Después del pequeño paréntesis de la semana pasada, recapitulemos un poco
antes de seguir adelante… En las dos primeras entregas hablamos de las distintas
escalas y de las potencias de diez del metro hacia lo pequeño y hacia lo grande. Una vez concluida esta
parte del viaje en palabras, podéis acudir de nuevo a la web que originó la entrada y hacer el viaje completo en imágenes y
sin escalas (expresión que es en sí misma un contrasentido en este caso), de un
tirón desde los quarks hasta el Universo conocido sin parar… Alucinante, ¿verdad? Una vez
refrescada la memoria, la pregunta que me hago para concluir esta entrada
múltiple es si existe esa fórmula sencilla y elegante de la que hablaba ya en
la primera entrada del blog,
esa fórmula que nos permita explicar la compleja totalidad del Universo,
saberlo todo acerca de todo… Y creo que la respuesta es sí.
Pongamos el ejemplo de una gran empresa multinacional que opera en varios
continentes, tocando distintos sectores industriales y comerciales… ¿Cómo puede
llegar a coordinarse sin acabar sumida en el mayor de los caos? Pues gracias al
organigrama, a los distintos grados en el escalafón y a la existencia de jefes
y subordinados en cada uno de los niveles. Los distintos rangos en la jerarquía
y el hecho de que cada persona tenga varios empleados a su cargo es lo que
permite el correcto flujo de información y de asignación y control de tareas en
progresión geométrica, de modo que el magnate propietario de la empresa pueda
coordinar eficientemente, de manera indirecta y a base de delegar, a decenas de
miles de empleados con muy distintos tipos de trabajos, cual director de
orquesta conduciendo la interpretación de una compleja melodía.
Haciendo un paralelismo con la totalidad del Cosmos, la solución a mi
pregunta está en los distintos órdenes de magnitud que en él encontramos y en
los niveles de complejidad creciente de las estructuras propias de cada uno de
ellos: quarks, protones, átomos, moléculas, células, tejidos, órganos, personas,
sociedades… Los mecanismos básicos a pequeña escala son sencillos, pero la
multitud de capas que separan el mundo subatómico de nuestra propia escala y la
gran cantidad de elementos en cada capa añaden una enorme complejidad al
problema. Se trata, como dijo una vez Richard Fenyman, de una partida de ajedrez con un tablero muy grande
y con infinidad de piezas, de modo que, aunque las reglas del juego son simples,
es casi imposible predecir el resultado
de cada partida.
Ya hemos comentado algunas veces que la Sencillez es elegante: la mente
humana interpreta el Mundo a base de simplificarlo, y la buena Ciencia
busca siempre explicar las cosas de forma sencilla. La complejidad intrínseca
de la escala humana hace que las conclusiones de los grandes teoremas
científicos sean a veces muy poco intuitivas, muy diferentes a lo que nuestros
sentidos están acostumbrados a experimentar desde nuestro pequeño y caótico rincón
del Espacio-Tiempo; esto hace que a veces dichas conclusiones sean difíciles de
comprender y de aceptar por algunas personas. Por ejemplo, la primera ley de la
Mecánica Clásica de Sir Isaac Newton dice que todo cuerpo sobre el cual la
fuerza resultante es cero se mantiene en reposo o, si se estaba moviendo, lo
sigue haciendo a la misma velocidad y en la misma dirección indefinidamente,
cosa que a primera vista nos resulta algo chocante. Nuestra errónea suposición
de que las fuerzas no cambian el movimiento sino que lo permiten parte de la
inadvertida complejidad del Mundo en el que hemos nacido y crecido, siendo como
somos seres al fondo de un océano de aire de veinte kilómetros de profundidad: acostumbrados
al rozamiento, se nos olvida incluirlo entre los factores relevantes para
nuestro problema.
Para poder ver más allá del caos de lo observable, apartar una a una las distintas
capas de complejidad y contemplar en funcionamiento las leyes primigenias, básicas,
sencillas del Universo se hace necesario, irónicamente, diseñar experimentos
muy complicados… Es lo que decíamos en su día de variar uno solo de los
factores cada vez, manteniendo los demás factores controlados; esto a veces es
un verdadero reto, y resulta un trabajo muy duro, por lo que no mucha gente se
ve capaz de hacerlo. Como muestra, un botón: el Gran Colisionador de Hadrones
de Ginebra es un gigantesco y carísimo anillo de imanes superconductores de
veintisiete kilómetros de circunferencia cuya misión es la de descubrir las características
de quarks, leptones, bosones… las partículas más pequeñas conocidas.
Por tanto, la clave para comprenderlo todo acerca de todo radica en ser
consciente de los distintos niveles de funcionamiento del Cosmos y de las
reglas que se aplican en cada uno de ellos. Por lo general los problemas que
estudia la Ciencia son complicados por el gran número de detalles a tener en
cuenta simultáneamente, no porque sea difícil entender estos detalles uno por
uno; simplemente hace falta tener paciencia y ser metódico y cuidadoso. Por
supuesto, cuál sea el objeto de estudio determina en gran medida la
probabilidad de éxito: ya en otra ocasión vimos que es más fácil hacer predicciones acertadas
en el campo de las Ciencias Naturales que en el de las Ciencias Sociales,
precisamente porque estas últimas implican un mayor nivel de complejidad y un
número mucho mayor de factores a tener en cuenta. Por eso las fórmulas
utilizadas en la Química o la Física suelen ser más o menos simples pero en cualquier
caso fiables, mientras que las de la Psicología o la Economía son más complejas,
o bien más sencillas precisamente por ser aproximadas… Todo este tema en
general da muchísimo juego, y podríamos enlazar sin ir más lejos con un interesante
ejemplo de generación de estructuras muy complejas a partir de reglas muy
simples, cambiando sólo las condiciones iniciales, el punto de partida: se
trata de los fractales, pero
no nos meteremos en este jardín ahora mismo; tal vez en otra ocasión.
