lunes, 31 de agosto de 2020

Rebajas

Aquí unas fotos que tomé hace tiempo al pasar frente a un escaparate en la zona del Parterre. Es curioso lo que ocurre cuando le das la vuelta a ciertas palabras y quitas un par de letras…








lunes, 24 de agosto de 2020

Postales desde Roma (II)

He estado ojeando mis entradas antiguas de Postales y me he dado cuenta de que los primeros años mis selecciones eran muy exigentes y reducidas, de solo diez imágenes, dejando fuera muchas fotos de gran calidad, así que hoy me he propuesto hacer una repesca de las descartadas de mi viaje a Roma… Espero que os guste volver a pasear por sus calles una vez más.


Foro di Traiano

Foro di Traiano

Pantheon

Pantheon

Basilica di San Pietro

Basilica di San Pietro

Piazza Navona

Piazza Navona

El Gesù

El Gesù

Santa Maria in Trastevere

Santa Maria in Trastevere

Cupola di San Pietro

Cupola di San Pietro

Boca della Verità

Boca della Verità

Foro di Nerva

Foro di Nerva

Trastevere

Trastevere


lunes, 17 de agosto de 2020

Cambio de Ritmo

A cuatro días escasos del octavo aniversario de La Belleza y el Tiempo he decidido realizar un cambio de ritmo en el blog… A la vuelta de las vacaciones la situación en mi trabajo será complicada y voy a necesitar más tiempo no solo para cumplir plazos sino para poder descansar un poco los fines de semana, así que seguiré publicando cada lunes o martes pero durante una temporada me dedicaré a subir selecciones de mis fotos con distintas temáticas… Supongo que más adelante podré volver a colgar entradas más elaboradas, aunque sea de vez en cuando. Las fotografías de hoy son del Jardín Botánico de Valencia, espero que os gusten.


Copas de los árboles en el Jardín Botánico de Valencia

Gato bebiendo en el Jardín Botánico de Valencia

Estanque del Jardín Botánico de Valencia

Hojas caídas en el Jardín Botánico de Valencia

La luz del sol entre las ramas del Jardín Botánico de Valencia


lunes, 10 de agosto de 2020

Palimpsestos (II)

La semana pasada hablamos de palimpsestos en la escritura y la pintura, y hoy me voy a centrar más en los palimpsestos arquitectónicos y arqueológicos que podemos encontrar paseando por la parte antigua de Valencia: en ellos se advierte una superposición de distintas capas, de distintas épocas, en la que las claramente visibles son las más recientes pero haciendo un poco de esfuerzo se pueden distinguir las trazas de las capas más antiguas. Un ejemplo obvio de esto es el Centro Arqueológico de l’Almoina, en el que los expertos debieron tener auténticos quebraderos de cabeza para decidir hasta qué profundidad excavar en cada punto, qué hallazgos documentar, retirar y almacenar y cuáles dejar expuestos in situ, aun a riesgo de no encontrar algo más antiguo que pudiera haber debajo.

Los restos cristianos medievales se retiraron casi por completo para dejar a la vista una mezcla de elementos islámicos, visigóticos, imperiales y republicanos. Así, el Alcázar islámico se solapa con el Ninfeo romano, y las tumbas y ábside visigóticos aparecen alrededor de las dependencias romanas en las que supuestamente se encarceló a San Vicente Mártir a principios del S.IV… Incluso la casa del Punt de Ganxo, edificio modernista de 1906 contiguo al centro arqueológico, utiliza como cimientos parte de los gruesos muros de la desaparecida catedral visigoda.


Restos arqueológicos romanos y visigóticos en el Centro de l’Almoina de Valencia


El edificio de la Catedral también es un palimpsesto en sí mismo, con diversas etapas constructivas que se han ido sucediendo desde el edificio original del S.XIII. En el XIV se añadieron la Sala Capitular y el Micalet, por entonces exentos ambos, aunque quedarían unidos al edificio principal con la Arcada Nova del S.XV. Del S.XVI es la Obra Nova recayente a la Plaza de la Virgen, y del XVIII la Reforma Neoclásica. Tenemos en la Seu incluso elementos romanos reciclados: en la Arcada Nova destaca, en la base de una columna que hay del lado de la epístola, la presencia de un bloque de piedra con la inscripción lapidaria "CENS ET VIRIA A"… Este sillar debió formar parte de algún monumento funerario de época romana y se aprovechó como elemento constructivo al ser hallado en las cercanías del templo.

La incorporación de lápidas romanas a edificios posteriores es algo que también podemos apreciar en la fachada de la vecina Basílica, como ya comentamos en su día en el blog. En algunos casos la reutilización de materiales no se lleva a cabo por razones estéticas sino meramente prácticas: un ejemplo de esto es el reciclaje de varios fragmentos de una estatua, incluida la cabeza, como relleno para cegar un arco en la parte trasera de la iglesia de Santa Catalina… También tendríamos una superposición clara de varias capas en el Palau de Benicarló, actual edificio de Les Corts en la calle Navellos, con tres juegos distintos de ventanas: las de época moderna están en posiciones muy similares a las que ocupaban las originales, y además se advierten las trazas de las ventanas góticas, intermedias cronológicamente, y que hoy en día están cegadas.


