lunes, 10 de noviembre de 2014

Dar Cera, Pulir Cera


Durante meses he tenido entre mis notas para el blog una bonita historia acerca de la etimología del adjetivo “sincero, sincera”… Según este relato, los antiguos griegos eran auténticos expertos en hacer figuras en mármol. A menudo, si no se trabajaba con cuidado la escultura, se producían imperfecciones en su superficie, lo cual naturalmente le quitaba valor a la obra. Algunos artesanos cubrían entonces estas grietas con una cera especial, después la pulían y la figura aparentaba estar perfecta; pero cuando era expuesta al calor del sol la cera se derretía poco a poco y quedaban al descubierto las cicatrices de la piedra, con lo que se veía el engaño. Por eso era frecuente encontrar en los puntos de venta de estas piezas inscripciones que decían: “Se venden figuras en mármol puro, sin cera”… Y de ahí derivó el adjetivo “sincero, sincera”.




Imaginaos cuál sería mi desilusión cuando hace un par de días hice una búsqueda más exhaustiva en Internet, para recabar información adicional, y descubrí que esta etimología popular no tiene ningún fundamento… De hecho, existen varias versiones distintas de la historia que cambian diferentes detalles, siendo a veces bronce en lugar de mármol, y romanos o renacentistas en lugar de griegos; incluso otra de las explicaciones presuntamente inventadas tiene que ver con las máscaras de cera de los actores del teatro griego, máscaras que al parecer ni siquiera estaban hechas de cera.

La etimología más razonable, con la que están de acuerdo la mayoría de especialistas, indica que la palabra “sincero” contiene la raíz indoeuropea “sem”, que significa “uno” y que aparece también en “simple”, “sencillo” o “singular”. Procede pues de la palabra latina “sincerus”, cuyo principal significado era “puro, libre de mezcla”, y que se podía utilizar por ejemplo para el aceite virgen y para otras sustancias como la leche o la miel… Aparte de la conexión anecdótica en este último ejemplo, no hay ninguna relación con la cera. Extendiendo el significado original a una persona, alguien sincero es el que dice las cosas sin dobleces, sin mezclar verdades con mentiras.

Resulta irónico: ni siquiera con el origen de la palabra “sincero” podemos fiarnos de que lo que cuentan por ahí sea Verdad; vamos, que hasta la propia explicación de la cera tiene grietas cuando la inspeccionas con más cuidado. Esto me recuerda aquel refrán que daba título al tercer disco del grupo Extreme: “Cada historia tiene tres versiones: la tuya, la mía y la Verdad”. En este Mundo caótico e infoxicado en que vivimos casi debería ser obligatorio contrastar las informaciones con varias fuentes fiables distintas, pero parece que hay por ahí suelta mucha gente que se rige por otra máxima distinta: “Nunca dejes que la Verdad te estropee un buen relato”.




Habiendo quedado claro que la historia de las figuras de mármol y la cera es falsa desde el punto de vista etimológico, ¿deberíamos descartarla totalmente y olvidarnos de ella? El símil es tan apropiado que da lástima hacerlo… Al fin y al cabo, eso es lo que sugieren los conceptos de sinceridad, honestidad o integridad: una personalidad sin fisuras. La Verdad aguanta el paso del Tiempo como las estatuas sin imperfecciones aguantan la sucesión de incontables veranos e inviernos; y del mismo modo que una grieta acaba haciéndose más grande con el paso de los años y parte la pieza en dos, la mentira acaba descubriéndose también tarde o temprano (Ya sabéis, antes se coge a un mentiroso que a un cojo)… Así que no desechemos esta historia, ya que nos ayuda a recordar el auténtico significado de la palabra “sinceridad”; pero seamos en todo momento conscientes de que es sólo un bonito cuento, no el verdadero origen de la palabra.

Llegados a este punto, es necesario dejar bien claras las diferencias entre la poesía y la mentira. La metáfora es una figura retórica que consiste en identificar algo real con algo imaginario o evocado a lo que se asemeja en ciertos aspectos, siendo la finalidad de esta comparación el poner más énfasis en la cualidad que comparten y conseguir así un efecto descriptivo de mayor intensidad y fuerza poética. Una metáfora pura es aquella en la que sólo aparece citado el elemento imaginario, y el elemento real se omite aunque se sobreentiende; su uso es lícito, y de hecho las nuevas palabras de las lenguas en la antigüedad se fueron generando en gran medida a través de metáforas puras… pero lo importante es no olvidar el elemento real de la comparación, aunque no aparezca explícitamente.

Los poetas, por tanto, utilizan metáforas para dejar bien clara su fascinación ante las maravillas de este Mundo; sus versos no son mentiras porque ayudan a la gente que los lee a valorar la Belleza que les rodea. Cuando un poeta se refiere a su amada hablando de las perlas de su boca o los zafiros de sus ojos, todos sabemos que lo de las perlas y los zafiros no hay que tomárselo al pie de la letra, pero entendemos que debe ser una mujer muy hermosa… Todo esto se aplica no sólo a poemas cortos, sino también a relatos más largos en prosa y a determinadas explicaciones de carácter mítico venidas a menos: Por ejemplo, cuando en la mañana del seis de enero un papá o una mamá les dicen a sus niños que han venido los Reyes Magos y han dejado regalos, ¿les están mintiendo? No; sólo les están explicando la realidad de otra forma, para que vean el Mundo con los ojos de un poeta… Pero a medida que pasen los años el cariñoso guiño de complicidad implícito en sus palabras se irá haciendo más y más explícito; ellos saben que tarde o temprano los niños tendrán claro que los Reyes no son más que un bonito cuento para explicar el amor de unos padres por sus hijos, lo cual es algo igualmente bonito…




Un amplio abanico de temas muy interesantes, todos ellos relacionados con la Verdad y las mentiras, se abre a partir de este punto… Ya os he prometido varias veces contaros algo sobre la relación entre Verdad y realidad, y sobre cómo las grandes historias, por la poesía que hay en ellas, tienen el poder de transmitir verdades como puños a pesar de no haber ocurrido en el Mundo real; lo dejamos pendiente una vez más, aunque algo hemos esbozado ya aquí. Por otra parte, más adelante hablaremos de la homeopatía, la astrología y otras pseudociencias, y veremos que todo aquel que miente a sabiendas y que confunde y perjudica a otros con sus mentiras no es un poeta sino un agente del caos. También escribiré, y esto sí será dentro de muy pocas semanas, una entrada (o dos) acerca del Método Científico como herramienta infalible en la búsqueda de la Verdad en determinados campos del Conocimiento… En cuanto a la historia de las estatuas, tiene gracia la cosa: al principio creía que no iba a poder usarla, y ya veis que al final me las he arreglado bastante bien… Nunca dejes que una mentira te estropee una entrada del blog.

No hay comentarios: