lunes, 15 de julio de 2013

Simple Pleasures (I)

Hace un tiempo vi la película The Pillow Book, de Peter Greenaway. Una de las referencias vitales de su protagonista es el Diario Íntimo de Sei Shonagon, una mujer que fue dama de compañía de la Emperatriz Consorte en el Japón de hace mil años. Este Diario está compuesto fundamentalmente de listas, entre ellas la lista de las cosas que hacían latir su corazón más deprisa (en el sentido de cosas que le gustaban), como por ejemplo la contemplación de un ciruelo en flor cubierto de nieve, pasar a un lugar en donde juega un niño o dormir en una habitación con olor a incienso.
 
 
Ya en otras ocasiones he hablado de los placeres sencillos de la vida y de las satisfacciones que pueden proporcionarnos si estamos atentos para detectarlos: la Sencillez es elegante, es Belleza. Igual que muchos internautas han hecho ya, yo he querido también confeccionar mi propia lista de pequeños placeres; puede que no estén todos los que son, pero sí son todos los que están:
-Un trago de agua fresca en un caluroso día de verano: lo que mejor me sabe en el Mundo, a pesar de no tener sabor.
-Cocinar mis propios spaghetti cada fin de semana, con una salsa de mi propia invención. Es apostar sobre seguro: un plato fácil de hacer y sin sorpresas, algo que sé que me va a gustar.
-Percibir un olor agradablemente familiar, un olor que me trae buenos recuerdos del pasado.
-Coger por la noche el borde más fino de la sábana y sentirlo entre la yema y la uña de alguno de mis dedos.
-Una ducha fría en verano. O una ducha caliente en invierno.
-Reventar las burbujas del plástico de embalaje.
-Oír desde la comodidad de mi cama el sonido de la lluvia en la calle, y a la vez sentir en la cara y en los pulmones la brisa fresca que la ha traído.
-Percibir el suave sonido de unas tijeras recortando, de un lápiz dibujando o de cualquier otra tarea de tipo manual, especialmente si la lleva a cabo una mujer hermosa.
-Escuchar una canción que me gusta saliendo de un balcón mientras camino por la calle, y que además esa canción en particular sea la banda sonora perfecta para ese instante.
-Ver niños jugando, comprobar que aún queda algo de inocencia en este Mundo (Seguramente esto no estaría en el Top de mi lista si tuviera que comerme veinticuatro horas de inocencia cada día).
-Pasear por el casco antiguo de Valencia.
-Contemplar un hermoso paisaje, como por ejemplo la luna llena sobre los edificios o las puestas de sol de las que ya os he hablado.
-Ver que me ha llegado un e-mail de alguien muy querido con el que no tenía contacto desde hacía tiempo.
-Recibir una sonrisa amplia y sincera de un amigo o una amiga.
-Una conversación sobre un tema interesante con una persona interesante (últimamente esto lo hago menos de lo que me gustaría).
-Ver una buena película, o en general oír o leer una buena historia.
-Aprender algo nuevo sobre las cosas que realmente importan, o descubrir una relación entre dos conceptos que había pasado por alto hasta ese momento (Por eso me lo paso tan bien preparando las entradas del blog).
Aparte de todos éstos, hay otros placeres sencillos, relacionados con el sexo y el cariño, que son fáciles de conseguir… cuando tienes pareja, claro; de ellos hablaremos algún otro día. También he dejado fuera de la lista un ejemplo concreto sobre el que quiero extenderme un poco más: es una fría noche de invierno, después de un duro día de trabajo, y ha llegado la hora de meterme en la cama calentita… Os puedo asegurar que muchas de estas noches se me dibuja en la cara una gran sonrisa de satisfacción, a veces incluso varios segundos antes de entrar en la cama, por pura anticipación del gustito que se me avecina; incluso hay días que me entra la risa floja en cuanto me meto bajo las sábanas, y no puedo parar de reír durante un rato (intentando contenerme, no se vayan a pensar los vecinos que estoy loco). Me da la impresión de que éste es un momento realmente feliz para mí porque en él se conjugan Pasado (he aprovechado bien el día, he aprendido cosas), Futuro (estoy cansado y voy a poder descansar) y Presente (la temperatura bajo las sábanas se va haciendo más y más agradable y su tacto es suave). Esto me recuerda otra cosa: está claro que en nuestra vida diaria tenemos que pararnos de vez en cuando a reflexionar sobre nuestros errores pasados o a intentar predecir las consecuencias de nuestros actos en el Futuro, pero no es lógico vivir constantemente fuera de nosotros mismos, siempre en el Pasado o en el Futuro… También debemos emplear parte de nuestro tiempo simplemente en vivir el Presente, en disfrutar el momento; creo que ésta es una de las claves para ser feliz.
 