Reciclaje de varios fragmentos de una estatua como relleno para cegar un arco en la iglesia de Santa Catalina


Pero sin duda uno de los ejemplos de palimpsesto arquitectónico más interesantes y curiosos en los que puedo pensar es el Hotel Caro, antiguo palacio del Marqués de Caro, situado en la misma manzana del Temple, en la calle Almirante, así que me voy a detener más en él. Se trata de un palacete de corte neoclásico del S.XIX, residencia del que fuera alcalde de Valencia, Nicolás García Caro, renovado a partir de otro palacio en estilo gótico del S.XIII-XIV. Reconvertido a su vez en un hotel que lleva en funcionamiento desde 2012, en las obras de restauración y rehabilitación, que duraron años, se descubrieron fragmentos de la muralla árabe del S.XII, visibles ahora en el restaurante del semisótano, y también han aparecido en los alrededores otros restos que se remontan a la época romana de la ciudad.


Distribuidor y Bar del Caro Hotel con diversos restos arqueológicos expuestos o integrados en la estructura


Uno de los elementos expuestos en el vestíbulo de entrada es una porción de suelo con un mosaico primitivo que data de la misma fundación de la colonia valentina en el S.II a.C., con la cornucopia del escudo de la ciudad. Sobre la barra del bar aparecen suspendidas (posiblemente colocadas del revés) tres de las metas que en el circo romano del S.II de nuestra era marcaban el punto de salida y llegada para las carreras de caballos; tal vez en el lugar que ocupa ahora el hotel se encontraba antiguamente algún edificio auxiliar cercano al circo. Si seguimos avanzando en el tiempo, un par de habitaciones del hotel están dentro de una torre de la muralla islámica, torre en la que también se descubrió un acceso a la ciudad de aquella época.

De estilo gótico tenemos un precioso arco en el vestíbulo y unos azulejos del S.XV, y del S.XIX tenemos algunos techos decorados, una puerta de hierro forjado o la escalera protomodernista de mármol… Es increíble cómo la rehabilitación del palacete ha conseguido la integración de los elementos arqueológicos en la estructura actual con una gran armonía, convirtiendo tanto zonas comunes como habitaciones privadas en una mezcla de hotel y museo. Si entráis a la recepción del Caro y lo pedís con educación, os dejarán echar un vistazo a los elementos del vestíbulo aunque no seáis clientes… Os recomiendo que hagáis este curioso viaje en el Tiempo, de verdad vale la pena.


Detalle de una instalación del IVAM con la inscripción “Solum Constans Est Mutatio”


martes, 4 de agosto de 2020

Palimpsestos (I)

La primera vez que oí la palabra palimpsesto fue en la película Contact de Robert Zemeckis, basada en la novela homónima de Carl Sagan sobre el programa de búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra. En el capítulo 6 de la primera parte de la novela se nos habla de este mensaje oculto dentro de otro mensaje: inicialmente se trata de pulsos de ondas de radio que representan una secuencia de números primos repetida una y otra vez, pero tras un análisis más cuidadoso se descubre que codificada debajo está la reproducción de la primera retransmisión humana de radio suficientemente potente como para atravesar la ionosfera, que corresponde a un vídeo de las Olimpiadas de la Alemania Nazi en 1936. Aunque en la película los detalles son algo distintos, en el libro son las modulaciones de la polarización y de la fase de las ondas de radio las que permiten descubrir todavía más capas del mensaje, incluyendo las instrucciones para construir un dispositivo de transporte interestelar.


Fotografía de Adolf Hitler en el Estadio Olímpico de Berlín en 1936


La definición más habitual de palimpsesto tiene que ver con los distintos soportes para la escritura. La palabra viene del griego antiguo y significa “raspado y listo para usar de nuevo”; sirve para hacer referencia a un manuscrito que conserva en su soporte trazas a veces imperceptibles de una escritura original que se ha borrado expresamente para dar lugar a la actual. Esta práctica de reutilizar un determinado soporte es bastante antigua, pero se hizo más frecuente entre los siglos VII y XII a causa de la dificultad para importar papiro de Egipto, y sobre todo de lo costoso y escaso que era el pergamino (recordemos que el papel se empezó a usar habitualmente como soporte después de los otros dos tipos). En la Alta Edad Media el texto original se borraba con una mezcla de leche y avena, apareciendo de nuevo tenuemente con el paso de los años. Posteriormente la tinta del texto original pasó a rasparse con piedra pómez, cual si de una goma de borrar se tratase, aunque a veces quedaban algunos restos por eliminar.

A partir del S.XIX algunos eruditos y filólogos empezaron a idear métodos para hacer visibles y poder transcribir los textos ocultos debajo de otros que frecuentemente eran de menor interés. Al principio esto se hacía mediante la aplicación con un pincel de tinturas o reactivos químicos, y en la actualidad tenemos medios menos agresivos de conseguirlo, con el uso de distintas variedades de luz especial (ultravioleta, rayos-X) que permiten ver los trazos que no se aprecian bajo la luz visible. Gracias a estos métodos se han redescubierto fragmentos de textos de los grandes autores clásicos griegos o romanos, como Homero o Cicerón, que se habían perdido debajo de otros textos medievales de temática religiosa. Habitualmente las obras originales no suelen estar enteras, al haberse mezclado hojas sueltas de varias de ellas para dar lugar al nuevo libro, pero en contadas ocasiones sí se consigue rescatar la obra completa, como es el caso del Palimpsesto de Arquímedes.


