lunes, 28 de julio de 2014

Economía de Medios (I)

Hace unos días me encargué de la presentación y el coloquio en una de las proyecciones de Nits de Cinema, la actividad que lleva a cabo todos los años el Aula de Cine de la Universitat de València en el claustro del edificio de La Nau. La película en cuestión era Moon, film británico independiente de 2009 dirigido por Duncan Jones, protagonizado por Sam Rockwell, producido por Stuart Fenegan y con guión de Nathan Parker sobre una idea de Duncan Jones. La que fue la ópera prima de Jones tuvo en su día muy buenas críticas, ganando el BAFTA al mejor director novel, dos premios en los British Independent Film Awards y un Premio Hugo, aparte de cuatro galardones en el Festival de Sitges: película, actor, guión y diseño de producción. En consonancia con su palmarés, todo marchó estupendamente también en la proyección en La Nau: se completó el aforo y el coloquio fue variado, agradable y sin problemas. Poco después se me ocurrió aprovechar el trabajo realizado en la preparación de la presentación y reconvertir mis notas en entradas del blog, como ya he hecho anteriormente. Cuando escasea el tiempo, es aconsejable sacarle el máximo rendimiento a los recursos de los que dispones, y a mí siempre me ha gustado seguir la máxima de “Reducir, Reutilizar y Reciclar”.
La acción de la película transcurre en el año 2035 en una pequeña estación en la cara oculta de la Luna, donde la empresa Lunar Industries Ltd. se encarga de la recolección de helio-3 por medio de cosechadoras automatizadas. El mantenimiento de la estación y la gestión de los envíos del helio-3 a la Tierra para ser utilizado como combustible de fusión son realizados por un solo trabajador, Sam Bell, con la única ayuda de GERTY, una unidad robótica dotada de inteligencia artificial. Sólo faltan dos semanas para la finalización de su contrato de tres años, y Sam está deseando volver a la Tierra para reunirse con su mujer Tess y su hija Eve, a la que sólo conoce a través de comunicaciones de vídeo, pero en ese momento empieza a tener visiones de una misteriosa joven… y aquí es más o menos donde arranca la acción. Me las he arreglado para que la entrega de hoy y la de la próxima semana no desvelen demasiado acerca del argumento de la película, pero os advierto de que en la tercera parte de esta entrada sí habrá spoilers a mansalva.
 
 
La idea en la que quiero basar esta primera entrega queda muy bien ilustrada por un sencillo detalle que también comenté en mi presentación… Fijaos en el poster de la película. Representa al protagonista, con su traje de astronauta, rodeado de anillos concéntricos blancos y negros muy finos. Si observáis la imagen en el monitor de vuestro ordenador seguramente apreciaréis que aparecen sobre los anillos una especie de aguas, de patrones de interferencia, que además cambian de forma cuando se mueve la imagen arriba y abajo o cuando varía el tamaño con el que se muestra. Este fenómeno se conoce como efecto Moiré y se produce porque las altas frecuencias del detalle de los anillos no quedan bien representadas, debido a que la resolución de la pantalla (el número de pixels, vamos) no es infinita. Pero esto, que en otros casos podría resultar un problema, aquí supone una ventaja porque le añade al poster un efecto estéticamente muy bonito, y además sin sobrecoste alguno. El que lo diseñó simplemente utilizó su ingenio y su conocimiento acerca de los medios por los que se iba a publicitar la película. Este detalle, como os decía, es un buen indicador de cuál fue la filosofía del equipo técnico del film en todas las etapas de su realización: a base de inteligencia y trabajo duro, y sobre todo partiendo de una buena historia, se le puede sacar mucho partido al presupuesto más modesto.
 
 
Moon se rodó en los Shepperton Studios de Inglaterra, en el mismo set donde Ridley Scott había dirigido Alien treinta años antes, y costó cinco millones de dólares, lo cual nos puede sonar a mucho dinero pero en realidad no es nada comparado con los trescientos o cuatrocientos millones que puede suponer hoy en día cualquier superproducción de los grandes estudios. Duncan Jones y los productores tuvieron mucho cuidado en aprovechar hasta el último penique y no malgastar nada, por la cuenta que les traía si querían conseguir una distribuidora y recuperar su inversión. Uno de los métodos para minimizar gastos fue el de usar un reparto muy reducido, aunque de eso ya hablaremos más adelante… Si no habéis visto la peli, os puedo asegurar que visualmente es impecable y que no se nota en absoluto lo ajustado del presupuesto; no tiene nada que envidiarle a los blockbusters más caros, y de hecho, a pesar de que no se proyectó en un gran número de salas, acabó recaudando el doble del dinero que había costado.
El lapso de tiempo entre el inicio de la escritura del guión (mayo de 2007) y el final de la postproducción (mayo de 2008) fue increíblemente corto: la película estuvo totalmente acabada en apenas un año. También fue corta la fase de rodaje: treinta y tres días más ocho días de rodaje con las maquetas y las miniaturas. La realización coincidió con la huelga de guionistas, de modo que había muy buenos profesionales que en ese momento estaban disponibles porque los proyectos de los grandes estudios estaban parados: fue así como consiguieron por ejemplo que Bill Pearson, responsable en parte del aspecto visual de Alien, participase en el diseño de las maquetas de los distintos vehículos espaciales.
 
