las Matemáticas o las Ciencias Naturales,
mientras que las Ciencias Sociales, en las que es más difícil hacer predicciones,
le repelen. Como características positivas, aparte de su problema, tiene una
memoria fotográfica y una gran capacidad para la Ciencia, habilidades que no
oculta porque su Asperger le impide fingir modestia. Torpe en las relaciones
sociales, a veces es desgarradoramente sincero,
y no tiene empatía ni inteligencia emocional. Tampoco comprende la ironía o el
sarcasmo, se lo toma todo al pie de la letra.
Sheldon disfruta hablando de trenes, su gran pasión. Un Asperger puede
llegar a memorizar innumerables datos del tema que le interesa; a veces seguirá
hablando de lo suyo sin dejar intervenir a su interlocutor o mostrará su
descontento en cuanto se cambie de tema, y si le aburre la conversación intentará
llevarla hacia donde a él le apetece… Sheldon odia los imprevistos y se aferra
a sus rutinas, por ejemplo en cuanto a los horarios (incluso la hora de ir al baño), al tipo de comida que toca
encargar cada día o a dónde se sienta en el sofá… Cuando va al cuarto de
Leonard o a casa de algún otro amigo siempre llama tres veces a la puerta,
repitiendo cada vez tres golpes y el nombre de la persona a la que busca (de
ahí el título de esta entrada)… Por cierto: hace muy poco Sheldon dio la
explicación de por qué lo hace así.
Al parecer los guionistas de la serie nunca han admitido abiertamente que
Sheldon tenga Síndrome de Asperger, a pesar de que cumple muchos de los
síntomas; esto les da más libertad a la hora de inventar ocurrencias para el
personaje sin tener que ceñirse a lo que la neurobiología marca acerca de este
problema. De hecho, sobre todo en las últimas temporadas de la serie Sheldon da
muestras intermitentes de empatía, lo que no sería posible en un caso real de
Asperger. También se le observan actitudes propias de otros problemas como el
Trastorno Obsesivo-Compulsivo o el Trastorno de Ansiedad Social… Vamos, que se
trata de un diagnóstico bastante difícil.
Lo dejamos por hoy… En la segunda entrega, como decía antes, os hablaré de
algunas de mis manías y veremos si mi caso llega a ser o no patológico. Viendo
el título de la entrada, si yo tuviera el mismo problema que Sheldon Cooper no
podría aguantarme sin publicar una tercera entrega,
para que el ritual estuviera completo… Pero os prometo que la semana que viene
daremos el tema por zanjado, así que creo que todavía hay esperanza para mí.
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