No creo que vuelva a haber muchas entradas del
blog tan extensas como para tener que dividirlas en cinco partes; han sido
muchas entregas y además muy largas, pero es que tanto la película como el tema
dan mucho de sí, espero que os estén resultando interesantes. Aunque se podría
decir que la etiqueta que engloba el contenido de todas las entregas es el cerebro,
cada una de ellas ha tenido un enfoque claramente diferenciado de las demás: la
primera analizaba el tema de la memoria humana desde un punto de vista
científico, la segunda hablaba de Memento sin desvelar demasiado acerca de sus enigmas,
la tercera se centraba en mi propio cerebro y en mi manera de funcionar, y la
cuarta hacía un análisis en profundidad del film de Christopher Nolan. Memento,
como ya hemos visto, es una película acerca de la memoria, de cómo define
nuestra identidad y determina nuestra moral, y de cómo a pesar de su gran
importancia es muy poco fiable… pero también es una película sobre la tristeza
y sobre aprender a superar el dolor de la pérdida. Si estas últimas semanas
hemos hablado de los esfuerzos de Leonard Shelby, y de los míos propios, por
recordar ciertas cosas, hoy hablaremos de nuestros esfuerzos por olvidar otras.
Poco antes de Memento, en 1999, se estrenó una
coproducción hispano-argentina titulada Sé Quién Eres
que también trataba el tema de la amnesia anterógrada. Los personajes
protagonistas de este film de Patricia Ferreira
son un paciente con Síndrome de Korsakoff, interpretado por Miguel Ángel Solá,
y la doctora que lo trata, interpretada por Ana Fernández. La primera vez que
la ve, para él es como un mazazo (pero no de los que dañan el hipocampo, sino
de los buenos) y al instante se enamora de ella perdidamente… Hasta aquí, nada que
no hayamos visto ya en mil películas románticas; la gracia del asunto radica en
que, como él no puede generar nuevos recuerdos, cada vez que se la vuelve a
encontrar ocurre lo mismo, y ella puede percibir claramente el flechazo en su
rostro como si fuese siempre la primera vez, sintiéndose, como es natural, muy
halagada. Me gusta en particular este detalle de la película porque me recuerda
un poco a mi propia experiencia personal.
Mi última relación sentimental (última por ahora,
espero) ha sido la más duradera y la que más ha significado para mí; muchos de
los momentos más hermosos de mi vida se los debo a mi ex pareja. No sólo
conectaba conmigo en más aspectos que la mayoría de la gente, sino que además tenía
(y sigue teniendo) una Belleza, en el sentido más básico y primario de la
palabra, a la que era muy difícil resistirse… y yo no me resistía, por
supuesto. Como ya os he comentado, siempre he sido una persona muy visual, muy
sensorial; no me atraen las relaciones sociales o afectivas a distancia,
basadas sólo en las palabras o en una imagen de mala calidad en una pantalla: prefiero
el contacto directo con la gente. Igual que a Leonard Shelby o a Christopher
Nolan, a mí tampoco me gusta hablar por teléfono
(o por Internet); necesito ver los ojos de una persona mientras hablo con ella,
fijarme en las múltiples claves no verbales de comunicación, en los pequeños
detalles… y no sólo para sacar información, sino también para disfrutar de ellos.
Con mi pareja era exactamente igual: necesitaba tenerla cerca, y lo pasaba mal
cuando se iba fuera durante unos días o unas semanas. En cierto modo me ocurría con ella como al protagonista de Sé Quién Eres: la
abrazaba siempre como la primera vez, la besaba siempre como la primera vez, hacía el amor siempre como la primera vez… el poder
experimentar esto así era una suerte para mí, claro. No acababa de
acostumbrarme a tanta Belleza, y no acababa de creer que yo formara parte
también de esa Belleza.
Ella, sin embargo, se aburría más rápido de todo, o así me lo
parecía a mí: mientras yo me preocupaba más por el fondo que por la forma, intentando
sacar todo el jugo a los placeres sencillos de la vida y disfrutando, cada vez
que repetíamos una experiencia, de nuevos matices (haciéndola por tanto una
experiencia nueva), ella veía las cosas de un modo diferente y se quejaba de la
escasa variedad en nuestras actividades, igual que Leonard se quejaba
de que su mujer leyera una y otra vez el mismo libro.