Hoja de pergamino con un palimpsesto, en la que se aprecian simultáneamente dos textos de épocas distintas


Algo similar ocurre en la pintura: igual que algunos novelistas reescriben partes de sus obras, también los pintores cambian detalles en sus cuadros, siendo detectables estos cambios a posteriori por distintos métodos. Este fenómeno se conoce con el nombre de pentimento, que significa “arrepentimiento” en italiano. A veces la corrección se ejecuta por voluntad propia y a veces son el mecenas o la opinión pública los que hacen al artista cambiar el cuadro. Puede tratarse de un elemento de la obra (por ejemplo una cabeza, una pierna o una mano) en una posición ligeramente diferente, o de un elemento completamente eliminado después de haberse pintado. Algunos pentimenti pueden notarse a simple vista analizando el cuadro de cerca y con atención, y otros se hacen visibles con el paso de los años al adquirir cierta transparencia las capas más superficiales de pintura. Un tercer tipo de arrepentimientos solo pueden ser vistos mediante métodos modernos tales como las radiografías (que hacen visible el plomo de ciertos pigmentos blancos ocultos) y la reflectografía infrarroja (que afecta a pigmentos negros basados en el carbón).

En algunas ocasiones puede que no se trate de detalles sueltos, y que una obra oculte otra completamente nueva para reaprovechar el soporte, como ocurre en los palimpsestos escritos: Picasso, por ejemplo, reutilizaba los lienzos porque pintaba compulsivamente, y Van Gogh porque no tenía dinero para comprar otros nuevos… Hablando de artistas consagrados, Velázquez hizo también multitud de correcciones a sus obras, a veces mucho tiempo después de pintarlas (tengamos en cuenta que convivía con ellas, ya que era pintor de cámara del rey Felipe IV)… Hasta Las Meninas tiene algún que otro pentimento: en la posición en la que aparece el autorretrato del pintor había antes una figura femenina (lo que ha dado lugar a algunas interesantes teorías para explicarlo), y además la cruz de la Orden de Santiago que luce su pecho en el cuadro fue añadida a posteriori… Con esto lo dejamos por hoy; la semana que viene, en la segunda entrega, me centraré en los palimpsestos arquitectónicos y arqueológicos que podemos encontrar paseando por las calles de Valencia.


Pentimento de Madame X, del pintor John Singer Sargent, comparando la versión final con la del tirante caído


lunes, 27 de julio de 2020

Un Día en Barxeta

El pasado febrero fui invitado a tomar una paella y pasar el día a una casa de pueblo que la familia de un buen amigo tiene en Barxeta, un pueblecito no muy lejano a Xàtiva, al sur de Valencia. Por la mañana el grupo de ocho asistentes estuvimos preparando la comida y mantuvimos una agradable conversación, y por la tarde nos fuimos a dar un paseo por los alrededores del pueblo, disfrutando de los preciosos paisajes de la zona. Os adjunto una selección de diez de las fotos que hice allí, espero que os gusten.


Adorno de pared con pequeños utensilios en una casa de Barxeta

Paisaje de Barxeta visto desde la barandilla

Detalle de la terraza de una casa de pueblo en Barxeta

Paisaje de montaña en Barxeta

Paella en una casa de pueblo en Barxeta

Detalle de flores en los alrededores de Barxeta

Paisaje de los alrededores de Barxeta

Detalle de musgo entre las baldosas de la terraza de una casa en Barxeta

Paisaje con casa en los alrededores de Barxeta

Brasas en la chimenea de una casa de pueblo en Barxeta


lunes, 20 de julio de 2020

Depre Prevacacional

Hace unos días, revisando en las estadísticas del blog las selecciones de los lectores, tropecé con una entrada de la que ya casi no me acordaba llamada Depre Postvacacional, que escribí a finales de agosto de 2016. En ella hablaba de esas ocasiones en que por azares de la vida la vuelta al trabajo se te junta con otros varios pequeños problemas, lo que te hace sentirte durante un par de días algo apático, sin ganas de hacer nada. Esto me hizo recordar los últimos programas de la sexta temporada de La Vida Moderna, emitidos hace unas tres semanas, en los que se notaba claramente que Ignatius Farray estaba algo deprimido, seguramente ante la perspectiva de llegar a las vacaciones sin ningún plan interesante a la vista, sin pareja y tal vez sin la compañía de los amigos habituales.

