Es curioso: por lo general nunca recuerdas cómo empezó un sueño
ni tampoco cómo acaba. Cuando recuerdas el final suele ser porque te has
despertado a mitad de fase REM, con lo que no has dejado que el sueño concluya
del todo y por tanto ése no es el final propiamente dicho. Y tampoco te
acuerdas del comienzo porque tu principal asidero para recordar son las últimas
imágenes que han pasado por tu mente, y desde ellas puedes intentar retroceder
escena por escena hasta donde tu memoria alcance, pero el hilo de la memoria en
los sueños es fino y quebradizo como el hilo de una araña, por lo que acabamos entrando en una zona brumosa y no sabemos seguir hacia atrás.
Lo mejor es despertarse sin recordar tus sueños en absoluto, porque
significa que has completado el ciclo y por tanto has descansado bien, pero de
todos modos es interesante asomarse a este mundo aunque sea sólo de cuando en
cuando… Algunas veces a lo largo de mi vida, por mera curiosidad, me he
dedicado a apuntar lo que recordaba de lo soñado
durante varios días seguidos. Dicen que es bueno beber mucha agua antes de
acostarse para que te entren ganas de ir al lavabo y así te despiertes más
fácilmente, pero yo no lo he puesto en práctica; suele ser más bien algún ruido
de la calle, a primera hora de la mañana, el que me hace despertar a mitad de la
ensoñación. Conviene tener papel y boli
en la mesita de noche para que no te distraiga ningún estímulo externo entre el
momento de incorporarte y el de tomar notas; los sueños son escurridizos como
un gorrión, y si no lo escribes todo en cuanto te despiertes, su frágil
recuerdo se hundirá de nuevo en la oscuridad a la que pertenece.
Hace un mes volví a tomar de vez en cuando algunas notas telegráficas nada
más despertarme, para tener material con el que poder escribir esta entrada. Os
resumo a continuación algunos fragmentos seleccionados, empezando por los
sueños más recientes, los de esta última semana. En uno de ellos un boston terrier pequeño y de pelo negro,
y con muy mala leche, había mordido mi mano de forma que todos los dedos menos el gordo se habían quedado dentro de su boca,
y a pesar de que lo sacudía a un lado y al otro se negaba a abrir las
mandíbulas y soltar su presa… El caso es que no me dolía, pero yo estaba
preocupado por la posibilidad de perder alguna falange si no hacía algo
rápidamente. Y lo más gracioso del asunto es que el dueño del perro estaba
junto a mí y no parecía estar preocupado en absoluto, repitiéndome una y otra
vez: “Tranquilo, que no hace nada…” También recientemente recuerdo haber soñado
que estaba en mi antiguo colegio. Es de noche, las luces están apagadas y yo
espero en la oscuridad, muy callado y atento, a que llegue el ascensor para
subir a robar algo (no me acuerdo de qué), cuando de pronto me encuentro bajando
por la escalera a mi profesor de lengua, que (para mi sorpresa) me dice que
puedo hacer lo que quiera por arriba, pero que por favor no le borre la
pizarra.
En otro sueño recuerdo ir vagando por la calle, también de noche, con una
almohada cervical en una mano y arrastrando con la otra un carrito de la
compra, de los de bolsa cuadrada de tela y dos ruedecitas. Había mucha
actividad y ocurrían bastantes cosas a mi alrededor, y en medio del caos una
señora mayor se llevaba por error el carrito porque lo había confundido con el
suyo. Más adelante en el mismo sueño, si no me equivoco, me encontraba en un
pabellón cubierto de un polideportivo, con mucha más gente, tumbados todos en
el suelo intentando dormir; pero mirando hacia arriba veíamos que el techo estaba
plagado de peces viscosos y de aspecto muy desagradable, similar al de una
anguila, que se arrastraban boca abajo usando sus aletas como si fueran patas,
sin que la fuerza de gravedad pareciera afectarles. Lo peor de todo fue cuando
uno de ellos se percató de nuestra presencia y se dejó caer justo a mi lado… No
recuerdo lo que pasó después, o si los bichos atacaban o mordían,
pero la explicación para esta escena podría tener que ver con las picaduras de
mosquito que me he detectado últimamente en tobillos y pantorrillas.
