El radioastrónomo Frank Drake propuso en 1961 la ecuación que lleva su nombre para estimular el
debate entre los integrantes del programa SETI de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre.
La ecuación es una propuesta para la estimación del
número de civilizaciones inteligentes y con capacidad de comunicación por ondas
de radio en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Este número se obtiene como el producto de varios factores: la
tasa de formación de estrellas similares a la nuestra (de tipo G) en la Vía
Láctea, la fracción de estas estrellas que tienen planetas, el número medio de
planetas por estrella con potencial para albergar vida, la fracción de éstos en
los que acaba desarrollándose la vida de forma efectiva, la correspondiente a
la aparición de vida inteligente y el porcentaje de estas civilizaciones que
llega a desarrollar comunicación por ondas de radio, junto con un último factor
que indica el intervalo promedio de tiempo durante el cual envían señales hacia
el espacio.
Es muy difícil
estimar siquiera el orden de magnitud de varios de estos factores, lo que
impide sacar conclusiones fiables. La primera estimación fue de unas diez
civilizaciones detectables, pero posteriormente se han barajado nuevas
hipótesis que han arrojado algunas cifras un poco más altas y otras (las más)
mucho más bajas. Es posible que la aparición de Vida, inteligencia o tecnología
tengan una probabilidad asociada muy
baja, pero por otra parte es bastante factible pensar que, siendo tan grande
como es el Cosmos, haya muchas Tierras por ahí aspirando a albergar una
civilización avanzada… Así que las matemáticas deberían estar de nuestra parte
en la búsqueda de otras formas de vida: si tenemos un cubo enorme lleno de dados, lo
lógico es que al tirarlos nos salgan muchos seises. Por tanto, teniendo en cuenta que el número de estrellas en la Vía Láctea
oscila entre cien y cuatrocientos mil millones, es extraño que todavía no
hayamos recibido señales desde el
exterior.
El telescopio espacial Kepler, puesto en órbita en
2009, lleva desde entonces explorando los cielos de nuestra galaxia en busca de
planetas en órbita alrededor de otras estrellas, conocidos como exoplanetas.
Estos planetas, lógicamente, son demasiado pequeños como para poder verlos
directamente, pero sí se puede detectar su tránsito por delante de la
correspondiente estrella, que produce temporalmente una pequeña reducción en el
brillo de la misma. Se han encontrado ya miles de exoplanetas, y hay una docena
que podrían teóricamente albergar Vida, orbitando además uno de éstos una estrella de tipo G. Cuando se localiza la posición de un buen candidato, se procede a
detectar si hay emisiones de radio de origen no natural desde ese punto,
utilizando para ello radiotelescopios de gran tamaño como el de Arecibo,
en Puerto Rico, o matrices de varias antenas coordinadas entre sí, como la del
desierto de California.
Esta misma discusión
puede ampliarse al ámbito de todo el Universo conocido; parece ser que el
número total de galaxias en el Cosmos es del mismo orden de magnitud que el
número de estrellas en la Vía Láctea, así que hay donde buscar para un rato
largo… En este caso nuestros telescopios intentan encontrar indicios de la
presencia de una civilización lo suficientemente desarrollada como para ampliar
su área de influencia a la totalidad de su galaxia: lo que llamamos una
civilización de Tipo III. En el escalón inmediatamente inferior tendríamos a
las Tipo II, que sólo son capaces de aprovechar la energía de la estrella del
sistema en el que aparecieron; y después vienen las de Tipo I, que han
conseguido utilizar de forma eficiente la energía de su planeta natal (nosotros
no llegamos ni a esto, siendo ahora mismo de Tipo 0.7
más o menos).
La tecnología
utilizada por una civilización de Tipo III, por muy avanzada que sea, debería
(de acuerdo con las leyes de la Física) dar lugar a la disipación de calor en
forma de radiación infrarroja, y en esta franja del espectro electromagnético
se dedica a buscar por ejemplo el telescopio espacial WISE de la NASA. De
momento se han analizado cien mil galaxias y en ninguna se ha detectado un exceso
de infrarrojos por encima de lo normal, así que no parece que haya otros lugares con inteligencia superavanzada;
aunque teniendo en cuenta que el número total de galaxias es un millón de veces
lo explorado hasta ahora, quizás es pronto para sacar conclusiones…
Ante la falta
de pruebas fehacientes, el físico Enrico Fermi planteó algunos años antes de
1961 la siguiente paradoja, que sigue vigente hoy en día: Si se supone que hay tantas
civilizaciones avanzadas
tecnológicamente como indica la Ecuación de Drake, ¿por qué no ha
contactado todavía nadie con nosotros? ¿Estamos solos en el Universo, contra
todo pronóstico? O como el propio Fermi decía: ¿Dónde está todo el mundo? La única explicación posible es que o bien nuestras
estimaciones teóricas o bien nuestras observaciones experimentales del espacio sean
defectuosas o incompletas.