 
La mayor parte de la acción transcurre en el interior de la base lunar, un decorado completo y cerrado de 27 metros de largo por 21 de ancho en el que las cámaras podían hacer giros de 360 grados y rodar hasta en el último rincón. El diseño de producción está cuidado hasta el más mínimo detalle para dar impresión de verosimilitud y hacer la historia más creíble. La consigna a la hora de ambientar los decorados era que antes de colocar cualquier objeto había que asegurarse de que servía para algo, de que cumplía una función determinada dentro del mundo en que se desarrolla la historia, aunque no se fuese a ver en el film. Como os decía antes cuando hablaba del Moiré, el equipo artístico aguzó el ingenio para tunear objetos de la vida cotidiana y reutilizarlos en la peli, abaratando así la producción. Por poner algunos ejemplos: los monitores de la base no son más que pantallas planas normales colocadas en sentido vertical, la silla en la que Sam recibe las comunicaciones es la del departamento de peluquería y maquillaje, y las bandejas de comida preparada que aparecen apiladas en la zona de la cocina eran bandejas reales de Mexicali, un local de comida mejicana-californiana para llevar de la zona de Chelsea, en Londres, muy cerca de donde vivían Duncan Jones y otros miembros del equipo, que las iban acumulando para la película cada vez que compraban allí su cena… En el blog del diseñador conceptual Gavin Rothery podéis leer otras anécdotas interesantes por el estilo.
 
 
En cuanto a la postproducción, hubo añadidos por ordenador, pero bastantes menos que en otros films recientes de fantasía o ciencia ficción, ya que Jones siguió el ejemplo de cineastas como Peter Jackson e hizo uso de maquetas reales a escala, que aportan texturas y pequeños detalles que dotan de mayor realismo a la imagen. El manejo de las maquetas de los vehículos se hacía de forma completamente artesanal, usando hilos de pescador para tirar de ellas, y posteriormente los hilos se borraban y los paisajes lunares se expandían digitalmente. En otras escenas el componente de imágenes generadas por ordenador era más importante, pero Jones viene del mundo de la publicidad y allí aprendió a economizar los recursos y hacer que las CGI quedaran bien por poco dinero. Por ejemplo, el GERTY real y los correspondientes brazos hidráulicos servían para las tomas más estáticas, pero eran poco ágiles para las tomas en movimiento, de modo que se renderizó un GERTY digital que se utiliza en muchas de las escenas, sin que sea posible distinguirlo del real. Hay otras tomas de efectos por ordenador bastante impresionantes, pero tienen que ver con la trama, así que hablaremos de ellas en un par de semanas. Para terminar esta primera parte centrada en los detalles técnicos, es de justicia nombrar a Trudy Styler, la mujer de Sting, que subió a bordo del proyecto en calidad de productora una vez acabado el rodaje y les sacó las castañas del fuego encontrando el dinero necesario para terminar la fase de postproducción y así poder empezar a mostrar la película en distintos festivales.
Lo dejamos aquí por ahora. La semana que viene hablaremos de los aciertos y los errores de Moon respecto al tratamiento de los aspectos científicos, y en la tercera parte analizaremos los detalles de la trama, identificaremos los grandes temas que se tratan en el relato y veremos que, con inteligencia y un poco de esfuerzo por nuestra parte, podemos conseguir mucho a partir de muy poco también en el terreno existencial.
 
 

2 comentarios:

Ernesto dijo...

habrá que verla ;)

Kalonauta dijo...


Supongo que hasta el martes 12 no habrá spoilers por aquí, así que todavía tienes un poco de margen... De verdad que es altamente recomendable; a mí me encantó, y tengo la sensación de que a ti también te gustará.

¡Un saludo!