Durante meses he tenido entre mis notas para el blog una bonita historia
acerca de la etimología del adjetivo “sincero, sincera”… Según este relato, los antiguos griegos eran auténticos
expertos en hacer figuras en mármol. A menudo, si no se trabajaba con cuidado la
escultura, se producían imperfecciones en su superficie, lo cual naturalmente
le quitaba valor a la obra. Algunos artesanos cubrían entonces estas grietas
con una cera especial, después la pulían
y la figura aparentaba estar perfecta; pero cuando era expuesta al calor del
sol la cera se derretía poco a poco y quedaban al descubierto las cicatrices de la piedra, con lo que se veía
el engaño. Por eso era frecuente encontrar en los puntos de venta de estas
piezas inscripciones que decían: “Se venden figuras en mármol puro, sin cera”… Y
de ahí derivó el adjetivo “sincero, sincera”.
Imaginaos cuál sería mi desilusión cuando hace un par de días hice una
búsqueda más exhaustiva en Internet, para recabar información adicional, y
descubrí que esta etimología popular no tiene ningún fundamento… De hecho,
existen varias versiones distintas de la historia
que cambian diferentes detalles, siendo a veces bronce en lugar de mármol, y
romanos o renacentistas en lugar de griegos; incluso otra de las explicaciones
presuntamente inventadas tiene que ver con las máscaras de cera de los actores del teatro griego, máscaras que al
parecer ni siquiera estaban hechas de cera.
La etimología más razonable,
con la que están de acuerdo la mayoría de especialistas, indica que la palabra
“sincero” contiene la raíz indoeuropea “sem”, que significa “uno” y que aparece
también en “simple”, “sencillo” o “singular”. Procede pues de la palabra latina
“sincerus”, cuyo principal significado era “puro, libre de mezcla”, y que se
podía utilizar por ejemplo para el aceite virgen y para otras sustancias como
la leche o la miel… Aparte de la conexión anecdótica en este último ejemplo, no
hay ninguna relación con la cera. Extendiendo el significado original a una
persona, alguien sincero es el que dice las cosas sin dobleces, sin mezclar
verdades con mentiras.
Resulta irónico: ni siquiera con el origen de la palabra “sincero” podemos
fiarnos de que lo que cuentan por ahí sea Verdad; vamos, que hasta la propia
explicación de la cera tiene grietas cuando la inspeccionas con más cuidado. Esto
me recuerda aquel refrán que daba título al tercer disco del grupo Extreme:
“Cada historia tiene tres versiones: la tuya, la mía y la Verdad”.
En este Mundo caótico e infoxicado en que vivimos casi debería ser obligatorio
contrastar las informaciones con varias fuentes fiables distintas, pero parece
que hay por ahí suelta mucha gente que se rige por otra máxima distinta: “Nunca
dejes que la Verdad te estropee un buen relato”.
Habiendo quedado claro que la historia de las figuras de mármol y la cera
es falsa desde el punto de vista etimológico, ¿deberíamos descartarla
totalmente y olvidarnos de ella? El símil es tan apropiado que da lástima
hacerlo… Al fin y al cabo, eso es lo que sugieren los conceptos de sinceridad, honestidad o integridad:
una personalidad sin fisuras. La Verdad aguanta el paso del Tiempo como las
estatuas sin imperfecciones aguantan la sucesión de incontables veranos e
inviernos; y del mismo modo que una grieta acaba haciéndose más grande con el
paso de los años y parte la pieza en dos,
la mentira acaba descubriéndose también tarde o temprano (Ya sabéis, antes se coge a un mentiroso que a un
cojo)… Así que no
desechemos esta historia, ya que nos ayuda a recordar el auténtico significado
de la palabra “sinceridad”; pero seamos en todo momento conscientes de que es
sólo un bonito cuento, no el verdadero origen de la palabra.
Llegados a este punto, es necesario dejar bien claras las diferencias entre
la poesía y la mentira. La metáfora
es una figura retórica que consiste en identificar algo real con algo
imaginario o evocado a lo que se asemeja en ciertos aspectos, siendo la
finalidad de esta comparación el poner más énfasis en la cualidad que comparten
y conseguir así un efecto descriptivo de mayor intensidad y fuerza poética. Una
metáfora pura es aquella en la que sólo aparece citado el elemento imaginario,
y el elemento real se omite aunque se sobreentiende; su uso es lícito, y de
hecho las nuevas palabras de las lenguas en la antigüedad se fueron generando
en gran medida a través de metáforas puras… pero lo importante es no olvidar el
elemento real de la comparación, aunque no aparezca explícitamente.
Los poetas, por tanto, utilizan metáforas para dejar bien clara su fascinación
ante las maravillas de este Mundo; sus versos no son mentiras porque ayudan a
la gente que los lee a valorar la Belleza que les rodea. Cuando un poeta se
refiere a su amada hablando de las perlas de su boca
o los zafiros de sus ojos, todos sabemos que lo de las perlas y los zafiros no
hay que tomárselo al pie de la letra, pero entendemos que debe ser una mujer muy
hermosa… Todo esto se aplica no sólo a poemas cortos, sino también a relatos
más largos en prosa y a determinadas explicaciones de carácter mítico
venidas a menos: Por ejemplo, cuando en la mañana del seis de enero un papá o
una mamá les dicen a sus niños que han venido los Reyes Magos y han dejado
regalos, ¿les están mintiendo? No; sólo les están explicando la realidad de
otra forma, para que vean el Mundo con los ojos de un poeta… Pero a medida que
pasen los años el cariñoso guiño de complicidad implícito en sus palabras se
irá haciendo más y más explícito; ellos saben que tarde o temprano los niños tendrán
claro que los Reyes no son más que un bonito cuento para explicar el amor de
unos padres por sus hijos, lo cual es algo igualmente bonito…
Un amplio abanico de temas muy interesantes, todos ellos relacionados con
la Verdad y las mentiras, se abre a partir de este punto… Ya os he prometido
varias veces contaros algo sobre la relación entre Verdad y realidad, y sobre
cómo las grandes historias, por
la poesía que hay en ellas, tienen el poder de transmitir verdades como puños a
pesar de no haber ocurrido en el Mundo real; lo dejamos pendiente una vez más,
aunque algo hemos esbozado ya aquí. Por otra parte, más adelante hablaremos de
la homeopatía, la astrología y otras pseudociencias,
y veremos que todo aquel que miente a sabiendas y que confunde y perjudica a
otros con sus mentiras no es un poeta sino un agente del caos.
También escribiré, y esto sí será dentro de muy pocas semanas, una entrada (o
dos) acerca del Método Científico como herramienta infalible en la búsqueda de
la Verdad en determinados campos del Conocimiento… En cuanto a la historia de
las estatuas, tiene gracia la cosa: al principio creía que no iba a poder usarla,
y ya veis que al final me las he arreglado bastante bien… Nunca dejes que una
mentira te estropee una entrada del blog.
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