En esta época del año en la que se cogen vacaciones uno puede descansar del duro trabajo, lo cual es genial, pero también pierde el contacto con los compañeros de faena y con los amigos que tienen sus propios planes y se marchan fuera de la ciudad. Sobre todo las personas que vivimos solas podemos llegar a sentirnos realmente solas y experimentar un ligero bajón durante unos pocos días, hasta que cambiamos el chip y pillamos la marcheta de las vacaciones: esta variedad de la llamada depresión o síndrome prevacacional la he sufrido yo también algunas veces… Este año en particular puede ser aún más duro que de costumbre a causa del Coronavirus porque el contacto con compañeros y amigos en los últimos cuatro meses ha sido sobre todo online y por tanto de menor calidad, y porque muchas de las actividades culturales y de ocio disponibles en Valencia en julio y agosto se están celebrando a medio gas o directamente se han cancelado, a lo que se suma la posibilidad de nuevos confinamientos y la incertidumbre general acerca de qué va a pasar en el Mundo en los próximos meses.


El personaje Tristeza de la película de Pixar Del Revés, tumbada en el suelo con aire apático


Por todo esto (y porque en el trabajo hemos hecho un par de cursillos sobre el tema) he pensado que podía compartir con vosotros algunas técnicas y sugerencias para combatir esta tristeza pasajera, por si os resultan de utilidad… Una de las formas más eficaces de sentirse bien cuando ni se trabaja ni se viaja es mantener una cierta rutina diaria: intentar acostarse y levantarse aproximadamente a las mismas horas, tener preparadas ciertas actividades de ocio para hacer en casa mientras apriete más el calor, dedicar un rato a hacer algo de ejercicio, intentar salir un poco a la calle todos los días por la mañana o cuando el sol esté ya más bajo y hablar con amigos o familiares también a diario, aunque sea por WhatsApp.

Es importantísimo favorecer en la medida de lo posible que nuestro sueño sea reparador: actividades más relajadas antes de acostarse, una cena ligera, una ducha fresca o abrir un poco las ventanas para que haya corriente nos ayudarán a conseguirlo. En mi caso concreto, los nuevos vecinos cubanos de arriba se han calmado un poco tras el fin del confinamiento, pero todavía son algo ruidosos de vez en cuando, así que si el niño pega carreras por el pasillo durante el día me pongo música con los auriculares si estoy en el ordenador, y además he comprado unos tapones de silicona moldeable para los oídos, para las noches concretas (a lo mejor una a la semana) en que tienen amigos de visita hasta tarde y hay un poco más de jaleo.


Una mujer durmiendo plácidamente en su cama


Es crucial recordar que cuerpo y mente están conectados, y que cómo tratemos a nuestros otros órganos puede influir bastante en el buen estado de nuestro cerebro. Por ejemplo es muy aconsejable que nuestra dieta sea sana y equilibrada; a este respecto yo sigo ciñéndome al menú semanal que me confeccioné al empezar el estado de alarma. Ya he hablado también del ejercicio diario: pueden ser estiramientos o pesas en casa, un poco de running o simplemente un paseo por la calle. Si por lo que sea en algún momento estamos un poco agobiados, la sensación de nudo en el estómago puede eliminarse practicando la relajación muscular activa, respirando profundamente y de manera controlada durante un par de minutos… Y cuidar los pequeños detalles asociados con los cinco sentidos también puede ayudar a que nos sintamos mejor: una habitación luminosa, música agradable, un olor que nos guste especialmente (recuerdo por ejemplo un gel desinfectante perfumado que me prestó una amiga el otro día y que relajaba solo con olerlo), ropa cómoda para el calor o algo tan sencillo como mantenerse hidratado con un trago de agua fresca.

También es imprescindible mantener la conexión con tus amigos durante las semanas de vacaciones, preferiblemente en persona, o como mínimo online; yo por ejemplo, aparte de mis quedadas ocasionales y de los vecinos del barrio que me voy encontrando en mis paseos, tengo un par de planes pendientes con mis compañeros del grupo de Escépticos y con los del trabajo que espero que se puedan llevar a cabo… Y no hay que tener miedo de comentarle a la gente que te sientes algo solo o aburrido estos días; no es algo de lo que haya que avergonzarse, y menos aún en esta nueva normalidad (que de normal no tiene nada, aunque a lo mejor lo que ocurre es que todavía no hemos llegado a ella).


Ilustración de unos amigos charlando alegres en la calle, sentados o de pie en unas escaleras de acceso


Hay que evitar darles vueltas una y otra vez en la cabeza a los aspectos negativos de la situación o a los problemas que se tengan, a no ser que se haga calmada y racionalmente para intentar resolverlos; y con las cosas que no tengan remedio es mejor no obsesionarse. Tampoco debemos compararnos con otras personas que aparentemente están mejor que nosotros, sobre todo sin tener toda la información; seguro que nuestra visión está sesgada y esa gente a la que envidiamos también tiene sus propios problemas y lucha por solucionarlos. Hay que animarse y dedicar algo de tiempo cada día a la gratitud, a verbalizar la parte positiva de la situación, a recordar los pequeños detalles agradables, los momentos alegres que hemos disfrutado recientemente, las cosas buenas que hay en nuestra vida y que pasamos por alto… Parece ser que llevar a cabo actividades de tipo artístico o creativo (como en mi caso redactar las entradas del blog) es también muy beneficioso y nos aporta una mayor estabilidad mental.

