Después de dos semanas hablando sobre el tema, planteémonos la pregunta del
millón: ¿Es realmente infalible el Método Científico? Hoy os daré varias
razones por las que no lo es, aunque como título para la entrada quede bonito e
impactante. Empecemos viendo que esto es así incluso en el caso de un proceso
natural fácil de entender y aplicando el Método correctamente. Los números que utilizamos para describir la Naturaleza y que
sustituimos en las fórmulas para hacer las predicciones no son más que
abstracciones que nos ayudan a simplificar la complejidad de lo observado para no volvernos locos con los pequeños detalles,
pero toda simplificación conlleva un cierto grado de inexactitud, de error. Las medidas experimentales de las variables
independientes tienen siempre una incertidumbre,
de modo que el valor de la variable dependiente, aunque lo calculemos con
nuestras ecuaciones teóricas, tendrá una incertidumbre también. Además, algunos
de los factores que hemos considerado irrelevantes en el proceso lo son en
primer grado pero no totalmente, con lo que no sólo nuestras medidas son una
aproximación: también lo son nuestras ecuaciones. Las
Matemáticas utilizadas pueden ser por tanto exactas en el mundo de las ideas,
pero la Ciencia que se hace con ellas en el Mundo real nunca lo es.
En consecuencia, toda medida o predicción científica que se precie debe
venir acompañada de su margen de error; por ejemplo, puedo decir que el largo
de una hoja de papel es de 29.7 centímetros con un margen de error de 0.1
centímetros. Aunque el científico debe ser humilde y aceptar que ni él ni el
Método son perfectos, debe a la vez tratar de tender a la perfección en la
medida de lo posible y trabajar con la suficiente precisión. Cuanto más pequeño
sea el posible error cometido en una medida en comparación con su valor más probable,
más precisa será ésta. A ello nos ayuda el elegir los instrumentos de medida
apropiados, el utilizar el procedimiento experimental más adecuado a cada caso,
y otra serie de detalles como repetir cada medida varias veces para hacer
promedios o utilizar gráficas para poder detectar y minimizar los errores tanto sistemáticos como aleatorios.
Vemos pues que es imposible alcanzar una certeza absoluta sobre las cosas y
hacer predicciones exactas. El objetivo de la Ciencia es el de reducir al
máximo la incertidumbre acerca de lo que nos depara el Futuro, pero siempre nos
quedará algo de duda… Aunque pueda parecer que al dar los resultados con
márgenes de error los científicos no están seguros de sus conclusiones, en
realidad es todo lo contrario: con las incertidumbres los científicos especifican
hasta qué punto están seguros de sus datos, y cuanto menores son éstas, más
seguros están. El experto que hace sus predicciones con un cierto margen de
error suele ser el que más a menudo da en la diana… ¿Alguien se acuerda de los zorros y los erizos?

Lo explicado
hasta ahora se aplica a casos sencillos, así que imaginad la incertidumbre que podemos
llegar a tener en sistemas mucho más cambiantes, complejos y caóticos, como la
atmósfera terrestre. El tiempo que va a hacer mañana o dentro de una semana
depende de multitud de factores, pero gracias a la potencia de cálculo de los
ordenadores y su capacidad para manejar simultáneamente una gran cantidad de
variables, la precisión de las predicciones meteorológicas
ha ido aumentando de manera asombrosa en los últimos años. Para aquellos que se
quejan de que la Ciencia no tiene nada que ver con la vida real, éste es un
ejemplo clarísimo de Ciencia al más alto nivel de cuyas predicciones estamos
pendientes casi todos, día tras día…
Otro campo cuyas aplicaciones a la vida real son menos evidentes, aunque os
aseguro que las tiene, es el de la Física Cuántica, que trata de describir cómo
se comporta la materia a nivel microscópico. En este caso los sistemas con los
que tratamos tienen un número reducido de elementos, pero al ser éstos de muy pequeño
tamaño su comportamiento es bastante contraintuitivo y difícil de entender para
nosotros, que vivimos en un mundo de tamaño mucho mayor. Por ejemplo, a veces
una partícula puede estar simultáneamente en dos sitios distintos,
siendo necesario para describirla el indicar la probabilidad de que esté en
cada punto del espacio; y en otras ocasiones al mejorar la precisión en la
medida de la posición de una partícula empeora de manera automática la precisión
en la medida de su velocidad, y viceversa… Por tanto, el mundo microscópico
también está regido por la incertidumbre, una incertidumbre de la que no
podemos librarnos por muy buenos que sean nuestros instrumentos de medida o el
procedimiento experimental.

