Ya en su día hablamos del relato corto Cadenas, de 1929, en el que el
escritor Frigyes Karinthy planteaba por primera vez (al menos que nosotros
sepamos) la idea de los Seis Grados de Separación,
según la cual cualesquiera dos personas de los más remotos rincones del Planeta
estaban siempre conectadas entre sí por una cadena de no más de seis eslabones
(y siete individuos en total), uniendo cada eslabón a dos amigos o conocidos.
La entrega de hoy será una especie de continuación de aquella en la que
jugamos, hace ya casi tres años,
con el Oráculo de Kevin Bacon,
que consistía básicamente en aplicar esta idea al mundo de los actores y
actrices de Cine, consistiendo el nexo de unión en ese caso en haber trabajado
juntos en la misma película. Alguna vez he pensado que se podría idear un juego
parecido con bandas de Rock
u otros estilos musicales (en lugar de películas) y con los músicos que han tocado en ellas
en algún momento de su historia (en lugar de actores)… pero mejor no salirnos
del tema que nos ocupa.
Hoy podemos seguir hablando de conexiones entre personas
en el cine y la televisión, pero no desde el punto de vista de los actores,
sino de los personajes de las historias, una idea que ya se ha tocado muchas
veces en series y películas. Hace unos diez años, por ejemplo, pasaron una
serie llamada Six Degrees en la
que varios neoyorquinos influían unos en las vidas de los otros mediante una
intrincada red de coincidencias… Fue cancelada tras trece episodios por baja
audiencia, y no recuerdo bien si en España llegaron a emitirlos todos o no;
tampoco me importó demasiado, porque aunque la idea resultaba atractiva la
ejecución era bastante mala, no parecía que los guiones acabasen de tomar una
dirección muy concreta.
La serie Perdidos exploraba entre
otras muchas cosas el concepto de los Seis Grados de Separación, ya que muchos
de los personajes se habían conocido antes del accidente del avión de Oceanic, o
estaban íntimamente relacionados entre sí (a nivel de uno o dos grados), aunque
a veces no eran conscientes de ello. En este caso las coincidencias,
aunque difíciles de seguir, sí estaban tratadas con más ingenio; me gustaba
toda esa intrincada red de relaciones entre unos y otros. Y como tercer y
último ejemplo, la peli Babel, de
Alejandro González Iñárritu, también juega con el concepto de varias personas
de distintos continentes (un matrimonio norteamericano, la mujer mejicana que
cuida a los hijos de este, un par de chicos marroquíes y una adolescente
japonesa sordomuda) que aparentemente no tienen nada que ver los unos con los
otros (la mayoría de ellos ni siquiera llegan a conocerse) y cuyos destinos sin
embargo acabarán entrelazados, en este caso por el disparo de un rifle.
Dejemos la ficción y volvamos a la realidad, y comprobemos que
efectivamente los 7.500 millones de personas
actualmente sobre la faz de la Tierra estamos mucho más conectados de lo que
pensamos. La totalidad de la población humana cumple las condiciones de lo que
en Teoría de Redes se llama Mundo
Pequeño: un sistema o red de elementos discretos y relacionados entre sí en el
que, a pesar de haber un gran número de nodos o elementos, es posible encontrar
rutas muy cortas que conecten dos nodos cualesquiera. Esto suele ser posible
gracias a la existencia de los llamados nodos centrales, con un número
inusualmente alto de conexiones (En Internet a los nodos de este tipo se les ha
llamado a veces “Kevin Bacon”).