Es bueno planificar una lista personalizada de consejos y de actividades interesantes con antelación al inicio de las vacaciones o nada más empezar estas, y proceder de forma activa a poner en práctica estos consejos al detectar el menor síntoma de apatía, tristeza o nudo en el estómago… Este “plan de acción para el bienestar personal”, como podríamos llamarle, ya sea una breve lista de anotaciones telegráficas garabateadas en un trozo de papel o un archivo más elaborado en formato digital y con distintas subsecciones, puede y debe estar en constante proceso de evolución, refinamiento y mejora, y nos ayudará a vencer la sensación de soledad.


Pieza de arte urbano con las palabras “DON’T WORRY” hechas de espejos y pegadas en una pared llena de graffiti, reflejando las ramas de unos árboles


En la segunda parte de la entrada os voy a describir mi lista de actividades para combatir el aburrimiento en verano; seguro que algunas de las propuestas os pueden ser útiles también a vosotros. En primer lugar, y como ya he dicho antes, voy a chatear regularmente con la familia y los amigos, incluyendo algunos con los que no he hablado desde hace tiempo… En este sentido, reconozco que el haberme puesto WhatsApp hace un año al cambiar de móvil me ha venido muy bien no solo para mantener el contacto en verano sino también para los meses de confinamiento. También intentaré en la medida de lo posible hacer quedadas en persona, tomando las correspondientes precauciones relacionadas con la Covid-19: veré a mi familia en el apartamento de la playa algún día suelto, tengo medio pendiente una partida de rol en mesa con unos colegas (hacía muchos años que no jugaba pero me apetece, puede ser divertido) y he hecho un par de ofrecimientos para servir de guía amateur en una visita al casco antiguo de Valencia, que ya veremos si se concretan o no…

Cuando no haya nadie disponible para actividades en grupo siempre puedo recurrir a mis reconfortantes paseos por el citado casco antiguo, por el Parque Central, por las calles de Russafa o por los terrenos de huerta que llevan a La Punta. En cuanto a los museos de la ciudad, algunos interesantes que están funcionando ahora mismo, y que además tendrán entrada gratuita al menos hasta final de año, son el de San Pío V, el Centro del Carmen, el IVAM o el MHV. También podéis ir a l’Almoina los domingos por la mañana o a la Fundación Bancaja los martes por la tarde si queréis aprovechar los horarios de acceso libre. Este año no hay Gran Nit de Juliol, ni cine en el MuVIM, ni en el edificio de La Nau, pero acaba de empezar un ciclo de proyecciones en V.O.S. de comedias europeas en el claustro gótico del Centro del Carmen que puede estar bien… El aforo es limitado (aunque os advierto que no hay apenas distancia entre asientos), así que os recomiendo que no tardéis en inscribiros si os interesa. En agosto, y aquí sí supongo que con las sillas más separadas, tendremos una nueva edición de la Filmoteca d’Estiu.


Sillas y pantalla de la Filmoteca de Verano de Valencia, con el Palau de la Música al fondo


En cuanto a cosas que puedo hacer en mi propio piso, tengo un montón de vídeos de YouTube que he ido guardando en mi lista de pendientes y a los que iré dando salida… Aparte de vídeos sueltos de muy variada temática, quiero también ponerme al día con entregas antiguas de mis canales de YouTube favoritos, como por ejemplo la temporada 3 de La Vida Moderna. También quiero intentar ver los trece episodios de Mundos Posibles, la tercera temporada de la serie Cosmos, presentada, como la segunda, por Neil DeGrasse Tyson (los tres primeros episodios ya han caído y están francamente bien). Tengo aún por ver la última temporada de Black Mirror, pero no sé si con la situación actual están los cuerpos como para distopías; creo que por ahora la voy a dejar aparcada. Y añadiría algunas películas de mi lista de pendientes: un par de Richard Linklater y de Rian Johnson, y también Once Upon a Time in America, de Leone (por cierto, el otro día vi Once Upon a Time in Hollywood de Tarantino y me gustó mucho).

Hacia el final de mi lista está también la pila de libros pendientes, aunque sé que en este caso del dicho al hecho hay un trecho, porque me cuesta un poco centrarme a la hora de leer textos muy largos (por eso los libros están al final de la lista)… De todos modos algunos de ellos, como por ejemplo los tres tomos de la Valencia Desaparecida, se componen de secciones cortas independientes entre sí que se pueden despachar en muy poco rato, así que no descarto echarles mano. También quiero escuchar los últimos álbumes de la discografía de Depeche Mode, de los que me quedé un poco descolgado en su día, a ver si valen la pena…


Poster de la película Once Upon a Time in Hollywood, de Quentin Tarantino


Una última actividad a realizar en casa pero con vistas a salir de ella es la de investigar sobre alojamiento en (y trenes a) una ciudad con mucha historia, monumentos y museos, no muy lejos de Valencia (no os digo cuál porque sería spoiler de cara a futuras Postales), con la intención de pasar allí tres o cuatro días a mediados de agosto… Lógicamente, tal y como está el asunto con el Coronavirus no es sensato salir de España, así que intentaré hacer un viajecito más corto y más cerca… Ante los nuevos brotes y la amenaza de un segundo confinamiento por la irresponsabilidad de algunos, ni siquiera esta opción más modesta está asegurada, así que esperaré un poco más y veré cómo evoluciona la situación antes de hacer las reservas; y si al final hay mala suerte y no puede ser, pues al menos haré una visita de un día a Sagunto para ver las ruinas romanas, que hace muchos años que no voy… El que no se consuela es porque no quiere.