Y la incertidumbre que nos acecha no está relacionada sólo con el valor
numérico de nuestras medidas y predicciones, no: ni siquiera estamos seguros de
que nuestras leyes y ecuaciones sean válidas para siempre. El proceso iterativo
de refinado de una hipótesis, del que hablamos hace dos semanas, no termina
cuando la comunidad científica la da por buena, transformándola en ley. Siempre
cabe la posibilidad de que más adelante se descubra un nuevo fenómeno de la Naturaleza
o se diseñe un nuevo tipo de experimento que no pueda ser explicado
satisfactoriamente por esta hipótesis, en cuyo caso habrá que modificarla de
nuevo o cambiarla por otra totalmente distinta.
A veces la comunidad científica se ve dividida entre dos teorías distintas acerca del mismo campo de
investigación: la primera de ellas da predicciones correctas acerca de los
fenómenos A y B pero no de C, mientras que la segunda teoría explica B y C
razonablemente bien pero no es capaz de describir qué pasa en A… La triunfadora
será la que pueda corregirse de alguna forma para explicar coherentemente los
tres tipos de fenómenos, y cualesquiera otros que vayan apareciendo. De este
modo se tienen en cuenta detalles cada vez más sutiles y se obtienen aproximaciones
cada vez mejores a la Verdad con mayúsculas. La Ciencia no es algo cerrado,
acabado e inamovible; es un work in progress,
algo cambiante, provisional, en continua evolución. Un paradigma científico no
es más que una tregua entre dos revoluciones, entre dos grandes cambios; tarde
o temprano llegará otro paradigma que será mejor.

Para acabar de pinchar nuestra burbuja (nosotros, que estábamos tan contentos
con este Método supuestamente infalible…) resulta que las dudas sobre la
precisión de la Ciencia se producen no sólo a nivel de datos o de leyes, sino
también de campos enteros del Conocimiento, como ya mencionamos la semana
pasada… Llegados a este punto hay que explicar la sutil diferencia entre Ciencia
y Conocimiento: yo diría que el Conocimiento científico es aquella parte del
Conocimiento cuya veracidad es más fácil de comprobar y cuantificar, pudiéndose
así refinar mejor las teorías y por tanto progresar más rápido. En esta categoría
entran sin duda las Ciencias Naturales y de la Salud (Física, Química,
Geología, Biología, Medicina…), con sistemas que, aun siendo complejos en
algunos casos, son también relativamente predecibles.
La cuestión es que la Ciencia, a pesar de ser una herramienta muy potente
para explicar cómo funcionan las estrellas, las moléculas, las células, las
plantas o los circuitos, empieza a fallar cuando tratamos de comprender el
comportamiento de un sistema tan caótico como el cerebro de una persona.
Es fácil comprender cómo trabaja una sola neurona, pero el Homo Sapiens tiene
en la cabeza unos cien mil millones, con mil billones
de conexiones entre ellas y un número aún mayor de posibles patrones neuronales
cuando se activan en mayor o menor grado… Tratar de predecir el comportamiento
humano es mucho más difícil que averiguar si lloverá o no mañana: es más o menos por aquí donde hay que situar la muy difusa
frontera de aplicación del Método Científico.

Y si el
comportamiento de una sola persona, estudiado por la Psicología, es difícil de
predecir, imaginaos el de muchas personas, cada cual de su padre y de su madre,
interactuando… En lo que respecta a la Sociología, la Economía o la Política la complejidad es enorme, el número de factores
que determinan el resultado tiende a infinito y hacer predicciones es mucho más difícil.
En las Ciencias Humanas y Sociales
los fenómenos no pueden reproducirse de manera controlada y
artificial (que es en lo que consiste un experimento), y a veces son por
naturaleza irrepetibles, lo que nos obliga a utilizar una versión descafeinada
del Método Científico que nos permite generar Conocimiento basándonos en la
capacidad crítica de la Razón y encontrando para cada fenómeno una explicación que
sea plenamente coherente con los datos conocidos.
Por último
tenemos la Filosofía
(tal y como se entiende ahora, y no en la antigua Grecia), que es la que intenta
responder las preguntas más difíciles; en este caso podemos usar la Lógica y la
Razón pero no hay evidencia experimental con la que contrastar. La dificultad de abordar la Filosofía de forma metódica y
sistemática radica sobre todo en el
gran nivel de abstracción de los conceptos implicados; es una disciplina que reside
en el mundo de las ideas, y por tanto se hace imposible la comparación con el
Mundo físico en la que se basa la Ciencia actual. En resumen, podemos decir que
a la hora de generar Conocimiento es muy importante tener en cuenta el método
de investigación empleado: trabajar en Física sin usar procedimientos
estrictamente científicos es igual de incorrecto que abordar la Filosofía como
si fuera una ciencia exacta… Y en las disciplinas a medio camino, como la
Psicología, habrá que tener cuidado y utilizar los métodos más adecuados en
cada investigación en particular.