Un conocido experimento a cargo del psicólogo social Stanley Milgram
para demostrar la teoría del Mundo Pequeño implicó el envío de un gran número
de cartas por correo postal a finales de los sesenta. El estudio consistía en
seleccionar al azar dos personas de ciudades alejadas entre sí e intentar
averiguar cuántos grados de separación había entre ellas. Para ello se le daban
a la persona inicial algunos datos sobre la persona objetivo y se le pedía que
enviase una carta a un amigo o pariente al que conociera personalmente y que tuviese
más probabilidades de conocer personalmente al destinatario, además de una
tarjeta a la Universidad de Harvard para poder hacer el seguimiento del
proceso. Se comprobó que la longitud promedio de las cadenas que llegaron a su
destino era de unas seis personas…
Posteriormente se llevaron a cabo experimentos similares a mayor escala, con
e-mails en vez de cartas postales, y los resultados obtenidos fueron a grandes
rasgos similares a los del experimento original.
También cumplen la definición matemática de Mundo Pequeño
las estructuras de otros sistemas como Internet, la red eléctrica de los
Estados Unidos (con sus más de 5.000 centrales de energía) o el conjunto de empresas comerciales a lo
largo y ancho del planeta; e incluso se ha comprobado que cumplen estas
condiciones algunas estructuras de tipo biológico y no social, como el sistema
nervioso de determinados animales sencillos, que resultan más fáciles de
investigar. Es importante conocer cómo funcionan este tipo de sistemas porque a
través de estas redes se propaga no solo energía o información (ya sea veraz o
falsa, útil o inútil) sino también virus (informáticos en el caso de Internet,
biológicos en el caso de la población humana), averías o crisis,
y conocer cómo se propagan ayuda a detenerlos más rápido, o al menos minimizar
sus efectos.
El análisis de la estructura de las redes sociales mundiales, no solo en
Internet sino a un nivel más amplio, es útil también para tratar de comprender
por qué algunos libros
o películas tienen un gran éxito
de público mientras que otros igualmente buenos no lo tienen. O en general por
qué algunas ideas calan más en la sociedad que otras, dependiendo de cómo,
cuándo y desde dónde han empezado a expandirse… Y lo que es más importante:
este conocimiento puede resultar clave para llegar a más votantes en unas
elecciones, como demuestra el reciente triunfo del Partido Popular aquí en
España, a pesar de todos sus chanchullos y su corrupción, gracias al uso del
microtargeting en Facebook.
El hecho de
que el Mundo se haya vuelto aparentemente más y más pequeño se ha debido a
varios factores, entre los cuales se cuentan el establecimiento de una tupida
red comercial a nivel planetario, la aparición de medios de transporte cada vez
más rápidos, seguros y baratos que facilitan los viajes largos,
los avances en las tecnologías de la información y la comunicación… Todos estos
procesos empezaron a acelerarse hace unos quinientos años, con el descubrimiento
de América y la revolución científica moderna, y cogieron una velocidad de
vértigo durante el pasado siglo, llevándonos a lo que hoy se conoce como Globalización.
Es una cuestión de simple Matemática, y aunque los detalles exactos son
complejos y no me voy a meter en ellos, los conceptos básicos son bien sencillos
de comprender: si cada persona conoce a otras N personas y encontramos todas
las posibles cadenas de n eslabones que partan de una persona determinada
(suponiendo que ninguno tenga conocidos comunes, lo cual es mucho suponer)
obtenemos un valor de N elevado a n, que puede ser realmente grande (7.500
millones, por ejemplo) aun con valores de n menores que seis, siempre y cuando
el N sea suficientemente alto. El número de personas conectadas crecerá por
tanto exponencialmente
con el número de eslabones en la cadena. A medida que se van viendo facilitadas
la comunicación entre personas y los viajes largos aumenta también el número de
conocidos N de una persona determinada, y por tanto los números en los cálculos
para cada eslabón.