Remontémonos un poco más hacia el pasado, hace dos semanas. Durante mi
viaje más reciente, durmiendo una noche en mi habitación del hotel, estalló una
tormenta de verano sobre la ciudad y me despertaron a mitad de sueño varios
truenos bastante fuertes, de manera que aproveché para tomar algunas notas
rápidas de lo soñado en el bloc que te dejan normalmente sobre la mesa… Tiene
gracia que dos de los fragmentos recordados transcurriesen precisamente dentro de un hotel. En uno de ellos el
dueño, que además era mago y hacía algún truco de prestidigitación de vez en
cuando, entraba en mi habitación y me decía que corría peligro y que tenía que
irme de allí cuanto antes, conduciéndome hacia fuera a través de estancias de
aspecto algo tétrico, más parecidas a las salas de un extraño y viejo museo que
a los pasillos y vestíbulos de un hotel. Salíamos a la calle y seguíamos
huyendo por entre callejones y pasajes subterráneos, junto con un ruso corpulento
y malcarado y una rusa bastante guapa y medio borracha que hablaba
continuamente de su hijo pequeño, ausente en ese momento por razones que
ignoro…
En otro de los fragmentos que recuerdo tengo reservadas dos habitaciones para
mí solo en un hotel distinto, mucho más lujoso; es la hora del desayuno y brilla
el sol. Salgo de una habitación y me dirijo hacia la otra, con la mala suerte
de que se me cierra la puerta de la primera y me doy cuenta de que no he cogido
las llaves… Sin embargo, vuelvo sobre mis pasos y la abro de nuevo sin
dificultad (y en el sueño no me planteo que sea nada extraño, lo veo como algo normal).
En el último fragmento seleccionado de aquella noche estoy desnudo en la calle en pleno día y tengo que trepar
dos o tres pisos por la fachada de un edificio para hacer algo (ya no recuerdo
qué era, o si lo conseguí). Después bajo por una farola y a mitad de camino ésta
empieza a doblarse como si fuera de goma, con lo que caigo hacia el asfalto;
pero lo hago como a cámara lenta y aterrizo sin hacerme daño (aunque no de
manera muy elegante, todo hay que decirlo).
También tengo notas de hace un mes, cuando empecé a tomarlas, pero ocurre
algo muy interesante… Los apuntes recientes me ha sido fácil traducirlos en
párrafos mínimamente coherentes que podáis entender, porque los sueños aún
están relativamente frescos en mi memoria; pero si dejas pasar tres o cuatro
semanas las notas que habías tomado de forma muy esquemática, y que en su
momento parecían un buen resumen de lo ocurrido, ya no tienen ningún sentido,
porque al tratarse de situaciones absurdas es francamente complicado describir telegráficamente
lo que va pasando en un sueño… Leo las palabras que yo mismo escogí para poder
acordarme y es como si las hubiera escrito otra persona, no me viene ninguna
imagen a la cabeza.
Sólo uno de los sueños menos recientes se me ha quedado grabado a fuego
hasta el punto de poder describirlo un mes después. Más que un sueño se trata
de una sola escena, visualmente muy elaborada. Se corresponde con el plano
final de una historia en clave de thriller, y en él se muestran simultáneamente
dos realidades alternativas en el día en que se frustró un ataque terrorista
en unas oficinas. Consiste en un plano-secuencia con un elegante travelling a
cámara lenta, estéticamente muy trabajado. En blanco y negro (o con el color
muy desaturado) vemos a los trabajadores de las oficinas yendo tranquilamente
de aquí para allá en sus quehaceres diarios; pero superpuestos, visibles sólo a ojos del espectador
(es decir, los míos) y en colores muy saturados, vemos el rojo de los
salpicones de sangre en brazos y piernas y el azul de los agujeros de bala en
los cristales que separan los cubículos de los oficinistas: tan sólo un mero
eco residual de las personas heridas y los cristales rotos
por unas balas que no producen ningún sonido, las balas que habrían volado si
no se hubiera evitado la masacre… ¡Peliculero total! Y además, cosa rara, con un toquecito de color.
4 comentarios:
Enhorabuena !!!, siempre es un placer leerte.
Me parecen super interesantes los temas que eliges.
Sigue así!!!!
Besosss
¡Muchas gracias por los ánimos, Guapísima!
Nos vemos, un abrazo :-)
Vaya, vaya, vaya! Me se de uno que soñó que jugaba al tenis con el mismísimo Chewbacca. Cuando me lo contó, iba conduciendo y me dio un ataque de risa importante,...."pa vernos matao" !!!
¡Ostras, es verdad, me había olvidado por completo! ¡Qué bueno fue aquello!
He visto tu otro comentario, pero te contesto mañana con más tiempo, que quiero extenderme un poco más...
¡Gracias por pasarte por aquí, Rojo!
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