lunes, 15 de abril de 2013

¡Es Sólo un Sofá! (IV)

Llegamos hoy a la conclusión de esta larga entrada sobre muebles, reformas, casas y consumismo, y continuamos justo en el mismo punto donde lo dejamos la semana pasada, sacando algunas conclusiones en relación a la burbuja inmobiliaria de los últimos años y a los problemas de paro y desahucios que han surgido después de explotar ésta. Para ello, volvamos a recurrir por última vez a American Beauty. Hace un tiempo comenté en otra entrada que un elemento clave de la película de Sam Mendes son las rosas rojas que aparecen en las fantasías eróticas de Lester Burnham, las mismas rosas rojas que cultiva con esmero su esposa Carolyn (con el mango de las tijeras de podar a juego con los zuecos de jardinería, eso sí: estilo y buen gusto ante todo). Lo que quizá no sepáis es que American Beauty es precisamente el nombre de esta variedad de rosa, cultivada artificialmente para tener una apariencia perfecta. Hay una peculiaridad de este método de cultivo a la que se refirió, hace muchos años, John D. Rockefeller Junior en un discurso acerca del monopolio consolidado por su padre con la Standard Oil Company:
“El crecimiento de un gran negocio radica simplemente en la supervivencia del más apto… La rosa American Beauty sólo puede alcanzar el máximo de su esplendor y ese perfume que nos encanta si sacrificamos otros capullos que crecen a su alrededor. Esto no es una tendencia malsana del mundo de los negocios; es meramente el resultado de la combinación de una ley de la Naturaleza con una ley de Dios.”
Ésta es una cita célebre en la cultura capitalista estadounidense y una metáfora muy representativa de la corriente del darwinismo social, basado en la supervivencia del más fuerte y el crecimiento a toda costa. Así como Rockefeller hijo comparaba entonces las rosas con las empresas, en nuestro escenario actual, posterior a la especulación financiera e inmobiliaria, el paralelismo puede extenderse también a las personas: para que unos puedan costearse unas calidades de lujo en su chalet, otros han tenido que quedarse sin un sitio donde dormir y con la vida hipotecada. Y lo más triste del asunto es que estas personas, a las que con tal de medrar les importa un bledo lo que ocurra a los que están por debajo en la escala social, se desviven luego por proyectar una imagen de éxito de cara a sus iguales o a los que están por encima de ellos, aunque para esto tengan que renunciar a sus propios principios. Un simulacro de Felicidad obtenido a costa del sufrimiento de otros jamás puede ser auténtica Felicidad; la apariencia de Belleza a costa de sacrificar tus principios no es verdadera Belleza.
 
 
Dejadme hacer dos puntualizaciones acerca de lo hablado estas cuatro semanas… En primer lugar, quiero aclarar que si bien en las dos últimas entregas he sido especialmente duro y crítico, no estoy diciendo, ni mucho menos, que los corruptos y los especuladores sean mayoría en nuestro país… pero eso de todos modos no nos libera a los demás de nuestra responsabilidad, porque todos tenemos nuestra parte de culpa, a distintos niveles y en distintos grados, en el proceso que nos ha llevado a la situación actual, y estoy seguro de que algunos de los que lean este blog se reconocerán en algunas de las cosas que critiqué las dos primeras semanas. En segundo lugar: a los que se hayan preocupado por el mobiliario, la decoración y las reformas y al mismo tiempo hayan leído libros, dedicado suficiente atención a sus hijos y donado dinero a alguna ONG, mi más sincera enhorabuena, de verdad (¿Cuál es vuestro secreto? ¿Cómo lo hacéis?). El problema no radica en pensar en las cosas materiales, sino en olvidarse de otras más importantes por estar pensando en ellas… lo cual ocurre en muchos casos de todas formas: las cosas, como son.
Y ya para finalizar, la pregunta del millón: ¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? Es una frase con muchos matices y para contestar tenemos que precisar con cuidado el significado de las palabras… En la época de las vacas gordas y los créditos regalados realmente podíamos pagar todo lo que comprábamos, con lo cual no estábamos por encima… ¿o sí? Teniendo en cuenta que de aquellos polvos han venido estos lodos, yo diría que considerando los resultados a largo plazo sí hemos gastado más de lo que podíamos… Si aun así seguís pensando que la respuesta es no, dejadme reformular la pregunta: ¿Hemos vivido por encima de nuestras necesidades? A esto hay muchos que también responden que no, pero me parece que eso es ver la paja en el ojo ajeno y no querer ver la pestaña en el propio. Es verdad que algunos han vivido mucho más por encima de lo estrictamente necesario que nosotros, pero eso no nos convierte automáticamente en ermitaños del desierto: lo que mucha gente considera un caprichito puede no ser nada al lado de lo de Bárcenas, pero a ojos del que está viviendo en la calle entre cartones es un auténtico despilfarro. Yo he visto muchos ejemplos de esto en mi entorno de clase media, así que mi respuesta es, definitivamente, sí.
Tal vez la pregunta que deberíamos hacernos realmente es: ¿Hemos vivido? ¿Cargarse un montón de objetos a la espalda y estar constantemente pendiente de que no se caiga ninguno es realmente vivir? No nos engañemos: ser infeliz por dentro con tal de parecer feliz por fuera es vivir fuera de uno mismo, y eso, como decía Lester Burnham junto al sofá, no es vivir. Así pues, mi conclusión es que hemos consumido por encima de nuestras posibilidades y hemos vivido por debajo. ¿Y ahora, qué? En cuanto a la primera parte de mi conclusión, la crisis se está encargando de ponernos a cada cual en su sitio. Y en cuanto a la segunda, como ya dije una vez, aún no es tarde para cambiar.
 