Las celebridades de uno u otro campo que aparecen en los medios de
comunicación y que se mueven constantemente por todo el Mundo actúan como los
nodos centrales de los que hablábamos unos párrafos más arriba, disminuyendo
así el solapamiento entre los distintos grupos de conocidos que habíamos
obviado para nuestro cálculo rápido de antes… Las personas que se marchan a
vivir a otro país también actúan como nexos que tienden hilos más largos
en la red y ponen a distintos grupos humanos geográficamente muy distantes a
menos grados de separación unos de otros. Y por otra parte las personas
auténticas y originales, que no responden a un cliché y que se mueven en muy
diversos ámbitos, son también nexos interesantes y a tener en cuenta a la hora
de hablar de interconectividad a nivel global. Ya os conté en una ocasión que yo
mismo actúo a veces de nexo entre distintos entornos de la sociedad valenciana… Y no
soy el único, por supuesto: Valencia es una ciudad pequeña y muy a menudo
descubro que dos amigos míos procedentes de ambientes completamente opuestos
también se conocen entre sí, y a veces por las razones más insospechadas y
difíciles de imaginar a priori.
También os he comentado en otras ocasiones que prefiero relacionarme con
mis amigos en persona, cara a cara, y no a través de unas tristes líneas de
texto en una pantalla… Desde que aparecieron las primeras redes sociales con
base en Internet, allá por el 2002, el número de conexiones necesarias para
llegar de una persona a otra ha ido disminuyendo poco a poco. Facebook hizo el
año pasado un cálculo bastante cuidadoso (no como el mío de antes) entre sus
1.600 millones de usuarios y llegó a la conclusión de que el número promedio de
grados de separación en esta red social era de tres y medio.
Hace unos pocos años era de cuatro, así que es de suponer que seguirá bajando
en el futuro…
Esto no tiene por qué ser necesariamente bueno: la Red hace que cada vez
estemos más conectados con otros pero también que tengamos menos tiempo para
profundizar en estas relaciones. Las cadenas virtuales que nos unen tienen
eslabones realmente frágiles, y en el fondo en la Web nadie conoce
verdaderamente a nadie. Muchas veces el conjunto de tus amigos de Facebook o
tus seguidores de Twitter no es una verdadera comunidad, sino un triste sucedáneo
en la pantalla de tu móvil en el que puedes añadir o eliminar personas con un
solo click, sin mirar a nadie a la cara ni poner en práctica tus habilidades
sociales… A la mayoría de la gente las redes sociales no les ayudan a ampliar
sus horizontes intelectuales, sino más bien al contrario, les hacen encerrarse
más y más en sí mismos, sin salir de una ilusoria zona de confort
en la que todo es bastante superficial, edulcorado y de color de rosa pero a la
vez vacío y sin apenas sustancia (esto último, junto con la idea de que los
hilos conectores son más bien hilillos finos y endebles, me ha traído a la
cabeza una imagen que describe bastante bien muchos de estos foros de Internet:
más que a las redes de un pescador, firmes y resistentes, se parecen al algodón de azúcar de las ferias, que
cuando lo muerdes se queda en nada). Está claro pues que la Red de Redes es una
herramienta y que tenemos que aprender a utilizarla correctamente, y enseñar
también a las nuevas generaciones cómo hacerlo: esta es una gran
responsabilidad sobre todo para padres y profesores.
Para ir terminando por hoy, volvamos de nuevo a una perspectiva más amplia,
con todos los integrantes de la población mundial relacionándose entre ellos (o
con la posibilidad de hacerlo) tanto en persona como a través de la Red, tanto
de manera superficial como de una forma más plena y productiva… Lo más
interesante del asunto es que todos estos pueblos y etnias que han entrado en
contacto de una forma tan intensa durante el último siglo no habían estado
separados desde siempre… El incremento de la movilidad de las personas
y de la facilidad para comunicarse en la sociedad actual no han hecho más que reunir de nuevo a los hijos de los
que en su día habían estado juntos, en el nordeste de África, desde el
nacimiento de nuestra especie.
