Ahora que en Valencia estamos en plena temporada
de festivales de arte urbano, con uno recién celebrado
y otro que acaba de empezar, he
decidido publicar en el blog la segunda tanda de fotos de graffiti tomadas en
mis paseos por la ciudad. Básicamente se podría definir el arte urbano como arte visual y
conceptual hecho en espacios públicos, sobre todo en muros y paredes. La
cultura del graffiti apareció tímidamente en los Estados Unidos en los años
sesenta y setenta, y alcanzó su apogeo a principios de los ochenta, pero la
cosa ha evolucionado mucho (y a mejor) desde entonces… En los ochenta se usaban
solamente sprays para ejecutar los llamados tags, es decir, firmas muy
sencillas del autor, que aún hoy en día se siguen viendo por las calles. La
verdad es que los tags no me transmiten gran cosa; me parecen un ejercicio de
narcisismo al que no le veo la gracia, ya que a veces afean la pared casi tanto
como la típica pintada vandálica hecha a tontas y a locas. Y he de reconocer
que tampoco me gusta el Hip Hop, estilo musical tradicionalmente asociado a la
cultura del graffiti…
Me identifico mucho más con lo que se ha dado en
llamar post-graffiti, una tendencia que apareció en los años noventa y está
bastante más currada, no sólo por su alto valor
estético y por su contenido socialmente relevante sino también por la gran
variedad de técnicas: aparte de una mayor gama cromática de los sprays, ahora
se usan también plantillas, posters, pegatinas, mosaicos o incluso estructuras
tridimensionales. Se supone que el arte urbano ha de ser rebelde, subversivo y provocador, pero a la vez debe
tener cierto estilo y un buen acabado, debe ser bello; si lo que vas a pintar o
escribir en la pared no va a mejorarla, si
no va a aportar nada valioso a tus conciudadanos, entonces más vale que no lo
escribas. En el futuro seguiré colgando de vez en cuando más fotos de las
mejores piezas de la ciudad, que todavía me quedan para dar y vender.
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