lunes, 16 de noviembre de 2015

Bienvenidos al Futuro (III)


Seguimos, en esta tercera y última entrega, hablando de la trilogía de Robert Zemeckis. El final de la película original, en el que Doc le dice a Marty que tiene que acompañarle al Futuro para solucionar los problemas de sus hijos, y que acaba con un rótulo de “To be continued”, no era más que una broma, un guiño al espectador… Pero la acogida del público fue muy buena y unos pocos años más tarde se puso en marcha el rodaje de las secuelas a partir de ese mismo punto de la narración, con Marty y Doc llegando al 21 de octubre de 2015, haciéndose tan sólo un par de ajustes en la historia con respecto a la conclusión de la primera parte… Por cierto, ¿cómo hay que referirse a estas escenas a partir del 21 de octubre? Teniendo en cuenta que hace unas pocas semanas que pasó esta fecha, ¿viajan al Futuro o al Pasado? Bueno, da lo mismo… Al principio a Zemeckis no le gustaba la idea de plantear la acción en el Futuro, porque es imposible predecir cómo será exactamente, y hasta maestros de la talla de Stanley Kubrick habían metido la pata en algunos detalles con anterioridad. Efectivamente, como dijimos en la primera parte de esta entrada, la fecha famosa ya ha llegado y Zemeckis estaba en lo cierto: en general las cosas no son como nos imaginábamos.




La segunda entrega tenía bastantes más tomas de efectos especiales, hechos todos de manera artesanal, utilizando cables o por métodos ópticos, porque el trucaje digital estaba en pañales en aquella época. En particular las escenas partidas utilizando la técnica del Vista Glide, en las que aparecía el mismo actor por duplicado o triplicado interpretando a distintos personajes que incluso interactuaban unos con otros, eran algo que nunca se había visto hasta entonces. También el argumento se complica un poco en este caso, con más idas y venidas en el Tiempo e incluso la aparición de varias realidades alternativas. Aunque no deja de ser ciencia ficción bastante soft, hay que recalcar que hasta el mismo Carl Sagan alabó la verosimilitud de la trama con las distintas líneas temporales.

Si no he perdido la cuenta, en total aparecen en la trilogía seis Hill Valleys distintos: el de 1885, el de 1955, tres variantes de 1985 (la original, la buena y la alternativa mala) y finalmente el de 2015. Parece ser que el tercer acto de la segunda película iba a transcurrir inicialmente en 1967, no en 1955 de nuevo, y que los padres de Marty estarían a punto de concebirlo, pero la idea era que fuesen hippies, y los guionistas pensaron que para entonces ya serían demasiado mayores como para que eso fuese creíble… Me parece que salimos ganando con el cambio, porque toda la parte del Baile del Encantamiento Bajo el Mar contada desde un segundo punto de vista, con dos Martys distintos bambando por ahí (uno para propiciar su futuro nacimiento, el otro para recuperar y destruir el almanaque deportivo), es en mi opinión de lo mejorcito de la trilogía. Tampoco se queda atrás el emocionante final de la peli, con Doc desapareciendo misteriosamente en el Tiempo para acto seguido recibir Marty una carta escrita setenta años atrás



Aprovechando un parón largo en la grabación de Enredos de Familia, que estaba a punto de finalizar, la segunda y tercera partes de la trilogía fueron rodadas de manera ininterrumpida en un total de once meses, con un descanso de sólo tres semanas entre una y otra. Michael J. Fox tuvo un hijo y perdió a su padre durante este año de rodaje, así que fue una etapa bastante intensa de su vida. También debió ser intensa la experiencia de Robert Zemeckis, que durante tres semanas voló a diario de Los Ángeles, donde se hacía el montaje de la parte 2, al norte de California, en Jamestown, donde se estaba rodando la parte 3 de forma simultánea (él mismo confiesa que el montaje de la segunda se resintió un poco por esto). Las películas se estrenaron en 1989 y 1990, y cuando la segunda llegó a las pantallas ya tenían rodadas bastantes escenas de la tercera, con lo que confeccionaron un trailer que se proyectaba justo al terminar, tras el rótulo que indicaba “To be concluded”. En esta época yo ya tenía edad para ir al cine a verlas de estreno, y el trailer me pareció alucinante, me dejó con unas ganas tremendas de conocer el final de la historia.