Mientras mi lema era y sigue siendo
aprender algo nuevo cada día, tratar de comprender los nexos ocultos que lo
relacionan todo en el Universo para poder obrar después de forma coherente, el
de ella parecía ser el de hacer algo nuevo cada día, aunque ella misma no acabara
de entender el sentido, ni la relevancia, ni las consecuencias de dichas acciones.
Emprendía continuamente nuevas actividades y nuevos viajes, tratando de huir de
la rutina, sin darse cuenta de que en realidad estaba tratando de huir de sí
misma, de silenciar esa voz de su cabeza
que le decía cosas que ella no quería
oír. Por esta y por otras diferencias irreconciliables en la manera de ver las
cosas, que no vienen al caso, decidimos terminar la relación al poco tiempo de
empezar a vivir juntos.
Conforme pasaban los meses desde la ruptura, las
discusiones y los enfados, que se recuerdan con la parte más racional de la
cabeza, se me fueron borrando parcialmente de la memoria; pero las partes
buenas, como cuando la acariciaba, la miraba a los ojos o le olía el pelo
recién lavado al tenerla cerca, cosas que se recuerdan con una parte más
primitiva,
más instintiva, más sensorial del cerebro (lo que algunos suelen llamar, como
ya os comenté, “el corazón”), seguían muy vívidas en mi interior… Estas trampas
de la mente pueden ser muy peligrosas si no eres consciente de ellas, así que
cada vez que me acordaba de mi ex y sentía nostalgia de su afecto me obligaba a
mí mismo a recordar también la parte mala para equilibrar, para racionalizar la
situación. Aun así, al principio la echaba de menos muy a menudo.
Otra de las características de mi cerebro, de la
que os hablé hace poco,
contribuía a empeorar aun más la situación: tener una mala memoria episódica
significa que se registran de manera permanente menos hechos en tu cabeza, y
que por tanto el Tiempo percibido avanza más despacio que el Tiempo real,
a no ser que ocurra algo importante y con verdadero significado (algo
semántico) en tu vida o en el Mundo. La consecuencia de esto es que, mientras a
otras personas les resultaría más fácil pasar página y cerrar la herida con tan
sólo centrarse en su trabajo, sus aficiones, sus proyectos o incluso una nueva
relación, para mí era como si la ruptura estuviera aún reciente aunque los
meses pasaran rápido, lo cual hacía la ausencia de ella más dolorosa; incluso
tenía que pensar un momento para recordar si lo habíamos
dejado hacía uno o dos años, dándose la paradoja de que, precisamente por esa
razón, y utilizando las palabras de
Leonard Shelby, no me acordaba de olvidarla
(¿No hay una canción de Mecano que habla de esto?). Igual que a Leonard, se me borraban algunas cosas
que debería recordar, y sin embargo tenía frescas en mi memoria otras que
quería olvidar… ironías del destino.
De todos modos, más deprisa o más despacio todas las heridas
acaban curándose, y aunque me ha costado, hace tiempo que no me duele comprobar
que su lado de la cama está frío; de hecho, ni siquiera considero ya que ese lado de la cama
sea suyo. Mi relación actual con ella es buena, y quedamos un par de veces al año para contarnos qué
tal nos va, pero no me gustaría verla muy a menudo; sé que eso me haría
recordar demasiado un determinado tipo de Belleza que una vez tuve en mi vida y
que se ha desvanecido en el Tiempo. He puesto mis ideas en orden (los que
seguís este blog sois testigos) y ahora estoy seguro de que fue una Belleza muy
grande a lo que renunciamos, sí, pero una Belleza
incompleta, al fin y al cabo; sé que, a pesar del sufrimiento para ambos, fue
mejor así. Ya no pienso tanto en lo que tenía con ella y ya no tengo; me gusta
más pensar que algún día, quizás pronto, podré tener con otra persona lo que no
tenía con ella. Estoy cicatrizando.