Todo esto lo veremos con más detalle en una próxima entrada del blog dedicada
a explorar el intervalo de Tiempo comprendido entre la aparición del Homo
Sapiens y la invención de la Escritura (y con ella el comienzo de la Historia
propiamente dicha). Baste decir por ahora que las lentas pero constantes
migraciones producidas desde África y en todas direcciones, sobre todo en los últimos 60.000 años,
habían hecho que las costumbres, el lenguaje y hasta los rasgos y el color de
la piel fuesen cambiando y diversificándose en las distintas regiones del Mundo,
y con el paso del Tiempo nos habíamos olvidado de que procedíamos todos del
mismo lugar… Esta pérdida de la memoria del Pasado, la gran celeridad del
reencuentro hace pocos siglos en comparación con la lenta diáspora anterior y
por último el gran aumento en el número de individuos en combinación con la
escasez de los recursos disponibles han sido los causantes en muchos casos de
incomprensión, desconfianza y conflictos
entre distintas comunidades que en realidad eran hermanas sin ellas saberlo.
Y si ahora, gracias a los estudios genéticos de las distintas etnias humanas, ya conocemos los detalles de esta nuestra historia en común, una
historia que nos relaciona a los españoles directamente con cualquiera que viva
en China, en Perú o en Australia, ¿no debería ser esta una razón suficiente
para desechar los prejuicios y respetarnos más los unos a los otros,
independientemente de nuestra procedencia? Y es más, ¿acaso no deberíamos
sentirnos aún más ligados si cabe a todos los que viven a nuestro alrededor, a
nuestros vecinos o conciudadanos, independientemente de que los conozcamos
personalmente o no?
Por tanto, la clave está en la cooperación tanto a nivel global (en las
ideas) como a nivel local (en las acciones), que da lugar al curioso término “glocal”… Mantengamos limpias nuestras
calles porque son de todos, pero a la vez no contaminemos el aire que podría ir
a parar al otro lado del Planeta. Ayudemos al que no tiene, ya sea colaborando
con el banco de alimentos de nuestra
ciudad o con una ONG que trabaja en otro continente, porque mañana podríamos
ser nosotros los que necesitemos ayuda. Y apoyemos a los pequeños comercios del
barrio, pero también a los artesanos o campesinos de otros países mediante
productos de comercio justo.
En un Mundo tan interconectado nuestras acciones diarias, por insignificantes
que parezcan, pueden afectar a otras personas, cercanas o lejanas, tanto para
lo bueno como para lo malo. Ser conscientes de estas relaciones es ser
conscientes también de nuestra parte de responsabilidad a la hora de acabar con
las injusticias que todavía se cometen en el Planeta. Todo este Conocimiento
que hemos ido adquiriendo debe servirnos de impulso para tratar de fortalecer
el tejido social a nuestro alrededor e intentar cuidar los unos de los otros
porque, como ya se ha dicho aquí y en otras ocasiones, formamos parte de una
misma gran Familia… La próxima semana, en la quinta y última entrega, extraeremos
más conclusiones útiles de todo lo visto hasta ahora.
Todo está
relacionado entre sí no solo en el Tiempo sino también a través del Espacio:
nuestras acciones aquí y ahora tendrán consecuencias en otros puntos del
Planeta en el futuro próximo o lejano (y no nos vamos más allá de los límites
de la Tierra por acotar un poco el problema, pero está bastante claro que lo
que ocurre fuera también puede afectarnos aquí). A su vez las conexiones
temporales (de las que hablamos en las dos primeras entregas) y las conexiones
transversales al eje cronológico (de las que hablaremos a continuación) también
están ligadas entre sí, formando una inmensa e intrincada tela de araña espacio-temporal de causas y
efectos que es la que confiere gran parte de su Belleza al Mundo en que
vivimos… Y cuando decimos que todo está conectado nos referimos a que lo está
no en un sentido esotérico o espiritual, sino de una forma real, tangible y explicable científicamente.