Esperemos que la gente se conciencie y tome más precauciones, y que con la obligatoriedad de las mascarillas en la mayor parte del país (incluyendo la Comunidad Valenciana) podamos mantener a raya al virus y los brotes no vayan a más. Sé que los lectores habituales de La Belleza y el Tiempo sois personas con sentido común, y también que muchos de vosotros y vosotras me conocéis personalmente, así que os animo a poneros en contacto conmigo estas semanas para quedar cuando os apetezca (manteniendo por supuesto la distancia y teniendo cuidado), que Internet y los móviles están muy bien pero no hay nada como coincidir en persona y echarse unas risas… Puede que algunos os sintáis también aburridos o bajos de energía en algún momento del verano, y simplemente poder compartir un rato, verse, hablar y escucharse resultará terapéutico para ambas partes… Y aunque no podamos quedar por la razón que sea, al menos espero que estas sugerencias os ayuden a ser un poco más felices estos días; yo estoy encantado de poder compartirlas con vosotros a través del blog… Al fin y al cabo, para eso están los amigos.


Tarjeta con una ilustración de unas flores y una abeja y con las palabras “Feel better soon”


lunes, 13 de julio de 2020

Leave the Gun, Take the Cannoli (III)

Antes de ponernos manos a la obra con El Padrino: Parte III (con spoilers incluidos, os recuerdo), una curiosidad acerca de toda la trilogía: cada vez que aparecen naranjas en pantalla es un presagio de que alguien morirá o correrá riesgo de morir. Don Vito compra naranjas antes de que atenten contra su vida, y diez años más tarde muere de un ataque cardiaco después de jugar con su nieto poniéndose una piel de naranja en la boca. Carlo Rizzi no llega a tocar ninguna fruta, pero lleva un traje del mismo color. En la Parte II Fanucci se come una naranja antes de ser asesinado por el joven Vito. En la tercera Michael bebe un poco de zumo cuando le da un bajón de azúcar en el Vaticano (por cierto, en las dos películas anteriores bebe agua a menudo, lo que apunta a que ya desde joven era diabético). También se ven naranjas rodando por la mesa en la escena del helicóptero, y por último Michael muere en Sicilia con una naranja en la mano.

Mucha gente dice que la Parte III, estrenada en 1990, no está a la altura de las dos anteriores, pero creo que es porque durante dieciséis años estuvieron imaginando cómo sería la continuación y tenían ideas preconcebidas al respecto; El Padrino ya era por entonces parte de la cultura popular y era muy difícil cumplir las expectativas de todo el mundo. Francis Ford Coppola, que aceptó el proyecto porque tenía problemas financieros, no la concebía como la tercera parte de la historia (para él las dos primeras sí eran como una sola película partida en dos), sino más bien como una especie de epílogo a La Saga de los Corleone, epílogo que según él debería haberse llamado La Muerte de Michael Corleone. Esta vez la productora se opuso a usar un título distinto, prefería los numeritos romanos… Justo al revés que con la anterior película dieciséis años atrás; pero es que muchas cosas habían cambiado en el Cine (y no necesariamente para bien) durante los 80.


Plano picado de El Padrino del atentado contra la vida de Vito Corleone, con naranjas rodando por el suelo


Como vimos al final de la anterior entrega, la semana pasada, en las tres películas los cambios de actores en el último momento, las reescrituras del guion para adaptarse a las adversidades, imprevistos y accidentes y la improvisación sobre la marcha eran el pan nuestro de cada día, y el resultado aun así fue excelente. En la Parte II el personaje de Frank Pentangeli debería haber sido en realidad Clemenza, pero el actor que lo interpretaba en su edad madura quería tener control total sobre sus líneas de diálogo, con lo que no se le contrató y Coppola hizo el cambio. Y en la tercera Tom Hagen fue sustituido por B.J. Harrison porque no se llegó a un acuerdo sobre el caché de Robert Duvall, lo cual es una pena porque el director tenía grandes planes para ese personaje en la conclusión, dándole un papel más importante.

Coppola quería que esta última entrega fuese más emocional… Se puede apreciar un cierto paralelismo entre el sexagenario Michael Corleone de la película y el Coppola de 1990, que por entonces ya no estaba en lo más alto de su carrera y para colmo había perdido en 1986 a uno de sus hijos, Gian-Carlo, en un accidente de lancha. Parece ser que para interpretar el personaje de Mary Corleone había sido contratada en principio Winona Ryder, pero renunció al papel en el último minuto aduciendo agotamiento psicológico, con lo que Sofia Coppola, hija del director, tuvo que hacerse cargo… Hay quien dice que el trabajo de Sofia en este filme deja que desear, pero a mí no me parece tan mala: precisamente aporta la juventud, inocencia y vulnerabilidad que requiere el personaje. Yo descubrí la trilogía con el estreno de la Parte III (la segunda la estrenaron antes de que naciera) y francamente me parece casi tan buena como las anteriores. Tal vez sea verdad que el reparto no es tan redondo como en las otras, por las razones que ya hemos comentado, pero tiene un argumento muy interesante y grandes escenas como la del piso de Vincent, la del helicóptero o todo el tramo final en Sicilia.