Todo esto me trae a la memoria aquella famosa cita de
Donald Rumsfeld, secretario de defensa de George W. Bush, en una rueda de prensa
en 2002, hablando de la posible relación entre Sadam Hussein y el ataque a las
Torres Gemelas: “Hay cosas que sabemos que sabemos. También hay cosas
desconocidas conocidas, es decir, que sabemos que hay algunas cosas que no
sabemos. Pero también hay cosas desconocidas que desconocemos, las que no sabemos que no sabemos.” Desarrollemos un poco más
esta idea. Creo que alguna vez he usado en el blog ese refrán que dice que cuanto más grande es la isla del Conocimiento, más
larga es la costa de la ignorancia. Cada nuevo descubrimiento realizado por la
Ciencia, cada respuesta obtenida a una pregunta, hace que surjan varias preguntas
nuevas por responder, nuevas incógnitas; cuanto más sabemos, más conscientes somos
de lo mucho que ignoramos.
Es como recorrer las salas de una mansión enorme, laberíntica y misteriosa
y descubrir que cada puerta abierta te lleva a una nueva habitación con varias puertas sin abrir…
Sabemos que no sabemos cuando hemos visto la nueva puerta pero aún no hemos encontrado
la llave para abrirla; es decir, cuando hemos conseguido articular una nueva
pregunta acerca del Universo pero aún no conocemos la respuesta. Mientras
algunos le echan valor y van avanzando poco a poco y con paciencia,
descubriendo nuevas salas y trazando un mapa, hay quienes se han quedado a
vivir en la primera habitación y no se plantean más preguntas porque se creen
que lo saben todo; se mienten a sí mismos y aseguran que eso es todo lo que
hay, como si no viesen las puertas cerradas delante de sus narices. Esta
combinación de vagancia intelectual y soberbia, esta mezcla de ignorancia y
falta de humildad, es la causante de muchos de los problemas e injusticias del
mundo. En varias ocasiones hemos hablado aquí de la gente corta de miras que
simplifica las cosas en exceso y que toma sus decisiones y rige su vida en
función de un número muy reducido e insuficiente de factores, como pueden ser
el dinero,
la juventud
o el atractivo físico…
Y ya sabéis lo mal que me cae esta gente, así que no me voy a extender más sobre
ello aquí.
Hay un tercer grupo de personas (más reducido que el segundo, eso sí) que,
al sentir el vértigo de la inmensidad del Universo y sus misterios, se ponen nerviosas
y se obsesionan por avanzar más rápido, abriendo puertas y más puertas
como si les fuera la Vida en ello, intentando llegar a la última habitación (cuando
en realidad ni siquiera saben si las puertas acabarán alguna vez) y
desesperándose si alguna cerradura se les resiste… Tampoco es muy recomendable
esta angustia por aprenderlo Todo acerca de Todo inmediatamente;
cuanto más te tiemblen las manos, más difícil te resultará conseguir que la
siguiente cerradura se abra, y al final te quedarás atrapado presa del pánico y
sin poder avanzar, como los ignorantes de la primera habitación… En el término
medio está la virtud: se trata de seguir abriendo puertas disfrutando del
proceso, contemplando la decoración de las habitaciones y sin agobiarse demasiado
con las nuevas preguntas que van surgiendo. No hay que tener miedo a no saber;
al fin y al cabo, si consiguiéramos resolver todos los misterios del Universo,
¿qué haríamos después? La Vida se convertiría en algo francamente aburrido… El
Conocimiento debe ser nuestra meta pero no nuestra obsesión.

Podemos decir,
como resumen de la entrega de hoy, que la clave para no pegarnos sorpresas
desagradables cuando nuestras predicciones no se cumplan está en llegar al punto justo de equilibrio entre
Conocimiento e ignorancia, aplicando el Método Científico sólo cuando sea
posible y siendo bien conscientes de que sus resultados no son milagrosos y
también tienen sus limitaciones. Debemos reconocer y aceptar la complejidad del
Universo que nos rodea sin dejarnos avasallar por ella, y combinar a la vez la
humildad ante el Cosmos con el orgullo por
los logros obtenidos con ayuda de la Ciencia… Vaya, esto de la humildad y el
orgullo me ha hecho acordarme de Warren Sánchez.
En contra de lo que os comenté inicialmente, al final esta entrada tendrá
un total de cuatro entregas; no sé para qué abro la boca… A la habilidad de un
grupo de investigación para dividir el resultado de un solo trabajo en varios
artículos científicos, todos con información interesante, se le conoce familiarmente
con el nombre de charcutar, así
que si lo hace la gente de Ciencia ¿por qué no lo iba a hacer yo aquí? Os
podría jurar que la próxima entrega será la última, pero no quiero pillarme los
dedos, así que incluiré un cierto margen de error: la probabilidad de que
acabemos esta entrada en una semana es del 99%. Y después pasaremos a otra
cosa, que no sólo de Ciencia vive el hombre.