 

4 comentarios:

membrillita dijo...

Me recomendaste leer tus últimas entradas... y tenías razón, me han encantado. Me ha gustado especialmente esta última reflexión sobre si hemos 'vivido por encima de nuestras posibilidades': no podría estar más de acuerdo. El que haya quien emplee este argumento para diluir responsabilidades no significa que no haya algo de cierto en muchos casos, el de la vivienda es paradigmático. Así que, querido Mr. Kalonauta... gracias por argumentar mi pensamiento, ahora podré referir a la gente a tu blog en medio de acaloradas discusiones ;)

Kalonauta dijo...


¿Qué tal, Membrillita? Desde luego, los comentarios en el blog son por ahora escasos, pero la calidad (humana y profesional) de los comentaristas compensa con creces esta carencia. :-)

Me alegro mucho de que te haya gustado el blog. En cuanto a lo de enviar aquí a la gente con la que no estás de acuerdo, me ha recordado, no sé por qué, lo que dice el Gran Fele al final de cada una de sus representaciones circenses: "Si os ha gustado el espectáculo, niños, recomendádselo a todos vuestros amiguitos... y si no os ha gustado, recomendádselo a vuestros enemigos".

Por supuesto que puedes remitir a estas páginas (web) a los que no estén de acuerdo contigo ni conmigo, a ver si así se convierten a la Verdadera Fe... pero me encantaría también que hablases del blog a la gente con la que sí estamos de acuerdo, para que como tú puedan encontrar las palabras que describen esa sensación borrosa dentro de su mente... y para que con sus comentarios aquí me ayuden también a mí a concretar otras cosas que quiero expresar pero que se quedan en el tintero por falta de palabras... Así, entre todos y todas, nos ayudamos a tener las cabezas bien amuebladas. ;-)

¡Un besazo, nos vemos! :-)

hope dijo...

Kalonauta y membrillita: me uno a vuestra opinión, aunque me gustaría añadir que la diferencia para mí, es que los mismos que ahora emplean la famosa frase de "vivir por encima de sus posibilidades" para diluir responsablidades, eran conscientes de que se estaba haciendo pero en su momento callaban e incluso animaban a ello, PORQUE CONVENÍA, sin embargo los que "han vivido por encima de sus posibilidades ", no todos pero la mayoría, lo hicieron con la inconsciencia de la magnitud de las consecuencias.

Las margaritas blancas, o las violetas me parecen más bonitas que las rosas :)

Kalonauta dijo...


Por eso mismo creo, Hope, que es imprescindible dar una buena Educación de calidad a los niños desde pequeñitos, para fomentar el pensamiento crítico y que puedan distinguir lo que es conveniente y lo que no, independientemente de lo que haga el resto...

(Aprovecho este comentario para avisar a los lectores en general que posiblemente las próximas semanas suba las entradas nuevas los martes, y no los lunes... Pero no os preocupéis, que aunque tarde las subiré.)

¡Un abrazo, Hope! :-)