Solo cuando nos preocupamos por comprender a fondo estas relaciones podemos
actuar en la Vida de forma totalmente coherente, lo cual nos puede beneficiar
tanto a nosotros mismos como a los demás. Hay quienes no se preocupan por
encontrar las respuestas a las
grandes preguntas y aprenden solamente acerca de unos pocos temas inconexos,
especializándose demasiado, con lo que no tienen perspectiva, no ven la imagen
de conjunto, y por tanto nunca llegan a darse cuenta de las incoherencias en
las decisiones que toman… El problema de intentar conciliar los distintos tipos
de Conocimiento que se tienen dentro de un único esquema mental con sentido me
recuerda un poco a esos grandes tablones de corcho
que cuelgan en los despachos de detectives e investigadores en películas
y series, llenos de fotos,
informes, recortes de periódico, post-its con nombres escritos y bolsas de
plástico conteniendo pistas, y tal vez también un mapa de la zona, todo ello
clavado con chinchetas que a su vez quedan unidas por hilos de lana rojos que indican
las relaciones entre los distintos elementos, tratando de atar los cabos sueltos
y encontrar algún patrón oculto entre la maraña de información…
Para rizar el rizo aún más, puede haber conexiones
no solo entre distintos puntos de la Tierra, sino también entre distintas
escalas espaciales, de modo que para descifrar las causas y efectos entre los
distintos niveles a veces tenemos que cambiar de orden de magnitud.
Empezando por la Física de lo pequeño, sabemos que la materia está hecha de
átomos
en cuyos núcleos hay neutrones y protones positivos, orbitando los electrones
negativos a su alrededor. Estas cargas de signos opuestos pueden organizarse
espacialmente de distintas formas, dando lugar así las fuerzas eléctricas a los
distintos tipos de enlace de la Química (covalente, metálico, iónico…).
Una reacción química no es más que una reorganización de enlaces y átomos,
transformándose unas moléculas en otras distintas, y obteniéndose así nuevas
sustancias y materiales con propiedades diferentes, en un proceso que a veces
libera energía y a veces la requiere. Un determinado subconjunto de estas reacciones,
las de ciertos compuestos orgánicos
formados a partir del carbono y un puñado de otros pocos elementos, suponen la
forma en que los seres vivos se defienden de los cambios en su entorno y
consiguen realizar copias similares a ellos mismos, es decir, reproducirse; se
establece así el nexo de unión entre la Química y la Biología.
Conocer cómo
funcionan la Física o la Biología a muy pequeña escala, aunque en principio
parezca algo un tanto abstracto, nos puede ser muy útil en nuestro día a día. ¿Sabíais
que cuando un objeto está caliente es porque sus átomos, en el mundo
microscópico, vibran más rápido? Cuando ponemos dos objetos a distintas
temperaturas en contacto se intercambian energía porque los átomos se están
empujando unos a otros, pasándose parte de las vibraciones. Si ponemos de por
medio una mezcla de gases como el aire, cuyos átomos y moléculas están más
separados, resulta más difícil para las vibraciones transmitirse y para la
energía disiparse: el aire atrapado es por tanto un buen aislante térmico. Los
conocimientos sobre conducción, convección y radiación
nos pueden aportar soluciones creativas a la hora de escoger nuestra ropa o
aislar bien nuestra casa,
y así mantenernos calentitos en las frías noches de invierno. Del mismo modo, y
sin cambiar de estación del año, conocer la Biología de parásitos, bacterias y
virus y su dinámica de transmisión entre unos huéspedes y otros es muy útil
para evitar el contagio de enfermedades que pueden ir desde una simple gripe o resfriado
hasta algo mucho peor.
Aunque no podamos ver ni átomos ni microbios con los ojos, sí podemos
entenderlos, o lo que es lo mismo, verlos con la mente, lo cual nunca viene mal.