Sin necesidad de recurrir al trailer, la camisa estampada de Doc en la parte 2, con vaqueros a caballo y un tren a todo gas, ya nos va adelantando algo de lo que ocurrirá en la última peli. En este caso Marty usa el DeLorean, que había permanecido oculto en una mina abandonada durante varias décadas, para viajar a la época del Salvaje Oeste, en 1885, y así impedir que Doc sea asesinado por Buford “Perro Rabioso” Tannen, un forajido antepasado de Biff. Ambos amigos tendrán que ingeniárselas para que el DeLorean alcance los 140 km/h con el depósito de gasolina agujereado. Asistimos a los comienzos de Hill Valley, la construcción de los juzgados y la puesta en marcha del reloj que se pararía setenta años después, en la noche de la gran tormenta eléctrica… Es bastante inquietante pensar que estos decorados de Jamestown quedaron destruidos en 1996 a causa de un incendio iniciado precisamente por un rayo.




Curiosamente, aunque Marty es siempre el hilo conductor de la historia, el peso a nivel dramático recae siempre en otros personajes: la primera película gira en torno a la historia de amor de George y Lorraine, mientras que la tercera gira en torno a Doc y Clara. Tiene gracia también que en esta última parte Mary Steenburgen interprete a Clara Clayton, una mujer del S.XIX que se enamora de Emmett Brown, un viajero del Tiempo del S.XX… Años atrás, en 1979, Mary ya había participado en Los Pasajeros del Tiempo interpretando a Amy Robbins, una mujer del S.XX que se enamora de H.G. Wells, un viajero del Tiempo del S.XIX.

Antes de que se me malinterprete, diré que la peli original me encanta, pero sus minutos finales tienen un ligero tufillo materialista, típico de los años 80, con los dos coches en el garaje típicos del sueño americano, que no me acaba de gustar… Y la segunda parte tiene un final totalmente abierto, satisfactorio sólo porque sabes que en un año se estrenará la siguiente. Por eso la conclusión de la tercera me parece la más conseguida; en general toda esta película es más sencilla, romántica y humana, y tiene ese encanto especial de las partes finales de cualquier trilogía. Cuando aparece en pantalla el rótulo con las palabras “The End” te quedas con muy buen rollito en el cuerpo.




Desde que se estrenaron he visto estas películas infinidad de veces, ya sea por la tele o en los DVDs de la caja que me compré en la FNAC (Jamás olvidaré aquel día: no sé si se habían vuelto locos con las ofertas o si alguien se había equivocado con el precio de la etiqueta, pero me llevé el pack de tres DVDs con extras incluidos por sólo 11 ó 12 euros… ¡Chollazo!). Siempre que las veo descubro nuevos detalles, pero documentándome para esta entrada me he enterado de un montón de cosas que me habían pasado inadvertidas hasta ahora… Por ejemplo, ¿sabíais que, aunque sean casi clavaditos, Marty McFly tiene los ojos claros y su hijo Marty Junior los tiene marrones? Si os fijáis bien, en los primeros planos se puede apreciar. O esto: el camión de estiércol en el que acaba el coche de Biff Tannen en 1955 lleva pintado el nombre “D. Jones”, y en el carro de estiércol en el que cae su antepasado Buford “Perro Rabioso” en 1885 puede leerse “A. Jones”… Hay cosas que nunca cambian, por más que pase el Tiempo. También me he enterado de curiosidades como que al volver a 1985 por última vez Marty era exactamente 14 días, 3 horas y 27 minutos más viejo, o que en la tarde del 12 de noviembre de 1955 hubo simultáneamente tres o cuatro DeLoreans en Hill Valley.

En definitiva, se trata de tres películas divertidas, emocionantes y hechas con cariño que han causado un gran impacto en la cultura popular de los últimos treinta años, tanto en Estados Unidos como en España, y que forman parte de los recuerdos más entrañables de mi adolescencia… Termino ya con un detalle que me parece interesante. En la segunda película, después de visitar la casa del Marty adulto del Futuro, Doc se da cuenta de lo arriesgados que son los viajes en el Tiempo y toma la determinación de destruir el DeLorean y dedicarse a estudiar el otro gran enigma del Universo: las Mujeres. Justo en la misma escena lamenta no poder visitar su época favorita, el Salvaje Oeste… Él no sabe todavía que en la tercera parte cumplirá sus dos mayores sueños: vivir en el Hill Valley del S.XIX y conocer a la mujer de su vida. Pero lo que me parece más curioso es que, a la luz de esta escena, podemos afirmar que las dos grandes pasiones de Emmett Brown eran el Amor y la Ciencia o, en otras palabras, la Belleza y el Tiempo. Fíjate tú, qué casualidad…



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