La Doctora Ellie Arroway de la película Contact,
dirigida por Robert Zemeckis y basada en una estupenda novela del científico y
divulgador Carl Sagan, se refiere a la Ecuación de Drake varias veces a lo
largo de la narración. Al final de la película está resolviendo las dudas de un
grupo de niños que visita la matriz de antenas en la que trabaja, y uno de los
chicos le pregunta si hay alguien más ahí afuera, a lo que ella responde que,
dado el enorme tamaño del Universo, menuda cantidad de espacio desaprovechado
sería si estuviéramos aquí nosotros solos…
Yo tiendo a pensar que, a pesar de ser el resultado de varias casualidades
que nos convierten casi en un milagro, el conjunto de los seres vivos de este planeta
no podemos ser tan especiales como para ser los únicos, teniendo en cuenta lo
vasto que es el Cosmos… La cuestión no es si tenemos vecinos, sino cuan lejos
están y si llegaremos a conocerlos algún día. El tamaño del Universo, que juega
a nuestro favor en cuanto al número de planetas candidatos, nos pone a la vez
la traba, tal vez insuperable, de las inmensas distancias que nos separan. Incluso
mediante el envío de pulsos de radio, que viajan a la velocidad de la luz, la
comunicación entre dos puntos distantes del Cosmos podría ser tan lenta que
resultase imposible en términos prácticos; no digamos ya la posibilidad de
atravesar con una nave el espacio que nos separa y tener un encuentro directo.
Es triste tener el convencimiento de que existen otros planetas con civilizaciones
inteligentes y a la vez la casi absoluta certeza de que nunca entraremos en contacto con ellas… Aun así, seguimos buscando.
Todo lo cual me
lleva a plantearme las muchas similitudes que hay entre el programa SETI y la
búsqueda de una pareja compatible a nivel sentimental e intelectual con la que
poder compartir mi tiempo en este Mundo… La próxima semana hablamos de ello.
2 comentarios:
Hola Kalonauta! A mi la ecuación de Drake me parece muy forzada, al igual que todas estas fórmulas que intentan abstraer tanto (Eduard Punset hizo una de la felicidad, ni más ni menos!....) . Están bien para analizar factores que se han de tener en cuenta para analizar el problema, pero en plan descriptivo (a lo cual, por otro lado, tampoco hay que quitarle mérito).
Otra cosilla en torno al asunto. El tema de la probabilidad de encuentro. ¿Cómo se rastrea la inmensidad del Universo? ¿Hacia donde apuntar las antenas? La posibilidad de que se escape algo es elevada. Pero si es que a veces es complicadísimo encontrar alguna emisora de radio que te einterese, no sé si me explico.....Y aquí trabajan más ondas que la FM, aquí se trabaja con todas.....es como encontrar una miniaguja en un superpajar....
Y poc que decir más...
Paz y prosperidad.
Hola, Rojo, ¿qué tal?
Efectivamente, la Ecuación de Drake se planteó más para animar el debate sobre la búsqueda de inteligencia extraterrestre que para obtener predicciones precisas... Sirve simplemente para abordar el problema de forma cualitativa y tratar de centrar los objetivos básicos. En cuanto a por qué no hemos encontrado todavía indicios de vida extraterrestre de ningún tipo, puede haber varias razones: hemos empezado a buscar hace relativamente poco, así que puede que sea sólo cuestión de tiempo; o puede que las civilizaciones más avanzadas no utilicen radiofrecuencias para comunicarse, sino otro tipo de proceso que aún no conocemos; o puede que estas civilizaciones sepan de nuestra existencia pero se oculten de nosotros por alguna razón que ignoramos... En el enlace sobre la Paradoja de Fermi tienes bastante más información sobre este tema.
¡Gracias por comentar! ¡Un saludo!
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