Y hablando de
la mente: nuestras neuronas son el eslabón que conecta la Biología de lo
pequeño con otros campos más complejos del Saber. Nuestro cerebro, que en
principio no es más que la combinación de un gran número de pequeñas células
conectadas según patrones que aún desconocemos, es el que da lugar al
pensamiento y a los procesos estudiados por la Psicología, la Lingüística o la Filosofía.
Cuando varios individuos (varios cerebros) cooperan en una misma comunidad o
compiten por los recursos con una comunidad distinta, las relaciones entre
ellos son las que conectan también el nivel anterior de Conocimiento con el
siguiente: Sociología, Economía, Historia, Política… Civilización, en resumen.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, este sistema que nos hemos montado los
Homo Sapiens sobre la faz de la Tierra es de los más complejos que conocemos
hasta ahora, y su comportamiento conjunto de los más difíciles de predecir correctamente.
Pero no
olvidemos que nuestra especie no es más que una entre otras muchas en el
Planeta, si bien, eso es cierto, una que ha conseguido influir de forma
determinante (y no en un sentido positivo) a nivel de toda la Biosfera. A los
dirigentes políticos y los grandes empresarios les vendría muy bien ser conscientes,
antes de tomar decisiones, de que el Planeta entero, la combinación de
Civilización y Biosfera, es un único sistema complejísimo cuyo delicado
equilibrio podría romperse más fácilmente y más pronto de lo que creen. Todo está conectado en la Naturaleza, y ya estamos
empezando a ver las consecuencias a nivel global de nuestra codicia
en el Pasado reciente. Son muchos los fenómenos que conectan los distintos
puntos de la Tierra, al nivel de la Física y la Biología a gran escala:las corrientes oceánicas,
el clima, las migraciones animales, las redes tróficas y cadenas alimentarias…
Todos estos
flujos de materia, sólida, líquida o gaseosa, tanto viva como inerte, llevan
asociados sus correspondientes flujos de energía,
procediendo esta en su gran mayoría del Sol, nuestra estrella, y una pequeña
parte del núcleo terrestre. Un interesante resumen de la historia del Planeta
desde el punto de vista de la energía se nos presenta de forma muy didáctica en
el documental Home, del que ya os
he hablado antes en el blog, y que precisamente hace hincapié en varias
ocasiones en la idea de que todo está conectado. Si no lo habéis visto aún,
realmente os lo recomiendo: tanto las imágenes como el contenido valen la pena…
De cómo la Tierra está íntimamente ligada (y no solo gravitatoriamente) a otros
astros, como el Sol, la Luna o la densa concentración de estrellas de los
brazos espirales y el centro de nuestra galaxia, ya hablamos un poco la semana
pasada, de modo que, como decía antes, no me extenderé más en ello.
Para concluir
por hoy volvamos un poco atrás, al nivel de las Ciencias Sociales, de los
procesos en los que interactúan muchas mentes: en este escalón del
Conocimiento, junto a la Historia, la Economía o la Política, tenemos también
el trabajo en equipo requerido por la Ciencia de alto nivel,
que nos permite comprender mejor cómo funcionan tanto lo pequeño como lo grande,
tanto los átomos como las galaxias… Antes hemos visto que el funcionamiento de un
cerebro humano no tiene más que Física en su base, se reduce a infinidad de
atracciones y repulsiones eléctricas varios órdenes de magnitud más abajo, así
que cuando conseguimos comprender el Universo es como si este se estuviera
comprendiendo a sí mismo (¿Física haciendo Física? ¿Meta-Física? Esta es una de
esas ideas que te dejan la cabeza loca). Podríamos decir por tanto que los distintos
tipos de Vida inteligente
que con toda seguridad hay repartidos por la Vía Láctea y por otras galaxias son
(somos), en cierto modo, la mente del Universo.