El que unas reglas sencillas den lugar a un gran número de formas y estructuras
distintas en el Universo es posible, por tanto, gracias a la coexistencia de
muy distintos órdenes de magnitud en el Espacio (estructuras pequeñas se
combinan entre sí y dan lugar a otras más grandes) y también en el Tiempo
(normalmente los procesos asociados con el mundo microscópico son muy rápidos y
los del campo de la Astrofísica mucho más lentos). Y no sólo es precisa la
existencia de varios niveles, sino también disponer de una cantidad grande de
Espacio y dejar que pase el Tiempo suficiente para que, por pura probabilidad
estadística, se alcancen los hitos que permiten entrar en una nueva fase de
complejidad mayor, a veces en puntos muy concretos del Universo. Precisamente de
los umbrales que se han ido atravesando para llegar al Presente en nuestro caso
particular nos habla en una interesante charla TED
David Christian, especialista en Gran Historia.
Nos cuenta Christian que tras el Big Bang el Universo estaba compuesto por
nubes de gas muy poco complejas, iguales en aspecto y propiedades en todas
direcciones. Poco a poco las pequeñas diferencias en densidad y temperatura
fueron originando concentraciones localizadas de Hidrógeno, que eventualmente
dieron paso a las primeras estrellas. En la fusión de sus núcleos se generaron
los elementos químicos
de peso medio, y en las explosiones de supernovas los elementos pesados, con lo
que la complejidad aumenta más. Estos elementos más pesados dan lugar a los planetas
rocosos, algunos de los cuales están en una zona templada de su sistema y tienen
agua líquida (al menos en nuestro caso es agua), lo que permite reacciones
químicas cada vez más complicadas, orgánicas, y posteriormente la aparición de
Vida: muy sencilla, sí, pero con ADN, que tiene un nivel de complejidad mucho
mayor que el de todo lo que había antes.
Con el paso del Tiempo la cantidad de especies se multiplica con la
Explosión Cámbrica y la complejidad de nuestro planeta aumenta todavía más. Una
de las especies, el Homo Sapiens, desarrolla su cerebro
y alcanza un nivel de sofisticación cada vez mayor: lenguaje, civilizaciones,
escritura, comunicaciones y transportes cada vez más rápidos, Internet… Ahora
mismo somos como un solo organismo de más de 7000 millones de mentes conectadas
entre sí; nuestra civilización actual, a la que hemos llegado con ayuda de la
Ciencia y la Tecnología, es quizás, junto con el resto de especies de la Biosfera
con las que interactúa, el sistema más complejo del Universo, y sin duda el más
complejo de entre los que nosotros conocemos por ahora.
Por consiguiente, la Ciencia nos ayuda a desentrañar la Verdad acerca de
cómo funcionan las cosas, convirtiendo una realidad muy complicada en una
superposición de distintos procesos sencillos de explicar… Y ya hemos visto, cuando
alguna vez hemos explorado el Mapa del blog,
que tanto la Verdad como la Sencillez son fuentes de Belleza: es precisamente
la gran diversidad surgida a partir de lo simple la que hace que el Universo sea tan hermoso… Resulta curioso que
tanto en la escala de los protones, neutrones y electrones como en las grandes
distancias de los filamentos galácticos el grado de diversidad estructural sea
más bien bajo, y que la mayor complejidad se dé en torno a nuestro tamaño, y
unos pocos órdenes de magnitud por arriba y por abajo. También es curioso que,
exceptuando los conceptos teóricos de las minúsculas cuerdas
y la espuma cuántica, todas las distancias que hayamos citado en las dos
primeras entregas oscilen entre 10-24 y 1027 metros,
estando por tanto el tamaño de nuestros cuerpos justo a medio camino
entre las cosas más pequeñas y las cosas más grandes que conocemos, en una
escala logarítmica.
Y ya como última curiosidad: revisitando las imágenes escogidas para el
blog estas pasadas semanas me he dado cuenta de que la penúltima foto de la
primera entrega, con la representación artística de la espuma cuántica, tiene
un aspecto bastante similar a la última de la segunda entrega, con la
simulación por ordenador de los filamentos galácticos… Tanto las arrugas del
Espacio-Tiempo como el Universo a gran escala parecen igualmente uniformes y
carentes de detalles y complejidad… ¿Qué habrá más allá de ambos extremos?
¿Cuándo haremos el siguiente descubrimiento que nos permita avanzar un poco
hacia las cosas más pequeñas o
hacia las cosas más grandes? ¿Tendrá
fronteras nuestro Universo? ¿Habrá partículas aún más diminutas? ¿Qué nuevas
estructuras llegaremos a conocer, y qué características tendrán? ¿Serán algo
nunca antes visto, o llegará un momento en el que se cerrará el círculo y toda
la secuencia comenzará de nuevo? ¿Quién sabe? Tal vez
los extremos se tocan: puede que todo
nuestro Universo esté dentro de un átomo de otro Universo más grande con
distintas leyes físicas, o que cada pompa de nuestra
espuma cuántica contenga todo un nuevo Universo en su interior… Quizás
algún día lleguemos a averiguarlo, guiados como siempre por nuestra gran curiosidad por esos pequeños detalles.
2 comentarios:
124875fractal.com
Realmente curioso, a falta de un calificativo mejor, ese artículo... Lo siento mucho, pero empezar con fractales para acabar hablando de la Cábala o el Ojo de Horus definitivamente no está en mi onda.
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