El sábado 21, hace una semana, se celebró de nuevo en Valencia la Noche de los Museos
y a lo largo de toda la jornada hubo conciertos, actividades, visitas guiadas y
jornadas de puertas abiertas en muchos museos y monumentos de la ciudad. De
todo lo que hice ese día voy a centrarme en una visita que llevaba esperando desde
hacía mucho tiempo, y que me dejó muy satisfecho: la del interior del Convento de Santo Domingo,
en la Plaza de Tetuán. Este complejo es un fragmento de historia viva de
Valencia ya que fue fundado por el mismo Jaume I en 1239, un año después de la
reconquista, y vivieron entre sus muros personajes tan conocidos como Sant Vicent
Ferrer. En su día pasó a ser sede de la Capitanía General y actualmente sigue
perteneciendo al Ejército, dándose el hecho curioso de que desde 1983 hasta
2010 albergó en uno de sus patios interiores la estatua ecuestre de Franco
que se había retirado de la Plaza del Ayuntamiento, antes llamada Plaza del Caudillo.
La manzana en cuestión alberga varios espacios diferenciados de una gran
diversidad de épocas y estilos y con distintos grados de accesibilidad por
parte del público. A plena vista está la majestuosa torre del campanario, de
estilo barroco, uno de los elementos más llamativos de la plaza junto con el
Palacio de Cervelló y el edificio de la Fundación Bancaja. Después está la
iglesia, en estilo neoclásico, cuyo nombre técnicamente hablando es el de
Capilla de San Vicente; el acceso a ésta es relativamente fácil si se tiene
algo de desparpajo y se aprovechan las bodas y comuniones que allí se celebran frecuentemente
para entrar y echar un vistazo… Algo más difícil es visitar la llamada Capilla
de los Reyes, del S.XV, en la que se halla el hermoso sepulcro de los marqueses de Cenete;
esta maravilla del gótico tardío, en un lateral de la iglesia, suele permanecer
cerrada y en penumbra (y de hecho así estaba el sábado pasado, ya que se celebraban
unas comuniones cuando entré), pero parece ser que desde hace unos meses se puede acceder a ella los jueves por la mañana.
La parte menos conocida del Convento, por estar cerrada al público, incluye
el pequeño patio en el que estuvo la estatua de Franco y un refectorio
transformado en amplia sala de recepciones; pero los elementos de mayor importancia
son el Claustro y el Aula Capitular,
ambos del S.XIV, en estilo gótico. Las hermosas columnas helicoidales del Aula
Capitular, que se abren como palmeras en su parte superior, nos recuerdan mucho
a las de la Lonja, y las tracerías flamígeras de los arcos del claustro son de
una belleza que no se encuentra en muchos otros monumentos de la ciudad… Sería
estupendo que el Ejército pudiese trasladar las funciones que aquí se llevan a
cabo a otra de sus sedes, ya que este lugar debería estar abierto de manera
continuada para que todo el mundo pudiese admirarlo: he aquí otra de las maravillas ocultas de la ciudad, pero esta
vez no sólo por desconocimiento, sino por imposibilidad de visitarlo,
exceptuando un par de míseros días al año. La fachada y el poderoso campanario
están a la vista de todos, sí, pero a escasos metros de distancia se esconde
una auténtica joya del gótico valenciano… tan cerca, y sin embargo tan lejos. Sirva esta selección de las
fotografías que tomé allí como una ventana abierta a la que poder asomarse para
tener al menos un atisbo de la experiencia de pasearse entre las palmeras de
piedra.
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