Como ya sospechaba
desde que pasé a limpio la primera entrega, la discusión sobre las conexiones
que lo unen todo a nivel espacial me ha quedado suficientemente larga como para
partirla en dos, así que al final serán cinco entregas en total. Dejamos
pendiente para la semana próxima el análisis de los distintos tipos de
relaciones dentro de nuestra sociedad y el hablar del número de grados de
separación entre dos personas cualesquiera en dos puntos cualesquiera del globo
terráqueo (…y sí, antes de que me preguntéis os confirmo que en la mayoría de
casos se pueden contar con los dedos de una mano).
La semana pasada pudisteis leer la primera de las dos entregas en las que
trato de evidenciar las conexiones ocultas a simple vista entre Pasado y
Presente, en aquel caso a nivel histórico. A modo de última observación en este
plano se podría decir que no solo nuestra forma de
vivir, sino también nuestra forma de gestionar y transmitir el Conocimiento
humano viene de muy atrás, si bien es verdad que ha evolucionado con el paso
del Tiempo, desde la transmisión oral hasta Internet, pasando por la escritura, los libros, las bibliotecas o la imprenta.
Y hablando de Conocimiento humano: en esta segunda entrega veremos que no son
solo la Historia o la Arqueología las que nos permiten aprender sobre nuestro
Pasado; hay otras muchas disciplinas científicas que nos facilitan el formular
hipótesis acerca de cómo hemos llegado hasta donde estamos, retrocediendo no
solo a la Prehistoria sino a tiempos en los que ni siquiera existía nuestra
especie o nuestro planeta, lo que en una ocasión llamamos Gran Historia…
Hoy nos encargaremos, por tanto, de buscar las conexiones a nivel evolutivo, geológico y cosmológico.
La Genética y
la Paleontología,
por ejemplo, nos permiten remontarnos más allá de las primeras generaciones de
nuestros ancestros para descubrir
cuáles son las distintas etapas evolutivas
que unen al Homo Sapiens con el primer ser vivo microscópico, aparecido en la
Tierra hace unos 3.500 millones de años. Cuando los periodos de Tiempo son tan
grandes que implican órdenes de magnitud distintos a los de la duración de
nuestras vidas se hace necesario cambiar de escala
y usar cronologías logarítmicas para no perdernos, pero de esto ya hemos
hablado anteriormente en el blog, así que no me extenderé en ello.
Gracias a la
Ciencia hemos aprendido que gran parte del carbón disponible hoy en día se
formó hace unos trescientos millones de años,
en la era Carbonífera, durante un periodo de Tiempo relativamente corto en
términos geológicos. La aparición de árboles con una nueva proteína en su
corteza, la lignina, que no podía ser digerida por los microorganismos,
favoreció la acumulación durante este periodo de un gran número de árboles
muertos apilados que no se descomponían y que posteriormente, por la presión
ejercida por las capas superiores, se convirtieron en carbón, un material con
una alta concentración de energía lista para usar. Más adelante algunas
especies de microorganismos aprendieron a descomponer la lignina y esto ha
hecho que la cantidad de carbón disponible en la actualidad sea limitada. De
forma similar, el petróleo y el gas natural
proceden principalmente de la acumulación de grandes cantidades de plancton
marino hace unos setenta y cinco millones de años, y son también recursos
limitados, no renovables, y mucho menos al ritmo al que los estamos usando
actualmente. Es importante tener esto muy en cuenta para aprender a no
malgastar las reservas de combustibles fósiles que nos quedan: en este caso ser
bien conscientes de las claras diferencias entre el Pasado y el Presente nos
ayudará a evitar problemas en el Futuro.
Otros estudios
científicos apuntan a una relación entre momentos de la Historia terrestre en
los que se produjo un incremento de nuevas formas de Vida y el paso del Sol por
la cercanía de restos de supernovas; por ejemplo, la aparente correlación entre una explosión en las
Pléyades y un aumento en la diversidad de criaturas marinas como los ammonites.