 
Pautas tan básicas como disfrutar de los pequeños placeres o vivir el momento son cosas que tenemos muy claras cuando somos niños y que vamos olvidando poco a poco a medida que crecemos, debido al inmisericorde bombardeo de imágenes, datos e ideas que sufre nuestro cerebro en esta sociedad de la información (o debería decir de la infoxicación) en la que nos hallamos. Es difícil después discernir lo importante de lo accesorio y comprender que la solución está en la vuelta a lo esencial, y no todos lo consiguen. De hecho, Nagiko, la protagonista de la peli de Greenaway, no logra confeccionar la lista de cosas que hacen latir su corazón más deprisa hasta cumplir los 28 años. Hay muchas personas que se olvidan de Vivir y les cuesta bastante tiempo (si es que lo logran, como decíamos) darse cuenta de que las cosas más importantes son a veces las que tenemos delante de nuestras narices, las que damos por sentado y no disfrutamos como deberíamos: el trabajo, el ocio, los amigos o la familia. Como decía John Lennon, la Vida es todo lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes.

2 comentarios:

Hope dijo...

Me parece interesante hacer esta lista, aunque la tengo muy clara en mi mente, nunca se me había ocurrido escribirla.

Tenemos más de un par coincidentes y el resto muy similares, y es curioso porque una pienso que es bastante común, la de escuchar la lluvia mientras uno está tan requetebién, aunque para mí esta forma parte de una más grande que es sentirme pequeñita ante la Inmensa Naturaleza (Por eso me gusta tanto estar en silencio entre altas montañas, o en medio de un gran río... ) Y la otra menos común, y que me da un poco la risa, porque creía estar un poco loca por disfrutar con ello: la de hacer explotar las burbujas del plástico de embalaje, jajaja

A mí una que me hace inmensamente feliz, es ser confidente, que las personas que me rodean y quiero me tomen en cuenta, no sólo para los momentos de ocio, sino también para contarme cosas que les preocupa, o sus sentimientos, o cuando necesitan ayuda, o se sienten decaídos, me siento bien cuando alguien que quiero confía en mí y se abre con toda confianza y naturalidad. Creo que hoy la gente en general no lo dice, pero se siente sola porque con eso de tener que ser positivos, parece que demostrar dolor, pena, preocupación... es como símbolo de debilidad y acabamos encerrando esos sentimientos sin compartirlos con nadie. Eso no significa que esté a favor de lo que, por todo lo contrario detesto: Esos programas de televisión en los que la gente va a contar su vida y la de toda su familia, tampoco estoy a favor de que la gente saque un altavoz y se lo cuente a todo el vecindario.
Otro momento que disfruto muchísimo también es cuando alguien demuestra de forma cariñosa, (verbal o gestual) sus buenos sentimientos hacia otra en público sin importarle que otras personas los vean (con medida eso sí, un comentario, un beso, un abrazo...sin pasarse vamos) ;)

Kalonauta dijo...

¡Hola, Hope!

Es verdad que lo de escuchar la lluvia mientras uno está tan requetebién en la camita yo también se lo he oído a muchos amigos y leído a muchos internautas... ¿Será que el calorcito de las mantas y el murmullo de la lluvia nos recuerdan de alguna manera la seguridad que teníamos en el útero materno, mientras flotábamos en la oscuridad del líquido amniótico? Habrá que investigar más sobre esto...

En mi caso, lo de sentirme pequeñito ante la inmensidad de la Naturaleza o del Universo, más que un placer, es algo necesario de vez en cuando como cura de humildad, para bajarnos los humos (yo soy consciente de mi lugar en el Universo, pero parece que mucha gente no se ha dado cuenta aún)... Pero entiendo lo que dices: a veces me pongo a pensar que soy una de las minúsculas piezas que forman este gigantesco puzzle cósmico y me entra un escalofrío muy agradable...

En cuanto a que la gente se abra y comparta sus sentimientos contigo, ya sean buenos o malos, supongo que te refieres no sólo a cuando te cuentan sus penas, sino también a cuando tú intentas ayudarles y hacerles sentir mejor, ¿no? En caso contrario, serías más bien como la Vieja del Visillo (si no entiendes este chiste por no tener tele, dímelo y cuando nos veamos te lo explico). Pero en general sí estoy de acuerdo en que hace falta más comunicación, más conexión entre la gente, efectivamente...

Y en cuanto a demostrar nuestro cariño hacia otras personas en público con besos y abrazos, ¡pues adelante, y yo el primero! ¡Venga, alegría pa'l cuerpo, chicas, que la vida son dos días! :-D

Un besazo, nos vemos :-)