Foto de familia del principio de El Padrino: Parte III, en la fiesta de la fundación benéfica de Michael


Una de las tramas del relato es la del amor prohibido entre Mary y su primo Vincent Mancini, hijo ilegítimo de Sonny (al principio de la primera película vemos a Sonny tontear con Lucy, la madre, durante la fiesta de la boda de Connie). Vemos en Vincent mucho de su padre, la impulsividad, el dejar al descubierto sus emociones; pero también se mantiene frío y calculador en los momentos de peligro, como su tío Michael, y sabe ser amable y encantador como su abuelo Vito… ¿Le impedirán sus arranques de genio ser un buen Padrino o conseguirá alcanzar el equilibrio y pasar la prueba? ¿Cuál es el futuro del clan Corleone con Vincent al frente? En la tercera película no se nos cuenta. Vincent es introducido en la Familia por Connie, personaje que evoluciona mucho a lo largo de los años, de mujer maltratada a vividora irresponsable hasta convertirse en la matriarca del clan, tras la muerte de Carmella y tras haber hecho las paces con Michael… Al final incluso toma decisiones importantes dentro de la Familia, algo habitualmente reservado a los hombres.

La relación de Michael con Kay es otro pilar básico de la historia, con momentos como el de la puerta que cierra Al Neri al final de la peli original, separándola de su marido tras mentirle este diciéndole que no ha sido responsable de la muerte de Carlo Rizzi. Otra escena con puerta de por medio es la que sucede tras el aborto y divorcio de Kay, y esta vez también sus hijos están del otro lado: de ahí el grito entrecortado de Kay cuando es el propio Michael el que la cierra con total frialdad… La separación de Kay es una de las pocas batallas que Michael pierde, dejando aparte el final de la trilogía, claro. En la Parte III hay una cierta reconciliación mientras viajan por Sicilia antes del estreno de la ópera en la que canta su hijo Anthony; ella le confiesa que quizás nunca ha dejado de quererle, pero un segundo después llega Calò con el anuncio del asesinato de Don Tommasino por parte de Mosca: la magia se ha roto de nuevo y ella comprende que hay cosas que nunca cambian, que la espiral de violencia no cesa aunque pasen los años… De nuevo Kay se encuentra al otro lado de la puerta.


Michael Corleone con gafas de sol y su sobrino Vincent en segundo plano


Lloro como una Magdalena cada vez que veo morir a Mary en las escaleras de la Ópera de Palermo… La última palabra que dice es “¿Papá?”. La escena es demoledora, con ese grito sordo (¿o sería más bien mudo?) de Michael que según las anécdotas de producción inicialmente no era tal: Pacino se dejó la garganta pero en la sala de montaje Walter Murch vio que la toma tenía más fuerza si quitaban parte de la pista de sonido. La efectividad de esta escena se refuerza porque observamos las reacciones de Kay, Connie y Vincent a la muerte de Mary, y sobre todo porque vemos también por un momento la reacción de Kay al sufrimiento de un Michael completamente destrozado que nunca antes había estado tan vulnerable o expresado tan abiertamente sus sentimientos en público; la tragedia nos toca el corazón precisamente porque empatizamos con Kay. Otro elemento que añade aún más capas de emoción a la escena es el de los gritos de las mujeres de Palermo, lamentándose en italiano del destino de la señorita María, igual que ocurrió en la aldea de Corleone ocho décadas atrás con la muerte de Paolo, el hermano mayor de su abuelo Vito: nos damos cuenta de que la violencia es un problema secular profundamente arraigado en esta cultura, y eso también nos conmueve.


Escena de El Padrino: Parte III con Michael Corleone abrazando a su hija Mary


Su hija era precisamente lo que Michael más había intentado proteger todos esos años, la que más unida a él estaba, después de divorciarse de Kay y sufrir un mayor distanciamiento con Anthony… Es casi el único lazo que le unía a algo parecido a la felicidad, lo poco que le quedaba (aparte de los recuerdos) de sus relaciones con Apollonia o con Kay, y ahora lo ha perdido. Se nos presentan flashbacks de él bailando con las tres, de los buenos momentos del pasado. Ya no hay esperanza para Michael Corleone: mientras al final de la primera parte no siente remordimiento alguno por la muerte de Carlo, la ejecución de su hermano Fredo al final de la segunda acaba atormentándole durante años, y al final de la tercera la pérdida de su hija es como la vendetta del Destino, que le devuelve el dolor infligido en una conclusión trágica y sin concesiones… La violencia engendra violencia y los lazos que se forman en el mundo de la Mafia son muy difíciles de romper; nuestro protagonista ha intentado con todas sus fuerzas desvincularse de ese entorno pero se encuentra atrapado por su pasado.