Existe también la hipótesis de que la extinción de los dinosaurios
no fue solo culpa del famoso asteroide de Yucatán, sino que pudo coincidir con
el paso del Sistema Solar por una nube de polvo provocada por el estallido de
una supernova, lo que favoreció los cambios climáticos extremos que cubrieron
de hielo todo el planeta.
Y eso no es todo, estos lazos invisibles que nos unen con el Pasado se
remontan incluso a antes de la aparición de nuestro Sistema Solar. Recuerdo
cómo se me quedó grabada en la memoria la reflexión de Carl Sagan en la serie
Cosmos acerca de que estamos hechos de polvo de estrellas:
los elementos de la tabla periódica que permitieron la química orgánica y la
aparición de la Vida, y por tanto los átomos que forman mi cuerpo y el tuyo
ahora mismo, han sido formados en el corazón de estrellas de generaciones
anteriores a nuestro Sol, y dispersados por esta zona de la galaxia gracias a
las explosiones de supernovas. Eso sin mencionar que nuestros átomos de
Hidrógeno en concreto se remontan a un Pasado todavía más remoto, casi al Big
Bang… Por tanto, se puede decir que no solo formamos parte del Universo: el Universo forma parte de nosotros. ¿Puede haber una conexión más primaria y más ancestral que esa? Rózate
la palma de la mano con un dedo de la otra y mientras sientes el cosquilleo piensa
detenidamente en que se trata de los mismos átomos… ¡Los mismos! ¡Alucinante!
Podríamos terminar
hablando del gran número de afortunadas casualidades
que se han ido encadenando desde el amanecer de los tiempos para dar lugar a la
aparición de la Vida en nuestro planeta… En los segundos iniciales del Big Bang
había un poco más de materia que de antimateria, de modo que no se aniquilaron
por completo, y de esa poca materia extra surge nuestro Universo. Las nubes de
Hidrógeno gaseoso recién formadas tenían pequeñas irregularidades, arrugas que
permitieron actuar a la gravedad dando lugar a largo plazo a la primera
generación de estrellas. Nuestro sistema estelar es de una generación posterior,
lo que explica, como decíamos antes, que contenga átomos de carbono, oxígeno o nitrógeno,
imprescindibles para la Vida; además orbita alrededor del centro de la Vía
Láctea lejos de sus brazos espirales, en un área con menos radiactividad dañina
para nosotros.
La colisión de la Tierra con Tea
hace 4.500 millones de años dio lugar a la formación de la Luna y produjo la
inclinación del eje de rotación, factores ambos que han sido favorables para la
aparición de los seres vivos. Nos encontramos en la mejor zona del Sistema
Solar, con agua en estado líquido, y además la cantidad de agua es la justa
para dejar bastantes regiones de tierra firme, nuestro hábitat actual. Nuestro
campo magnético y nuestra atmósfera nos protegen de la radiación procedente del
Sol, y el cercano Júpiter actúa como atractor gravitatorio, reduciendo el
número de objetos que impactan contra nuestro planeta. Todos estos eventos
afortunados de antaño conectan directamente con nuestro apacible Presente: a
nivel cosmológico se puede decir que tenemos mucha suerte, ya que vivimos en la mejor de las épocas y en el lugar
más adecuado.
Solo una puntualización más: las predicciones que la Ciencia nos permite
hacer con el Conocimiento adquirido no solo nos permiten mejorar nuestra vida hoy,
sino que también nos advierten de que nuestras acciones presentes conllevan una
gran responsabilidad a largo plazo incluso en términos geológicos… Baste
recordar aquella ocasión en la que hablamos de los residuos de las centrales
nucleares, que siguen siendo peligrosos para animales y plantas durante cien mil años…
Y con esto lo dejamos por hoy. Si hasta aquí nos hemos centrado en el Tiempo,
nos falta hablar de cómo casi todo está relacionado también en el Espacio… ¿Os
acordáis de Kevin Bacon? Dentro de siete días volveremos a hablar de grados de separación y de la Teoría
de Redes.