Para mi sorpresa, en las últimas reuniones del Aula de Cine me he
enterado de que Memento ha sido la segunda proyección en la Facultad de Filología
con mayor asistencia de todo el año; es curioso cómo una historia sobre un caso de amnesia anterógrada, algo tan
poco frecuente, puede convertirse en película de culto
y conectar tanto con una cantidad tan grande de gente en todo el Mundo… Es lo
que tienen el buen Cine o la buena Literatura: no importa lo raro que sea a
primera vista el protagonista, o lo lejano o imaginario que sea el lugar o el
tiempo en que transcurren, sabemos reconocer las buenas historias porque en el
fondo nos permiten vernos reflejados en ellas y aprender algo sobre nosotros
mismos. En mi caso, todavía hay ocasiones muy de
cuando en cuando en las que, viendo alguna película o escuchando alguna canción
en particular, me acuerdo de mi ex y por unos segundos noto una reacción, como
si se me hubiera metido algo en los ojos; ha debido ser alguna mota de polvo
flotando en el aire, pienso para mis adentros… Como ejemplo de lo primero, ya
hemos hablado de Memento, sin ir más lejos; y en lo que respecta a la Música, pues tres cuartos de lo mismo: tal y como
decían en aquella película de Jonás Trueba,
a veces me da la impresión de que todas las canciones hablan de mí.
6 comentarios:
No os preocupéis, chicos, como si yo no estuviera... Sólo estoy haciendo tareas de mantenimiento del blog: es que los comentarios se oxidan si no se usan durante más de un mes. ;-)
¿Una entrada de diez mil palabras y no se os ocurre nada que decir? ¡Venga, animaos, aunque sean sólo dos líneas! :-)
Vete acostumbrando, Kalonauta del Pasado, porque dentro de tres años, aunque tu círculo de amistades sea más interesante, seguirás sin una nueva pareja, y aunque el número de visitas en el blog haya aumentado seguirás sin recibir comentarios… ¿Quién sabe? Tal vez sólo hace falta esperar un poco más de tiempo… Sólo un poco más… ¡Paciencia!
¡Oh! ¡El Kalonauta del futuro también habla de temas personales!! :-O
Al fin y al cabo, Luiyo, se podría decir que éste es un blog personal; de ahí el batiburrillo de temas, aunque yo siempre intento buscar una cierta coherencia en el conjunto (todos intentamos buscar cierta coherencia en nosotros mismos, ¿o no?).
Aunque de vez en cuando voy dejando caer pinceladas aquí y allá, creo que hace bastante tiempo que no publico una entrada centrada exclusivamente en el tema del Afecto (o la falta del mismo)... Me parece que ya va siendo hora de hacerlo de nuevo; a ver si consigo poner mis ideas en orden a lo largo de las próximas semanas.
Hola, querido Kalonauta, espero con muchas ansias que mi comentario sea leído por ti. Hace unos 2 años conocí la película Memento y desde entonces se ha convertido en mi favorita (intento verla cada mes, cuando mi memoria está fresca de nuevo). Al igual que tú, me he dado a la tarea de investigar a fondo todo el contexto del material audiovisual que los hermanos Nolan nos regalaron hace ya 20 años. Tengo casi 27 años de edad y recién a principios de 2018 pude identificar que tengo una rara condición llamada "Sinestesia del Calendario (podrías investigar si no estás familiarizado), la cuál tiene mucho que ver con la forma en que mi cerebro interpreta el tiempo, aunado al hecho de que mi memoria es muy sistemática al poder asociarla concretamente con fechas. Todo esto hace que mi experiencia con el filme sea aumentada y más disfrutable, por lo cuál sentirme identificado con Leonard es más fácil y directo.
Justamente en mi investigación me encontré con estas entradas tuyas de 2013 y agradezco enormemente tus palabras, redacción, pensamientos y experiencias plasmadas allí. Realmente aprendí muchas cosas al leerte.
Por último, hoy me hice el mismo tatuaje de "Remember Sammy Jankis" en el mismo lugar del protagonista a modo de símbolo, de que hay cosas que debo recordar para que mi identidad esté definida.
Saludos desde Galapa, Colombia.
Me alegro mucho de que te hayan resultado interesantes las entradas, Brian. Sin duda el tema de la memoria y el cerebro es apasionante, y Memento sigue siendo una de mis películas preferidas de Nolan (todavía no he tenido tiempo de ver Tenet). En cuanto a tu nuevo tatuaje, para hacerme la foto que utilicé en el blog yo utilicé simplemente un bolígrafo, pero no cabe duda de que es un concepto potente a la par que elegante.
Muchas gracias por tu comentario, de verdad. Ahora mismo mi vida está un poco patas arriba (en parte precisamente por mi falta de memoria) y el blog anda medio parado, así que es muy gratificante recibir feedback de mis lectores, realmente me anima a continuar subiendo entradas, aunque sean sencillas y con menos periodicidad...
¡Un saludo!
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