Hay quien ha propuesto la teoría de que Michael se queda para colmo ciego en el momento de la muerte de Mary, debido a su diabetes y al fuerte shock emocional que experimenta (aparte de que una bala también le ha herido a él), pero ni Pacino ni Coppola han confirmado o desmentido esto. Es de suponer que tras la cesión de su poder a Vincent y la pérdida de su hija Michael se rinde ante la Vida y se retira de los círculos públicos. Muere en Sicilia en 1997, casi dos décadas después, consumido por la tristeza, solo y olvidado en la villa que antes era de Don Tommasino, en el mismo patio donde murió Apollonia, cerrando así un siglo de historia desde que su padre Vito emigró de niño a América.


Final de la trilogía de El Padrino, con la muerte de Michael Corleone en la villa que fue de Don Tommasino


Coppola coqueteó con la posibilidad de una Parte IV de estructura similar a la de la segunda, mezcla de precuela (con el ascenso de Sonny en los años 30) y secuela (con la historia de su hijo Vincent en los 80, en una cruenta guerra entre familias que se prolonga durante una década). Se comentaba que Andy García y Robert De Niro ya estaban confirmados para volver a interpretar sus papeles, y que Leonardo Di Caprio podría interpretar al joven Sonny, pero Mario Puzo murió en 1999, antes de que pudiera terminarse un guión, y Coppola decidió no seguir adelante sin él.

En cuanto a las secuelas literarias, el propio Puzo escribió en 1984 una continuación de la narración original titulada El Siciliano, y posteriormente ha habido otras novelas ambientadas en el mismo universo escritas por otros autores… Tenemos por un lado El Padrino: El Regreso (2004) y El Padrino: La Venganza (2006), ambas de Mark Winegardner; y también está La Familia Corleone (2012), de Ed Falco, basada en lo que Puzo escribió para la parte de los años 30 de la posible cuarta película.


Reunión de Francis Ford Coppola con el reparto de la trilogía de El Padrino con motivo del 45 aniversario del estreno de la primera película


En la trilogía cinematográfica se entremezclan escenarios y elementos tan diversos como la ciudad de Nueva York, los casinos de Las Vegas, la posibilidad de negocio en La Habana (truncada por el estallido de la Revolución), la madre patria Sicilia, las grandes multinacionales europeas, la Iglesia Católica (y el escándalo bancario del Vaticano de 1982), la Ópera (con la Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni) y hasta el antiguo Imperio Romano… Coppola y Puzo recurren a las profundas y variadas raíces de los inmigrantes italoamericanos para bordar un complejo tapiz narrativo que daría por sí solo para quince o veinte películas normalitas, y este es sin duda uno de los mayores atractivos de la trilogía.

Una historia bien escrita que además muestra el paso del Tiempo abarcando varias generaciones y usa a los mismos actores para interpretar a los personajes veinte años después siempre ha tenido para mí un atractivo irresistible… Y si además le añades un reparto en estado de gracia, una fotografía y ambientación impecables y una música extraordinaria puede convertirse en una obra maestra atemporal que resiste el paso de los años, porque la Verdad que transmite no caduca: creo que este es el caso con las películas de El Padrino.


Grabado con una escena de la ópera Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni


Quiero acabar esta entrada múltiple hablando un poco más de los lazos familiares, que son, en palabras del propio Coppola en entrevistas recientes, el tema principal de estas películas. Muy hábilmente el cineasta nos muestra cómo se entremezclan la familia biológica y la Familia criminal, la sangre que corre por las venas y la sangre derramada… Las tres entregas comienzan con escenas de fiestas y ceremonias familiares durante las cuales se hace otro tipo de negocios en la trastienda: en la primera es la boda de Connie y Carlo, en la segunda la comunión de Anthony y en la tercera la entrega de la medalla de la Orden de San Sebastián y la fiesta de la fundación benéfica. Y las tres entregas acaban, como ya sabemos, combinando una reunión familiar con una matanza de enemigos: en la primera tenemos el bautizo del hijo de Connie, en la segunda el funeral de Carmella y en la tercera el estreno de Cavalleria Rusticana en Palermo.

Coppola y Puzo hicieron algo que no era muy usual allá por los años 70: mostrar la cara amable de los gangsters, humanizarlos, hacerlos más cercanos y reales, dejar claro que podían cometer atrocidades pero también tener sus momentos tiernos. Esto fue rompedor en su día porque daba a entender que, del mismo modo que los mafiosos no eran tan malos, tal vez nosotros no éramos tan buenos… En la forma magistral de tocar temas universales como este, de mostrar que el Mundo no está dibujado en blanco y negro sino en tonos de gris, radica el gran atractivo de esta trilogía. Coppola nos pone ante el espejo y nos hace ver que, aunque sea a menor escala, todos tenemos nuestro lado oscuro y nuestros fantasmas, todos cometemos errores, y todos nos hemos preguntado alguna vez si las cosas nos hubieran ido mejor en la Vida de haber tomado otras decisiones en ciertos momentos clave.


Foto de familia de Michael y Kay con sus hijos Mary y Anthony en su casa del lago Tahoe, en la época en que aún estaban juntos